Don Quijote guardando las armas. Por Gustavo Doré |
Dice
Santo Tomás de Aquino que, en el combate, es mucho más difícil y meritorio resistir que
atacar.
Cuando cunde por el mundo la
sinrazón el sabio se calla y se retira.
Al parecer ya estamos en esos
tiempos. Tiempo de silencio y oración. Pueden surgir en algunos momentos algunas pocas palabras inspiradas por Aquel
que puede hacer elocuentes nuestros labios, como hace elocuentes a los niños.
Tiempos de fe. Tiempos de prueba para
la fe. San Pedro fue escogido por Nuestro Señor por su principal virtud, la
virtud que le destacaba de entre los otros discípulos, la fe. Santiago se
destacó por la virtud de la esperanza y San Juan por la caridad, Así lo ha
entendido siempre la Tradición sacrosanta de la Iglesia – pero San Pedro, se
destaca por su encendida fe. San Pedro es la fe que lucha en este mundo -- a
modo de coraza entre las armas y armadura del soldado cristiano.
El soldado cristiano se ha refugiado
hoy en una cueva, como un anacoreta. La oración y el retiro del mundo caracterizan
este, su momento. La lucha ya no es contra
la carne ni la sangre, es contra las potestades aéreas de este mundo gobernado
por su propio príncipe. De Dios es la victoria. Guardamos las armas como el Don
Quijote preparándose para recibir las órdenes de Su Señor. No es del Diablo la
victoria, sino de Dios. Esto lo sabemos por la fe.
Digamos con el salmista: “Señor, ten
misericordia de mí, que soy un pecador”….
En esta pequeña plegaria están
encerrados todos lo inenarrables gemidos
que exhala nuestro propio corazón.