Dios pedirá cuenta a los malos pastores. A los que no
apacientan al rebaño que Él les ha confiado, sino que se apacientan así mismos y no cuidan de
sus ovejas. No buscan a las extraviadas,
no cuidan de las enfermas ni de las débiles y las abandonan a las fieras del
campo. Pero, luego les promete el Señor a su pueblo un Buen Pastor, el rey David, figura del Mesías, figura de Jesucristo. El Emmanuel, el
Dios-con-nosotros, profetizado por Isaías. Asegura que Él mismo, Dios, será quien vendrá
a pastorear su rebaño. Una profecía también sobre la Encarnación de la Segunda persona divina en Jesucristo, el
Verbo encarnado.
En los últimos
tiempos se repetirá una situación similar con la abundancia de los malos
pastores y se dispersará otra vez el rebaño, como lo anuncia San Judas Tadeo en
su epístola, (Judas 12 ss.): “Estos son
los que contaminan vuestros convites, cuando asisten a ellos sin vergüenza cebándose
a sí mismos; nubes sin agua llevadas de aquí para allá por los vientos; árboles
otoñales, infructuosos, dos veces muertos, sin raíces; olas bravas de la mar
que arrojan espumas de sus torpezas; estrellas errantes a quienes está
reservada una tenebrosísima tempestad para siempre. También profetizó de éstos
Enoc, que es el séptimo a contar desde Adán, diciendo: Mirad que viene el Señor
con millares de santos a juzgar a todos los hombres…
…Vosotros, empero, queridos, acordaos
de las palabras, que os fueran antes dichas por los Apóstoles de nuestro Señor
Jesucristo, los cuales os decían que en los últimos tiempos han de venir unos
impostores, que seguirán sus pasiones llenas de impiedad. Éstos son los que se
separan a sí mismos, hombres sensuales que no tendrán el Espíritu. Vosotros, al
contrario, carísimos, elevándoos a vosotros mismos como un edificio sobre el
fundamento de nuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, manteneos en
el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la
vida eterna.”
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El Profeta Ezequiel |
A
continuación damos este capítulo tan actual de las profecías de Ezequiel sobre
los malos pastores y el Buen Pastor:
Capítulo
34
Del
Profeta Ezequiel
Los
malos pastores de Israel.
Hablóme
nuevamente el Señor, diciendo: Hijo de hombre, profetiza acerca de los pastores
de Israel; profetiza y di a los pastores: Esto dice el Señor Dios: ¡Ay de los
pastorees de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿Acaso no son los rebaños
los que deben ser apacentados por los pastores? Vosotros os alimentáis de su
leche, y os vestís de su lana, y matáis las reses más gordas; mas no apacentáis
la grey. No fortalecisteis las ovejas débiles, no curasteis las enfermas, no
bizmasteis las perniquebradas, ni recogisteis las descarriadas, ni fuisteis en
busca de las perdidas; sino que
dominabais sobre ellas con aspereza, y con prepotencia. Y mis ovejas se han dispersado porque estaban sin pastor;
con lo cual vinieron a ser presa de todas las fieras del campo, descarriadas
como habían quedado. Perdida anduvo mi grey por todos los montes, y por todas las altas
colinas; Dispersáronse mis rebaños por toda la tierra, ni había quien fuese en
busca de ellos; nadie, repito, hubo que los buscase.
Por tanto,
escuchad, oh pastores, la palabra del Señor: Juro Yo, dice el Señor Dios, que
por cuanto mis rebaños han sido entregados al robo, y mis ovejas a ser
devoradas de todas las fieras del campo, por falta de pastor; pues que mis
pastores no cuidaban de mi grey; cuidan, sí, de apacentarse a sí mismos, y no de apacentar
mis ovejas. Por tanto, oíd, oh pastores, la palabra del Señor: Esto dice el
Señor Dios: He aquí que Yo mismo pedirse cuenta a los pastores, demandaré mi
grey de su mano, y acabaré con ellos, para que nunca más sean pastores de mis
rebaños, ni se apacienten a sí mismos; y libraré a mi grey de sus fauces, para
que jamás les sirva de vianda.
El mismo Dios apacentará su grey.
Porque esto dice el Señor Dios: He aquí que Yo mismo iré en
busca de mis ovejas, y las visitaré. Al modo que el pastor va revistando su
rebaño, en el día en que se halla en medio de sus ovejas, después que
estuvieron descarriadas; así revistaré Yo las ovejas mías, y las recogeré de
todos los lugares, por donde fueron dispersadas en el día del nublado y de las
tinieblas. Y las sacaré de los pueblos, y las recogeré de las tierras, y las
conduciré a su propio país, y las apacentaré en las montañas de Israel, junto a
los arroyos, y en todos los lugares de esta tierra. En pastos muy fértiles las
apacentaré, y estarán sus pastos en los altos montes de Israel. Allí sestearán
entre la verde yerba, y con los altos pastos de los montes de Israel quedarán
saciadas. Yo, dice el Señor Dios, apacentaré mis ovejas, Y las haré sestear.
Andaré en busca de las que se han perdido, y recogeré las que habían sido
abandonadas; vendaré las heridas de aquellas que han padecido alguna fractura,
y daré vigor a las débiles, y conservaré a las que son gordas y fuertes, y a
todas las apacentaré con juicio.
Discernirá entre justos e impíos.
A vosotros, empero, oh rebaños míos, esto os dice el Señor
Dios: He aquí que Yo hago distinción entre ganado y ganado, entre carneros y
machos cabríos. Pues que, ¿no os bastaba tener buenos pastos? Pero también lo
que os sobraba de ellos lo hollasteis con vuestros pies; y habiendo sido
abrevados en aguas limpísimas, enturbiasteis con vuestros pies las que
sobraban, y mis ovejas tenían que apacentarse de lo que vosotros hollasteis con
vuestros pies, y beber del agua que con vuestros pies habíais enturbiado. Por
tanto, esto dice a vosotros el Señor Dios:He aquí que Yo mismo haré juicio
entre ganado gordo y flaco, pues atropellabais con vuestros costados y hombros todas las ovejas flacas, y las
aventabais con vuestras astas para echarlas fuera y dispersarlas. Yo salvaré a
mi grey, y no quedarán más expuestas a la presa, y discerniré entre ganado y
ganado.
El nuevo David será pastor de Israel.
Y estableceré entre mis ovejas un solo pastor que las
apaciente, esto es, David, siervo mío; él mismo las apacentará, y él será su
pastor. Y Yo el Señor seré su Dios; y el siervo mío David será el príncipe en
medio de ellas. Yo el Señor lo he dicho.
Y haré con ellas alianza de paz; y exterminaré del país las
bestias malignas; y aquellos que habitan en los desiertos dormirán
sosegadamente en medio de los bosques. Y las colmaré de bendiciones a ellas , y
a todos los alrededores de mi monte. Y enviaré a su tiempo las lluvias, y serán
lluvias de bendición. Y los árboles del campo darán sus frutos, y la tierra sus
esquilmos, y vivirán sin temor alguno en su país; y conocerán que Yo soy el
Señor, cuando habré roto las cadenas de su yugo, y las habré librado del poder
de los que las dominan; y no quedarán más expuestas a ser presa de las
naciones, ni las devorarán las bestias de la tierra; sino que reposarán
tranquilamente sin temor alguno. Y Yo haré brotar para ellas el renombrado
pimpollo, y no serán más consumidos en su tierra por el hambre, ni llevarán más
el oprobio de las gentes. Y conocerán que Yo, su Dios, estaré con ellos; y ellos, los de la casa de Israel, serán el pueblo mío, dice el Señor Dios. Vosotros
pues, oh hombres, vosotros sois los rebaños míos, los rebaños que yo apaciento;
y Yo soy el Señor vuestro, dice el Señor.
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Jesucristo, el Buen Pastor. Catacumba romana. |