Cumplimos aquí con la tercera entrega
de las notas sobre los escritos del Cardenal Louis Billot
comentadas por Monseñor Richard Williamson
Español - Número CCCXXXVIII (338) 4 de enero, 2014
Los líderes actuales de la Fraternidad San Pio X están
trabajando constantemente y astutamente para insertarla en el armazón de la
Iglesia oficial, la cual está constantemente y astutamente adelantando a
empujones las ideas Revolucionarias y Conciliares de libertad (libertad
religiosa), igualdad (colegialidad) y fraternidad (ecumenismo). A pesar de
ello, estos líderes seguramente toman en serio al Cardenal Billot. Ellos
deberían meditar en las reflexiones que él hace sobre nuestra Quinta Edad de la
Iglesia que se siguen de su exposición de las Siete Iglesias en el Epílogo del
primer volumen de su celebrado Tratado de la Iglesia de Cristo. Aquí están
algunas de esas reflexiones traducidas y adaptadas libremente del latín:
“Nuestra propia edad sería entonces la Quinta Edad, la Edad
de la deserción, la apostasía y el liberalismo, que viene entre el fin del
Sacro Imperio Romano y lo que San Pablo llama una “vida de entre muertos” (Rom.
XI, 15). ¡Que así sea! Ello nos da a todos en medio de nuestras tan muchas y
tan grandes tribulaciones de hoy en día (El Cardenal escribió esto en 1927 -
¿Qué hubiera escrito en el 2013?) esperanza para una restauración futura y
–perdonen la expresión- Contra-revolución. Ya hoy en día muchos líderes
científicos, políticos y economistas están reconociendo y admitiendo con
libertad cuán envenenados están los frutos de la Revolución Francesa de 1789
que proclamó que la única y sola fuente de todos los males del mundo fue el
desdén de los “derechos del hombre”. ¡Qué frivolidad! ¡Qué tontería! ¡Qué
estupidez!
“La libertad de los Revolucionarios resulta en la tiranía de
los fuertes sobre los débiles, su igualdad resulta en unos pocos millonarios
enseñoreándose aún más sobre las personas (¡uno piensa en Wall Street, 2013!),
su fraternidad resulta en conflictos internos y un odio implacable de clases.
Algunas personas hacen esto, mientras que muchos no ven el carácter
esencialmente diabólico de la Revolución. Sin embargo, aquellos que van más
allá de la superficie ven que la cuestión religiosa subyace en todas las
cuestiones que actualmente agitan a la humanidad: que la plaga del liberalismo
político y económico se origina en el liberalismo ateo y anti-Cristiano expuesto
arriba, que el orden social de ninguna manera puede ser restaurado a menos que
los principios de la Iglesia una vez más dirijan la vida pública.
“¡Que este reconocimiento de la teoría conlleve frutos
prácticos! De todo corazón, clamamos por tal restauración, sabiendo como las
leyes paganas bajo las cuales vivimos hoy en día pueden aún permitir a los
individuos ser Cristianos (en el 2013, ¿Por cuánto tiempo más?), pero hacen que
una sociedad Cristiana sea del todo imposible. Por consiguiente, buscamos sobre
todo el Reino de Dios y su justicia sin despreciar el resto que nos será
agregado (cf. Mat. VI, 33). Dice San Pablo, ‘la piedad es útil para todo’. Así
mismo lo es la influencia de la Iglesia ‘teniendo la promesa de la vida
presente y de la venidera’” (cf. I Tim. IV, 8).
No es difícil ver aquí como el Cardenal no fue una de las
muchas almas que él menciona que no ven a través del falso “glamour” del mundo
moderno. Muy por el contrario, su firme asidero de la doctrina católica le
permite describir nuestros propios tiempos, casi un siglo más tarde.
¡Cuartel General de la FSPX! Despertad de vuestro tonto sueño
de convertir a los liberales que ahora controlan la Iglesia y parad de
pretender con un flujo de Declaraciones ambiguas que vosotros estáis aún defendiendo
la Tradición. Vuestras acciones prueban lo contrario y ¡las acciones hablan más
que las palabras en Declaraciones! “Se os tiene por vivientes, pero estáis
muertos. Poneos alerta y consolidad lo restante, que está a punto de morir.
Recordad, pues, tal como recibisteis y oísteis del Arzobispo, y ponedlo en
práctica y arrepentíos.
Kyrie
eleison.