Comentarios Eleison
Por Su Excelencia
Monseñor Richard Williamson
Número CDXXXII (432)
24 de octubre de 2015
Monseñor Richard Williamson |
La Ley de Dios pertenece a Dios y no al hombre.
Esté con Cristo, obedezca lo mejor que logre.
Cuando la reunión de tres semanas de los obispos católicos
de todo el mundo se abrió en Roma el 4 de Octubre para discutir cuestiones sobre
la familia, muchos Católicos temieron que socavaría la doctrina moral inmutable
de la Iglesia, especialmente dado que el Papa Francisco está tan decidido a
comunicarse con el inmoral hombre moderno. Sin embargo, los Católicos con
mentalidad tradicional han sido animados por la emergencia, antes y durante el
Sínodo, de sustancial resistencia por parte de unos prelados de la Neo-Iglesia
a cualquier socavamiento. Solamente mañana se conocerán los resultados del
Sínodo, pero algunas cosas son claras al margen de lo que esos resultados
puedan ser.
En primer lugar, que nadie diga que no hay nada católico que
quede en la Iglesia Católica oficial. El Conciliarismo puede bien haber
infectado la fe y la moralidad de muchos, aún de la mayoría de sus prelados,
pero reclamar que todos son totalmente corruptos es injusto y una
sobresimplificación. Está claro que un número de ellos están haciendo lo mejor
que pueden para defender la ley moral de Dios.
En segundo lugar, sin embargo, estos (en este respecto)
buenos prelados están luchando desde una posición débil porque el dogma es el
fundamento de la moralidad, y con el Vaticano II la Neo-Iglesia abandonó el
dogma. El dogma fundamenta la moralidad porque, por ejemplo, si Dios, Cielo e
Infierno (dogma) no existen, entonces, ¿por qué debería yo obedecer a los Diez
Mandamientos (moralidad)? Y, el Vaticano II con su Declaración sobre la Libertad
Religiosa destrozó al dogma porque si, tal como es allí enseñado, un Estado
debe reconocer el derecho de todos sus ciudadanos a practicar en público la
religión de su elección de ellos, entonces Jesucristo no puede ser Dios. Esto
porque si Él lo es, entonces el Estado, proviniendo tanto de Dios como todos
los hombres que lo componen provienen de Dios, no puede otorgar tal derecho a
religiones que niegan que Él sea Dios, y si el Estado otorga tal derecho, eso
es implícitamente negar que Jesús sea Dios. Así, 50 años antes del Sínodo, el
Vaticano II socavó por adelantado a todos los subsecuentes defensores de la
moralidad cristiana, al margen de cuán decentes estos hombres puedan ser, a
menos que ellos repudien al Vaticano II.
Es por eso que, en tercer lugar, como John Vennari argumenta
(uno no necesita estar de acuerdo con todo lo que él dice), el truco esencial
de aquellos que buscan en el Sínodo cambiar la moralidad católica ha sido la
“vuelta hacia el hombre” subyaciendo todo lo del Vaticano II. Aquí está el
truco: “La Iglesia de Dios es para el hombre. Verdad es, Dios no puede cambiar,
pero Su Ley debe ser para el hombre, y la Ley de ayer no es más para el hombre
de hoy. Por consiguiente, esa Ley debe ser adaptada a los tiempos modernos”.
Sin embargo, la Iglesia católica fue comprada con la Sangre de Cristo no para
derribar a Dios al nivel del hombre, sino para elevar al hombre a Dios, y para
proveerle a través de Cristo con los medios para ser así elevado.
Y, en cuarto lugar, como dice Michael Voris (uno no necesita
estar de acuerdo con todo lo que él dice), el Sínodo ha estado lleno de
“balbuceos de obispos”. Esto es así porque muchos Neo-Obispos nunca habrán sido
apropiadamente enseñados en la doctrina católica. Además han podido bien aprender
que no hay tal cosa como verdad inmutable. Gracias al Vaticano II sus mentes de
ellos están a la deriva entre la moralidad y la anti-moralidad de todas las
religiones del mundo. No es de sorprender si sus mentes están sin rumbo, y si
de sus bocas salen balbuceos.
Y, en quinto lugar, como un honorable colega de la
Fraternidad San Pío X dice (él ha sido criticado anteriormente en estos
“Comentarios”), aún si el Sínodo fuera a cerrar mañana con conclusiones
enteramente católicas, todavía la ley moral de Dios habrá sido socavada por el
mero hecho de haber sido cuestionada en puntos principales por mucho tiempo,
oficialmente y en público. Más aún, este Sínodo parece seguro que reposa aún
verdaderas conclusiones no en la verdad objetiva de ellas sino en el voto de
los obispos, de manera que los liberales podrán retornar el año próximo o el
siguiente año para un voto luego del otro, hasta que finalmente obtengan lo que
desean. A ellos hoy pertenece el juego del voto.
Kyrie eleison.