8 de Febrero de 2014
Monseñor Richard Williamson |
Probablemente el principal problema de los sedevacantistas es
la infalibilidad de la Iglesia (los Papas Conciliares son horriblemente
falibles, entonces, ¿cómo pueden ellos ser Papas?). Sin embargo, la
infalibilidad necesita ser considerada por más razones que simplemente para
aliviar al sedevacantismo. El problema moderno de preferir la autoridad a la
verdad es vasto.
“Infalibilidad” significa inhabilidad para errar o para caer
en el error. El Concilio Vaticano Primero definió en 1870 que el papa no podía
errar cuando estaban presentes cuatro condiciones: él debe (1) estar hablando
como Papa, (2) en una cuestión de Fe o de moral, (3) de una manera definitoria,
y (4) con la clara intención de obligar en conciencia a toda la Iglesia.
Cualquiera de estas enseñanzas pertenecen a lo que se llama el Magisterio
“Extraordinario” del Papa, porque por un lado los Papas raramente comprometen
todas las cuatro condiciones y por otro lado ellos enseñan muchas otras
doctrinas que no pueden errar o estar equivocadas porque ellas han sido siempre
enseñadas por la Iglesia y, por consiguiente, ellas pertenecen a lo que el
Vaticano I llamó “Magisterio Universal Ordinario” de la Iglesia, también
infalible. La pregunta es, ¿cómo se relaciona el Magisterio Extraordinario del
Papa con el Magisterio Ordinario de la Iglesia?
La Santa Madre Iglesia enseña que el Depósito de la Fe, o
Revelación pública, estaba completo a la muerte del último Apóstol vivo,
digamos alrededor del 105 d.C. Desde entonces no se ha agregado ninguna verdad
más, ni puede ser agregada, a ese Depósito o cuerpo de verdades reveladas.
Entonces ninguna definición “extraordinaria” puede agregar una iota de verdad a
ese Depósito, solamente agrega, en beneficio de los creyentes, certeza a alguna
verdad ya perteneciente al Depósito, pero cuya pertenencia no había sido
suficientemente clara con antelación. En un orden cuádruple viene en primer
lugar una REALIDAD objetiva independiente de cualquier mente humana, tal como
el hecho histórico de la Madre de Dios habiendo sido concebida sin pecado
original. En segundo lugar viene la VERDAD en cualquier mente que esté en
conformidad con esa realidad. Únicamente en tercer lugar viene la DEFINICIÓN
infalible cuando un Papa compromete todas las cuatro condiciones para definir
tal verdad. Y en cuarto lugar surge a partir de esa definición, la CERTEZA con
respecto a esa verdad para los creyentes. Así, considerando que la realidad
genera a la verdad, una Definición meramente crea certeza con respecto a esa
verdad.
Pero la realidad y su verdad ya pertenecían al Magisterio
Ordinario porque no existe la menor duda que un Papa haya jamás definido
infaliblemente una verdad fuera del Depósito de la Fe. Por consiguiente, el
Magisterio Ordinario es al Magisterio Extraordinario como el manantial es al
arroyo ¡y no como el arroyo es al manantial! El problema es que la Definición
de 1870 dio tal prestigio al Magisterio Extraordinario que el Magisterio
Ordinario empezó a palidecer en comparación, al punto que los católicos, aún
teólogos, rasguñan para fabricar para él una infalibilidad como la del
Magisterio Extraordinario. Pero eso es tontería: El Magisterio Extraordinario
presupone el Magisterio Ordinario, existiendo solamente para dar certeza (4) a
una verdad (2) ya enseñada por el Magisterio Ordinario.
Se puede ilustrar el punto con el pico nevado de una montaña.
De ninguna manera la montaña depende de la nieve, excepto para que la haga más
visible de lo que ya lo es. Por el contrario, la nieve depende completamente de
la montaña para estar donde ella, la nieve, está. De manera similar, el
Magisterio Extraordinario no hace más que hacer que el Magisterio Ordinario sea
más claramente o más ciertamente visible. A medida que el invierno se adentra,
así la capa de nieve desciende. A medida que la caridad se enfría en tiempos
modernos, así más definiciones del Magisterio Extraordinario pueden devenir
necesarias, pero eso no las hace la perfección del Magisterio de la Iglesia.
Por el contrario, ellas señalan una debilidad por parte de los creyentes en
cuanto a su asimiento de las verdades de su Fe. Cuanto más sano es el hombre,
menos píldoras precisa.
La próxima semana, la aplicación tanto al sedevacantismo como
a la presente crisis de la FSPX.
Kyrie eleison.
Resumen:
El Magisterio Ordinario infalible de la Iglesia es al
Magisterio Extraordinario infalible del Papa como el manantial es al arroyo y
no como el arroyo es al manantial.