Tuve
una pequeña discusión con un semiperiodista (o que se piensa que es
periodista, es más o menos lo mismo), semicatólico, que me
intentaba semidefender una semi-buena-causa la cual, finalmente,
resultó ser una causa mala, bien mala, como pasa con todo lo semi.
Y, providencialmente, hoy leí este fragmento del Castellani que
viene como anillo al dedo.
“De
mis andanzas por el mundo una cosa menos, como un clavo en la cabeza,
he sacado fija: que no hay nada más inútil y aún dañino que el
saber a medias. No digo el saber que se está formando y tiene de
ello consecuencia; digo el saber-a-medias.
“Las
medias verdades, las semi-ideas, las vistas confusas, el «conocer
conceptual», el masomenismo, el trabajo mental ni la santa
pedantería…
“El
que sabe alemán a medias deletrea el periódico, entiende a tuertas
y pierde el tiempo; el que sabe a medias filosofía quiere reformar
el mundo, se da al macaneo libre y a «epatar» a los abribocas. El
semiliterato navega imbrujulado sin hallar en el mar de tinta ni por
azar el islote de la obra maestra. El semicrítico zambulle y
zambulle sin esperanza de tocar donde están las perlas. Del
mediopoeta no digamos nada…
“La
pianista a medias ordeña a tirones balumbas de sones de su paciente
vaca, incapaz del gozar estético y capaz de «ensuciar» el
vecindario. El semipintorzuelo ultrafuturiza. El semiperiodista nos
vuelve la vida chata, cuando no la ensucia y la repudre.
“¡Abajo
los semis!”
R.P.
Leonardo Castellani, en “Reforma de la enseñanza”, p.
164.