Monseñor Marcel Lefebvre |
En el momento en que voy a enviar
los "Dubia" a la Sagrada Congregación para la doctrina de la fe, les
explico lo que pasa en la Iglesia y preciso un poco la orientación actual.
Algunos dicen: "Monseñor ha cambiado,
ha cambiado de idea. Ahora no es como era antes."
En verdad, no creo haber cambiado
acerca de la actitud hacia todo lo que ha pasado en la Iglesia desde 1960. Como
miembro de la Comisión central preparatoria del Concilio, tuve ya la ocasión
participando en esos trabajos, de advertir las tendencias que existían entre un
cierto número de cardenales, de arzobispos y de superiores generales de
órdenes. Estaba ya en guardia. Me gusta decir que he pasado por tres guerras: la
guerra de 1914-1918 —por supuesto no fui movilizado— pero en fin la pasé
también duramente y luego vi la destrucción de la Europa cristiana, de la
Europa católica. Esta guerra tuvo por resultado el aniquilamiento de los
estados católicos, principalmente los del centro de Europa, en particular el
desmantelamiento de Austria.
La segunda guerra 1939-1945 fue la
confirmación del comunismo mundial aceptado públicamente. Todas las naciones
del mundo reconocieron que el comunismo existía, y se dividió el mundo
entregándole una gran parte.
Fue
pues de nuevo un triunfo del anticristianismo, de los que luchan contra la
Iglesia, contra Nuestro Señor.
La tercera guerra: 1962-1965. Y sí,
¡fue la peor! Fue la más grave. Atenta en realidad al catolicismo en lo que tiene
de más íntimo, de más profundo: la Iglesia misma. Esta vez no son más los
estados católicos, no es más la dominación de un poder ateo y socialista que
domina el mundo, sino que el virus liberal se va a instalar y corromper por
dentro a la misma Iglesia.
Eso lo había ya previsto San Pío X, a
principio de siglo, en su primera encíclica.
¿Por
qué he creído deber luchar contra esta invasión del liberalismo dentro de la
Iglesia católica? Y bien, durante el Concilio, hubo doscientos cincuenta
obispos, padres del Concilio, felizmente no estaba solo, que formaron el Coetus internationalis Patrum del cual
fui nombrado presidente. Luchamos contra la invasión del liberalismo conde-nado
por los papas y la infiltración de ideas masónicas dentro de la Iglesia. Pues
esta libertad que se vuelve un absoluto, que es buscada por ella misma, que no
está limitada absolutamente por nada, es verdaderamente la ruina de la ley de
Dios, la ruina de todo lo que hace al orden en la Sociedad, en la
familia, en la Iglesia. A propósito recomiendo la obra del Abbé Roussel sobre
el catolicismo liberal, síntesis fácil, de leer. Este libro también contiene
una bibliografía muy importante de todos los libros antiliberales. Si pueden
echar mano sobre cualquiera de estos libros citados *, por ejemplo los de
Monseñor de Lassús, aprovechadlo, pues el liberalismo es realmente el gran mal
que sufre la Iglesia de hoy.
La perseverancia
en la denuncia de los errores: 1964-1974-1984
Hemos luchado. Hice por casualidad, un pequeño recuento
de los diferentes actos por los cuales pude expresar este deseo de lucha, de no
dejar pasar estos errores abominables. Advierto que estas declaraciones se
ubican en 1964, en 1974 y en 1984. Yo no lo busqué, pero es así.
En mi libro "Un obispo habla", podrán encontrar
un texto que publiqué en 1964. Además no fui yo que quise editar este libro,
sino una dama romana, ya fallecida. Ella me presionó tanto en editar algunos
discursos y conferencias que al fin terminé por aceptar.
He aquí los títulos de estos documentos redactados
durante el Concilio: "¿Habrá que hacerse protestante para ser buen
católico?" Esto saltaba a la vista durante el Concilio. Uno se preguntaba
si realmente no estábamos todos en tren de volvernos protestantes v si no non
animaban a volvernos protestantes para ser verdaderos católicos. Este texto fue
compuesto en octubre de 1964, entonces pocos esquemas habían sido aprobados.
Por motivos ajenos al texto mismo no fue publicado. Pensamos que este grito de
alarma de 1964 se mantiene hoy más actual que nunca. Prueba también que desde
ese momento se podían prever las consecuencias de este espíritu neo-modernista
del Concilio, las consecuencias de las que hoy somos los aterrados. Esto lo publicaba
en 1970, pero este texto había sido redactado en 1964.
El segundo texto, un poco más conocido, es aquél de 1974.
Es la declaración que yo creí deber hacer después de las afirmaciones do los
dos visitadores llegados de Roma. Uno de esos dos "Monsignori" era
obispo. En el curso de las conversaciones que ellos tuvieron con seminaristas y
conmigo mismo, expresaron cosas inverosímiles, inimaginables. Para ellos la
cuestión del celibato sacerdotal estaba prácticamente prescripta. Roma iba a
suprimir sin tardar el celibato sacer-dotal. A propósito de la Resurrección de
Nuestro Señor: "no es seguro" dijeron ellos. Es una probabilidad,
"no es seguro que Nuestro Señor haya resucitado con el cuerpo que tenía
cuando fue muerto..." y otras cosas parecidas. Confieso que no pude
soportar esta manera de visitarnos de los enviados oficialmente por Roma para
constatar si éramos ortodoxos, si teníamos la verdadera Fe. Si profesábamos la
Verdad... Pero que ellos enseñen públicamente los errores, que ellos pongan en
duda las verdades fundamentales de nuestra Pe, ¡esta Roma no la reconocemos! ¡Esta
Roma modernista que nos viene a interrogar, esta Roma liberal no la
reconocemos!
Roma de
siempre, maestra de la verdad
Sí, nosotros reconocemos la Roma de siempre. La Roma que
enseña la Verdad, la Roma maestra de la Verdad, pero no la Roma que es maestra
de errores.
Así pues escribí una carta bastante firme que no tuvo el
honor de gustar a estos señores de Roma, y fue por ella que me han perseguido.
Perdieron de vista el por qué habían venido y por qué habían hecho la encuesta.
Por lo menos encontraron una excelente ocasión al tener este texto para
condenarnos. Este texto en cierta manera no tenía nada que ver con el mismo
seminario. Si querían condenar el seminario y condenar la Fraternidad, era
necesario examinar el seminario y la Fraternidad y ver si enseñábamos en el
seminario y en la Fraternidad cosas contrarias a la Fe. Eso era lo que había
que hacer, pero no, ellos aprovecharon de esta protesta contra el Concilio:
"Nos adherimos de todo corazón, con toda nuestra alma, a la Roma católica,
guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias al mantenimiento
de esa fe, a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad. Por el
contrario, nos negamos y nos hemos negado siempre a seguir la Roma de tendencia
neomodernista y neoprotestante que se manifestó claramente en el Concilio
Vaticano II y después del Concilio en
todas las reformas que de éste salieron." Eso lo seguimos diciendo, es la
verdad misma.
Luego tienen el texto de
1984 —la carta abierta que escribimos Monseñor de Castro Mayer y yo mismo— que
no hizo más que repetir la misma cosa: negamos los errores de Vaticano II y negamos los errores surgidos de estos errores. No
digo que negamos todo Vaticano II. Jamás dije eso.
La obra de los
B'nai B'rith: la libertad religiosa
"Ah, niega usted el Concilio, entonces está contra
el Papa." No estamos en contra del Papa, al contrario. Justamente porque
queremos la Tradición, estamos por el respeto al Papa y por el reconocimiento
del Papa. Pero, si el mismo Papa es liberal y favorece los errores del
Concilio, entonces no lo podemos aprobar. No lo podemos seguir. Está claro. Es
evidente. No es complicado de comprender. Constantemente lo repito. Es como un
padre de familia que incita a sus hijos a que roben. ¿Los hijos deben aceptar
eso? Pues ¡no! Es la misma cosa si se nos pide disminuir nuestra Fe,
corromperla, cambiarla, no lo aceptamos.
El punto esencial, el punto más peligroso del Concilio,
que en definitiva fue su objetivo, querido por los modernistas tales como el cardenal
Bea y el cardenal Willebrands, fue la libertad religiosa. Este secretariado
para la unidad de los cristianos fue fundado justo antes del Concilio, para que
no fuera molestado por las otras Congregaciones de Roma que eran todavía
tradicionales.
¡La unidad de los cristianos! Este secretariado fue
fundado para hacer pasar el texto de la libertad religiosa, pues era la cosa
esencial, que además fue pedida por los francmasones, oficialmente por los
B'nai B'rith de New York, que están, no lo olvidemos, en el origen del comunismo
en Rusia.
Lean los libros de M. de Poncins, Allí encontrarán
quiénes son los B'nai B'rith que, en los últimos momentos de la Rusia imperial,
financiaron la revolución soviética en 1917, asesinando así al Zar y también a
los que eran representantes de la fe ortodoxa, de la fe cristiana, con objeto
de suprimir este estado cristiano —sin duda cismático— por odio al
cristianismo. Esa es la obra de los B'nai B'rith, esta secta masónica,
reservada para sólo los judíos.
M. de Poncins escribe que ellos eran entonces 120.000. Últimamente
he leído en una publicación que ellos son medio millón de miembros. Están en
todos lados. Son ellos los que gobiernan al mundo, pues son esos judíos los que
tienen en sus manos los bancos. Son esos judíos los que poseen los negocios más
importantes del mundo. Ellos gobiernan tanto en U.R.S.S. como en América y por
todo el mundo entero. Son ellos los que distribuyen las medallas de la libertad
religiosa. El presidente Alfonsín de Argentina fue recibido oficialmente hace
unos meses en la Casa Blanca y por los B'nai B'rith en New York, fue
condecorado con la orden de la libertad religiosa por esos francmasones porque
él instauraba un régimen de libertad de cultos y de libertad de religión.
Fue con ellos que el cardenal Bea trabó relaciones
oficiales. Eso no es un secreto. Está en los diarios de New York. No soy yo que
lo inventa. El cardenal Bea fue recibido por los B'nai B'rith en tal lugar, en
tal hotel. Hubo reuniones que celebraron, etc.
¿Por qué están ellos por la libertad religiosa? Porque
los francmasones no pueden soportar que la Iglesia católica diga que ella sola
tiene toda la Verdad, que es la sola religión verdadera. Nunca lo soportaron,
no lo soportarán jamás.
Contradecirse
para convencer
En tanto que la Iglesia afirmaba que ella era la sola
verdadera y que todo el mundo debía convertirse a la religión católica para
salvarse, fue la guerra a muerte contra la Iglesia católica. Pero, desde que
se aceptó la libertad religiosa y por consiguiente que todas las religiones
eran susceptibles de ser medios de salvación, entonces, no hubo más problema.
El secretariado para la unidad de los cristianos se lo
había prometido a los francmasones. Ellos obtuvieron la victoria en el Concilio,
el esquema fue rechazado cinco veces, cinco veces volvieron a la carga y
lograron pasar lo que querían hacer pasar. En el último momento había
doscientos cincuenta padres que estaban en contra, eran precisamente los del
"Coetus internationalis Patrum".
El Papa se fastidió de ver que había doscientos cincuenta padres contra la
aceptación del esquema de la declaración de la libertad religiosa. Entonces
hizo agregar algunas palabras: "Todos los hombres están obligados a
buscar la verdad referente a Dios y a su Iglesia y, cuando la han conocido a
abrazarla y a serle fiel." "La libertad religiosa deja íntegra la
doctrina católica tradicional sobre el deber moral del hombre y de las
asociaciones con respecto a la verdadera religión y a la única Iglesia de
Cristo."
Esta fue una concesión hecha a la verdad de la Iglesia
católica. Pero esta pequeña frase está en contradicción con el texto entero
sobre la libertad religiosa. Si el Papa lo hizo, fue para tratar de someter a
los opositores a esta declaración. Desgraciadamente, un cierto número de los
que estaban en contra dijeron: "Y bien, ya que el papa ha dicho que no hay
nada en contra de la tradición, podemos votar este decreto." Yo les dije:
"pero no se puede votar un decreto contradictorio, esto es absurdo."
"Oh, no importa, ya que el Papa ha dicho eso..." Me acuerdo bien, no
hubo más que setenta u ochenta firmas en contra. El número de los opositores se
redujo de una manera considerable.
Nota
* En español recomendamos
"El liberalismo es pecado", de Sardá y Salvany.
(N. de la R.)