Jueves, 3 de
septiembre de 2015
San Pio X |
No teme a los
hombres
El catorce de
marzo, cumpleaños del rey Humberto, todas las autoridades civiles y militares
de Mantua, acostumbraban ir a la catedral, para una ceremonia de acción de
gracias y luego concurrían a la sinagoga para otro acto semejante. El hecho
llamaba la atención y era ocasión de escándalo. Los Obispos anteriores a Mons.
Sarto habían protestado pero inútilmente.
En 1889 Mons.
Sarto decidió tomar una resolución enérgica; hizo saber a los magistrados que
si después de la ceremonia en la catedral, tenían determinado, como de
costumbre, ir al templo de los israelitas, él se vería obligado a no
recibirlos en la catedral.
El Prefecto de la
ciudad escribió a Roma y la ceremonia de la sinagoga fue suspendida, dijeron
por orden del gobierno.
La venganza de
un santo
Un malvado
comerciante de Mantua hizo imprimir y repartir profusamente un libelo
infamatorio contra Mons. Sarto.
Este no tardó
mucho en llegar a conocer quién era el autor. A quien le instaba para que lo
denunciara, a las autoridades competentes, para tutelar su buen nombre,
respondía con su acostumbrada mansedumbre:
—Ese pobre
desdichado tiene más necesidad de oraciones que de castigos.
Poco tiempo
después, un revés de fortuna precipita en la ruina al miserable. Los acreedores
se ensañan con él, acusándolo de quiebra fraudulenta El infeliz al verse
perdido, recurre a los parientes y a los amigos, en busca de algún socorro.
Todo inútil.
El Obispo
difamado y ofendido llega a saber el triste suceso, y haciendo llamar a una
piadosa y caritativa señora, le dice:
—Id a visitar a
la esposa de ese pobre desgraciado y entregadle este dinero; pero, os lo ruego,
no le digáis que soy yo que se lo manda. Si acaso la señora insiste en querer
saber quién os envía, decidle que es la más caritativa de las señoras, la
Virgen del Perpetuo Socorro.
Así se vengaría,
el Obispo Sarto.
Intuición
práctica
En una audiencia
a los Cardenales, el Papa había preguntado:
— ¿Cuál es
Actualmente la cosa más importante para la salvación de la sociedad?
—Abrir muchas
escuelas — dijo uno.
—Multiplicar
las iglesias — agregó otro.
—Fomentar
las vocaciones eclesiásticas ;— respondió un tercero.
—No, — continuó
Pío X, — lo que en la actualidad es más necesario, es contar con un grupo de
laicos, virtuosos, iluminados, resueltos y apóstoles de verdad.
Como el sol
Cierta vez se le
hizo observar al Papa que recibía a demasiada gente y sin tener en cuenta
muchos requisitos, y que cierto individuo a quien recientemente había dado
audiencia, era indigno de su bendición. Pío X respondió:
-¿Acaso el sol se
contamina cuando posa sus rayos sobre las inmundicias!? Son precisamente los
indignos quienes tienen mayor necesidad de mis bendiciones.
Testamento de
un santo
Jesucristo nos
dio ejemplo de pobreza absoluta y su siervo fidelísimo Pío X se esforzó durante
toda su vida por imitar en todo lo posible al Divino Modelo.
Las breves
páginas de su testamento comenzaban: “Después de invocar el auxilio divino y la
intercesión de la Virgen Inmaculada y de S. José, confiando en la divina
Misericordia para el perdón de mis culpas, extiendo el acta de mi última
voluntad”.
Y resumamos toda
el alma del gran Pontífice con las últimas frases:
"Nacido en
la pobreza, habiendo vivido pobre y seguro de morir pobre, siento profundamente
no poder retribuir a tantos que me prestaron exquisitos favores, en Mantua,, en
Venecia, en Roma, y no pudiendo darles muestra alguna de mi agradecimiento,
ruego a Dios que los recompense con las mejores gracias”.
Visto en Syllabus,
20-08-2013.
Publicado por Stat
Veritas en 10:57
Etiquetas: Artículos