Monseñor Marcel Lefebvre |
El 6 de noviembre de 1985, Monseñor Lefebvre entregó
a la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe en Roma, 39 "dubia"
(es decir, dudas) referentes a la declaración conciliar sobre la libertad religiosa.
La declaración "Dignitatis
Humanae", ¿es conciliable con la
doctrina tradicional de la
Iglesia? Tal es la cuestión fundamental. A algunos les puede parecer
escandalosa, incluso absurda, puesto que el Vaticano II hubiera debido ser por principio el eco fiel, la voz
actual de la doctrina de la Sagrada Escritura y de la tradición divina. Pero,
¿acaso el Concilio no quiso ser ante todo el eco de los "signos de los
tiempos" (Gaudium et Spes 4, § 1), que serían para la Iglesia otras
tantas "impulsiones del Espíritu" (subtítulo de G. et Spes 11) para
asimilar elementos extraños a la revelación divina?
"El problema de los años sesenta era ADQUIRIR
los mejores valores expresados en dos siglos de cultura «liberal». Son en
efecto valores que, incluso si nacidos fuera de la Iglesia, pueden encontrar
su lugar — depurados y corregidos — en su visión del mundo. Es lo que se
hizo."
Cardenal Josefh Ratzinger
(¿Por qué la fe está en crisis?, entrevista con
Vittorio Messori, revista mensual Jesús, noviembre 1984, p. 72.)
Y el cardenal confiesa que, veinte años después del
Concilio, ¡aún se debe buscar el equilibrio entre la tradición y esos valores
liberales (tales como la libertad religiosa)! Tales valores, ¿serían pues finalmente
incompatibles con la visión católica de la persona y de la política? ¡Ya sería
hora de que Roma se dedicase finalmente a esta cuestión! Tal la razón de los
"dubia": Roma debe juzgar si la doctrina promulgada el 7 de
diciembre de 1965 por Pablo VI "en el Espíritu Santo" no fue más bien
inspirada por el Espíritu de error y de mentira...
¿Cómo se presentan los dubia?
Están precedidos por una exposición, en 88 páginas y
18 capítulos, de la doctrina de la Iglesia (Escritura, Padres, Concilios, Papas
y Teólogos), que tiene por objeto reunir los principios inmutables naturales y
revelados, que intervienen: están firmemente fundados en estas dos fórmulas
lapidarias de la Escritura: "La verdad os hará libres" (Nuestro
Señor, en Juan 8,32) y "es necesario que El reine" (San Pablo en I
Cor. 15, 25), y se enuncian así: únicamente la verdadera religión tiene un
DERECHO a la libertad religiosa y a ser reconocida y protegida como tal por el
Estado; las demás religiones no pueden gozar, y dentro de ciertas
circunstancias, sino de una TOLERANCIA prudente y caritativa por parte del
Estado y según el juicio de la Iglesia.
A
lo largo de la exposición se disipan los equívocos y sofismas difundidos
profusamente en el texto conciliar:
• Confusión entre dignidad humana
ontológica —en el orden del ser — y dignidad operativa — en el orden del obrar;
• Paso indebido de los derechos subjetivos
— las raíces del derecho — a los derechos objetivos — el objeto concreto del
derecho — de la persona;
• Hiato colocado entre los derechos
afirmativos — derecho de obrar — y los derechos negativos — derecho a no ser
impedido de obrar —;
• Falsa simetría afirmada entre la facultad
de no ser obligado a obrar contra su conciencia y la facultad de no ser
impedido de obrar según su conciencia en materia religiosa;
• etc.
Igualmente
se demuestra la contradicción formal que existe entre "Dignitatis Humanae" y la Encíclica "Quanta
Cura" de Pío IX después de haber refutado la teoría de una evolución
doctrinal debida a la evolución del contexto histórico.
Los
DUBIA mismos vuelven a tomar bajo forma interrogativa, en 35 páginas y 5
capítulos, los temas abordados en la parte doctrinal. He aquí algunos de los
títulos de capítulos:
¿Derecho
subjetivo o derecho objetivo?
¿Búsqueda
sin coacción?
¿Diálogo
o predicación?
¿Religiones
verdaderas o falsas?
¿Derecho
o tolerancia?
Iglesia
y Estado: ¿la Iglesia libre en el Estado libre?
Libertad
de cultos: ¿el mejor régimen?
La
libertad religiosa: ¿cuáles justos límites?
¿Dignitatis Humanae o Quanta Cura?
Finalmente,
dos apéndices, uno sobre el indiferentismo religioso del individuo, otro sobre
la política de la Santa Sede hacia los Estados católicos, vienen a ilustrar y
apoyar la fuerza de los "dubia".
¿Cuál
será la respuesta de Roma? ¿Se responderá a Monseñor Lefebvre por algo más que
un cortés acuse de recepción o una respuesta dilatoria? ¿O se iniciará una
discusión fundamental? Pero, ¿es ésta posible con interlocutores imbuidos del
falso historicismo evolucionista condenado por Pío XII en la Humani Generis? ¿O quizás Monseñor Lefebvre será
declarado "descalificado"?
Al
menos, este documento de 138 páginas será ante la Historia y para el porvenir un testimonio de que al menos UN
OBISPO en la Iglesia, y lo que es más aun, un ex Padre conciliar, aportó
razones y razones de fe en apoyo de su rechazo del gran error conciliar, y al
mismo tiempo una justificación de la línea de conducta muy firme y muy
concreta que habrá sido conducido a tomar por el honor de la Iglesia.
(De
"Fideliter", nº 49,
enero-febrero 1986, pp. 7-8.) (Trad.
G. D. C.)