Crac de los Caballeros. Siria |
“Duráis hoy en la arena a la
manera del cedro, gracias a los enemigos
que os cercan y os endurecen; duraréis en
el oasis, habiéndolo conquistado, si el
oasis es para vosotros, no el refugio donde uno se encierra y donde uno olvida,
sino una victoria permanente sobre el desierto.
Habéis vencido a aquellos porque
se encerraban en su egoísmo satisfechos con sus provisiones. No veían en la
corona de arena que los asediaba más que un ornamento para el oasis, y reían de
los inoportunos que trataban de conmoverlos a fin de que en el umbral de esta
patria de fuentes se relevaran centinelas que se dormían.
Se estancaban en la ilusión de la
dicha que lograban de los bienes poseídos. Mientras que la dicha es calor de
los actos y contentamiento de la creación. Los que nada cambian de sí mismos y
reciben de otro su alimento, aunque fuere el más delicado y escogido, esos
mismos que, sutiles, escuchan los poemas extranjeros sin escribir sus propios
poemas, disfrutan del oasis sin vivificarlo, emplean cánticos que se les suministra, se amarran ellos mismos al
pesebre en los establos y, reducidos al papel de ganado, están preparados para
la esclavitud”.
Les he dicho: “Una vez
conquistado el oasis, nada esencial cambiará para vosotros. Es otra forma de
acampar en el desierto. Porque mi imperio está amenazado por todas partes. Su materia
es una reunión familiar de cabras, carneros, moradas y montañas; pero si se rompe el nudo que los reúne, no
quedará más que materiales en desorden y ofertas para el pillaje.”
Antoine de Saint-Exupéry, de su libro, “CIUDADELA”, Editorial y Librería Goncourt, Buenos Aires, 1978.