Continuación de "Otra excusa para apoyar la "evolución"
Adan y Eva. El pecado Original. Catacumba romana. |
¿Qué dirían muchos, después de oír durante años el mismo “cantito” sobre el credo de la Evolución, si apareciera alguien sosteniendo todo lo contrario. Alguien que sostuviera que en realidad lo que estamos viviendo hoy en día es un proceso de “Involución”? La primera reacción en muchos sería probablemente de desconcierto y, la segunda, de asombro ante esa “novedad”. Pero, en realidad la idea de una involución no es para nada nueva, sino tan antigua como el mundo. Esto es lo que sostiene la Religión Católica y el testimonio histórico de lo que algunos llaman una “tradición unánime”, significando con ello una memoria ancestral de toda la humanidad dispersa en el tiempo y en el espacio, con las diferencias y errores producidos por este mismo hecho.
Un
principio áureo (o edad de oro)
destruida en su origen por un pecado del hombre. Es lo que conocemos
loa católicos como el Pecado Original. Solo que los católicos lo conocemos con
certeza por un medio infalible: la Revelación divina.
Desde ese
entonces no ha hecho la humanidad sino caer, alejándose más y más de aquél
principio perfecto. Los patriarcas, y luego los Profetas, fueron los hombres
escogidos por Dios para darles esta Revelación y preparar a la humanidad en la
espera de un reparador, de un Redentor y Salvador que nos recondujera a un
retorno, a la pureza de aquél principio áureo. Pero el Redentor no solo nos llevaría a aquel principio sino a
algo más, traído como una buena noticia – eso significa, en griego, la palabra
“evangelio” – . Buena Noticia, buena
nueva por la llegada del Redentor.
Redentor que no solo vino a reparar aquel pecado original sino a sobreelevar
aquel estado primigenio a otro más
elevado aún. Cristo vino – como dice San Pablo – “en la plenitud de los tiempos”.
Cuando ya los pueblos se hallaban maduros y preparados para recibir al
Redentor. Todas estas cosas llevaron su tiempo, como la propagación del
Evangelio por toda la tierra hasta arribar a la conformación de una sociedad
amasada con ese mismo Espíritu del Evangelio: la Edad Media.
Una edad
que, a pesar de los hombres que no aceptaron el Evangelio, o lo aceptaron a
medias, llegó a construir una sociedad en donde era más fácil hallar la
salvación. Pero los hombres no
perseveraron en el bien, y el trabajo de los malos espíritus, las potestades
infernales que aún andan dispersas por el mundo, jamás cejaron en su lucha para
destruir la obra del Salvador del mundo. Y consiguieron, por permisión divina,
hacer guerra a los santos e irlos venciendo. Todo esto hasta el fin de los tiempos,
según lo predicho por el mismo Salvador, Jesucristo. Todo este ciclo de la
humanidad desde su principio y hasta su fin, en donde se resolverá ya definitivamente, este gran drama, seguirá
su curso con la Providencia divina y el libre arbitrio humano, donde se salvará
quien quiera y se condenará, también, quien quiera. Porque estarán siempre los
que crean y acepten el Evangelio y los que no crean, le rechacen y aún, lo persigan. Unos se
salvarán y otros se condenarán. Unos irán a la salvación eterna y otros a la
condenación eterna. (Palabras del dulce, misericordioso y justo Nazareno).
El
acrecentamiento de la maldad que vemos hoy - ya profetizado como uno de los signos de los
últimos tiempos – causa será del debilitamiento o enfriamiento de la caridad
entre los hombres. Según algunos intérpretes de estas cosas, dos son las
señales en que se verificarán en la sociedad humana:
1) el resurgimiento de la crueldad y
2) la esclavitud (aunque la llamen con otro nombre).
Toda
esclavitud necesariamente reclama un amo. Un amo que ya tiene nombre: el
anticristo. Él reinará durante tres años y medio sobre todo el mundo y
producirá la persecución más terrible que jamás hubo contra los cristianos y
contra “todo lo que se llame Dios”. Pero él será destruido con la Segunda
Venida de Cristo quien “lo destruirá con
el aliento de su boca y la manifestación de su gloriosa venida.” (San
Pablo, II Tes. 2, 8).
No vamos automáticamente de lo inferior a lo superior;
ni de lo peor a lo mejor. Ni tampoco al fantástico “Punto Omega” inventado por
el hereje Pierre Teilhard de Chardin S.J. Creador no solo de fantasías pseudo
poéticas sino de fraudes paleontológicos desenmascarados públicamente.
Realmente y sin fantasías, vamos ahora embarcados no en un arca sino en una
“involución”. Los optimismos basados en
“ilusiones” y fantasías sin ningún fundamento real conducen a una especie de
drogadicción mental que lleva a la muerte. San Pablo le decía a Timoteo: “Pues
vendrá tiempo en que los hombres no sufrirán la sana doctrina; antes, por el
prurito de oír, se amontonarán maestros conforme a sus pasiones y apartarán los
oídos de la verdad para volverlos a las fábulas.” (II Tim. 4, 3-4). Parece que
ya hubiéramos llegado allí.
Teilhard de Chardin. Uno de los creadores de fábulas modernas para suplantar la Verdad |
Los tiempos
de las naciones se están cumpliendo o, tal vez, ya estén cumplidos. Los tiempos
se aceleran cada vez más y llegarán en su caída hasta el fondo. Eso es una involución. Una caída de lo mejor a lo peor. A tal punto de que
solo una intervención divina podrá ponerle fin. Como cuando en los tiempos de
Noé. Del verdadero y único Noé, hablo. Que No-es el de Hollywood, (ese
fabricante de pseudo historias, pseudo teologías y pseudo filosofías, inspirado por el demonio, padre de la mentira…y
el dinero), sino el Noé que dice Nuestro Señor Jesucristo: “Porque como en los
días de Noé, así será la aparición del Hijo del hombre. En los días que
precedieron al diluvio, comían, bebían, se casaban y daban en casamiento hasta
el día en que entró Noé en el arca; y no se dieron cuenta hasta que vino el
diluvio y los arrebató a todos.” (Mat,
24, 38-39).
Pero , “Cuando
veáis todas estas cosas no temáis, antes bien,
saltad de gozo, porque vuestra redención está cerca”.
“Ven Señor
Jesús”.
CAPA (Con la debida autorización)
CAPA (Con la debida autorización)