Queridos
fieles:
En esta nuestra lucha, “Lucha de los Finales de la
Historia”, si algo abunda, y parece que nunca deja de crecer ni de
aumentar, es EL ESTADO DE CONFUSIÓN. Confusión en esta crisis de
la Iglesia; confusión en lo tocante a la falsa religión y a la
falsa iglesia que han creado con el Concilio Vaticano II; confusión
frente a tantos puntos relacionados con lo anterior. También:
Confusión sobre las tácticas y lo que está haciendo Mons. Fellay,
quien –creo- terminará de destruir la Fraternidad San Pío X. Sin
duda que en Fraternidad San Pío X hay todavía muchos sacerdotes
buenos, pero el riesgo es que, con el tiempo y con “el movimiento
general” (manejado por Mons. Fellay), la realidad de las cosas “se
los termine comiendo”, el riesgo es que la marea “se los termine
comiendo”. De igual manera ocurrió durante el Concilio y en el
post Concilio, donde tantos sacerdotes y obispos buenos veían los
problemas, pero al no tomar ciertas decisiones, finalmente “fueron
comidos” por la Religión Conciliar, por la Iglesia Conciliar, y
así quedaron. De allí la necesidad de reaccionar. Ojalá muchos de
estos sacerdotes se decidan a resistir públicamente a Mons. Fellay
y a “su grupo”. Quería tocar, entonces, varios puntos
relacionados con todo lo que implica esta falsa Iglesia del Concilio
Vaticano II. El tema es bastante extenso (sepan tener paciencia); y
creo que pedirá más de un sermón, ya veremos qué hacemos.
Últimamente,
entre tantas cosas que se publican y se comentan, no faltan
afirmaciones de que Mons. Lefebvre siempre vio a Roma como “el
centro de la unidad”, que él realizó grandes esfuerzos para
evitar la acusación de cisma manteniendo contacto con las
autoridades romanas. Hablar o publicar de la libertad para el rito
de la Misa Tridentina y del (sic) levantamiento de las excomuniones,
y decir que ¡“Roma accedió a esta petición”!, y que así
Benedicto XVI publicó el Summorum Pontificum y levantó las
excomuniones (¿cómo puede ser que se diga algo así?). También
hablar de “un retorno a un estatus jurídico normal”, que es lo
mismo que dice Mons. Fellay, y eso es hacer un ACUERDO, pero
–agregan- que ahora no es “el momento” (¿lo haremos más
adelante?). Afirmar y publicar cosas así hace daño. Y con este
tipo de cosas siempre “se sigue”, “y se sigue”, “y se
sigue”, aumentando LA CONFUSIÓN entre nuestros fieles. Dios mío,
¡qué tema éste de la confusión reinante!, parece que nunca
acabará.
( 1. Monseñor
Lefebvre: Roma, el centro de la unidad:
Evidentemente que Mons.
Lefebvre, y todo católico debe ver en Roma el centro de la unidad.
Pero evidentemente también, que eso se refiere a la verdadera Roma,
no a la falsa Roma que han creado con el Concilio Vaticano II. Esta
falsa Roma actual, si algo no es, es casualmente eso, “ser centro
de la unidad”. La falsa Roma actual es todo lo contrario al centro
de la unidad católica. En todo caso, la falsa Roma actual es el
centro de la Religión Mundial para el Gobierno Mundial del
Anticristo.
La Santísima Virgen en La Sallete dijo (año 1846):
“Roma perderá la Fe, y se convertirá en la Sede del Anticristo”.
Escuchemos cómo se expresaba Mons. Lefebvre al final de su vida
sobre la falsa Roma actual. Es una lástima que nosotros los
sacerdotes (y también los fieles) tan fácilmente olvidemos lo que
decía Mons. Lefebvre: “Pienso que cuanto más se avanza, es más
abominable. Siempre he rezado mucho para que Nuestro Señor nos
muestre el retorno de Roma a la Tradición o, por el contrario, que
se agrave el alejamiento de Roma de la Tradición a fin de que esto
sea claro. (…) Pienso que podemos hablar de descristianización y
que estas personas que ocupan Roma hoy son anticristos.
He dicho anticristos, como lo describe San Juan en su primera Carta:
“ya el Anticristo hace estragos en nuestro tiempo”. El
Anticristo, los anticristos, ellos lo son, es absolutamente cierto.
Yo le dije al Cardenal Ratzinger: “Nosotros estamos en todo por
Cristo y ellos están contra Cristo. ¿Cómo quiere que podamos
entendernos?” (…) Estoy íntimamente persuadido de que nosotros
no sabemos ni la mitad de lo que sucede en Roma: y si ya estamos
escandalizados por la mitad que conocemos, es necesario pensar en la
otra mitad. Si conociéramos todo, estaríamos espantados.
Verdaderamente nosotros tratamos con una increíble mafia, ligada
ciertamente con la masonería. (…) Ellos no están ya dentro de la
Iglesia Católica” (extractos de una conferencia en el Retiro
sacerdotal en Ecône, el 14 de septiembre de 1987; ¿qué nos diría
hoy Monseñor Lefebvre de la Roma actual con Francisco a la
cabeza?). Mons. Lefebvre llegó a llamar a la Roma actual, a la
falsa Roma, como “la Roma liberal, modernista y anticristo”, la
Roma anticristo (esto no es un invento, es literal en Mons.
Lefebvre). Son palabras que tan fácilmente olvidamos todos. Además,
éstas en particular, fueron dichas en un momento importantísimo de
su vida: Un día antes de consagrar a los cuatro obispos y en la
carta que les escribió a ellos. Escuchemos: (29 de agosto de 1987,
Carta a los futuros cuatro obispos) “Queridos amigos: Puesto que
la Sede de Pedro y los puestos de autoridad de Roma están ocupados
por anticristos, la destrucción del Reinado de Nuestro Señor
prosigue rápidamente dentro mismo de su Cuerpo Místico en esta
tierra, especialmente por la corrupción de la Santa Misa… (…)
La corrupción de la Santa Misa ha provocado la corrupción del
sacerdocio y la decadencia universal de la Fe en la divinidad de
Nuestro Señor Jesucristo. (…) (nota: esta lucha) nos ha valido la
persecución de la Roma anticristo.
Puesto
que esta Roma, modernista y liberal, prosigue su obra destructora
del Reinado de Nuestro Señor, como lo prueban Asís y la
confirmación de las tesis liberales del Vaticano II sobre la
libertad religiosa, me veo obligado por la Divina Providencia a
transmitir la gracia del episcopado católico que yo he recibido,
con el fin de que la Iglesia y el sacerdocio católico sigan
subsistiendo, para la gloria de Dios y para la salvación de las
almas. (…) sean mi consuelo en Cristo Jesús, manténganse firmes
en la Fe, en el verdadero sacrificio de la Misa y en el verdadero
sacerdocio de Nuestro Señor, por el triunfo y la gloria de Jesús
en el cielo y en la tierra, por la salvación de las almas y por la
salvación de mi alma. (…)”.
( 2. Monseñor
Lefebvre:) Con el Concilio, han creado una nueva falsa religión y
una falsa iglesia, “la Iglesia del Concilio Vaticano II” o
“Iglesia Conciliar”. Escuchemos a Mons. Lefebvre sobre esto: “La
Iglesia Conciliar, estando extendida universalmente, difunde errores
contrarios a la Fe Católica, y en razón de estos errores ha
corrompido las fuentes de la gracia que son el Santo Sacrificio de
la Misa y los Sacramentos. Esta falsa Iglesia está en ruptura cada
vez más profunda con la Iglesia Católica” (carta a Mons. De
Castro Mayer, 4 de diciembre de 1990). “La iglesia que afirma
semejantes errores, es a la vez cismática y herética. Esta Iglesia
Conciliar no es, por lo tanto, católica. En la medida en que el
papa, los obispos, sacerdotes o fieles se adhieran a esta nueva
Iglesia, ellos se separan de la Iglesia Católica. (…) El pedido
de Su Excelencia Mons. Benelli es, por lo tanto, esclarecedor:
sumisión a la Iglesia del Vaticano II, a la iglesia cismática”.
(algunas reflexiones respecto de la “suspensio a divinis”, 29 de
julio de 1976).
“ Nosotros
nos veremos cada vez más obligados a actuar considerando esta nueva
Iglesia Conciliar como no siendo ya católica” (carta a Jean
Madiran, 29 de enero de 1986). O esta otra afirmación, muy
terminante, de Mons. Lefebvre, dada hacia el final de su vida, en
una conferencia en el Seminario de Suiza: “Se terminó. Ellos ya
no son de nuestra religión. Se terminó, ellos ya no son
católicos…” (conferencia, Ecône, 28 de octubre de 1985).
( 3. Monseñor
Lefebvre:) Y en este “seguir sembrando confusión” por lo que se
afirma o se publica (no juzgamos intenciones, decimos sólo lo que
ocurre: la confusión siempre aumentada), sobre ese mantener
contactos con la falsa Roma, para no ser acusados de cisma, sin
aclarar un antes y un después en Mons. Lefebvre, todo ello confunde
más a nuestros fieles: Ese seguir yendo a la falsa Roma, ese ir a
“esa” Roma; ese buscar “un status jurídico normal” en la
falsa Iglesia del Vaticano II. Todo esto confunde más y aumenta la
confusión: Primero porque “ellos” (Francisco y compañía) son
los cismáticos. Ellos son los cismáticos al romper con todo el
pasado católico y con todos los Papas de la Iglesia Católica, por
abandonar la Doctrina Católica.
Por
esto mismo, esa falsa Iglesia es una iglesia cismática y no es la
Iglesia Católica. Para ilustrar esto, además de las citas recién
leídas, escuchemos otras de Mons. Lefebvre: «Esta apostasía
(nota: de la falsa Iglesia Conciliar) convierte a estos miembros en
adúlteros, en cismáticos opuestos a toda la Tradición, en ruptura
con la Iglesia del pasado…» (Itinéraire Spirituel, p. 70). «Este
Concilio representa, tanto a los ojos de las autoridades romanas
como a los nuestros, una nueva Iglesia a la cual por otra parte
llaman la Iglesia Conciliar. (…) (nota: el Concilio) al dar la
espalda a la Tradición y al romper con la Iglesia del pasado, es un
Concilio cismático. (…) Todos los que cooperan en la aplicación
de este trastocamiento, aceptan y adhieren a la nueva Iglesia
Conciliar… entran en el cisma. (…) ¿Cómo podríamos nosotros
por una obediencia servil y ciega, hacerle el juego a esos
cismáticos que nos piden que colaboremos en su empresa de
destrucción de la Iglesia?» (Un Évèque Parle, pp. 97-98).
Todo
esto confunde más y aumenta la confusión: Segundo porque aquello
de “ir a la falsa Roma”, de seguir yendo y hacer diálogos,
tratativas, “intentar convertirlos”, ese buscar “un status
jurídico” en la falsa Iglesia, se ha mostrado, ¡hasta el
cansancio!, absolutamente imprudente y destructor de lo poco que va
quedando para luchar contra esta nueva Religión del Concilio. Nueve
o diez congregaciones similares a la nuestra han caído ya con esa
política de diálogos y reuniones con la falsa Roma. Mons. Fellay
está a punto de terminar de destruir nuestra Congregación, la
Fraternidad San Pío X, con esa misma política de “ir a Roma”
(a la falsa Roma, evidentemente). Uno se pregunta, “¿hasta
cuándo?, ya es hora de aprender de la experiencia”. Pero no:
Seguimos con aquello de ir a Roma (la falsa), seguimos con “el
status canónico”, etc. ¿Cómo manejar esto? “Ser lo que
siempre hemos sido: Católicos que continúan. Es todo” (así dijo
Mons. Lefebvre), y Dios nos muestra, y nos ha mostrado, que ése es
el camino (también así enseñaba Mons. Lefebvre). Hay que decir a
Francisco: “Mire, sabe, no haremos tratativas, no haremos
reuniones, diálogos. Cuando usted vuelva al Catolicismo… ya no
existirá ningún problema, automáticamente todos estaremos bien,
todos estaremos en el Catolicismo cuando ustedes vuelvan”. Ellos
se han ido del Catolicismo, de donde nosotros nunca hemos salimos.
Ojalá que Francisco se convierta (pero tengo la impresión de que
Cristo vendrá antes de eso). Mientras tanto seguir, dar testimonio
la Fe Católica, manifestar el Catolicismo, tratar de vivir como
buenos católicos. Escuchemos palabras de Mons. Lefebvre
relacionadas con ir a Roma, con un acuerdo, etc: “hay quienes
estarían dispuestos a sacrificar, yo diría, el combate de la Fe
diciendo: ¡Reentremos primero en la Iglesia! (nota: se entiende: en
la falsa Iglesia, pues nunca nos hemos ido de la verdadera Iglesia
Católica)… una vez que estemos en el interior, ustedes van a ver,
podremos combatir, podremos hacer esto, podremos hacer aquéllo…
¡Es absolutamente falso! (…) Lo que nos interesa por principio,
es mantener la Fe Católica. Ése es nuestro combate. Entonces, la
cuestión canónica… es secundaria” (conferencia a los
seminaristas de Ecône, 21 de diciembre de 1984). “Aunque las
mentiras de la Roma Conciliar sean tantas veces confirmadas por los
hechos, su juego (nota: su juego de hacer un acuerdo, de ofrecer un
acuerdo) vale la pena pues siempre hay quien muerda el anzuelo”
(carta a los sacerdotes luego de la salida de algunos seminaristas
del Seminario de Argentina, Cor Unum, 16 de julio de 1989). “Se
terminó, he comprendido. Nos quieren embaucar, se terminó, es el
fin… están jugando con nosotros… Es inútil continuar. Estamos
completamente opuestos uno al otro” (conferencia de prensa en
Ecône, 15 de junio de 1988).
(Conclusión:
La Segunda Venida de Cristo)
Para terminar: ¿Quién arregla todo
esto? Humanamente, ya nadie lo puede arreglar. Nuestros tiempos son
los del Apocalipsis. Dios Nuestro Señor Jesucristo con su Segunda
Venida es el único que puede solucionar esto. Ya no hay solución
humana. Y la Parusía, y el triunfo de Cristo, será también el
triunfo de su madre, de la Santísima Virgen María y de su
Inmaculado Corazón. El católico debe esperar, desear, pedir y amar
esta Segunda Venida. ¿Qué hacer mientras tanto? Guardar la Fe, que
es el punto de partida para la salvación (la Fe implica las
Verdades de Dios, la Doctrina Católica). Y practicar “el fruto de
la Fe”, que es la Caridad, amor a Dios demostrado con el amor al
prójimo, a los seres queridos y a los desconocidos (lo cual,
confesamos, hemos fallado algunas veces). Y así, luchar con estas
consignas hasta el final. Como lo decía el Padre Castellani en esta
“tan-pero-tan” bella poesía, “No haga nada”:
Padre
Leonardo Castellani, “NO HAGO NADA”
Corazón,
tente en pie sin doblegarte de la injusta opresión a la insolencia;
aunque
estoy loco, tengo yo mi arte: "Nam furor saepe fit laesa
patientia".
Luchando
sin más armas que mi triste corazón
contra
el mal peor que existe ¿no hago yo nada?
Lucho,
sangro y no caigo al suelo.
No
hago mucho, pero hago más de lo que puedo...
Centinela
aterido,
no
dejo sospechar que estoy herido,
ni
dejo conocer que tengo miedo...
Herido,
helado, aguanto la bandera;
no
deserto la inhóspita trinchera.
Y
aunque sé que la muerte me ha podido,
estoy
de pie y estoy ante ella erguido,
marcando
el SOS de la brega a un auxilio
que
no me llegará sino un momento tarde,
si
es que llega,
y
que muerto de pie me encontrará...
La
otra mitad la hará sobre mi tumba otro infeliz, después que yo
sucumba...
¡Corazón!,
¡tu mitad se ha hecho ya!
Publicado
por El ariete católico el martes,
26 de mayo de 2015.