domingo, 15 de marzo de 2015

Cuando cunde por el mundo la sinrazón…

Don Quijote guardando las armas.
Por Gustavo Doré


            Dice Santo Tomás de Aquino que, en el combate,  es mucho más difícil y meritorio resistir que atacar.

            Cuando cunde por el mundo la sinrazón el sabio se calla y se retira.

            Al parecer ya estamos en esos tiempos. Tiempo de silencio y oración. Pueden surgir en algunos momentos  algunas pocas palabras inspiradas por Aquel que puede hacer elocuentes nuestros labios, como hace elocuentes a los niños.

            Tiempos de fe. Tiempos de prueba para la fe. San Pedro fue escogido por Nuestro Señor por su principal virtud, la virtud que le destacaba de entre los otros discípulos, la fe. Santiago se destacó por la virtud de la esperanza y San Juan por la caridad, Así lo ha entendido siempre la Tradición sacrosanta de la Iglesia – pero San Pedro, se destaca por su encendida fe. San Pedro es la fe que lucha en este mundo -- a modo de coraza entre las armas y armadura del soldado cristiano.

            El soldado cristiano se ha refugiado hoy en una cueva, como un anacoreta. La oración y el retiro del mundo caracterizan este,  su momento. La lucha ya no es contra la carne ni la sangre, es contra las potestades aéreas de este mundo gobernado por su propio príncipe. De Dios es la victoria. Guardamos las armas como el Don Quijote preparándose para recibir las órdenes de Su Señor. No es del Diablo la victoria, sino de Dios. Esto lo sabemos por la fe.

            Digamos con el salmista: “Señor, ten misericordia de mí, que soy un pecador”….
            En esta pequeña plegaria están encerrados todos lo inenarrables  gemidos que exhala nuestro propio corazón.