DEL "MITO DE LA
SUSTITUCIÓN" A LA RELIGIÓN NOÁQUIDA
Por Michel Laurigan
La crisis que actualmente sacude la
Iglesia de Dios, vista desde los cielos, se inscribe necesariamente en el
combate multisecular entre la Iglesia y la Sinagoga de Satanás (Ap. 2, 9).
A este respecto, el siglo XIX fue testigo de la elaboración de un nuevo plan de
asalto contra la ciudadela católica, estrategia revelada en 1884 por Elías
Benamozegh.
Este rabino cabalista de Livorno, maestro del pensamiento judío contemporáneo,
propuso entonces no borrar de la superficie de la tierra el catolicismo sino
"transformarlo" según los criterios de la ley noáquida (2).
¿Fue el Vaticano II un intento de aplicar este plan? Esa es la cuestión que
Michel Laurigan aborda en el presente artículo.
El lector percibirá toda su actualidad consultando en los documentos del
presente número de La Sal de la Tierra el mensaje dirigido a la B' nai B' rith
por Mons José Doré, arzobispo de Estrasburgo.
Le
Sel de la Terre, nº 40. Otoño, 2003
"Pondré enemistades entre ti y la
mujer, entre tu descendencia y su descendencia" (Gn. 3, 15).
Con motivo de la entrega del premio Nostra
Aetate (3) el 20 de octubre de 1998 en la sinagoga Sutton
Place (Nueva York) que conceden conjuntamente Samuel Pisar y el Centro para el
Entendimiento entre judíos y cristianos de la universidad del Sagrado Corazón
de Fairfield (EE.UU), el cardenal Jean M. Lustiger, arzobispo de París, hizo
una declaración (4) de título prometedor: El mañana de judíos
y cristianos. Esta declaración, cuya importancia a nadie escapó en su momento,
aún hoy merece nuestra atención. Frente a los adalides del mundo judaico, el
cardenal presentó un panorama histórico de las relaciones judeocristianas e
hizo un profundo análisis de la obra de salvación de la humanidad. Se podía
esperar que recordase algunos datos de la teología católica sobre la historia
de la salvación. Lejos de ello, fue más bien el debut de una nueva teología de
la historia. Unas pocas citas del cardenal permitirán entender la gravedad de
sus observaciones e introducirán este estudio.
En el momento de entrar en el tercer
milenio de la era cristiana, ha comenzado una nueva época en la historia de la
humanidad. Se está dando una vuelta de página en la historia de la humanidad.
En las relaciones judeocristianas, los cristianos por fin abrieron sus ojos y
sus oídos al dolor y a la herida de los judíos. Quieren llevar el peso sin
transferirlo a otros y no pretenden aparecer como inocentes (5).
¿Cuál es el pecado en virtud del cual cristianos deben llevar una carga? El
cardenal se encarga de responderlo en el capítulo titulado "La elección y
los celos", que debería citarse por entero al describir tan erradamente la
historia de la salvación.
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"Con Nostra Aetate los obispos de la Iglesia
Católica presentaban por primera vez una imagen positiva y atrevida de los
judíos infieles".
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La elección recae sobre el pueblo judío infiel; jamás ha sido revocada en razón
del "escogimiento del pueblo elegido". Los celos, es cosa de los
cristianos:
Los celos frente a Israel son tales, que rápidamente asumió la forma de una
reivindicación de herencia. ¡Eliminar al prójimo, esto es, a alguien diferente
de uno mismo! Los paganos convertidos tuvieron acceso a la Escritura y a las
fiestas judías. Pero un movimiento de celo humano, muy humano, los condujo a
poner al margen, o bien fuera, a los judíos (es decir, a su
judaísmo (6), sus prácticas, sus ritos, sus creencias).
En efecto, dice el cardenal, "la cantidad y la fuerza de los paganos
convertidos vino a trastornar, invertir la economía de la salvación." Este
movimiento tendió a vaciar la existencia judía de su contenido concreto, carnal
e histórico, concibiendo la vida de la Iglesia bajo la figura de una
realización definitiva de la esperanza y de la vida judaica (7).
Así se desarrolló la “teoría de la sustitución” (8).
El cardenal Lustiger avanza, intentando probar que los cristianos desposeyeron
a los judíos de su papel de pueblo elegido y de pueblo
sacerdotal, portador de la salvación a los hombres:
Cuando Constantino garantizó a los cristianos una tolerancia que equivalía a
un reconocimiento del cristianismo en la vida del Estado y lo estableció como
religión del Imperio, los judíos fueron violentamente marginados. Éste era un
modo simplista y grosero de rechazar los tiempos de la redención (9) y
su trabajo de parto.
El mito (10) de la sustitución del pueblo cristiano por
el pueblo judío se alimentaba, pues, de un secreto e inconfesable ataque de celos,
y legitimaba la apropiación de la herencia de Israel, cuyos ejemplos podrían
multiplicarse. Para citar sólo uno: la pretensión de los reyes de Francia de
ser descendientes de David, que determinó a sus consejeros a hacer celebrar sus
consagraciones según el ceremonial de los reyes de Israel, tal como nos lo
narra la Biblia y se había hecho en Bizancio (11).
Hacia el fin de su panorama histórico y de su singular teología de la historia,
el cardenal tranquiliza a los auditores. Las épocas han cambiado: el tiempo del
menosprecio se extingue para dar lugar al del aprecio (12). Pronto
la herencia será devuelta a su legítimo propietario, el pueblo judío, verdadero
Israel, que vuelve a convertirse en pueblo sacerdotal (13), que
traerá la auténtica salvación a las naciones, la paz a los gentiles y… aquella
unidad de que el mundo tiene necesidad. Su conclusión remata en esta esperanza:
La Iglesia Católica condensó esta toma de conciencia en la declaración
Nostra Aetate del Concilio Vaticano II, que desde hace treinta años viene dando
lugar a numerosas tomas de posiciones, especialmente bajo el impulso del papa
Juan Pablo II. Pero a esta nueva comprensión aún le cabe transformar
profundamente los prejuicios e ideas de tantos pueblos pertenecientes al
espacio cristiano, cuyo corazón no está todavía purificado por el espíritu del
Mesías. La experiencia histórica nos lo muestra: se precisa una larga
"paciencia" y un gran esfuerzo de educación "para poseer el
alma" (Lc 21, 8). Con todo, el rumbo emprendido es irreversible.
En pocas palabras, se trata de que los cristianos celosos se apropiaron de la
herencia de los judíos, suplantándolos en el papel de pueblo de Dios e
instrumento de salvación del mundo; de la admisión y confesión de esta falta en
el siglo XX, después de la toma de conciencia que tuvo lugar en el Concilio
Vaticano II en cuanto a que esa herencia debe ser devuelta a los judíos
desposeídos; y de la necesidad de reparar la falta cometida, dando tiempo al
tiempo a fin de cambiar el espíritu de los cristianos. El movimiento de la
historia es irreversible.
Más recientemente, en el año 2002, el cardenal Lustiger intervino en un
congreso judío europeo (14), en un congreso judío mundial (15) y
ante el Comité Judío Norteamericano(16) exponiendo una "reflexión
sobre la elección y la vocación de Israel y sus relaciones con las
naciones".
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El Jefe de la iglesia conciliar Juan Pablo II abrazando al cardenal judío Lustiger. |
Su judeocristianismo sincretista (16) parece agradar a las
élites del judaísmo, sin que nadie en el mundo católico se conmueva realmente
por la heterodoxia de su pensamiento.
¿Cómo puede ser que un cardenal se permita reescribir la historia de la
salvación hacia fines del siglo XX, al punto de negar toda la obra redentora de
Jesucristo continuada por su Iglesia? ¿Cómo se operó la subversión espiritual
del siglo XX? ¿Fue en el Concilio Vaticano II, como sugiere el cardenal
Lustiger? Si la Iglesia ya no es el verdadero Israel, ¿qué ocurre con en esta
nueva teología de la historia? Este estudio intenta responde a estas
importantes preguntas.
"Redescubrir la herencia":
tentativas a lo largo de la historia
Elegido por Dios, en un principio, para la
magnífica misión de traer el Salvador a los hombres, el pueblo judío fue la
esperanza y el honor de la humanidad durante los dos mil años que antecedieron
la venida de Jesucristo. Guardaba la herencia de las promesas divinas, daba
testimonio del verdadero Dios en medio de la idolatría pagana, conservaba en el
mundo la fe, la verdad, el culto puro y sustancial del Padre que está en los
cielos y la esperanza del Salvador del mundo. Los judíos han sido
verdaderamente “el pueblo de Dios” hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo;
al nacer de la raza de Abraham, Jesucristo la coronó y consagró con su propia
santidad.
Pero el Calvario separó en dos al pueblo elegido: por un lado, los discípulos,
apóstoles y los primeros cristianos, que reconocieron en Jesús crucificado al
Mesías que venía a cumplir la Ley y los Profetas, adhiriendo plenamente a su
mensaje, a su espíritu y a su cuerpo místico, la Iglesia; por otro, aquellos
sobre cuya cabeza ha caído, según su deseo, la sangre del Justo (18),
lo cual les valió una maldición que durará mientras persistan en su rebeldía.
Mons. Delassus señala que "el deicidio ha abierto un abismo entre
el antiguo tiempo y el nuevo, abismo que la misericordia divina cerrará el día
que su justicia haya terminado su obra.”
Hace dos mil años que aquellos que repudiaron la ley de Moisés para adherir al
Talmud se dedican a obstaculizar la obra redentora. Estuvieron detrás de todas
las rebeliones del espíritu humano contra Dios, contra su Ungido -al que no
quisieron reconocer -, y contra su Iglesia, considerada como
"usurpadora."
Protegiéndose de ellos y recordando al mismo tiempo el horror del deicidio, la
Iglesia nunca ha cesado de buscarlos por caridad a fin de traerlos al redil, a
la fuente de la gracia, al Calvario, donde se derramó la sangre redentora. Esta
caridad condujo a que la Iglesia incluso los protegiera, rechazados como fueron
tantas veces por los pueblos cristianos. Los verdaderos convertidos (19) han
confirmado frecuentemente la caridad de la Iglesia a su respecto.
Con todo, los artífices de iniquidad se dejaron tocar poco por esta mansedumbre
de los pontífices romanos. En cada siglo redoblaron sus asaltos contra la
Iglesia y la sociedad católica. Josué Jehouda, autor de El
Antisemitismo, Espejo del Mundo (20) escribe a
propósito de la era moderna y contemporánea:
El mundo judaico intentó tres veces purificar la conciencia cristiana de las
miasmas del odio; se hicieron tres brechas en la vetusta fortaleza del
obscurantismo cristiano, se cumplieron tres etapas en la obra de destrucción
del catolicismo dogmático.
Tales son: Renacimiento, Reforma y Revolución.
El Renacimiento, la Reforma y la Revolución constituyen tres tentativas de
rectificación del pensamiento cristiano, a fin de ponerlo en sintonía con el
desarrollo progresivo de la razón y de la ciencia (21).
El autor precisa que "a pesar de estas tres tentativas de purificar el
antisemitismo del dogma cristiano, la teología católica aún no ha suprimido su
menosprecio al respecto". Es por eso que "en el curso del siglo XIX
se operaron otras dos tentativas más para sanear la mentalidad del mundo cristiano:
una por Marx y otra por Nietszche".
El pensador judío deplora el fracaso parcial de estos dos últimos intentos. La
fortaleza del catolicismo le permite resistir. Será necesario esperar hasta
después de la II Guerra Mundial para lanzar el asalto más sutil y más
destructivo contra la Iglesia Católica romana: cambiar la teología católica a
través de los mismos hombres de Iglesia. "Una revolución de capa y
tiara", iniciada por los Carbonarios del siglo XIX, continuada por los
modernistas en el siglo XX y que triunfa en el Concilio Vaticano II.
Vaticano II: la puerta abierta…
A partir de la Segunda Guerra Mundial, las
organizaciones judías comenzaron a desafiar el mundo cristiano en punto a la
necesidad de revisar la enseñanza de la Iglesia sobre el judaísmo.
En 1946 y bajo auspicios de las organizaciones judías norteamericanas y
británicas, una conferencia tenida en Oxford reunió a católicos y protestantes
para discutir los problemas surgidos después de la guerra: fue una simple toma
de contacto.
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El cardenal Bea, "judío de corazón", con sus amigos. |
Una segunda conferencia internacional organizada en Seelisberg (Suiza) trató el problema del antisemitismo en particular. En gran parte, era una reunión de expertos (22). Entre los sesenta participantes estaba el padre Journet (23). Por su parte, Jacques Maritain no pudo participar en la conferencia, pero envió un caluroso mensaje de aliento (24). Pero el personaje “clave” del encuentro fue Jules Isaac. La conferencia concluyó con un documento titulado Los diez puntos de Seeligsberg, de los cuales cabe hacer mención:
Nº 5. Evitar rebajar el judaísmo bíblico o post bíblico con el fin de exaltar
el cristianismo.
Nº 6. Evitar usar la palabra "judío" en sentido exclusivo de
"enemigos de Jesús", o la frase "enemigos de Jesús” para
designar todo el pueblo judío.
Nº 7. Evitar presentar la pasión de tal manera que cuanto hay de odioso en la
condena a muerte de Jesús recaiga sobre todos los judíos, o solamente sobre los
judíos.
Nº 9. Evitar conceder aval a impía opinión de que el pueblo judío es réprobo,
maldito, a cual está reservado un destino de sufrimiento.
Los archivos de Jules Isaac (25) dan testimonio de las
abundantes actividades de este autor. Así lo muestra André Kaspi, que acaba de
consagrar una biografía a la personalidad de Jules Isaac, confirmando muchos
hechos conocidos y revelando otros. Una de las contribuciones más importantes
de Jules Isaac fue la redacción del libro Jesús e Israel,
pretendiendo probar que el pueblo judío no fue ni deicida ni maldito y que el
cristianismo es responsable del antisemitismo ambiente por su antijudaísmo
teológico. En la obra expone seguidamente veintiún puntos, verdadera
"carta" de una nueva teología de las relaciones judeocristianas.
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El cardenal Bea glorificado en una publicación infantil, gracias a los servicios prestados a los enemigos de Cristo. |
En 1948, Isaac funda la “Amistad Judeo-Cristiana” cuyo objetivo se indica
claramente: "la rectificación de la enseñanza cristiana." Muchos
católicos liberales participan en las reuniones bien orquestadas. Kaspi escribe
que "los diez puntos de Seelisberg y los veintiún puntos de Jesús
e Israel (26) se distribuyen por todas partes.” Por ese
tiempo, se convencía a Isaac de entrevistar al jefe de la Iglesia Católica. Pío
XII lo recibe brevemente el 16 de octubre de 1949 en Castel Gandolfo. Jules
Isaac expone al Soberano Pontífice los diez puntos de Seelisberg. El resultado
del encuentro es bastante poco satisfactorio para el autor de manuales de
historia.
En octubre de 1959, Cletta Mayer y Daniel Mayer - fundadores del Centro para
Estudios de Problemas Actuales, estrechamente ligada a la Liga
Antidifamación (asociación creada en 1913 por la logia masónica B'nai
B'rith)- “se entrevistan con Jules Isaac en el hotel Terminus de París y le
hablan de un posible contacto con Juan XXIII. Jules Isaac aprueba”. (27)
Juan XXIII había lanzado la idea de convocar un Concilio algunos meses
antes (28). Se puso en marcha una comisión preparatoria, en la cual
intervinieron muchos teólogos y hombres eminentes. Pero un contra Concilio se
preparaba a sus espaldas y debía suplantar al verdadero llegada la hora. Ralph
Wiltgen lo prueba abundantemente en El Rin desemboca en el Tiber (29).
A mediados de junio de 1960 y por consejo de Mons. Julien, Isaac se dirigió al
cardenal Agustín Bea, jesuita alemán. "Encontré en él un fuerte
apoyo." Es cierto que las malas lenguas decían que el cardenal Bea era
“judío de corazón”. (30) Isaac obtuvo un apoyo
mayor al que podía esperar ya que sin muchas dificultades logró una audiencia
con Juan XXIII el 13 de junio de 1960. En esta ocasión Isaac entregó al Papa un
memorandum titulado: Necesidad de una reforma de la enseñanza cristiana
respecto a Israel. “Pregunté si podía abrigar alguna esperanza",
recuerda Isaac. Juan XXIII respondió que tenía derecho a tener algo más que
esperanza, pero "que no era un monarca absoluto". Tras la partida de
Isaac, Juan XXIII se esforzó en hacer comprender claramente a los oficiales de
la Curia Vaticana que se esperaba una firme condena del “antisemitismo"
católico durante el Concilio que terminaba de convocar. Desde entonces, se
sucedieron gran número de intercambios entre las oficinas del Concilio y el
Comité Judío Norteamericano, la Liga Antidifamatoria y la B'nai B'rith. Estas
asociaciones judías supieron hacer escuchar fuertemente su voz en Roma (31).
En efecto, si Isaac trabajaba a destajo, no era el único en hacerlo. El rabino
Abraham J. Heschel del seminario teológico judío de Nueva York, que treinta
años antes había oído hablar de Bea por primera vez en Berlin (32),
trató de encontrar al cardenal en Roma. En esta ocasión, los dos hombres
hablaron de dos expedientes preparados por el Comité Judío Norteamericano, uno
sobre la imagen de los judíos en la enseñanza católica y otro de veintitrés
páginas sobre los elementos antijudíos en la liturgia católica.
Heschel declaró que esperaba que el Concilio purgara la enseñanza católica
de toda sugerencia de que los judíos eran una raza maldita. De esta suerte,
añadió Heschel, el Concilio en modo alguno debe exhortar a los judíos a
convertirse al cristianismo (33).
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Jules Isaac, muy influyente
y activo agente de la Sinagoga.
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Al mismo tiempo, el Dr. Goldmann, jefe de la Conferencia Mundial de
Organizaciones Judías, también comunicó sus aspiraciones a Juan XXIII. Del
mismo modo, la B'nai B'rith ejerció presión para que los católicos reformasen
su liturgia y suprimiesen en ella toda palabra que pudiera parecer desfavorable
a los judíos o que recuerde el “deicidio.”
Doctas cabezas mitradas, próximas a la
Curia, advirtieron que los obispos, en el momento del Concilio, harían bien en
no “tocar” este tema, aunque fuera con báculos de tres metros de largo. Sólo
quedaba consultar a Juan XXIII, que dijo que no debían hacerlo (34).
En Roma se trabajó, pues, en la redacción
de un texto sobre el judaísmo, en el cual intervinieron el padre Baum y Mons.
John Osterreicher (35), miembros del estado mayor de Bea. La declaración que
contenía una refutación clara de la acusación de deicidio debía presentarse en
la primera sesión del Concilio que iba a abrirse el 11 octubre de 1962. La
redacción plugo al Congreso Judío Mundial, que comunicó su satisfacción y
decidió enviar al doctor Cain Y. Wardi en calidad de observador oficioso al Concilio.
Inmediatamente llovieron sobre el Vaticano
protestas de los países árabes, indignados por el tratamiento preferencial
concedido a los judíos. En consecuencia, en junio de 1962, la Secretaría de
Estado, de acuerdo con el cardenal Bea, hizo retirar del orden del día la
discusión sobre el proyecto de declaración sobre los judíos preparado por el
Secretariado para la Unidad de los Cristianos (36).
Una agencia tan próxima a la Curia como
para tener las direcciones privadas de 2.200 cardenales y obispos que residían
temporalmente en Roma, envió a cada uno un libro de 900 páginas titulado
“Complot contra la Iglesia” firmado bajo el seudónimo de Maurice Pinay. La
tesis del libro, refrendada por muchos hechos y citas, consistía en que los
judíos siempre pretendieron infiltrar la Iglesia para subvertir su enseñanza,
estando ahora a punto de lograr su objetivo. El libro debía prevenir a los
Padres conciliares acerca de una maniobra subversiva en el seno del Concilio,
de suerte que se imponía obrar con mucha prudencia.
La exclusión del proyecto de declaración
sobre los judíos en la primera sesión del Concilio fue todo un fracaso para
Bea, pero no se dejó abatir. El 31 de marzo de 1963, rodeado del máximo secreto
(37), se reunió en el hotel Plana de Nueva York con las autoridades del Comité
Judío Norteamericano, que presionaron para que los obispos cambiasen la
teología de la Iglesia en punto a la historia de la salvación. "Se acusa a
los judíos globalmente –dijo- de ser culpables de deicidio y se supone que
sobre ellos pesaría una maldición." Refutó estas dos acusaciones y
tranquilizó a los rabinos que, presentes en la sala, quisieron saber si la
declaración diría explícitamente que el deicidio, la maldición y el rechazo del
pueblo judío por Dios no eran sino errores de la doctrina cristiana. ¡Bea
respondió de modo evasivo y todos se despidieron brindando con una copita de
jerez!
Poco después se estrenó la película El Vicario de Rolf Hochhuth, que calumniaba a Pío XII
por su actitud durante la guerra. El medio de presión era poco elegante, pero
podía influir la asamblea conciliar.
Durante la segunda sesión del Concilio, en
otoño 1963, se entregó a los obispos la declaración sobre los judíos. Hacía
parte del capítulo IV una declaración sobre ecumenismo, lo que aparentemente le
permitía pasar más inadvertida. El Sr. Schuster, director del área europea del
Comité Judío Norteamericano, juzgó que la distribución del proyecto a los
Padres conciliares fue uno "de los momentos más importantes de la
historia". El texto fue largamente discutido (38) pero sorpresivamente
retirado al final de la sesión. Los representantes de la ortodoxia católica
terminaban de distribuir varios ejemplares de Los judíos a la luz de la Escritura y la Tradición (39), que debía alertar a los Padres conciliares acerca de las maniobras
del enemigo. Todo parece indicar que, una vez más, las advertencias fueron
escuchadas. “Algo sucedió entre bastidores” –comentó la Conferencia Nacional
Católica de Ayuda Social.
Sin entrar en el detalle de esta larga historia,
digamos que otros dos proyectos serán propuestos y discutidos detenidamente
durante las sesiones III y IV. Entre 1964 y 1965 se multiplicarán las
intervenciones judías ante Pablo VI. Los personajes más influyentes ante el
papa fueron Joseph Lichten, de la Liga Antidifamatoria de la B'nai B'rith,
Zachariah Schuster y Leonard Sperry del Comité Judío Norteamericano, el
cardenal estadounidense Spellman, Arthur J. Goldberg, juez de la Corte Suprema
de los Estados Unidos y el rabino Heschel.
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El cardenal Lustiger y el actor que lo representa en una reciente película que lo glorifica. |
Roddy revela que “(antes de la III sesión)
seis miembros del Comité Judío Norteamericano fueron recibidos en audiencia
papal. El Santo Padre manifestó a los visitantes su aprobación a las
manifestaciones del cardenal Spellman en el sentido de la no culpabilidad de
los judíos.” Un poco más adelante, subraya que “Heschel se entrevistó con Pablo
VI en compañía de Schuster, perorando enérgicamente sobre el deicidio (40) y la
culpabilidad, y solicitando que el Pontífice ejerciera presión a fin de obtener
una declaración prohibiendo a los católicos todo proselitismo respecto a los
judíos (41).
El 20 de noviembre 1964, en la sesión III,
los obispos y cardenales reunidos votaron por gran mayoría el esquema
provisorio que trata la posición de la Iglesia frente el judaísmo (42). Léon de
Poncins se apresuró a redactar un opúsculo titulado el Problema Judío frente el
Concilio, que se distribuyó a todos los Padres antes de la cuarta y última
sesión. Era la última advertencia. En su introducción, el autor comprueba
"de parte de los Padres conciliares una ignorancia profunda de la esencia
del judaísmo” (43). El folleto produjo efecto, permitiendo a la “coalición por
el rechazo” (44) aguzar sus argumentos. Este frente consiguió que se
descartasen algunas frases de la primera versión tales como “aun cuando una
gran parte del pueblo elegido permanece provisionalmente lejos de Cristo, es
injusto llamarlo pueblo maldito o pueblo deicida”, que fue sustituida por
aquella que aparece en la versión definitiva de Nostra Aetate, finalmente
adoptada en la sesión IV del 28 de octubre de 1965 por 2221 votos contra 88:
“Los judíos no deben ser presentados ni como réprobos ni como malditos por Dios,
como si tal se derivara de la Escritura.”
Un texto de compromiso sale a la luz
después de años terribles de una guerra doctrinal sin precedentes, de luchas de
influencia entre la Curia y entre los Padres conciliares, de difusión de
numerosos libelos para defender la teología de la salvación enseñada por la
Iglesia durante dos milenios. En general, como esperaban más, los judíos
quedaron decepcionados por el contenido del documento. Pero una puerta
terminaba de abrirse y era difícil volverla a cerrar. En efecto, con Nostra
Aetate los obispos de la Iglesia Católica presentaban por primera vez una
imagen positiva y atrevida de los judíos infieles.
André Chouraqui lo destaca oportunamente:
“de repente, la Iglesia, afectada por una amnesia más o menos total a lo largo
de dos mil años, se acuerda del vínculo espiritual que la une a la descendencia
de Abraham –Israel-, reinstalando así el privilegio del mayorazgo en el
contexto de la familia del pueblo de Dios. Este reconocimiento teológico
elemental fue enriquecido con un contenido que los siglos no podrán agotar (…)
Se necesitaron veinte siglos para que la Iglesia tomara renovada conciencia de
sus raíces judaicas. (…) Por añadidura, la Iglesia rechaza categóricamente toda
forma de proselitismo a su respecto, proscribiendo lo que antes había
admitido.” (45)
Jean Halperin, miembro de la oficina del Congreso Judío Mundial con sede
Ginebra, confirma las observaciones de Chouraqui durante un coloquio tenido en
Friburgo:
Hay que destacar que la declaración Nostra Aetate de 1965 abrió
verdaderamente el camino hacia un diálogo absolutamente nuevo e inauguró una
nueva perspectiva (46) de la Iglesia Católica respecto
a los judíos y al judaísmo, manifestando su disposición a reemplazar la
enseñanza del desprecio por la del respeto (47).
Menahem Macina (48) ratifica esta afirmación:
Es necesario no olvidar el inmenso progreso que representa la declaración
Nostra Aetate respecto a la situación previa. Una sola observación permitirá
apreciar el camino recorrido. Quizás sepan que cuando se promulgan documentos
destinados a toda la cristiandad, los papas y los concilios tienen la costumbre
de buscar y citar textos de sus antecesores que van en el sentido de lo que se
proponen enseñar, con el fin de evidenciar la continuidad de la doctrina y
tradición eclesiales. Ahora bien, a diferencia de lo que ocurre con el pasaje
que el Concilio dedica a la religión musulmana, en la declaración sobre los
judíos no hay ninguna referencia a precedente alguno positivo, ya sea de
Padres, escritores eclesiásticos o papas (49).
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Juan Pablo II en el muro de los lamentos.
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Podrían citarse muchos testimonios que confirman este análisis, pero
concluyamos con el de Paul Giniewski en su importante obra Antijudaísmo
cristiano-El cambio: El documento sobre los judíos, que se podía considerar
como la conquista de un objetivo, resultó, en cambio y muy rápidamente, el
principio de una nueva era en la feliz evolución de las relaciones
judeocristianas (50).
Se abrió una puerta (51)... Los hombres de Iglesia admitían que los
judíos ya no eran "un pueblo maldito". Maldito no, ¿pero tampoco
réprobo? "De ahora en más –dice incluso Chouraqui- la Iglesia reconoce la
permanencia del judaísmo en los planes de Dios y el carácter irreversible de
los principios sentados por Nostra Aetate, que dan de plano con
toda restricción y toda ambigüedad en el diálogo con los judíos.” La semilla
había sido plantada, sólo bastaba esperar que creciera...
Por tanto, de allí en más había que avanzar en el camino del mutuo
reconocimiento de judíos y cristianos. Era imposible hacer un saldo de
beneficios y pérdidas de dos mil años ensangrentados (52).
La purificación del espacio cristiano (53) ya podía
comenzar…
De la purificación "del espacio
cristiano" a la introducción de la religión de Noé
1. "Purificación del espacio cristiano"
Al principio (54) los
cristianos dijeron: "Nosotros también somos Israel."
Luego afirmaron: "Nosotros también somos el verdadero Israel."
Un poco más tarde: "Sólo nosotros somos el verdadero Israel."
F. Lovsky
Las discusiones que siguieron a la
"toma de conciencia" del Concilio Vaticano II fueron preparando poco
a poco al mundo cristiano para asumir una nueva teología de las relaciones de
la Iglesia con el judaísmo (55). El objetivo de las directivas del
Vaticano(56) y de los episcopados desde hace casi cuarenta años se
encaminó a transformar la mentalidad por medio de un “gran esfuerzo de
educación” de los pueblos del “espacio cristiano”. Este esfuerzo tiende
a:
1. recordar la perpetuidad de la primera Alianza;
2. inculcar el aprecio del pueblo judío (infiel), “pueblo sacerdotal”;
3. renunciar a la conversión de los judíos:
4. familiarizarse constantemente con el diálogo y la cooperación con el
judaísmo;
5. preparar los caminos a la religión noáquida.
Altas autoridades vaticanas indujeron a los episcopados a publicar
declaraciones cuyo contenido teológico se opone claramente al magisterio de la
Iglesia.
a) La nueva "teología de la Alianza" según el episcopado
Podemos ilustrar nuestra observación con
dos ejemplos: el texto de la Comisión del Episcopado Francés para las
Relaciones con el Judaísmo (Pascua, 1973) y las Reflexiones
sobre la Alianza y la Misión del episcopado norteamericano (13 de
agosto, 2002). A juicio de los judíos, son dos declaraciones cuyo contenido
sobrepasan ampliamente las afirmaciones del Concilio.
Los aspectos heterodoxos no escapan a la consideración de persona alguna.
Los cristianos no deben ver al judaísmo como una realidad solamente social e
histórica sino esencialmente religiosa; no como reliquia de un pasado venerable
y acabado, sino como una realidad viva a través del tiempo. Las principales
señales de esta vitalidad del pueblo judío son: el testimonio de su fidelidad
colectiva al único Dios, su fervor en escrutar las Escrituras para descubrir, a
la luz de la Revelación, el sentido de la vida humana, la búsqueda de su
identidad en medio de los otros hombres, sus constantes esfuerzos por
congregarse en una comunidad reunificada. Como cristianos, estos signos nos
plantean un interrogante que toca el corazón de nuestra fe: ¿Cuál es la misión
propia del pueblo judío en el plan de Dios?
Una elección que perdura: la primera Alianza no ha caducado. Contrariamente a
lo que sostuvo una exégesis tan antigua como cuestionable, no se podría deducir
del nuevo Testamento que el pueblo judío ha sido privado de su elección. El
conjunto de las Escrituras, por el contrario, nos invita a reconocer la
fidelidad de Dios a su pueblo en la preocupación de fidelidad del pueblo judío
a la Ley y a la Alianza. La primera Alianza, en efecto, no queda abrogada por
la nueva. El pueblo judío tiene conciencia de haber recibido, a través de su
vocación particular, una misión universal frente a las naciones (57).
¿Cuál es esta misión? Lo estudiaremos en un próximo apartado. La segunda
declaración, más reciente, es la de los obispos norteamericanos. Es realmente
impresionante:
El pensamiento católico romano manifiesta un creciente respeto por la
tradición judía que se desarrolla desde el Concilio Vaticano II. La
profundización de la valoración católica sobre la alianza eterna entre Dios y
el pueblo judío, así como el reconocimiento de la misión que Dios asignó a los
judíos de atestiguar el amor fiel de Dios, llevan a concluir que las acciones
encaminadas a convertir a los judíos al cristianismo ya no son teológicamente
aceptables en la Iglesia Católica (58).
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Juan Pablo II con el rabino Elio Toaff en su visita a la Sinagoga de Roma. |
b) "Cambiar la teología" de los
teólogos
Los testimonios de teólogos sobre la
perpetuidad de la primera Alianza son tan abundantes que podría reproducirse
una letanía de citas. He aquí algunas:
Quizá sea necesario ir al fondo del asunto: avizorar, bajo las nuevas
perspectivas, la idea de un derrocamiento de la religión-madre por la
religión-hija. La noción de una sustitución de la antigua Alianza por la nueva
está en el origen mismo de la división judeocristiana y sus consecuencias. En
uno de sus grandes estudios teológicos, significativamente titulado “La
alianza nunca derogada”, Norbert Lohfink, jesuita, profesor de investigación
bíblica en una universidad pontificia de Roma, afirma categóricamente que “la
concepción cristiana ordinaria sobre la nueva Alianza favorece el
antijudaísmo.”(59)
Creemos que Cristo instauró una nueva Alianza. ¿Caducó con ello la antigua?
Lo sostuvimos durante mucho tiempo y probablemente existen cristianos que aún
hoy lo piensan (60).
En un coloquio titulado Proceso a Jesús, ¿proceso a los judíos?,
Alain Marchandour no duda en afirmar:
Durante mucho tiempo los cristianos percibieron a Israel como una clase de
órgano testigo de una realidad absorbida esencialmente por el cristianismo
convertido en nuevo Israel. Semejante lenguaje es indefendible: Israel existe
con su historia, sus instituciones, sus textos. El judaísmo no se extinguió con
la llegada del cristianismo (…) Sigue siendo el pueblo de la Alianza (61).
Charles Perrot, profesor del Instituto Católico de París, manifiesta una idea
similar:
Si la Iglesia sustituye a Israel, si lo reemplaza, esto no significa que
también lo elimine, por absorción o algo peor aún. Ahora bien, expresarse así
es peligroso. ¿Es admisible hoy en día? (62)
c) Hacer que las élites "revisen la
historia cristiana"
Al igual que su teología, la Iglesia debe "revisar"
su historia. En ese sentido, el Vaticano multiplica las reuniones de expertos.
En Roma o en otras ciudades europeas se celebran distintos coloquios que tienen
por tema la historia de la Iglesia en relación a su actitud frente al judaísmo.
El 30 de noviembre de 1997 tuvo lugar en Roma un encuentro sobre las raíces del
antijudaísmo cristiano. Historiadores venidos de todo el mundo escucharon a
expertos en relaciones judeocristianos. Claude-Françoise Jullian nos cuenta
en Le Nouvelle Observateur cuál fue el objeto del debate:
Todos los expertos reafirmaron los orígenes judíos del cristianismo y
calificaron la teología de la sustitución –esto es, la nueva Alianza en Cristo,
que rompe con la antigua- como una aberración. Al abrir el simposio, el cardenal
Etchegaray (Presidente del Comité de Organización del Jubileo) explicó con voz
rocosa, salida de las gargantas pirenaicas: "Se trata de que examinemos
las relaciones a menudo alteradas entre judaísmo y cristianismo." El
pensamiento fue recogido por el animador del encuentro, el dominico suizo
Georges Cottier, teólogo privado del Papa (y Presidente del Comité
histórico-teológico del Jubileo), que recordó: "nuestra reflexión apunta
al plan divino de la salvación y al lugar que corresponde al pueblo judío, pueblo
de la elección, de la alianza y de las promesas.”
“La aberración de la teología de la sustitución es un punto esencial, admitido
desde Vaticano II, pero difícil de hacer aceptar por las bases”-afirma un
participante (63).
El periodista de un semanario se preguntaba: “¿Por qué Roma reúne a los
expertos de cinco continentes para comprobar una cosa hoy parece ya una verdad
de fe?”.
Otro coloquio se celebró en la Universidad de Friburgo del 16 al 20 de marzo de
1998 sobre el tema Judaísmo, antijudaísmo y cristianismo. Las actas
se publicaron en las ediciones Saint-Augustin del año 2000 y todas las
intervenciones revisten el mayor interés.
Más recientemente aún, el Congreso Judío Europeo organizó en París el 28 y 29
de enero de 2002 los Encuentros Europeos entre Judíos y Católicos sobre
el tema: Después del Vaticano II y Nostra Aetate: profundización de las
relaciones judeocristianas en Europa bajo el pontificado Juan Pablo II. En
su transcurso se honraron varias personalidades comprometidas en el diálogo
entre judíos y cristianos.
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Benedicto XVI con el rabino Riccardo Di Segni en la Sinagoga de Roma. |
Unas jornadas vespertinas efectuadas en
los salones del Hôtel de la Ville de Paris el 28 de enero de 2003 reunieron
unas 700 personas, tanto judíos como católicos. En la lista de oradores
figuraban Maître Henri Hajdenberg, presidente de estos encuentros, el profesor
Jean Halpérin, del Comité de Enlace entre judíos y católicos, el cardenal
Lustiger, el gran rabino de Moscú, Pinchas Goldschmidt, el gran rabino René
Samuel Sirat, el doctor Michel Friedman, vicepresidente del Congreso Judío
Europeo y el cardenal Walter Kasper, Presidente de la Pontificia Comisión para
las relaciones religiosas con el Judaísmo. En sus discursos todos los oradores
destacaron de cuánta importancia habían sido los pasos dados desde Nostra
Aetate...
Muchas cosas se dijeron esa tarde sobre las actuales relaciones entre judíos
y cristianos. Sopló un nuevo espíritu, que realmente tomó nota de los gestos,
de las palabras de los católicos, especialmente de Juan Pablo II. “Una nueva
página, una nueva etapa”, ese es el sentimiento que, por otra parte, iba a
confirmarse en el transcurso del día siguiente. Después de las exposiciones de
los distintos oradores y de la proyección de la película “El Papa Juan Pablo II
en Tierra Santa”, se hizo un gran silencio en la extensa sala. Durante el día
siguiente, 29 de enero, ante un público más limitado y en presencia de varios
cardenales, obispos y personalidades judías, de algunas delegaciones venidas de
Alemania, Austria, Bélgica, Italia, Suiza y Polonia, en un mismo clima de
positividad y de verdad se abordó el tema: “La evolución de las relaciones
judeocatólicas. De la teoría de la sustitución al respeto mutuo. Acerca de la
necesaria transmisión de la memoria de la Shoa en el contexto actual.”
Por la tarde, diversos oradores expusieron sobre “Los retos de la asimilación y
la secularización, la evolución de las relaciones judeocatólicas con el Estado
de Israel y Jerusalén.” Las jornadas concluyeron con una declaración común de
judíos y católicos”. (64)
Podríamos multiplicar los informes sobre distintas reuniones, congresos,
coloquios, jornadas, etc., que pululan año a año.
d) Cambiar el contenido de la predicación
y de la catequesis
Los documentos romanos del 24 de junio de
1985 –Notas para una correcta presentación de los judíos y del judaísmo en
la predicación y la catequesis (65)- deben leerse y meditarse a
la luz de lo que se ha dicho precedentemente.
e) Cambiar los espíritus por gestos
espectaculares
Un ejemplo de esta afirmación es el gesto de Juan Pablo II a la sinagoga de
Roma del 13 de abril de 1986. La visita fue todo un símbolo: “La Iglesia de
Cristo, por medio de Juan Pablo II, se traslada a la sinagoga y descubre su
vínculo con el judaísmo explorando su propio misterio.” Con este motivo, Juan
Pablo II dirá:
La religión judía no nos es "extrínseca", sino que en determinado
sentido es "intrínseca" a nuestra religión. Tenemos, pues, a su
respecto, relaciones que no tenemos con ninguna otra religión. Vosotros sois
nuestros hermanos preferidos, y se podría decir en cierto sentido, nuestros
hermanos mayores (66).
f) Los cristianos deben respetar el derecho de los judíos a la tierra de
Israel, centro físico de la Alianza
El acontecimiento más importante para los
judíos desde el holocausto fue el restablecimiento de un Estado judío en la
Tierra prometida. Como miembros de una religión basada en la Biblia, los
cristianos deben valorar que la tierra de Israel haya sido prometida y dada a
los judíos en calidad de centro físico de su Alianza con Dios (67).
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Funeral judío del cardenal Lustiger.
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A los cristianos no les queda más alternativa que alegrarse de la presencia de
los judíos en Tierra Santa...
Paul Giniewski analiza la enseñanza de los últimos cuarenta años en términos
del pensamiento judío (68) distinguiendo tres etapas:
• "viduy", es decir, el reconocimiento sincero del
incumplimiento y las faltas;
• "teschuva", que supone la conversión a la conducta contraria;
• finalmente, el más importante, "tikkun", es decir, la reparación.
¿Hasta dónde hemos llegado? –se pregunta el escritor judío. Hasta el
"teschuva", responde, sin el menor margen de duda. Ésta no
terminará “hasta que la enseñanza del aprecio se traduzca en textos
didácticos y su propagación haya suscitado numerosas vocaciones de alumnos y
profesores de la novedad. El objetivo es ambicioso: hacer oír y aceptar una
enseñanza que decía lo contrario de lo que hasta ahora se enseñó (...) De esta
forma se descrucificará a los judíos.”
Por último, la Iglesia deberá reparar. Algunos ya han descripto lo que será el
“tikkun”...
Los judíos podrán entonces retomar su papel en medio de las naciones, un rol
explicado en muchas obras e inteligentemente resumido en un panfleto firmado
por Patrick Petit-Ohayon, La Misión de Israel, un pueblo de sacerdotes (69).
2) El pedido de perdón del año 2000 o
“viduy”
En San Pedro, Roma, el 12 de marzo del año
2000, Juan Pablo II, en nombre de la Iglesia Católica, hace el “mea
culpa” (70) por los pecados cometidos por los cristianos a
lo largo de la historia. Este gesto no se comprende si no se coloca en el
contexto de la toma de conciencia de una Iglesia que, "por la
Inquisición" (71) (sistema de violencia, de apremio),
persigue al pueblo de la Alianza, desposeído y oprimido al mismo tiempo. Los
cristianos, pues, acaban de hacer su “viduy”.
Y para que todo quede suficientemente claro a cristianos y judíos, el texto de
arrepentimiento fue colocado por el propio Juan Pablo II en un intersticio del
Muro de los Lamentos (72), vestigio del Templo de la primera
Alianza, que sólo aguarda su reconstrucción en la capital religiosa de la
Alianza redescubierta: Jerusalén destrona a Roma, la usurpadora (73).
3) Hacia la religión noáquida
Si la Iglesia ya no es el verdadero
Israel, ¿en qué debe transformarse en esta nueva teología de la
salvación?
En este estudio, de suyo extenso, no podemos agotar todos los aspectos de la
religión noáquida. Esta religión introducida en el Vaticano II debe suplantar
el catolicismo (74). El tema es tan extenso que podría
consagrársele unas jornadas de estudio. Señalemos algunos hitos históricos y
destaquemos varios aspectos de este nuevo “catolicismo”.
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El cardenal Bergoglio en una sinagoga de Buenos Aires, junto a su amigo el rabino Sergio Bergman. |
Después de la Revolución francesa, que emancipó a los judíos y posibilitó su
inserción en las sociedades civiles, los rabinos y los pensadores del judaísmo
se plantearon el interrogante sobre el problema religioso del mundo por venir.
Se acercaba el retorno a la tierra de Israel y se imponía solucionar la
cuestión religiosa que no iba a dejar de plantearse. Aquello que estaba en
juego en los debates teológicos de los rabinos del siglo XIX puede resumirse de
la siguiente manera: ¿"Cuándo reencontraremos nuestro papel de pueblo que
lleva la salvación a las naciones? ¿Cómo será la religión de los cristianos que
pretendieron ser el nuevo Israel?".
Elías Benamozegh, rabino de Livorno, el Platón del judaísmo italiano, “uno de
los maestros del pensamiento judío contemporáneo” (75), propuso una
solución que publicó en 1884 en su obra principal Israel y la Humanidad (76).
El subtítulo, sugestivo, es: Estudio sobre el problema de la religión
universal y su solución. La solución Benamozegh, a la cual van a atenerse
poco a poco los seguidores del judaísmo, puede sintetizarse como sigue:
La Iglesia Católica debe reformar tres puntos de su enseñanza:
• cambiar su visión del pueblo judío, que debe rehabilitar como pueblo
primogénito, pueblo sacerdotal, que “ha sabido conservar la religión primitiva
en su pureza original”. Este pueblo ni es deicida ni ha sido reprobado por
Dios. Ninguna maldición pesa sobre él. Al contrario, le cabe predicar la
felicidad y la unidad de la humanidad. “Admitir -escribe Gérard Haddad (77),
citando a Benamozegh- el rol que San Pablo (78) creyó poder
excluir.”
• "Renunciar a la divinidad de Jesucristo, este Hijo del Hombre como Él
mismo se llamaba." Simple rabino, Jesús era judío y como tal permaneció.
Predicar a Jesucristo, pero un Jesucristo humano, que viene a traer una moral
para la felicidad de todos los hombres.
• Aceptar una reinterpretación -no una supresión- del misterio de la Trinidad.
Reunidas estas tres condiciones, "la Iglesia Católica es la Iglesia del
verdadero catolicismo", verdadero catolicismo que Benamozegh llama
noaquismo, una religión destinada a todos los pueblos del "espacio
cristiano", como decía Lustiger. La Iglesia tiene la misión de propagar la
moral inherente al noaquismo (79). La declaración sobre el judaísmo
del episcopado norteamericano del 13 de agosto contiene una referencia
explícita al respecto:
El judaísmo considera que todo pueblo está obligado a observar una ley
universal. Esta ley, conocida como los Siete Mandamientos de Noé, se aplica a
todos los seres humanos. Estas leyes son: (1) el establecimiento de tribunales
de justicia, de modo que la ley gobierne la sociedad, y la prohibición (2) de
la blasfemia, (3) idolatría, (4) incesto, (5) derramamiento de sangre, (6)
hurto y (7) comer la carne de animales vivos.
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Bergoglio, ya como "papa Francisco", recibe un obsequio del primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu. |
El nuevo objetivo de la Iglesia consiste en evangelizar los pueblos en este humanitarismo
noaquista y propiciar su unificación (80). Se redefinirá la
primacía romana para facilitar la unidad de los cristianos. El noaquismo será
"la religión de la moral natural". Los no judíos no deben pretender
convertirse al judaísmo o mosaísmo talmudista, religión reservada a los
elegidos. La solución Benamozegh, silenciada por largo tiempo, ahora es
retomada por los dirigentes del mundo judío. El gran rabino René Samuel Sirat,
por ejemplo, hizo alusión al status de los no judíos en ocasión del entierro de
un joven francés de 24 años, víctima de un atentado cometido a la cafetería de
la universidad hebraica de Jerusalén el 31 de julio de 2002:
David, mi querido David, había elegido acercarse espiritual y culturalmente
a nuestra comunidad judía y ostentar ante el judaísmo el hermoso título de
toshav, extranjero y ciudadano a la vez, que la Biblia valorizó y que el rabino
Elías Benamozegh, en el siglo pasado, explicó magníficamente en su libro
“Israel y la Humanidad”. Se trata de la libre elección de acercarse a la
tradición de Israel, de observar las Siete Leyes –llamadas leyes noáquidas - de
la moral natural reveladas antaño a Noé, padre de todos los vivientes (...)
Pues, preciso es recordarlo, no es necesario convertirse al judaísmo para tener
derecho a la salvación eterna. (81)”
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Francisco departe amistosamente con sus amigos rabinos y dirigentes judíos de Argentina, dentro del Vaticano. |
Conclusión
La nueva religión que resulta del Vaticano
II debe interpretarse a la luz de esta nueva lucha, siempre antigua y siempre
nueva, entre Jesús (María) y Satanás, entre la Iglesia y la Sinagoga. En el
siglo XX, Satanás parece haber dado con su Caballo de Troya (Vaticano II)
y con aqueos resueltos de teología subversiva.
En el centro de este movimiento de conversión, explícitamente enseñado por
teólogos cristianos como Bouyer, Congar y de Lubac, se oculta el
redescubrimiento de la fe. Este es el trabajo de conversión que la Iglesia
Católica y muchos cristianos hoy quieren realizar.
Con estas palabras cierra el cardenal Lustiger su intervención en la sinagoga
de Nueva York (82).
No, señor Cardenal. Católicos y romanos,
nuestra fe está en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, nacido por
obra del Espíritu Santo del seno purísimo de la Virgen María; nuestra fe está
en Jesucristo, salvador de los hombres, crucificado bajo Poncio Pilatos y
resucitado de entre los muertos, venido a cumplir la Ley y los Profetas,
fundando la Iglesia católica, apostólica y romana, la nueva y eterna Alianza
que no es la que usted predica. Con la ayuda de Dios, con el auxilio del
magisterio de la Iglesia y su bimilenaria Tradición, no vamos a terminar
noáquidas.
Tal vez esta fidelidad permitirá a los judíos beneficiarse con las preciosas
gracias de la redención, gracias que la Virgen María sabrá distribuir en
abundancia, como ya aprovecharon a los Drach, Libermann, Ratisbona, Lemann,
Zolli y tanto otros, verdaderos convertidos, verdaderos hijos de la Iglesia
romana, verdaderos hijos de María.
Dios de bondad, Padre de las misericordias, te suplicamos por el Corazón
Inmaculado de María, por la intercesión de los Patriarcas y santos Apóstoles,
que dirijas tu mirada de compasión sobre el resto de Israel, para que conozca
nuestro único Salvador Jesucristo y participe de las gracias preciosas de la
Redención. Señor, perdónalos, porque no saben lo que hacen. [Oración
indulgenciada por León XIII y San Pío X.]
* * *
Mensaje de Mons. Joseph Doré a la B´nai
B´rith (83)
La aplicación del "plan Benamozegh" descrito por Michel Laurigan
en los "Estudios" del presente número avanza bien.
Para Mons. Joseph Doré, arzobispo de Estrasburgo, los judíos que rechazaron a
nuestro Señor Jesucristo no pueden ser considerados ni como “infieles”, ni como
“ciegos”, ni como extraños al verdadero sentido de la Biblia; no tienen
necesidad de convertirse.
En cambio, hasta el Vaticano II los cristianos eran "infieles",
"ciegos" y estaban en contradicción con la Biblia; necesitan
urgentemente convertirse.
Reproducimos aquí un mensaje dirigido por el arzobispo de Estrasburgo a la
logia judía "René Hirschler" (del orden de la B'nai B'rith), con
motivo de la muestra "El judío y el judaísmo en el arte medieval de
Alsacia" y que se publicó en el boletín diocesano “La Iglesia en Alsacia”
(agosto de 2003).
No se diga que se trata de un exceso aislado: Mons. Doré, antiguo decano de la
facultad de teología del Instituto Católico de París, expone la teología que
hoy campea en la Iglesia conciliar. Sus ideas, de hecho, no van más lejos que
las de la Roma conciliar. Sólo tiene el mérito de ser más claro.
Mons. Doré se atreve afirmar que la doctrina tradicional de la Iglesia sobre
Israel (enseñanza de los Padres de la Iglesia, doctores, papas y de todos los
santos) "contradecía la propia Biblia".
Le Sel de la Terre, nº 40. Otoño, 2003.
Cada vez que observamos tantas imágenes
grabadas, pintadas o talladas que los cristianos de la Edad Media dedicaron a
los judíos, tanto del pasado como a los que les eran contemporáneos, los
cristianos nos vemos embargados por diversos sentimientos.
En primer lugar, el asombro. ¿Cómo puede ser que los discípulos de Jesús se
hayan enceguecido (84), al punto de no ver en los judíos a
hermanos de sangre de aquel que ellos confiesan no sólo como Hijo del Altísimo
sino también como hijo de Israel, profundamente anclado en la religión de sus
padres?
A continuación, la vergüenza. ¿Cómo entender que quienes prestando oídos a sus
últimas enseñanzas –“Amaos los unos a los otros como Yo os he amado” se
hayan revelado tan infieles (85) a este mandamiento
del amor del prójimo cuando éste era un judío?
Por fin, la indignación. ¡No! Nosotros, los cristianos de hoy, no nos
reconocemos en este modo de ver a nuestros hermanos judíos, el cual nos
escandaliza, nos hiere; no queremos ver más estas imágenes, testigos de una
época pretérita que ya no es la nuestra.
Vienen entonces a nuestro espíritu las vigorosas palabras proclamadas una y
otra vez por el Papa Juan Pablo II durante nuestro gran jubileo del año 2000,
invitándonos a "purificar la memoria", llamándonos a "cerrar las
heridas del pasado, a fin de que no se abran nunca más" (discurso a su
llegada en Tel Aviv.)
Para que las heridas puedan ser vendadas, hay que considerarlas atentamente,
más allá de cualquier rechazo que puedan provocar. Esa es la razón por la cual
una exposición como ésta no puede sino ser saludable. Nos ayuda a contemplar
con valor nuestro pasado y a reconocer errores de los cuales, con todo, no
somos personalmente responsables. Muchas de estas imágenes traducen el mensaje
que el cristianismo tuvo durante siglos sobre el pueblo judío y el judaísmo,
que el gran historiador Jules Isaac condensó magistralmente en la expresión
"enseñanza del menosprecio": pueblo infiel, que no conoció el tiempo
de la visita de su Mesías, sordo a sus llamadas, ciego a sus signos, incapaz de
leer su propia Escritura y las promesas de salvación que contiene, el pueblo
judío fue objeto de rechazo por Dios y maldecido por haber prevaricado de su
misión. Eso es lo que muestran todas estas imágenes negativas, presentando a
los judíos ya de manera humillante debido a su ceguera, ya desfiguradamente
–como acontecía a fines de la Edad Media-, por las múltiples taras que velan su
imperdonable pecado de deicidio. En cualquier caso, sea que el judío aún
conserve su dignidad en medio de su desdicha (como lo muestra la magnífica
imagen de la Sinagoga existente en la catedral de Estrasburgo), sea que se lo
caricaturice, el mensaje teológico es siempre el mismo: la elección ahora ha
pasado al pueblo cristiano y la Iglesia -verdadero Israel- que pregona la
salvación traída por Cristo, puede triunfar.
Durante el Concilio Vaticano II la Iglesia Católica revisó finalmente esta
doctrina y comprendió cuánto contradecía la propia Biblia (86) y,
antes que nada, la palabra del propio San Pablo, que afirma que “los dones y la
vocación de Dios son sin arrepentimiento.” (87)
El decreto conciliar Nostra Aetate (1965), punto de partida de
la “nueva perspectiva” de la Iglesia sobre los judíos, recordaba el
"patrimonio espiritual" que la une al pueblo de la descendencia de
Abraham, condenando la acusación de deicidio (§ 4). El episcopado francés, bajo
particular impulso de Mons. Elchinger, obispo de Estrasburgo, publicó en 1973
un documento sobre las relaciones judeocristianas de un vigor que aún no ha
sido igualado, mientras Juan Pablo II recordaba en muchas ocasiones la perpetuidad
de la primera Alianza (88) “nunca revocada” (Maguncia –1980,
etc.)
Ahora queremos trabajar en la reconciliación y en el diálogo fraternal con
nuestros hermanos mayores. Pero debemos tener la humildad de reconocer que la
enseñanza del menosprecio y la "teología de la sustitución" que
considera a la Iglesia como nuevo y único Israel de Dios todavía impregnan
muchos espíritus. Sólo un largo trabajo de educación conducirá a erradicar todo
germen de antijudaísmo. Sólo una purificación continua de la memoria, que nos
hace conscientes de las tentaciones que nos habitan, llevará a los cristianos a
la vigilancia y a la responsabilidad. A ellos también se dirige lo que Dios
dijo a Caín (89): “¿Qué has hecho con tu hermano?”
La Iglesia pide hoy a los cristianos comprometerse en este el camino de
conversión, invitándolos a construir con sus hermanos judíos un futuro donde
juntos puedan ser "una bendición unos para otros" (Juan Pablo II,
1983.)
* * *
“Histórico” encuentro del Papa con los rabinos jefes de Israel (90)
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 16 enero 2004.
«El diálogo oficial establecido entre la
Iglesia Católica y el Gran Rabinado de Israel es un signo de gran esperanza»,
reconoció Juan Pablo II al recibir este viernes a los rabinos jefes de Israel.
Los líderes religiosos han viajado a Roma para asistir al «Concierto de la
Reconciliación» que tendrá lugar el sábado en el Vaticano.
«No debemos escatimar esfuerzos para trabajar juntos en la construcción de
un mundo de justicia, paz y reconciliación para todos los pueblos», afirmó
el Santo Padre ante Jona Metzgher, rabino asquenazí, Slomo Amar, rabino
sefardí, y Oded Wiener, director general del Gran Rabinado.
Al iniciar su discurso, el Papa recordó: «En los 25 años de mi pontificado me
he esforzado en promover el diálogo judío-católico y en fomentar siempre un
mayor entendimiento, respeto y cooperación entre nosotros».
Además calificó como uno de los momentos sobresalientes de su pontificado su
peregrinación jubilar a Tierra Santa, «que incluyó intensos momentos de
recuerdo, reflexión y oración en el Yad Vashem [el memorial nacional israelí
dedicado a las víctimas de la Shoah (Holocausto), y en el Muro de las
Lamentaciones».
Durante la audiencia, según informaron tras el encuentro con el Papa, «los
rabinos se han referido al fenómeno del antisemitismo, poniendo énfasis en la
dimensión actual de las palabras pronunciadas en el pasado por el Papa», cuando
recomendó «enseñar a las conciencias a considerar el antisemitismo y
toda forma de racismo como un pecado contra Dios y la humanidad».
Los rabinos jefes de Israel igualmente solicitaron «al Papa que ejerza su
influencia en los fieles acerca de la creciente oleada de terrorismo que golpea
a inocentes y pone en peligro la reconciliación» y le agradecieron haber
instituido «la jornada dedicada al judaísmo» en la Iglesia católica.
Finalmente obsequiaron a Juan Pablo II con un «regalo emblemático: un
candelabro (Chanukkiah) con el fondo de Jerusalén, ciudad consagrada a las tres
religiones monoteístas, símbolo de la aspiración a la paz de toda la
humanidad». (91)
Un obispo y un rabino buscan sendas para
el diálogo entre judíos y católicos (92)
ROMA, viernes 16 enero 2004.
Las sendas por las que puede seguir
avanzando el diálogo entre judíos y católicos fue el tema central de la
conferencia entre representantes de las dos religiones que se celebró este
jueves en la Universidad Pontificia de Letrán en Roma.
En el encuentro intervinieron el obispo
Rino Fisichella, rector de la Universidad y presidente de la Comisión de la
diócesis de Roma para el ecumenismo y el diálogo, y el rabino jefe de la
comunidad judía de Roma, Riccardo Di Segni.
La conferencia sirvió para preparar la Jornada de Diálogo con los Judíos que la
Iglesia católica en Italia celebrará el próximo sábado, en este año con el lema
tomado del capítulo 3 de Sofonías: «Servirán al Señor bajo un mismo
yugo» (versículo 9).
Monseñor Fisichella aclaró: «Esta es una cita no sólo para recordar que
somos amigos y hermanos, sino también para hacer visible la relación de
amistad».
Por su parte, el rabino Di Segni se adentró en las dificultades objetivas que
plantea este diálogo, particularmente en el terreno de la teología.
«Se han dado progresos teológicos notables en la visión del judaísmo por
parte de la teología cristiana -reconoció-. El
documento sobre las escrituras judías, un hecho sin precedentes, da importancia
a la exégesis rabínica», en referencia al documento de la Comisión
Pontificia Bíblica «El pueblo judío y sus Santas Escrituras en la
Biblia Cristiana» (2001).
Ahora bien, siguió constatando el rabino, «la reciprocidad a nivel
teológico no existe. Entre políticos se puede discutir y llegar
a una solución; entre teólogos no».
El motivo, siguió aclarando, es el carácter «único, pero totalmente
asimétrico» que une al cristianismo con el judaísmo.
«El cristianismo nace del judaísmo y, con notables esfuerzos, puede
introducir elementos de espiritualidad judía. Lo contrario no es posible», afirmó.
Sin embargo, concluyó, el versículo de Sofonías --«Servirán al Señor bajo un
mismo yugo»-- «nos mueve a trabajar para ver cómo es posible realizar
este ideal».
Los rabinos piden al Papa asociarse a las
celebraciones del “año de Maimónides" (93)
ROMA, lunes, 19 enero 2004
Los grandes rabinos de Israel han expresado
a Juan Pablo II su deseo de que los católicos en el mundo celebren una Jornada
de Diálogo con los Judíos, con el fin de promover el conocimiento recíproco
entre judíos y cristianos y combatir juntos el antisemitismo.
Asimismo, el rabino Yona Metzger (asquenazí) y el rabino Slomo Amar (sefardí),
sugirieron al Papa que se sume con un gesto significativo a la celebración al
año de Maimónides, filósofo y teólogo de Córdoba (1135-1204).
La Jornada para el Diálogo con los Judíos ya existe en Italia desde hace años y
se celebra el 17 de enero, en la víspera de la Semana de Oración por la Unidad
de los Cristianos. Es un día en el que judíos y católicos se encuentran en
conferencias, visitas a las sinagogas, o convivencias para conocerse mejor.
Los rabinos expresaron el deseo de que, con motivo del octavo centenario de la
muerte del gran filósofo y teólogo judío «Rambam» Maimónides, la Santa Sede
preste (durante un tiempo o incluso de manera indefinida) alguno de sus
preciosos manuscritos que se conservan en la Biblioteca del Vaticano para que
puedan ser expuestos en Israel.
Al mismo tiempo los rabinos pidieron que el Papa done un objeto de culto judío
en posesión de la Iglesia católica. Interrogados sobre a qué objeto se
referían, los rabinos respondieron que dejaban a la discreción de Juan Pablo II
la facultad de escoger.
En su encuentro posterior con los periodistas, los dos rabinos insistieron en
el carácter «cordial», «cálido» y «amigable» del encuentro. El rabino Metzger
subrayó que el Papa estuvo muy «atento» a todo lo que se le decía y muy
«cálido» al recibir sus huéspedes.
El rabino Amar reconoció que ese encuentro había «hecho crecer la esperanza en
la reconciliación y la fraternidad entre las dos religiones», así como la
«intensificación de las relaciones», subrayando que el Papa y sus colaboradores
han utilizado en el pasado palabras «fuertes» para condenar el
antisemitismo.
Ante la pregunta sobre los rumores, según los cuales, en el Vaticano se
encuentra la «Menorá» (candelabro de siete brazos del Templo de Jerusalén), los
rabinos declararon que no querían hacer consideraciones sobre «rumores». Es una
cuestión que debe dejarse al "Rey Mesías ", dijo sonriendo el rabino
Amar, prosiguiendo "el diálogo y la comprensión" en vez de plantear cuestiones
que conducen a desacuerdos.
Para el rabino Amar, la dificultad más grande entre las personas y las
comunidades es «la falta de comunicación», la imposibilidad de «comprender» o
de «escuchar» al otro, de manera que cada quien se queda en sus posiciones.
«Hay que hablar», insistió el rabino.
En el momento en el que nos hablamos «de manera auténtica» se da «una semilla,
un inicio de esperanza». Estos encuentros interreligiosos, subrayaba, pueden
«superar las dificultades que se dan a nivel político».
El gran rabino Metzger reveló que en la audiencia tocaron el tema de la lucha
contra el antisemitismo y el terrorismo, diciendo: «Ayer nos perseguían porque
no teníamos Estado y hoy porque lo tenemos». Reveló que ha lanzado un
llamamiento a los jefes religiosos musulmanes para que impidan el aumento del
terrorismo con pretextos religiosos.
Todos somos «hijos de Abraham», recordó, y es imposible que «este padre se
alegre al ver que los hermanos se matan los unos a los otros». «¡Se ha
derramado suficiente sangre!», afirmó recordando el mandamiento «no
matarás».
Hay que volver a sentarse «en torno a una mesa» para hablar, insistió el rabino
Amar, pues cuando hay diálogo comienza la solución. Hace falta «paciencia» y
«tolerancia» para construir «puentes» que conduzcan al diálogo y que permitan
«escuchar la sabiduría de los demás», cuando cada quien «piensa que tiene
razón».
«Si todos tuviéramos esta disponibilidad, el mundo ya sería diferente»,
concluía el rabino.
Comunicado de Mons. Sean Brady, Arzobispo
de Armagh – Primado de Irlanda(94)
El martes 27 de febrero, Día de la Memoria
del Holocausto, señala el aniversario de la liberación del campo de
concentración nazi de Auschwitz-Birkenau. Uno de los propósitos de señalar este
día es intentar y asegurar que los horrendos crímenes cometidos durante el
Holocausto nunca se repitan en ningún lugar del mundo (...)
El racismo y la intolerancia siguen alzando sus inquietantes cabezas, mucho más
cerca, aunque en una proporción muy inferior, y en contextos y circunstancias
diferentes. Una sociedad verdaderamente democrática y tolerante, libre de los
males del prejuicio, racismo y otras formas de intolerancia, reconoce y respeta
en todo momento la dignidad de todos sus ciudadanos, sin distinción de raza, religión,
sexo o condición social.
El Día de la Memoria del Holocausto nos llama a todos a trabajar para construir
tal sociedad. Que el Dios de Abraham, Alá y Jesucristo, el
Dios de la misericordia, justicia y amor, nos dé fortaleza para contribuir en
la construcción de esa sociedad.
Maynooth, 27 de enero de 2004.
NOTAS:
(1) Traducimos “noachide” por “noaquida”.
(2) La ley noáquida es aquella que Dios dio a Noé después del
Diluvio. El plan en cuestión, revelado por Elías Benamozegh en su obra Israel y
la humanidad (1884), se expondrá en este artículo. Citemos aquí tan sólo cuanto
Jacob Kaplan, gran rabino de París, declaraba al respecto en 1966: “Según
nuestra doctrina, la religión judía no es la única que asegura la salvación. Se
pueden salvar quienes no siendo judíos, creen en un Dios supremo y observan una
regla moral, obedeciendo las leyes que el Creador ha prescripto a Noé (...) Por
eso los rabinos enseñan que los justos de todas las naciones tienen derecho a
la salvación eterna. Al margen de las leyes noáquidas, las reglas de la Torá y
la ley de Moisés sólo cuentan para los judíos, porque tienen su razón de ser en
el divino proyecto de formar un pueblo destinado a cumplir una acción religiosa
en el mundo. La esperanza de Israel no es, pues, la conversión del género
humano al judaísmo, sino al monoteísmo. En cuanto a las religiones bíblicas,
según declaran dos de nuestros más grandes teólogos, son confesiones cuyo
cometido es preparar junto a Israel la llegada de la era mesiánica anunciada
por los profetas. Por eso deseemos ardientemente trabajar conjuntamente en la
realización de este ideal esencialmente bíblico (...) De esta suerte, podremos
acelerar la era mesiánica, que será la era del amor, la justicia, la paz”
(Jacobo Kaplan, Diálogo con el padre Daniélou S.J. el 1 de febrero de 1966 en
el teatro de los embajadores en París, París, 1966).
(3) Premio que recompensa la personalidad que trabajó más
eficazmente durante el año en pro del acercamiento entre cristianos y judíos.
(4) Ver la declaración íntegra en Nouvelle Revue Théologique, t.
120, nº 4, octubre/noviembre de 1998, p. 529-543. El cardenal abre su discurso
exlamando: “¡Cuán conmovido estoy al ser recibido en esta célebre y venerable
sinagoga de Nueva York, centenaria ya!!!” El cardenal acaba de publicar una
síntesis de su pensamiento, especie de judeocristianismo sincretista en una
obra titulada La Promesa, edit. Parole & Silence, 2002. Claude Viguée juzga
así la obra del cardenal: “Jean-Marie Lustiger pone de manifiesto que no se
puede - so pena de destruir el núcleo mismo del cristianismo - rechazar la
elección de Israel. Esa es la clave de su libro. Para escribir estas líneas,
desde la situación social y espiritual donde se encuentra, se precisa tener
mucho valor. Hay cristianos que no le perdonarán fácilmente haber recordado que
sin la elección de Israel no es concebible la elección cristiana (…) Adviértase
que si hubiese escrito lo mismo en tiempo de la Inquisición…¡de seguro estaría
en la hoguera!” France catholique, nº 2857, noviembre de 2002, p. 10.
(5) Ibidem, p. 532.
(6) Esta precisión no aparece en el texto original.
(7) En su último libro, el cardenal Lustiger distingue dos
iglesias, la de Jerusalén, “iglesia que es, dentro de la Iglesia Católica, la
continuidad de la promesa hecha a Israel (…) y que no ha perdurado, a más
tardar, hasta el siglo VI, destruida bajo la presión de Bizancio. Esta es una
de las pérdidas más importantes de la conciencia de los cristianos. La memoria
de la gracia (de la elección, n.d.t.) que se había concedido fue virtualmente
rechazada, no digo por la Iglesia en cuanto esposa de Cristo, sino por los
cristianos (p. 17)” y por los pagano-cristianos, a contar desde el siglo VI
hasta el Vaticano II: "el pecado en que incurrieron los pagano-cristianos,
tanto los clérigos como los príncipes o el pueblo, fue apoderarse de Cristo
para desfigurarlo, y hacer de esta desfiguración su dios (...) Su ignorancia
sobre Israel es prueba de su ignorancia sobre Cristo, a quien dicen servir” (La
Promesa, edit. Parole et Silence, 2002, p. 81). ¿Es todavía católico el
cardenal Lustiger?
(8) Ibidem, p. 535.
(9) Leyendo estas líneas, parecería que el cardenal Lustiger
condena los beneficios del edicto de Milán del año 313. Más aún, Constantino
habría rechazado “los tiempos de la redención” por el apartamiento de los
judíos. ¡Curiosa lectura de la historia de la Iglesia!
(10) Para el cardenal de París, la sustitución del pueblo de la
antigua Alianza por el pueblo cristiano sería simplemente ¡un mito...! “En
vuestro libro La Promesa rechazáis la teología de la
sustitución, lo cual me place ", rabino Josy Eisenberg a J.M.
Lustiger, Le Nouvel Observateur, nº 1988, del 12-18 de diciembre,
2002, p. 116.
(11) El cardenal reenvía a La Franquerie, Ascendances davidiques
des Rois de France, Villegenon, 1984.
(12) Lustiger asume aquí una expresión cara a Jules Isaac.
(13) Ver Patrick
Petit-Ohayon, La Mission d´Israel, un peuple de prêtres, París,
edit. Biblieurope & F. S. J. U., 2002.
(14) París, 28-29 de enero, 2002. La intervención se titula:
"De Jules Isaac a Juan Pablo II: desafíos para el futuro." Ver el texto en La Promesa, p. 185-188 o en Rencontres
européennes entre juifs et catholiques organisée par le Congrès Juif Européen, 28-29
de enero, 2002, edit. Parole et Silence, 2002.
(15) Bruselas, 22-23 de abril, 2002. “Judíos y cristianos. ¿Qué
deben esperar de su encuentro?” Intervención publicada en La Promesa, p.
189-202. Ver el párrafo que sabe a herejía intitulado: “La libertad religiosa,
clave de la democracia.”
(16) Washington, 8 de mayo, 2002. “¿Qué significa el encuentro de
judíos y cristianos en marco del choque de las culturas?”. Ver La Promesa, p.
203-218.
(17) Lustiger cree en Jesucristo como Mesías, pero es un Mesías
judío. Hay que releer la muy oportuna obra Dios, ¿es
antisemita? Infiltración judaica en la Iglesia conciliar de
Hubert Le Caron, edit. Fideliter, 1987. El autor estudia la "tentativa de
judaización de la Iglesia romana” y las puntualizaciones del cardenal hechas
a France-Soir, del 3 de febrero, 1981: “Yo soy judío. Para mí, las
dos religiones son una sola; no traicioné la de mis antepasados” p. 83-115. Sin
embargo, no todos los judíos adhieren a este judeocristianismo. Ver el artículo
“No, Señor Cardenal” del rabino Josy Eisemberg en Le Nouvel Observateur,
nº 1988, p. 116. Los silencios del cardenal sobre la Virgen María son
elocuentes. Los padres Lemann, verdaderamente convertidos, predicaron
magníficamente a María Corredentora.
(18) Los judíos infieles se convirtieron en instrumentos de Satanás
en su lucha contra la Iglesia y contra la Madre de Dios. En el Evangelio según
San Juan, c. 8 v. 24 y 41-44 se lee que Jesús dijo a los judíos: "Si no
creéis que soy el Mesías, moriréis en vuestro pecado (…) Si fueseis hijos de
Abraham, haríais las obras de Abraham. Pero hacéis las obras de vuestro padre.
Los judíos le dijeron: No somos hijos de fornicación; tenemos un solo Padre,
que es Dios. Jesús les dijo: si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais, ya que
he salido de Dios y vengo de Él (...) El padre del cual vosotros habéis salido
es el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre”.
(19) Ver en particular la pequeña obra de Teodoro Ratisbona, El
problema judío, París, edit. Dentu, 1856, 31 p. Disponible en internet en
www.gallica.bnf.fr
(20) Josué Jehouda, El Antisemitismo, Espejo del Mundo,
prefaciado por Jacques Soustelle, Ginebra, ed. Synthésis, 1958 283 p. Jehouda
aspira a ser el continuador de Elías Benamozegh, rabino de Livorno. Sus otras
obras son de máximo interés: La Tierra Prometida, París,
Rieder, 1925,122 p.; Las Cinco Etapas del Judaísmo Emancipado,Ginebra,
edit.. Synthesis, 1946, 132 p. (Extracto de la revista judía de Ginebra,
1936-1937); La Vocación de Israel, París, Zeluck, 1947, 240
p.; El Monoteísmo, doctrina de la unidad, Ginebra, edit.
Synthesis, 1952, 175 p., Instituto para el estudio del monoteismo. Cahiers
(I.E.M.), vol. 1, marzo de 1952; Sionismo y mesianismo, Ginebra,
Synthesis 1954, 318 p. Cahiers (I.E.M.) vol. 2, octubre de 1954; Israel
y la Cristiandad. La Lección de la Historia, Ginebra, Synthesis, 1956,
263 p.; Israel y el Mundo (síntesis del pensamiento judío), París, edit.
Científico, s. d.; El Marxismo frente al Monoteísmo y al Cristianismo,Ginebra,
Synthesis, 1962, 71 p. José Jehouda también prologó la obra de Élías
Benamozegh, Moral Judía y Moral Cristiana, edición revisada y
corregida, Baconnière, 1946.
(21) Josué Jehouda, El Antisemitismo, Espejo del Mundo, p.
161-162. Citado en el folleto de Léon de Poncins, “El Problema judío ante el
Concilio", p. 27. Este panfleto se distribuyó a todos los padres
conciliares en 1965 antes de la cuarta sesión. Ver más adelante las
circunstancias históricas de la difusión.
(22) La revista Unidad de los Cristianos, nº 109,
publica la fotografía de todos los participantes.
(23) Ver Recuerdos de la Conferencia de Seelisberg y del
padre Journet por el rabino A. Zafran, y La Carta de
Seelisberg y la participación del cardenal Journet por Mons P. Mamie,
en el Coloquio de la Universidad de Friburgo, 16-20 de marzo, 1998, sobre el
tema: “Judaísmo, Antijudaísmo y Cristianismo ", San Mauricio, edit. San
Agustín, 2000, p. 13-35. El padre Journet fue invitado a la conferencia dada
por el R.P. de Menasce O.P., egipcio, judío convertido. En cuanto a Jacques
Maritain, lo fue por el pastor de Ginebra Pierre Visseur.
(24) El texto íntegro fue publicado por la revista Nova y
Vetera 1946-1947, p. 312-317. Se titulaba: “Contra el Antisemitismo”.
Allí se lee: “Los cristianos comprenderán también que necesitan revisar
diligentemente y purificar su propia lengua, pues una rutina no siempre
inocente, pero en todo caso particularmente despreocupada por el rigor y la
exactitud, filtró expresiones absurdas como la de raza deicida, o un modo más
bien racista que cristiano de relatar la historia de la Pasión, que invita a
los niños cristianos al odio de sus condiscípulos judíos (…)
(25) André Kaspi, Jules Isaac, historiador, protagonista
del acercamiento judeocristiano,París, Plon, 2002, p. 215.
(26) Ibidem, p. 216.
(27) Ibidem, p. 232.
(28) La famosa inspiración de Juan XXIII en San Pablo Extramuros
sigue siendo un enigma. Sería interesante saber si Jules Isaac o las
organizaciones judías desempeñaron algún papel en la decisión que tomó. Se sabe
que en 1923 los cardenales desaconsejaron a Pío XI una convocatoria semejante.
El cardenal Billot había incluso predicho al Sumo Pontífice: ¿Acaso no debemos
temer que el Concilio sea "maniobrado" por los peores enemigos de la
Iglesia, los modernistas, que como los informes muestran con evidencia, se
prepararan para aprovecharse de los Estados Generales de la Iglesia (es
decir, un Concilio–n.d.t) y hacer una revolución, un nuevo 1789? Citado por Mons Tissier de Mallerais en Marcel
Lefebvre, Clovis 2002, p. 289.
(29) Edit. Du Cedre, París, 1982.
(30) Lo difundían los diarios egipcios. Ver la obra de Bea La
Iglesia y los Judíos, Cerf, 1967, y el artículo del cardenal J. Willebrands
“Contribución del cardenal Bea al movimiento ecuménico, a la libertad religiosa
y a la instauración de nuevas relaciones con el pueblo judío”, D.C. 79.(1982),
p. 199-207.
(31) Ver el artículo "Cómo los judíos cambiaron el pensamiento
católico" de Joseph Roddy en la revista Look del 25 de enero, 1966,
artículo traducido y publicado íntegramente en Le Sel de la Terre, nº
34, otoño 2000, p. 196-215. Estas líneas remiten a ese artículo.
(32) Mucho se podría escribir sobre los años de preparación del
Concilio (hombres, relaciones, redes, proyectos, publicaciones, planes,
amistades, enemistades…)
(33) Léon de Poncins, El judaísmo y el Vaticano. Tentativa
de Subversión Espiritual, edit. Saint Rémi, 2001, p. 204. El parecido
que se encuentra con las reflexiones vertidas en la declaración del episcopado
norteamericano sobre los judíos, del 13 de agosto de 2002, es algo espantoso:
"¿Deberían los cristianos invitar a los judíos a bautizarse? Es una
cuestión compleja, no sólo en términos de la autodefinición teológica
cristiana, sino también en razón de la historia de los bautismos forzados de
judíos por parte de los cristianos. En un estudio notable y siempre vigente
presentado en el sexto encuentro del Comité de Enlace Internacional
católico-judío en Venecia hace veinticinco años, el profesor Tommaso Federici
examinaba las implicancias misiológicas de Nostra Ætate sobre
bases históricas y teológicas, argumentando que en la Iglesia no debería haber
ninguna organización, del tipo que fuese, dedicada a la conversión de los
judíos." Reflexiones sobre la Alianza y la Misión, documento
publicado por el Comité del Episcopado Norteamericano para los asuntos
ecuménicos e interreligiosos, junto al Consejo Nacional de Sinagogas, donde se
afirma que la conversión de los judíos es un objetivo inaceptable. Washington,
13 de agosto, 2002.
(34) Joseph Roddy, ibidem, p. 201.
(35) Estos dos personajes eran oficialmente conversos del judaísmo.
(36) Historia del Concilio Vaticano II, obra dirigida por G.
Alberigo, París, Cerf/ Peeters, 1997, t. 1., p. 440-441.
(37) Joseph Roddy escribe: "Bea no quería que la Santa Sede o
la Liga Árabe supieran que se encontraba ahí para escuchar las preguntas sobres
las cuales los judíos aguardaban una respuesta ", ibidem. p. 202.
(38) "Los capítulos IV y V, concernientes a los judíos y a la
libertad religiosa, provocarán los debates más tempestuosos entre renovadores y
tradicionalistas. Lo que está en juego no es ni más ni menos que la renuncia,
por parte de la Iglesia, al monopolio de la única verdad." Henri Tincq, L´Étoile et la Croix. Jean-Paul
II-Israël-L´explication, París, J.C. Lattèse, 1993, p. 30. Los patriarcas
orientales defenderán valerosamente la teología de la Iglesia. Entre ellos hay
que citar al cardenal Tappouni, patriarca sirio de Antioquía, a Maximos IV,
patriarca melquita de Damasco, al patriarca copto Esteban I Sidarous y al
patriarca latino de Jerusalén.
(39) Y también Los hebreos y el Concilio, obra de un cierto
Bernardus. V. René Laurentin, La Iglesia y los Judíos en el Vaticano II,
Casterman, 1967.
(40) El deicidio a la luz del Concilio es todo un tema para
estudio. En efecto, se produjeron debates de los más vivos y apasionantes. Por
ejemplo, Bea afirma que "si bien es cierto que el Sanedrín de Jerusalén
representaba al pueblo judío, ¿habrá comprendido plenamente la divinidad de
Cristo? Si la respuesta es negativa, entonces no hubo deicidio formal".
Por su parte, el arzobispo de Palermo, cardenal Ruffini, tomará la palabra para
exclamar: "No se puede decir que los judíos son deicidas por la sencilla
razón de que no se puede matar Dios." Ver Henri Tincq, ibid, p. 36 y R.
Braun, "¿Es deicida el pueblo judío?", artículo publicado en la revista Encuentros
de Cristianos y Judíos, nº 10, suplemento, 1975, p. 54 a 71. El tema sigue
siendo de extrema actualidad por la polémica levantada alrededor de la película
de Mel Gibson The Passion, cuyo estreno se prevé para Pascua de 2004.
(41) Estos encuentros mantenidos oficialmente en secreto causaban
inquietud entre buenos obispos. Roddy revela que "fue esta suerte de
reuniones cumbres hechas bajo cuerda, lo que condujo a los conservadores a
afirmar que los judíos norteamericanos formaban el nuevo poder que actuaba a
espaldas la Iglesia", ibid. p. 206.
(42) Sobre el esquema preparatorio, comenta Henri Fesquet:
"Noventa y nueve Padres votaron negativamente, mil seiscientos cincuenta
por la afirmativa y doscientos cuarenta y dos afirmativo con reservas. Los
obispos orientales intervinieron en bloque declarando su oposición de principio
a toda declaración sobre los judíos por parte del Concilio. Con todo, el
escrutinio final recién tendrá lugar al fin de la sesión IV en 1965
", Le Monde, 27 de noviembre, 1964.
(43) Léon de Poncins, El Problema Judío frente al Concilio,
p. 7.
(44) Mons. Luigi Carli, fiel amigo de Mons. Lefebvre en el Cœtus
internationalis Patrum, publicó en su boletín diocesano de febrero, 1965,
que "los judíos de la época de Cristo y sus descendientes hasta el día de
hoy son colectivamente culpables de la muerte de Cristo."
(45) André
Chouraqui, La Reconnaissance. Le Saint-Siège, les juifs et Israël, París,
Robert Laffont, 1992, p. 200.
(46) En cursiva en el texto.
(47) Coloquio de la universidad de Friburgo, 16-20 de marzo, 1998,
sobre el tema: Judaísmo, Antijudaísmo y Cristianismo, Saint
Maurice, edit. S. Agustin, 2000, ibid, p. 129.
(48) Creador del sitio: www.chrétiens-et-juifs.org.
(49) El diálogo con la Iglesia, ¿es bueno para los judíos?,
Bruselas, sept., 1997.
(50) Paul Giniewki, Antijudaísmo cristiano. Un cambio, París,
Salvator, 1993, p. 506. La lectura de esta obra se impone a todo el que quiera
comprender los acontecimientos a la luz de la lucha entre la Iglesia y la
sinagoga.
(51) En una intervención ante el Congreso Judío Europeo celebrado
en París, 2002, el cardenal Lustiger supo resumir admirablemente la historia de
las relaciones judeocristianas entre 1945 y 1965: "Los signatarios de
Seelisberg se tomaron su tiempo, Jules Isaac golpeó a la puerta y el
ConcilioVaticano II la abrió a través de la declaración Nostra Aetate. "
Difícilmente se podría sintetizar mejor. La Promesa, ibid, p. 187.
(52) Cardenal Lustiger, ibid., p. 187.
(53) La expresión pertenece a Lustiger, en un discurso pronunciado
en la sinagoga de Nueva York: "La Iglesia condensó esta toma de
conciencia en la declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano II, y
desde hace treinta años, dio lugar a numerosas tomas de posición,
particularmente bajo impulso del papa Juan Pablo II. Pero esta nueva
comprensión aún debe transformar a fondo los prejuicios, las ideas
de tantos pueblos pertenecientes al espacio cristiano, cuyo corazón
todavía no está purificado por el Espíritu del Mesías”, ibid. ¿Qué es este
“Espíritu del Mesías”?
(54) F. Lovsky, El reino dividido: judíos y cristianos. Ed. San
Pablo, 1987.
(55) Las revistas Istina y Sens reprodujeron
ampliamente los debates y los nuevos datos teológicos. Ver, entre otros, Ensayo
de programa para una teología después de Auschwitz, de Franz Mussner,
Istina, nº 36,.1991, p. 346-351.
(56) Ver "Católicos y judíos: una nueva visión. Notas de la
comisión vaticana para las relaciones con el judaísmo", DC 82 (1985), p.
733-738. Ver también: "Discurso de Juan Pablo II a los delegados de las
conferencias episcopales para las relaciones con el judaísmo”, CD 1827 (4 de
abril, 1982), p. 339-340.
(57) Ver el sitio del Servicio de Informes de Documentación
Judía y Cristiana. La portada presenta el sitio así: “¿Qué es el
S.I.D.I.C.? Un organismo católico animado por las hermanas de Notre-Dame de
Sión. ¿Su objetivo? Trasladar a la vida de los cristianos las
directivas del Concilio Vaticano II sobre las relaciones de la Iglesia y el
pueblo judío. ¿A quiénes se dirige? A todo cristiano deseoso
de profundizar su fe hasta sus raíces judías, de luchar contra el
antisemitismo, de conocer y reconocer a su hermano judío.” ¿Dónde está el
espíritu católico de los hermanos Ratisbona, que querían ganar a los judíos
para Cristo redentor?
(58) Reflexiones sobre la Alianza y la Misión, documento
publicado por la Comisión del Episcopado Norteamericano para Asuntos Ecuménicos
e Interreligiosos y el Consejo Nacional de Sinagogas, afirmando que la
conversión de los judíos constituye un objetivo inaceptable, Washington, 13 de
agosto, 2002.
(59) Paul Giniewski, Antijudaísmo Cristiano. Un
cambio, París, Salvator, 1993, p. 391. Las citas que siguen se extraen de esta
obra.
(60) R. Padre Jean Dujardin, intervención durante un
"Encuentro de jóvenes”, marzo, 1998, revista Sens, nº 12, p.
533.
(61) Alain Marchandour, intervención en el coloquio Juicio
a Jesús, ¿juicio a los judíos?, noviembre, 1996, Cerf, 1998, p. 11.
(62) Charles Perrot, “La situación religiosa de Israel según
Pablo”, en Juicio a Jesús, ¿juicio a los judíos”, ibid., p.
134-136.
(63) Le Nouvel Observateur, 22-28 de febrero, 1998, p. 110.
(64) La relación de estas jornadas se encuentra en el sitio de las
Hermanas de Notre-Dame de Sión. Los segundos encuentros europeos entre judíos y
católicos tuvieron lugar en París, el 11 y 12 de marzo de 2003.
(65) DC 1985, 733-738.
(66) Discurso de Juan Pablo II a la sinagoga de Roma, en Judíos
y Cristianos, París, Cerf, 1986, p. 54-55. Ver DC 1986, 433-439. El
grave problema reside en el aprecio manifestado a judíos infieles, que no han
reconocido a Jesucristo como Mesías, ni a la Iglesia Católica como única arca
de salvación.
(67) Declaración de los Sabios Judíos Norteamericanos, septiembre,
2000. Ver el sitiowww.chrétiens-et-juifs.org. André Paul, biblista y
teólogo, parece rechazar el "sionismo” del cardenal Lustiger (La Promesa):
"Al galope de patéticas exégesis, donde se da rienda suelta a un lenguaje
estereotipado a la manera de una gnosis judeocristiana, se suceden invitaciones
–¡cuán encomiables!- al “conocimiento recíproco” (p. 189) de judíos y
cristianos, pero es para afirmar, sin rodeos esta vez, que el sionismo político
establecido en 1948 es algo “necesario” (p. 182), más aún, que es un don de
Dios.” L´Express, nº 2683, 5-11 de diciembre, 2002, p. 96.
Para los judíos, su presencia en la Tierra Santa reviste obviamente un carácter
teológico. Por lo que hace a la reconstrucción del Templo, el proyecto avanza
bien.
(68) Paul
Giniewski, Antijudaísmo Cristiano. Un cambio, ibid.
(69) París, edit. Biblieurope & F.S.J.U., 2002. Si el pueblo judío es un
pueblo de “sacerdotes", ¿qué sucede con el sacerdote católico, alter
Christus, en esta nueva teología? ¿No debe desaparecer? ¿Deberá cambiar su
naturaleza? Sabemos que Satanás siempre aborreció el Santo Sacrificio de la
Misa y que por todos los medios pretende erradicar el sacerdocio y el
Sacrificio de la Nueva Alianza. En 1988 sufrió una derrota: Mons. Lefebvre
salvó el episcopado y el sacerdocio por la consagración de verdaderos obispos
católicos, los únicos que pueden ordenar verdaderos sacerdotes católicos. El
sacrificio redentor podrá perpetuarse y seguir salvando las almas.
(70) Ver lo que André Chouraqui pedía ocho años antes (1992) en un
capítulo titulado “Por un gran perdón universal”: “Algunos cristianos desearían
que la Iglesia Católica organizara una ceremonia solemne de expiación y un
pedido de perdón por los crímenes, injurias y daños causados por los cristianos
directa o indirectamente a los judíos”, ibid, p. 214. Ver también Frère
Johanan, Judíos y Cristianos, de ayer al mañana, Cerf, 1990,
p. 56: "Por desgracia, el balance general de la actitud de los cristianos
frente a judíos a lo largo de la historia es tremendo. La Iglesia Católica
tiene el deber grave y urgente de expresar pública y oficialmente su
profundo pesar por todo el mal cuya causa principal radica en la
enseñanza cristiana.” Chouraqui revela: “Este pedido de perdón fue sugerido
desde 1945 por voces autorizadas, en particular, por Jacques Maritain, Paul
Claudel y más recientemente, el cardenal Etchegaray”, ibid p. 214.
(71) Cfr. estudio de Michel Feretti, La Iglesia y la
Inquisición, edit. Saint-Rémi, 2001. Los mitos y leyendas negras sobre
la Inquisición ya no tienen curso entre los historiadores. De Bennassar a
Testas, la universidad ha producido trabajos serios sobre el tema. Pero esta
verdad histórica dista mucho de ser conocida o admitida por el mundo mediático
(incluidos los manuales escolares). De ahí la utilidad de la obra Michel
Feretti, que ofrece una síntesis clara y bien informada. Feretti restablece
verdades mal conocidas y rompe con ciertos "mitos" (Yves Chiron, Présent,
29 de diciembre, 2001).
(72) La foto figura en la cubierta de muchas obras, también en las
del cardenal Lustiger. Los autores y los editores comprendieron todo el
simbolismo de este gesto.
(73) Para los que quieren profundizar, v. Abraham Livni, El regreso
de Israel y la Esperanza del Mundo, ed. de la Rocque, colección Hatsour, 1984.
Paul Giniewski, Los Cómplices de Dios. Definición y Misión de Israel,
Neuchàtel, edit Baconnière, 1963.
(74) “El mundo no funciona bien sino cuando es noáquida”, Gérar
Haddad durante una emisión de Judaïca, 21 de septiembre, 1996.
(75) Página cuarta de un estudio publicado en internet
titulado: Le Noachisme et les Sectes Ocultes. Estudios
biblio-coránicos en www.le-carrefour-de-lislam.com No consta el
nombre del autor. Ver también: Actas del Coloquio Internacional celebrado el
10-11 de septiembre, 2000, en Livorno bajo el alto patrocinio del Presidente de
la República italiana con motivo del centenario de la muerte de Elías
Benamozegh. Coloquio presentado por Alessandro Guetta.
(76) Ver Elías Benamozegh, Israël et l´Humanité, París,
Albin Michel, 1961. Lamentablemente, la edición está expurgada. Un sitio creado
recientemente sobre Benamozegh y su obra –http://www.benamozegh.info/Benamozegh.html- permite acceder
gratuitamente a la obra integral de Israel et l´Humanité, reimpreso en 1914. El
prólogo de Hyacinthe Loyson es ilustrativo.
(77) Gérard Haddad, “Aimé Pallière y la verdadera religión"
en Histoire, nº 3, noviembre, 1979.
(78) Para muchos autores judíos, San Pablo es un gran traidor
porque rechazó los judaizantes para inventar el cristianismo,
llamado con desprecio paulinismo. Ver Shmuel Trigano, L´E(xc)lu
entre Juifs et Chrétiens, París, Denoël, 2003, c. 4, par. 2: El paulinismo,
obstáculo para el diálogo judeocristiano (p. 157).
(79) El noaquismo no parece estar reservado sólo "al espacio
cristiano”. Los musulmanes siguen con interés este cambio de la religión
católica. Se puede leer el estudio que redactaron titulado El Noaquismo y las
Sectas Ocultas, ibid.
(80) “La dirección tomada por el diálogo judeocristiano es
irreversible. Se inscribe en el movimiento de una humanidad que se unifica,
aunque sea al precio de rupturas.” Lustiger, Nouvelle Revue Thélogique, ibid
p. 542.
(81) L´Arche, mensual del judaísmo francés,
nº 538, diciembre 2002, p. 107.
(82) Hans Küng podría figurar en la lista. Ver su muy importante libro Judaísmo,
París, Seuil, 1995. Otro tanto Teilhard de Chardin. Consultar la obra del Padre
Julio Meinvielle, De la Cábala al Progresismo (traducción
francesa de 1998). (Nota del autor del artículo.)
(83) “B´nai B´rith: asociación fraterna judía fundada en los
Estados Unidos en 1843. B´nai B´rith significa en hebreo hijos de la alianza.
El objetivo de esta agrupación se orienta a mantener la tradición y la cultura
judías, y luchar contra el antisemitismo (...) Los miembros reciben el
apelativo de “hermanos”, reciben una iniciación y se reúnen en logias (...)” (Dictionnaire Universel de la maçonnerie, Evry,
Presses Universitaires de France, 1987.)
(84) Bastardilla por Le Sel de la Terre.
(85) Bastardilla por Le Sel de la Terre.
(86) Bastardilla por Le Sel de la Terre.
(87) Este es el único pasaje que Mons. Doré puede citar para intentar
colocar en contradicción la enseñanza tradicional de la Iglesia con la Biblia.
Se guarda muy bien de suministrar la cita precisa (Romanos 11, 29). ¿Acaso teme
que la lectura del contexto permita a los lectores darse cuenta que él la toma
en un sentido totalmente contrario? En efecto, tres versículos más arriba San
Pablo acaba de decir que “el endurecimiento ha venido sobre una parte
de Israel hasta que la plenitud de los gentiles haya entrado.” La
iglesia conciliar es campeona en el arte de trabucar las Santas Escrituras
(NDLR –Le Sel de la Terre)
(88) La nueva teología no habla jamás de la “antigua
Alianza”. Ha sustituido esta expresión tradicional por aquella otra
de “primera Alianza.” El cambio no es inocente, pues de trata
precisamente de hacer creer que la alianza del Sinaí no ha sido reemplazada por
la del Gólgota (NDLR-Le Sel de la Terre.)
(89) Caín, el primogénito, en quien los Padres de la Iglesia
siempre vieron una imagen de la sinagoga, se transforma para Mons. Doré en
figura del pueblo cristiano que persigue a los judíos. Todo el esfuerzo
teológico del arzobispo de Estrasburgo parece apuntar a invertir radicalmente
la enseñanza tradicional (NDLR-Le Sel de la Terre.)
(90) Noticia difundida por la agencia Zenit (ZS04011605) en lengua
española.
(91) Recuérdese que los VII Mandamientos de Noé (noaquismo) es el
mínimo común denominador de las tres religiones monoteístas...
(92) Agencia Zenit (ZS04011604) en lengua española.
(93) Relación de la noticia difundida por la agencia Zenit
(ZS04011901) en lengua española, con agregados, en tipografía diferente, de lo
que apareció al respecto en lengua francesa (Z 04011603) y omitidos en aquélla.
(94) Zenit ZS04012709.