P. Nansenet, prior de Gavrus
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FUENTE (Extracto. Hemos destacado ciertas partes con
negrita)
Estaba en Roma, en la plaza de San Pedro, el 4 de agosto por la tarde.
Ya había acudido en la mañana para implorar al príncipe de los apóstoles pero,
en razón de mucho tiempo de espera, este proyecto fracasó.
Un poco decepcionado, me detuve en una exposición
temporal, frente al brazo izquierdo de la columnata de Bernini. La exposición
estaba anunciada con una pancarta gigante colgada en la pared: "Juan
Pablo II y los Judíos: Una bendición mutua”. No me parece que la prensa
tradicionalista le haya hecho eco. Sin embargo, es un logro notable en términos
técnicos, las subvenciones de diversas instituciones académicas no han faltado.
Salí muy instruido ¡e… indignado!
A las autoridades conciliares les encanta humillar
a los hijos de la Iglesia por los repetidos arrepentimientos, sin verdadero
objeto y que deshonran el Señorío de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero
hombre. El objetivo perseguido y logrado por los enemigos de nuestra Santa
Religión es el de hacer admitir a la Iglesia que la Antigua Alianza perdura,
que habría que llamarla más bien primera que antigua, que los judíos no están
llamados a arrepentirse y a convertirse al Hijo de Dios hecho carne hace dos
mil años.
Antes de irme, no solamente decepcionado sino indignado, entré a la librería oficial del Vaticano. Todavía el año pasado se encontraban allí los libros litúrgicos de 1962, reeditados por pedido de Benedicto XVI. Este año los buscamos en vano. ¡El Breviario, el Misal del altar, el Ritual, el Pontifical, no se agotaron todos repentinamente y al mismo tiempo! Esta desaparición es el segundo signo revelador de las desgracias espirituales que sufrimos. ¿Qué sucedió con la voluntad de un cierto regreso al rito tradicional?
Antes de irme, no solamente decepcionado sino indignado, entré a la librería oficial del Vaticano. Todavía el año pasado se encontraban allí los libros litúrgicos de 1962, reeditados por pedido de Benedicto XVI. Este año los buscamos en vano. ¡El Breviario, el Misal del altar, el Ritual, el Pontifical, no se agotaron todos repentinamente y al mismo tiempo! Esta desaparición es el segundo signo revelador de las desgracias espirituales que sufrimos. ¿Qué sucedió con la voluntad de un cierto regreso al rito tradicional?
Francisco apareció de pie en su papa-móvil rodeado de guardaespaldas. Yo
lo vi durante diez minutos, parte en carne y hueso, parte en una gran pantalla,
recorriendo los diferentes lugares en medio de ovaciones sucesivas. Y no puedo
más que constatar que nuestro papa jamás bendice. Él multiplica sin cesar los
signos con la mano, pero no bendice.
En nuestros desgraciados tiempos, he aquí por lo
tanto tres signos recientes, ustedes determinarán sus alcances:
-Los adeptos de Anás y Caifás tienen su escaparate
hasta en el centro de la cristiandad.
-Los libros litúrgicos de 1962 son imposibles de
encontrar en la librería del Vaticano.
-El papa no bendice a los jóvenes católicos
reunidos ante la Basílica del apóstol san Pedro
¿Y debemos de participar ahora en un jubileo
atípico con ocasión de un triste aniversario, el de un concilio calamitoso que
Mons. Lefebvre llamó la Tercera Guerra mundial, fuente de estragos inauditos
entre los bautizados?
¿Ahora debemos estar agradecidos al Papa que nos da
el poder de confesar, y que recusa por ese mismo hecho, implícitamente, el
estado general de necesidad en la Iglesia, y lo bien fundado de nuestro
combate?
¿Debemos callarnos sobre las responsabilidades del
jefe de la Iglesia en los ataques dirigidos contra la familia, sus fundamentos
naturales y divinos?
P. Philippe Nansenet
Publicado por Non Possumus