miércoles, 21 de enero de 2015

Dos profecías en el Evangelio que parecen inconciliables

   
Padre Leonardo Castellani

   ...Otra frase, que es misteriosa: “Cuando vuelva el Hijo del Hombre ¿creéis que encontrará fe sobre la tierra?” Cristo conecta proféticamente su Primera y Segunda Venida, indicando que el estado de la religión será parecido en ambos momentos, el primero y el último.

         Aquí hay qué corregir otra vez con todo respeto a San Agustín; el cual, viendo en el siglo IV "las iglesias llenas” (sermón 115) y la fe creciendo día a día, no se podía imaginar una crisis de la fe como por ejemplo la nuestra; y en consecuencia dice: “¿De qué fe habla el Salvador? Habla de la fe plena, de la fe que hace milagros, de la fe que mueve las montañas, de la fe perfecta, de la fe que es siempre muy rara y de muy pocos...” etc. No. Cristo habla de la fe en seco. 

         Viendo el estado de la religión en su tiempo en que por causa del fariseísmo, en los campos la gente andaba "como ovejas que no tienen pastor”; y en las ciudades “con pastores que eran lobos con piel de oveja”, —los cuales iban a derramar la sangre del buen Pastor— se acordó repentinamente del otro período agónico de la religión, en que la situación religiosa habría de ser parecida o peor; y exhaló ese tremendo gemido.

         Con razón anota Mons. Juan Straubinger comentando este versículo: “Obliga a una detenida meditación este impresionante anuncio que hace Cristo, no obstante haber prometido su asistencia a la Iglesia hasta la consumación del siglo. Es el gran "misterio de iniquidad” y la "gran apostasía” que dice San Pablo (II Tes. 2) y que el mismo Señor describe varias veces, sobre todo en su discurso esjatológico”.

         Hay pues dos profecías en el Evangelio que parecen inconciliables: una es que "las Puertas del Infierno no prevalecerán contra ella”; otra es que cuando vuelva Cristo “apenas encontrará fe sobre la tierra". Y la conciliación debe de estar en el principio o norma que dio Cristo a los suyos respecto a la Sinagoga ya desolada y contaminada: “En la cátedra de Moisés se sentaron y enseñaron los Escribas y Fariseos: vosotros haced todo lo que os dijeren, pero no hagáis conforme a sus obras”. La Iglesia no fallará nunca, porque nunca enseñará la mentira; pero la Iglesia será un día desolada, porque los que enseñan en ella hablarán y no harán, mandarán y no servirán; y mezclando enseñanzas santas y sacras con ejemplos malos o nulos, harán a la Iglesia repugnante al mundo entero, excepto a los poquísimos heroicamente constantes.
         Los cuales tendrán, sí, oh Agustín, una fe más grande que las montañas.


Tomado de "El Evangelio de Jesucristo", págs. 284-285, 
por el Padre Leonardo Castellani.
Ediciones Theoría, Buenos Aires 1963.