Miércoles, 27 de mayo de 2015
CONFERENCIA DE MONS. FAURE EN NAMUR (BÉLGICA)
EL 17 DE MAYO DE 2015
Monseñor Michel Faure |
En
1989 dijo Monseñor Lefebvre: Yo espero y estoy seguro que el
Superior General de la FSSPX (el P. Franz Schmidberger en ese
entonces), no hará ningún compromiso con el Vaticano.
Fíjense
en las palabras utilizadas, es un poco curioso: yo espero, yo estoy
seguro… o uno espera o está seguro ¿no es así?
Se
temía la reelección del P. Schmidberger como superior.
Exactamente un mes después de la muerte de Mons. Lefebvre, (Mons.
Lefebvre murió el 25 de marzo de 1991) un mes más tarde, el 10 de
mayo de 1991, el P. Schmidberger hará obligatorio la foto del papa
Juan Pablo II en las sacristías de la Fraternidad. ¿Por qué no
lo hizo seis meses antes? Son pequeños detalles así. El P.
Schmidberger me dijo una vez: “Padre, usted reconoce en todo caso
que no estamos en una situación normal respecto a la Iglesia”
¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que debemos esforzarnos por
normalizar nuestra situación y ser reintegrados a la Iglesia.
Podemos
decir, imaginemos por ejemplo que una agencia de prensa vaya a
hacer una entrevista a unos náufragos que están en un bote
salvavidas, y les dice ¿Pero qué hace usted en una pequeña barca
en medio del océano? ¿No le parece que usted se encuentra en una
situación anormal? Pero, ¿cómo regresar al navío que se
hunde para tener una situación normal?
Cuando
el Titanic naufragó, forzosamente hubo que refugiarse en botes
salvavidas. Esto hizo la Fraternidad. Frente a una situación
anormal de la Iglesia la Fraternidad debió ponerse a salvo. Frente
a una situación totalmente anormal, es normal encontrarse en la
situación en que se encontró Mons. Lefebvre y los
Tradicionalistas.
Monseñor
Lefebvre aconsejó la lectura de ciertos libros. Especialmente
“Historia del Catolicismo Liberal” por el P. Barbier que
apareció en 1924. Este libro es muy importante: Monseñor Lefebvre
dijo “si yo hubiera releído este libro (lo volvió a leer poco
tiempo antes de su muerte) en el momento que fundé el Seminario
(de Ecône), yo probablemente hubiera dado una formación un poco
diferente a mis seminaristas, una formación más anti-liberal y
más anti-modernista”.
El
P. Barbier hace una introducción en donde narra la historia del
catolicismo liberal desde su aparición en 1830 con Lammenais, que
decía que la Revolución francesa había levantado el estandarte
de la libertad, y la Iglesia Católica desaparecerá si no hace lo
mismo. Esta es la idea del Vaticano II.
El
Catolicismo está en abierta contradicción con el liberalismo. Si
buscamos las palabras “catolicismo liberal” en la enciclopedia
o en internet, por ejemplo en Larousse dice: “es el Papa León
XIII en 1892 que ha invitado a los católicos de Francia a
reconciliarse con la República francesa, que comenzó a darle vida
al catolicismo liberal”. Este fue un error político del Papa
León XIII, en el plano doctrinal no hay nada que decir, pero en
Francia fue mal tomado porque la mayoría de los católicos eran
monarquistas. Los católicos eran 80% o 85% en Francia. Los
diputados hubieran sido católicos, el presidente católico, etc.
¿Por qué en países de gran mayoría católica tienen gobierno
anticlerical, masón? “Es necesario destruir el trono para luego
destruir el Altar”. Una vez que tienen los masones el poder
político, han pasado a atacar la Iglesia, las escuelas, las
universidades, enseñando ideas masónicas de libertad, igualdad,
fraternidad, y terminaron por invadir toda la sociedad y luego los
seminarios. Los jóvenes que venían de familias burguesas y
liberales fueron a los seminarios con estas ideas. Y poco a poco
fueron ganando puestos en la jerarquía hasta que se apoderaron del
papado. Y esto sucedió a la muerte del Papa Pío XII, triunfando
en el concilio Vaticano II.
Monseñor
Lefebvre decía que era muy importante estudiar esta historia de la
Iglesia desde la Revolución francesa y un poco antes. Porque nos
damos cuenta que finalmente a lo que nos enfrentamos hoy es
exactamente lo mismo, estamos en el mismo combate.
Cuando
vemos que esos católicos liberales están ahora en los puestos de
mando de la Iglesia, es necesario resistir. Y ahora están hablando
de reintegrarnos a esa iglesia conciliar que se ha apoderado del
poder, que ocupa los puestos de autoridad. Y es por eso que Mons.
Lefebvre hablaba de dos Romas: la Roma Eterna, la Roma Católica, y
también la Roma de hoy en día, neo-modernista, liberal,
neo-protestante, que quiere imponernos la nueva religión del
concilio Vaticano II.
También
Mons. Lefebvre nos hablaba de dos Iglesias: La Iglesia Católica y
la iglesia conciliar. Mons. Tissier de Mallerais, a principios de
2015, ha recordado por dos veces para mostrar la importancia, las
siguientes palabras de Mons. Lefebvre: Es un deber estricto, para
todo sacerdote que quiera permanecer católico, el separarse de
esta iglesia conciliar. Y a esta iglesia conciliar que ya no tiene
nada de católica es con la que Mons. Fellay quiere reconciliarnos.
Y es que para Mons. Fellay no hay más que una Roma. Solo hay una
Iglesia, la iglesia oficial, visible, y hay que obedecerla.
Desde
1970 Mons. Lefebvre nos enseñó a tomar conciencia del problema,
de que es necesario separarnos de esta iglesia conciliar.
Desde
hace 15 años Mons. Fellay, desde la creación del GREC (ya desde
1992 había contactos con el P. Lesquen, el cual llevó a Dom
Gérard a reintegrarse a la iglesia conciliar, y luego en 1994 con
la creación del GREC) trabaja para la reconciliación, para la
recuperación de la Fraternidad por la iglesia conciliar.
Encontramos
también en Larousse que el catolicismo liberal fue demolido por
primera vez por el papa Gregorio XVI con la encíclica Mirari
vos. Los bastiones del catolicismo liberal fueron destruidos a
causa de la fuerza del integrismo conservador de la Acción
Francesa. A causa de la escuela de pensamiento de la Acción
Francesa. La Acción Francesa fue cancelada por el Papa Pío XI,
otro error práctico que permitió al catolicismo liberal levantar
de nuevo la cabeza. A partir de ese momento la izquierda empezó a
tomar más y más posiciones en el episcopado francés, quienes
dijeron que el Vaticano II era su obra. Desde 1926 se empezó
la cacería de brujas, se empezó a perseguir a los verdaderos
católicos. El P. Le Floch, director de Mons. Lefebvre en el
seminario, fue obligado a dejar el seminario. Todo el trabajo de
San Pío X contra el modernismo y el liberalismo, fueron
destruidos. Esto explica el por qué la reacción tradicionalista
contra el concilio Vaticano II. Una vez más los católicos se
enfrentaban a una actitud del Vaticano que nos conducía al
abandono de la Doctrina de la Iglesia en beneficio de la doctrina
liberal.
El
P. Barbier en 1924 empieza su libro así: el catolicismo liberal ha
hecho tres tentativas desde hace un siglo para conquistar la
Iglesia de Francia y el Papado. La primera después de Napoleón I
en 1830, con Lammenais que fue destruido por Gregorio XVI; el
segundo asalto que fue destruido por el Syllabus de Pío IX y el
Concilio Vaticano I en 1870; y el tercer asalto del catolicismo
liberal fue destruido por San Pío X.
La
idea del católico liberal es decir: la Revolución, esto es, la
libertad; autorizan la libertad para todas las iglesias, pero para
la Iglesia Católica la libertad es el derecho de la Verdad. El
derecho del Bien, que conduce a Dios. En cambio, para los
revolucionarios la libertad es la libertad del error, de todos los
errores. Los católicos liberales profesan la libertad para todos,
lo que es olvidar esta diferencia radical entre el verdadero
derecho para la Verdad y el falso derecho del error: los derechos
del hombre, la libertad de conciencia, la libertad religiosa. Y
llegamos al punto del concilio Vaticano II.
Dicho
en otras palabras: la Iglesia abandonó el derecho de la Verdad
para jugar la carta de los derechos del hombre, del liberalismo. Y
perdió. Cuando se toman las armas del enemigo, perdemos porque
abandonamos los principios. Solo la Verdad tiene derechos, no el
error.
En
el concilio, había obispos que decían que debemos ser honestos:
cuando estamos en un país comunista, pedimos la libertad
religiosa; y en nuestros países negamos la libertad religiosa. En
los países comunistas pedimos la libertad para la Verdad. En los
otros países se puede tolerar el error si se puede provocar un mal
más grande. Pero la tolerancia no es la libertad, no es el
derecho. Sólo se tolera al mal.
Y
Mons. Fellay hoy en día trabaja por un acuerdo de tolerancia, pero
sólo se tolera el mal, y entonces la Tradición, la Verdad, será
tolerada por el Vaticano. Mons. Fellay pide una etiqueta, un
reconocimiento de católicos al Vaticano.
Sobre
esto, la última noticia es el reconocimiento de la Fraternidad en
Argentina. El Cardenal Poli de Buenos Aires le ha pedido al
gobierno argentino de reconocer la Fraternidad como un ente
diocesano, católico, una asociación diocesana católica. Pero
para esto hay una cantidad de formularios para llenar que son
nuestros estatutos, nuestra doctrina, las autoridades que
reconocemos, nuestras autoridades, todo un cuestionario. Entonces
el cardenal dice: son católicos y pide al gobierno argentino de
considerarlos católicos y dar las ventajas correspondientes, a
saber: que los sacerdotes de la Fraternidad extranjeros puedan
tener una residencia legal en Argentina. No podemos decir, como
Monseñor Fellay, que es solamente un reconocimiento
administrativo, es administrativo por parte del Estado argentino,
pero también es un reconocimiento religioso por parte del Cardenal
de Buenos Aires, que dice que la Fraternidad es católica.
Es
evidente que si no tuviera el visto bueno de Roma, todos los
colegas del cardenal lo acusarían del crimen contra el “Espíritu
Santo”: ser tradicionalista, ser lefebvrista, cripto-lefebvrista,
pero él se defendería diciendo: no, escuche, yo no soy
lefebvrista, yo obedezco a la nunciatura, y la nunciatura es
también mi predecesor, el cardenal Jorge Bergoglio, que ahora es
el papa Francisco. Además se dice del cardenal de Buenos Aires que
él es un poco el obispo auxiliar pues el jefe todavía es
Francisco.
Este
asunto comenzó con el P. Bouchacourt en Argentina, continuado en
Roma. Y finalmente la luz verde fue dada por Roma. Evidentemente.
Se dice que el P. Anglés de la Fraternidad representa en el
Vaticano a Mons. Fellay.
Entonces
el cardenal de Buenos Aires dice que la Fraternidad es católica en
Buenos Aires. ¿Entonces por qué no es católica en París? ¿O en
Roma? Por lo tanto, estamos reconocidos. El problema es que las
autoridades que nos dan esta etiqueta de católicos son los
modernistas y liberales. Por lo tanto es un mal signo.
Vean
entonces cómo con medidas prácticas, poco a poco, tenemos signos
de que, como dice el P. Nély, el tren de la Fraternidad ha partido
en dirección de Roma. Y dice el P. Nély: el que no esté de
acuerdo que se baje del tren.
Monseñor
Fellay dijo en el Cor Unum 102 del 2012 que la situación ha
cambiado. El principio es el de no al acuerdo práctico sin acuerdo
doctrinal, pero la situación ha cambiado. Por lo que tenemos que
cambiar nuestra actitud respecto a Roma. Esto significa que debemos
condenar mucho menos los errores de Roma, de la nueva religión, se
criticará mucho menos al Vaticano. Y muchos sacerdotes acaban por
convencerse que verdaderamente estamos en una situación anormal. Y
como Mons. Fellay tarda en normalizar la situación de la
Fraternidad, entonces ellos deciden normalizar su propia situación.
Como el P. de la Motte, que acaba de pasarse a la diócesis de
Versalles.
Entonces
Mons. Fellay, por su actitud, ha causado que dos sacerdotes se
pasen al lado de la Resistencia. Pero tiene sacerdotes que salen
para la izquierda y para la derecha. Cuando uno es fiel a los
principios, a la Verdad, se introduce la división. Aquí en
Francia hay división en los sacerdotes y división en los fieles.
Hay
una situación confusa. Pero Mons. Fellay está rodeado de
sacerdotes que piensan como él y no vemos cómo la Fraternidad
pueda cambiar el rumbo. Hay que rezar mucho por Mons. Fellay que es
el principal responsable de esta situación. Acabará por destruir
la obra de Mons. Lefebvre.
¿Cómo
es que estos sacerdotes de la Fraternidad que recibieron su
formación de Mons. Lefebvre han llegado a esta situación? Solo
podemos imaginar.
El
P. Nély dijo en junio de 2012: Hay toda una generación que crece
y que vive como si no hubiera papa en la Iglesia. Esta generación
ha adquirido una mentalidad cismática, tal vez sedevacantista y
esto es muy grave. Por lo tanto es muy necesario que arreglemos las
cosas con Roma.
Mons.
Fellay y sus colaboradores han de pensar que tienen una misión del
cielo. Que es la de evitar que la bella obra de Mons. Lefebvre
termine como una pequeña iglesia, como una secta cismática.
Esto es completamente idiota, pues hemos recibido una buena
formación y sabemos perfectamente lo que es un cisma. No se trata
de esto. Y sabemos que es normal que si somos católicos, fieles de
la Tradición, estemos en una situación aparentemente ilegal. Y
esto se arreglará como Dios quiera, probablemente un milagro, y
cuando esto suceda, seremos los primeros en dar gracias al Cielo y
nos pondremos bajo un nuevo papa completamente católico o un papa
convertido. Hay que reconocer que la conversión del papa Francisco
parece bastante difícil. Dios puede hacer un milagro.
Ante
la confusión que representa para los católicos la actitud del
papa, ante las ambigüedades y contradicciones de Mons. Fellay ¿qué
debemos hacer?
Hacer
lo que hacíamos hace 50 años: Sostener nuestros principios,
estudiar el catecismo, y sobre todo seguir las huellas del hombre
excepcional que fue Mons. Lefebvre, que nos enseñó lo que debemos
hacer frente a esta situación de la Iglesia. Entonces hay que
releer a Mons. Lefebvre, meditar sus palabras y sostenernos en su
posición, sin desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda. A la
izquierda se han desviado las autoridades de la Fraternidad. Y a la
derecha, es natural endurecerse en la lucha y decir que todo está
terminado. Pero Nuestro Señor prometió que las puertas del
infierno no prevalecerían sobre la Iglesia.
Monseñor
Lefebvre estudió mucho, consultó grandes teólogos, grandes
canonistas y la resistencia a la autoridad es legítima,
absolutamente legítima. Se puede reconocer al papa y
desobedecerlo. San Pablo lo dice en la Carta a los Corintios: No
tenemos ninguna autoridad contra la Verdad. Toda nuestra autoridad
es para vuestra edificación en la fe y en la moral. Nosotros los
Apóstoles no tenemos ninguna autoridad para vuestra destrucción,
es decir, para destruir o disminuir vuestra fe o vuestra moral.
Por
lo tanto tenemos el deber de resistir. Sin por lo mismo decir que
todo está acabado, la autoridad de la Iglesia, todo ha
desaparecido, pues esto es también grave, incluso al nivel de la
fe.
Pues
así estamos: nosotros debemos escuchar, meditar todo lo que Mons.
Lefebvre nos ha dicho durante 30 años, es luminoso, claro, y ha
salvado todo lo que podía ser salvado. Desgraciadamente Mons.
Lefebvre no encontró un responsable administrativo con suficiente
convicción para continuar su combate. Cuando los equilibristas
empezaron a dudar, a tener miedo, y es la locura, la locura
completa. Nos hemos visto obligados a separarnos de cierta manera
para permanecer católicos. Ahora se acabó. Incluso Mons. Fellay
lo reconoció, la situación es peor cada día y con Francisco
todavía peor.
Por
lo tanto, permanezcamos fieles al legado de Mons. Lefebvre. Y
conservemos la esperanza. Ahora vivimos un castigo, el pastor ha
sido golpeado y el rebaño dispersado. Están en la confusión, en
la duda. Nosotros no tenemos duda, tenemos la certeza de la fe, la
esperanza, y la caridad. Sabemos que sólo aquél que se encuentre
fiel a la doctrina de la fe y a la moral será salvado. Nosotros
tenemos la intención de conservarnos fieles, a Nuestro Señor, a
los Apóstoles, fieles a 250 papas, fieles a la Iglesia de siempre.
Hay que mantener el rumbo. Es la gracia que pedimos a la Santísima
Virgen.
Publicado
por José
Luis