jueves, 12 de diciembre de 2013

Monseñor Fellay debe, sencillamente, renunciar

Monseñor Fellay y el Papa Benedicto XVI

Monseñor Fellay debe renunciar 1º)

Porque su dirección al frente de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X se ha desviado del propósito primero por la que fue fundada: resistir en la fe hasta que Roma vuelva a la Tradición. Formar sacerdotes en la sana Doctrina y conservar fielmente la Misa y los Sacramentos. Éste fue el propósito por el cual Dios nuestro Señor escogió a Monseñor Lefebvre para hacerle su fundador. Desde el mismo principio de su fundación Mons. Lefebvre siguió este fin primero, el cual no varió sustancialmente sino que se fue profundizando en una misma línea y un mismo fin. Hay que observar atentamente esta trayectoria que siguió Monseñor y no engañarse citando las primeras tratativas de un arreglo con Roma, por ejemplo, con las últimas que hizo Mons. Lefebvre, pues todo ello siguió un itinerario que arribó a un fin a modo de conclusión, entre ellas, la consagración de cuatro Obispos para la continuidad del depósito de la Fe. Este fin a modo de conclusión que señalamos se plantó firmemente como la última palabra, la palabra definitiva, en adelante, dada por Monseñor Lefebvre a modo de un terreno firme a defender y consolidar, como una trinchera en la defensa de la Tradición. No podemos apoyarnos, tratando de “seguir adelante” (?) con la tentativa ilusoria de “convertir” a Roma usando frases y juicios que Monseñor Lefebvre expresó cuando estaba en los comienzos de esta lucha con la Roma modernista. Repetimos, ese camino trazado por su fundador arriba a una conclusión  determinante: Hasta que Roma no se convierta a la Tradición no hay posibilidad de ningún tipo de arreglo, porque ellos son enemigos verdaderos de la verdadera Iglesia. Ellos, los que la ocupan hoy Roma. Roma, no la Iglesia. No confundir Roma con la Iglesia. La Iglesia una, santa, católica y apostólica se conserva incorrupta en aquellos que perseveran en el depósito de  la Fe, en el Santo Evangelio de Jesucristo y en la Santa Tradición.

Monseñor Williamson,
expulsado por desobediente ¿a qué?


Debe renunciar porque, 2º)

Se ha conducido en su mandato  tiránicamente y sin misericordia sobre sus subordinados haciendo abuso de autoridad y usando como argumento principal y principial  la acusación de desobediencia, y justificando sus decisiones del mismo modo, es decir invocando su autoridad y la obediencia incondicional. Disfrazando sus deciciones de “espíritu sobrenatural”, auto-considerándose a sí mismo como un escogido por Dios (de un modo tácito) e inspirado por Él, en todos sus dichos y actos (llamado por él mismo  “espíritu sobrenatural”). Cosa que jamás ningún Santo, verdaderamente escogido por Dios, ha empleado, como un argumento válido, para imponer su propia voluntad a nadie,  arrogarse de  “espíritu sobrenatural" ¿Acaso habrá llegado la hora de hacerle algunos “toques” a la obra de Monseñor Lefebvre? ¿De “mejorarla” en su esencia? "La situación es distinta a la de los años de Monseñor". Es cierto, en un sentido: es decir, lo mismo que antes, pero peor. Porque el mal está más avanzado y afianzado.

Monseñor Marcel Lefebvre
             Escogido por Dios para fundar la FSSPX

Debe renunciar porque 3º)

Porque Monseñor Fellay, quiere salvar a Roma, (confunde a la Iglesia con la Roma tomada por los herejes modernistas, como si ellos fueran la verdadera Iglesia). Para “convertir” a Roma (presunción) -y eso no es lo que le pidió Dios al fundador de la FSSPX- sino el resistir en la fe, en la custodia de la Tradición, como testimonio de la Verdad, hasta que Roma se convierta a la Tradición Católica, o termine convirtiéndose en la religión del Anticristo. Pero es que “ellos” - dicen de sí mismos - ser “ellos” la Iglesia Católica ante el mundo. Es que, diciendo esto, pueden engañar más eficazmente, a los incautos, a los ignorantes, a los mundanos que odian a la verdadera Iglesia, que está, sí, en el mundo, pero que no es del mundo, sino que Cristo la entresacó del mundo, entresacando del mundo a sus escogidos, a los que Él escogió. Éstos son la Iglesia. No son los edificios, no es los que ocupan los edificios del Vaticano, los que hacen la Iglesia, sino los verdaderos cristianos, aunque se hallaren en catacumbas, escondidos para el mundo. “Ellos tienen los templos – decía San Atanasio de los herejes arrianos cuando éstos ocuparon las iglesias – pero nosotros tenemos la Fe”.

"Ellos tienen los templos, pero nosotros tenemos la Fe"
               San Atanasio

Monseñor Fellay ha repetido varias veces - como si fuera el pensamiento unánime de la FSSPX - “queremos ser llamados católicos”. Él lo querrá. Como si necesitáramos nosotros que la falsa Iglesia modernista nos fuera a bautizar ante el mundo como católicos.  La Iglesia modernista nos expele como católicos, porque "ellos" no quieren ser “eso” que somos nosotros. Pero nosotros somos “católicos”, los verdaderos, aunque el mundo no nos quiera llamar así. El mundo nos llamará con el nombre impuesto, por él mismo, como algo criminal, antisocial, discriminante, racista, intolerante, fundamentalista y como la basura más abyecta del mundo. Y nos perseguirá más violentamente de lo que ya hace ahora mismo. Cristo nos dijo que el mundo nos aborrecería. Si no somos aborrecidos del mundo, si el mundo nos respeta y nos aplaude, es porque nos hemos alejado de Dios. Es señal cierta de ello. Es señal cierta de apostasía. ¿Es que no queremos ser aborrecidos por el mundo? ¿Es que buscamos ser respetados y amados y reconocidos por el mundo? El mundo ama solo lo que es suyo. Entonces eso, el ser amados por el mundo, es señal de que “no está ya en nosotros, verdaderamente, el amor de Dios” –dice San Juan en sus epístolas.

               
Santuario de La Salette, Francia.
                          

                                           
Porque las críticas a Roma por la neo Fraternidad no solo están tamizadas a través de un cedazo “sutil” y ambiguo que parece sostener aún, ocultamente, una intención de “quedar bien” con Roma, de no ser agresivos ni antipáticos con Roma, para no impedir un futuro posible arreglo con Roma, confundiendo a ésta Roma con la Iglesia. Nuestra Señora, en La Salette, dijo: “Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo”. No dijo: “La Iglesia perderá la fe” sino, Roma. Esto no tiene ninguna contradicción con la promesa de Cristo sobre que “las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella”, contra la Iglesia. Entonces, mientras Roma sea sede del Anticristo ¿desaparecerá la Iglesia? No puede ser, dada la promesa de Cristo. ¿En dónde estará la Iglesia entonces? ¿En el desierto, como dice el Apocalipsis?: “La Mujer huyó al desierto, donde tenía un lugar preparado por Dios para que allí la sustenten por espacio de doscientos y sesenta días” (Apoc. 12, 6). ¿Cree en esto Monseñor Fellay? No entenderemos jamás lo que está pasando sin tener en cuenta las profecías del fin de los tiempos y el Apocalipsis. Si nuestro Señor nos dio las señales de cuándo estará cerca el fin, es para que las reconozcamos, y para instrucción y consuelo nuestro también, y para que no nos escandalicemos y tengamos fe verdadera, purificada en el fuego de la prueba. Pues entonces
veremos también que se acerca nuestra redención. El coronamiento de nuestra Redención. Y nos dijo, por eso mismo, que no temiéramos cuando veamos cumplirse estas cosas. Porque, si las anunció, es porque ocurrirán…y prontonos anunció también. No sabremos el día ni la hora, pero sí que “está cerca, a las puertas”. Y, mientras tanto –“velad y orad para que no entréis en tentación”- y también: “el que perseverare hasta fin, ese se salvará”- Porque será tan fuerte la presión y la seducción del maligno y del mundo en aquél tiempo que – “si fuera posible – aún los escogidos serían engañados.” “Mirad que os lo he dicho antes”. No sea que nos pase a nosotros lo que sucedió en su primera venida, a los que no le reconocieron por no haber hecho caso de las Profecías. “No despreciéis las profecías”, nos advierte San Pablo. Y estos tiempos se parecen mucho a aquellos.

Debe renunciar porque 4º)

Monseñor Fellay habla de las profecías marianas, de las últimas apariciones de María nuestra Madre, de una manera muy particular, escogiendo lo que le gusta de ellas y desechando lo que no le gusta, no le conviene o, simplemente, no quiere ver. Por ejemplo refiriéndose a Fátima ha puntualizado como una esperanza dada por María de que finalmente: “Mi Corazón Inmaculado triunfará”. Esto le gusta. Esto lo acepta. Pero cuando nuestra Señora se refiere al pedido de que “El Papa junto a los obispos del mundo debe consagrar a Rusia a mi Inmaculado Corazón”, de aquí, de éste hecho - tal como lo pide Ella - partirá la restauración Católica y habrá un tiempo de paz. Pero aquí , Monseñor Fellay, hace a un lado este pedido poniendo objeciones: -“las apariciones de la Virgen no son materia de Fe”; “Pueden creerse o no”, “Si el Papa y los obispos del mundo hicieran la Consagración del mundo como la pidió María, eso tardaría mucho tiempo en concretarse en el efecto prometido, ¿De dónde saca esto? “Rusia se convertirá y habrá un tiempo de paz en el mundo”. Esta interpretación caprichosa De Mons. Fellay del pedido de la Virgen da a entender que: o que nuestra Señora se equivocó, o no sabía lo que decía, o lo dijo pero tal vez no se cumpliría, al menos tan pronto como piensa Monseñor que debiera ocurrir - por su espíritu sobrenatural - suponemos. O, tal vez, algún ángel le susurró al oído que lo mejor es no hacer ésta consagración por los efectos benéficos que promete Nuestra Señora que le seguirían. La Cruzada última de Rosarios que se presento al entonces Papa (o tal vez aún actual Papa también) Benedicto XVI, no se usó con esta intención de la consagración que pidió la Santísima Virgen en Fátima pero trajo la “liberación” de la Misa, "como un milagro" según Fellay. Pero que sigue prohibida en todas partes por todos los obispos. Especialmente en Argentina.
Entonces para Mons. Fellay hay anuncios de María que pueden recortarse “a gusto” aunque hayan sido aprobadas por la Iglesia de entonces. Nombra a La Salette pero ¿Cree en La Salette? ¿O lo cree y luego lo olvida,  como el ejemplo que dice el Apóstol Santiago sobre el hombre que escucha la palabra de Dios, como si mirara su rostro en un espejo, se va y luego, al punto, se olvida de cómo era?

Milagro del sol en Fátima.
         El 13 de Octubre de 1917 ante 70.000 personas

Debe renunciar porque 5º)

Porque, dice ahora Mons. Fellay, que en lo principal en que hay que insistir para convertir a Roma es en la Misa. Ya no es más la Fe, ya no es más la Doctrina en que se asienta la Fe. Para agradar a Dios dice San Pablo hacen falta primeramente al menos dos cosas: “creer en Dios y saber que Él es remunerador de los que le buscan”. Y también dice la Escritura en otra parte: “Es imposible agradar a Dios, sin Fe”. Porque uno puede oír Misa sin Fe, y ¿de qué le valdría esto? Es más, uno puede ir a Misa todos los domingos y luego, durante la semana, vivir como si Dios no existiera, por decir así.

Monseñor Lefebvre desde la Fundación de la FSSPX insistió ante todo en la fe. Por supuesto también en la Misa y en los Santos Sacramentos, pero, ¿de qué sirve todo esto si no se cree en su realidad sobrenatural, si no se tiene fe? Primero la Fe. Y a esta conclusión firme llegó Mons. Lefebvre hasta poco antes de morir. Fue su testamento. Primero la fe. Primero la Doctrina. Pero Mons. Fellay quiere hacer algo “mejor”. Quiere "cambiar" la intención primera con la que se fundó la FSSPX. No le vaya a pasar a Mons. Fellay lo que pasó a Fray Elías con San Francisco de Asís, cuando le sugería a éste hacer algunos retoques a la Regla Franciscana. Terminó Fray Elías lastimosamente en Alemania apoyando a un antipapa y bajo un emperador cismático. (Véase el artículo siguiente)

Monseñor Fellay debe, sencillamente, renunciar.
Al menos nos quedaría un mejor recuerdo de él.

Alberto M. Borromeo