Comentarios Eleison por su Excelencia Richard Williamson
Comentario Eleison N° 390
03 de enero de 2015
Monseñor Richard Williamson |
Desenganchadas del objeto, las mentes pueden ir muy mal.
Cúpulas de la Iglesia y de la Fraternidad, ambas se han
vuelto locas.
Para las autoridades de la
Iglesia hoy en día “no hay verdad fija, no hay dogma. Todo está evolucionando”.
Así dijo Monseñor Lefebvre (1905–1991) en 1991 (ver el “Comentario Eleison” de
la última semana). Pues, al final de su vida, Monseñor vio más claramente que
nunca a lo que él se había estado enfrentando en su heroica defensa de la Fe.
Desde su muerte, los liberales (¿desconocidos como tales por si mismos?) que
tomaron posesión de su Fraternidad San Pío X tan pronto como él se hubo ido, no
han aún comprendido la gravedad del problema tal como lo identificó Monseñor.
Por consiguiente, que estos “Comentarios” abran el Nuevo Año intentando una vez
más poner al descubierto la herida mortal en la Iglesia y el mundo de hoy en
día.
Cuando Emanuel Kant (1724–1804)
erigió en un sistema filosófico el rechazo del hombre a la realidad de Dios,
sistema basado en su proclamación absolutamente falsa que la mente humana no
puede conocer al objeto tal como éste es en sí mismo, entonces el departamento
de filosofía de las universidades de todo el mundo empezaron a derramar locura
en las calles porque la gente quería hacer de la libertad, su dios, y Kant les
ofreció la liberación suprema, aquella de la mente con respecto a su objeto.
Ahora bien, los católicos aún no
contaminados por la fantasía Kantiana saben que Dios y Su Cielo existen bien
fuera de, e independientemente de, sus mentecitas y, entonces, si quieren ser
felices por la eternidad, más les vale que sus mentes traten con la realidad
objetiva y no con la fantasía subjetiva. Por consiguiente, por un siglo y
medio, Dios dio una serie de Papas anti-liberales que se levantaron contra el
mundo liberal que se hacía constantemente más loco todo alrededor, y éstos
protegieron a la Iglesia del prestigioso y popular subjetivismo. Pero, por los
años 1950, los Cardenales y obispos de la Iglesia no estaban rezando lo
suficiente para mantener esta protección de sus mentes y corazones, de la
locura conocida dentro de la Iglesia como “modernismo” y, así, en el cónclave
de 1958 eligieron a uno de ellos mismos, el supuestamente “bueno” Juan XXIII,
un liberal (¿desconocido como tal por sí mismo? – Dios lo sabe) quien
debidamente lanzó en 1962 el desastroso Concilio Vaticano Segundo.
¿Por qué desastroso? Porque la
locura del subjetivismo (el rechazo de la realidad objetiva) en lugar de ser
todavía absolutamente condenado por las autoridades más elevadas de la Iglesia,
fue ahora adoptada por ellas, y fue hecha (¿consciente o inconscientemente?
Dios lo sabe) la base oficial de la doctrina y acción de la Iglesia. El
problema no podía ser más grave. Los oficiales de la verdadera Iglesia de Dios,
nombrados para proclamar y defender las verdades objetivas de Dios para la
salvación, de aquí en adelante las fueron filtrando a través de sus mentes subjetivistas.
Imaginen no tener más que botellas mugrientas en las cuales almacenar el mejor
de los vinos. Sólo puede ser arruinado. Los oficiales de la Iglesia Conciliar
de hoy en día sólo pueden arruinar la verdad de Dios.
He aquí por qué Monseñor dijo en
1991, “ Estamos tratando con personas (en la cúpula de la Iglesia) que tienen
una filosofía diferente a la nuestra, una manera de ver diferente, que están
influenciados por todos los filósofos modernos subjetivistas. Para ellos no hay
verdad fija, no hay dogma fijo. Todo está evolucionando. Esto es realmente la
destrucción Masónica de la Fe. Afortunadamente, nosotros (Tradicionalistas)
tenemos la Tradición para apoyarnos en ella”.
Pero, ¿qué le ha pasado a la
Tradición sin Monseñor que la guíe? ¡Ay!, las autoridades en la cúpula de su
Fraternidad San Pío X, la cual por algunos 40 años encabezó la defensa de la Fe
objetiva, no pueden haber estado rezando seriamente lo suficiente para proteger
sus mentes y sus corazones de ser a su vez infectados por el subjetivismo.
Ellos también han perdido la primacía de la verdad objetiva, y así ellos están
haciéndose juguete de los romanos como un pez es juguete de un pescador.
Monseñor Lefebvre, ¡reza por nosotros!
Kyrie eleison.