miércoles, 30 de abril de 2014

AHORA SOBRE LA INVOLUCIÓN (3)

Continuación de "Otra excusa para apoyar la "evolución"
            
Adan y Eva. El pecado Original.
Catacumba romana.

            ¿Qué dirían muchos, después de oír durante años el mismo “cantito” sobre el credo de la Evolución, si apareciera alguien sosteniendo todo lo contrario. Alguien que sostuviera que en realidad lo que estamos viviendo hoy en día es un proceso de “Involución”? La primera reacción en muchos sería probablemente de desconcierto y, la segunda, de asombro ante esa “novedad”. Pero, en realidad la idea de una involución no es para nada nueva, sino tan antigua como el mundo. Esto es lo que sostiene la Religión Católica y el  testimonio histórico de lo que algunos llaman una “tradición unánime”, significando con ello una memoria ancestral de toda la humanidad dispersa en  el tiempo y en el espacio, con las diferencias y errores producidos por este mismo hecho.

            Un principio áureo (o  edad de oro) destruida  en su origen  por un pecado del hombre. Es lo que conocemos loa católicos como el Pecado Original. Solo que los católicos lo conocemos con certeza por un medio infalible: la Revelación divina.

            Desde ese entonces no ha hecho la humanidad sino caer, alejándose más y más de aquél principio perfecto. Los patriarcas, y luego los Profetas, fueron los hombres escogidos por Dios para darles esta Revelación y preparar a la humanidad en la espera de un reparador, de un Redentor y Salvador que nos recondujera a un retorno, a la pureza de aquél principio áureo. Pero el Redentor  no solo nos llevaría a aquel principio sino a algo más, traído como una buena noticia – eso significa, en griego, la palabra “evangelio” – .  Buena Noticia, buena nueva  por la llegada del Redentor. Redentor que no solo vino a reparar aquel pecado original sino a sobreelevar aquel  estado primigenio a otro más elevado aún. Cristo vino – como dice San Pablo – “en la plenitud de los tiempos”. Cuando ya los pueblos se hallaban maduros y preparados para recibir al Redentor. Todas estas cosas llevaron su tiempo, como la propagación del Evangelio por toda la tierra hasta arribar a la conformación de una sociedad amasada con ese mismo Espíritu del Evangelio: la Edad Media.

            Una edad que, a pesar de los hombres que no aceptaron el Evangelio, o lo aceptaron a medias, llegó a construir una sociedad en donde era más fácil hallar la salvación.  Pero los hombres no perseveraron en el bien, y el trabajo de los malos espíritus, las potestades infernales que aún andan dispersas por el mundo, jamás cejaron en su lucha para destruir la obra del Salvador del mundo. Y consiguieron, por permisión divina, hacer guerra a los santos e irlos venciendo. Todo esto hasta el fin de los tiempos, según lo predicho por el mismo Salvador, Jesucristo. Todo este ciclo de la humanidad desde su principio y hasta su fin, en donde se resolverá  ya definitivamente, este gran drama, seguirá su curso con la Providencia divina y el libre arbitrio humano, donde se salvará quien quiera y se condenará, también, quien quiera. Porque estarán siempre los que crean y acepten el Evangelio y los que no crean,  le rechacen y aún, lo persigan. Unos se salvarán y otros se condenarán. Unos irán a la salvación eterna y otros a la condenación eterna. (Palabras del dulce,  misericordioso y justo  Nazareno).

            El acrecentamiento de la maldad que vemos hoy -  ya profetizado como uno de los signos de los últimos tiempos – causa será del debilitamiento o enfriamiento de la caridad entre los hombres. Según algunos intérpretes de estas cosas, dos son las señales en que se verificarán en la sociedad humana:

1) el resurgimiento de la crueldad y

2) la esclavitud (aunque la llamen con otro nombre).

            Toda esclavitud necesariamente reclama un amo. Un amo que ya tiene nombre: el anticristo. Él reinará durante tres años y medio sobre todo el mundo y producirá la persecución más terrible que jamás hubo contra los cristianos y contra “todo lo que se llame Dios”. Pero él será destruido con la Segunda Venida de Cristo quien “lo destruirá con el aliento de su boca y la manifestación de su gloriosa venida.” (San Pablo, II Tes. 2, 8).

            No  vamos automáticamente de lo inferior a lo superior; ni de lo peor a lo mejor. Ni tampoco al fantástico “Punto Omega” inventado por el hereje Pierre Teilhard de Chardin S.J. Creador no solo de fantasías pseudo poéticas sino de fraudes paleontológicos desenmascarados públicamente. Realmente y sin fantasías, vamos ahora embarcados no en un arca sino en una “involución”.  Los optimismos basados en “ilusiones” y fantasías sin ningún fundamento real conducen a una especie de drogadicción mental que lleva a la muerte. San Pablo le decía a Timoteo: “Pues vendrá tiempo en que los hombres no sufrirán la sana doctrina; antes, por el prurito de oír, se amontonarán maestros conforme a sus pasiones y apartarán los oídos de la verdad para volverlos a las fábulas.” (II Tim. 4, 3-4). Parece que ya hubiéramos llegado allí.

Teilhard de Chardin.
Uno de los creadores
de fábulas modernas
para suplantar la Verdad


            Los tiempos de las naciones se están cumpliendo o, tal vez, ya estén cumplidos. Los tiempos se aceleran cada vez más y llegarán en su caída hasta el fondo.  Eso es una involución. Una caída de lo mejor a lo peor. A tal punto de que solo una intervención divina podrá ponerle fin. Como cuando en los tiempos de Noé. Del verdadero y único Noé, hablo. Que No-es el de Hollywood, (ese fabricante de pseudo historias, pseudo teologías y pseudo filosofías,  inspirado por el demonio, padre de la mentira…y el dinero), sino el Noé que dice Nuestro Señor Jesucristo: “Porque como en los días de Noé, así será la aparición del Hijo del hombre. En los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, se casaban y daban en casamiento hasta el día en que entró Noé en el arca; y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrebató a todos.”  (Mat, 24, 38-39).  
   
             Pero , “Cuando veáis todas estas cosas no temáis, antes bien,  saltad de gozo, porque vuestra redención está cerca”.

            “Ven Señor Jesús”.

CAPA  (Con la debida autorización)