Monseñor Fellay debe renunciar 1º)
Porque su dirección al frente de la
Fraternidad Sacerdotal San Pio X se ha desviado del propósito primero por la
que fue fundada: resistir en la fe hasta que Roma vuelva a la Tradición. Formar
sacerdotes en la sana Doctrina y conservar fielmente la Misa y los Sacramentos.
Éste fue el propósito por el cual Dios nuestro Señor escogió a Monseñor
Lefebvre para hacerle su fundador. Desde el mismo principio de su fundación
Mons. Lefebvre siguió este fin primero, el cual no varió sustancialmente sino
que se fue profundizando en una misma línea y un mismo fin. Hay que observar
atentamente esta trayectoria que siguió Monseñor y no engañarse citando las
primeras tratativas de un arreglo con Roma, por ejemplo, con las últimas que
hizo Mons. Lefebvre, pues todo ello siguió un itinerario que arribó a un fin a
modo de conclusión, entre ellas, la consagración de cuatro Obispos para la
continuidad del depósito de la Fe. Este fin a modo de conclusión que señalamos
se plantó firmemente como la última palabra, la palabra definitiva, en adelante,
dada por Monseñor Lefebvre a modo de un terreno firme a defender y consolidar, como
una trinchera en la defensa de la Tradición. No podemos apoyarnos, tratando de
“seguir adelante” (?) con la tentativa ilusoria de “convertir” a Roma usando
frases y juicios que Monseñor Lefebvre expresó cuando estaba en los comienzos
de esta lucha con la Roma modernista. Repetimos, ese camino trazado por su
fundador arriba a una conclusión
determinante: “Hasta que Roma no se convierta a la
Tradición no hay posibilidad de
ningún tipo de arreglo, porque ellos
son enemigos verdaderos de la verdadera Iglesia. Ellos, los que la ocupan hoy
Roma. Roma, no la Iglesia. No confundir Roma con la Iglesia. La Iglesia una,
santa, católica y apostólica se conserva incorrupta en aquellos que perseveran
en el depósito de la Fe, en el Santo
Evangelio de Jesucristo y en la Santa Tradición.
Debe renunciar porque, 2º)
Se ha conducido en su mandato tiránicamente y sin misericordia sobre sus
subordinados haciendo abuso de autoridad y usando como argumento principal y
principial la acusación de desobediencia,
y justificando sus decisiones del mismo modo, es decir invocando su autoridad y la obediencia incondicional. Disfrazando
sus deciciones de “espíritu sobrenatural”, auto-considerándose a sí mismo como un escogido
por Dios (de un modo tácito) e inspirado por Él, en todos sus dichos y actos (llamado
por él mismo “espíritu sobrenatural”). Cosa
que jamás ningún Santo, verdaderamente escogido por Dios, ha empleado, como un argumento válido, para imponer su propia voluntad a nadie, arrogarse de “espíritu
sobrenatural" ¿Acaso
habrá llegado la hora de hacerle algunos “toques” a la obra de Monseñor Lefebvre? ¿De “mejorarla”
en su esencia? "La situación es distinta a la de los años de Monseñor". Es cierto, en
un sentido: es decir, lo mismo que antes, pero peor. Porque el mal está más
avanzado y afianzado.
Debe renunciar porque 3º)
Porque Monseñor Fellay, quiere salvar a
Roma, (confunde a la Iglesia con la Roma tomada por los herejes modernistas,
como si ellos fueran la verdadera Iglesia). Para “convertir” a Roma (presunción)
-y eso no es lo que le pidió Dios al fundador de la FSSPX- sino el resistir en la fe,
en la custodia de la Tradición, como testimonio de la Verdad, hasta que Roma se
convierta a la Tradición Católica, o termine convirtiéndose en la religión del
Anticristo. Pero es que “ellos” - dicen de sí mismos - ser “ellos” la Iglesia
Católica ante el mundo. Es que, diciendo esto, pueden engañar más eficazmente, a
los incautos, a los ignorantes, a los mundanos que odian a la verdadera
Iglesia, que está, sí, en el mundo, pero que no es del mundo, sino que Cristo
la entresacó del mundo, entresacando del mundo a sus escogidos, a los que Él
escogió. Éstos son la Iglesia. No son los edificios, no es los que ocupan los edificios del Vaticano,
los que hacen la Iglesia, sino los verdaderos cristianos, aunque se hallaren en
catacumbas, escondidos para el mundo. “Ellos
tienen los templos – decía San Atanasio de los herejes arrianos cuando éstos ocuparon las iglesias – pero nosotros tenemos la Fe”.
"Ellos tienen los templos, pero nosotros tenemos la Fe" San Atanasio |
Monseñor Fellay ha repetido varias
veces - como si fuera el pensamiento unánime de la FSSPX - “queremos ser llamados católicos”. Él lo querrá. Como si
necesitáramos nosotros que la falsa Iglesia modernista nos fuera a bautizar ante el
mundo como católicos. La Iglesia
modernista nos expele como católicos, porque "ellos" no quieren ser “eso” que somos
nosotros. Pero nosotros somos “católicos”,
los verdaderos, aunque el mundo no nos quiera llamar así. El mundo nos llamará
con el nombre impuesto, por él mismo, como algo criminal, antisocial,
discriminante, racista, intolerante, fundamentalista y como la basura más
abyecta del mundo. Y nos perseguirá más violentamente de lo que ya hace ahora
mismo. Cristo nos dijo que el mundo nos aborrecería. Si no somos aborrecidos
del mundo, si el mundo nos respeta y nos aplaude, es porque nos hemos alejado
de Dios. Es señal cierta de ello. Es señal cierta de apostasía. ¿Es que no
queremos ser aborrecidos por el mundo? ¿Es que buscamos ser respetados y amados
y reconocidos por el mundo? El mundo ama solo lo que es suyo. Entonces eso, el
ser amados por el mundo, es señal de que “no
está ya en nosotros, verdaderamente, el amor de Dios” –dice San Juan en sus
epístolas.
Porque las críticas a Roma por la neo Fraternidad no solo
están tamizadas a través de un cedazo “sutil” y ambiguo que parece sostener aún,
ocultamente, una intención de “quedar bien” con Roma, de no ser agresivos ni
antipáticos con Roma, para no impedir un futuro posible arreglo con Roma, confundiendo
a ésta Roma con la Iglesia. Nuestra Señora, en La Salette, dijo: “Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo”. No
dijo: “La Iglesia perderá la fe”
sino, Roma. Esto no tiene ninguna contradicción con la promesa de Cristo sobre que
“las puertas del Infierno no prevalecerán
contra ella”, contra la Iglesia. Entonces, mientras Roma sea sede del
Anticristo ¿desaparecerá la Iglesia? No puede ser, dada la promesa de Cristo.
¿En dónde estará la Iglesia entonces? ¿En el desierto, como dice el Apocalipsis?:
“La Mujer huyó al desierto, donde tenía
un lugar preparado por Dios para que allí la sustenten por espacio de
doscientos y sesenta días” (Apoc. 12, 6). ¿Cree en esto Monseñor Fellay? No
entenderemos jamás lo que está pasando sin tener en cuenta las profecías del
fin de los tiempos y el Apocalipsis. Si nuestro Señor nos dio las señales de
cuándo estará cerca el fin, es para que las reconozcamos, y para instrucción y consuelo
nuestro también, y para que no nos escandalicemos y tengamos fe verdadera, purificada en el fuego de la prueba. Pues entonces
veremos también que se acerca nuestra redención. El
coronamiento de nuestra Redención. Y nos dijo, por eso mismo, que no temiéramos
cuando veamos cumplirse estas cosas. Porque, si las anunció, es porque
ocurrirán…y pronto – nos anunció
también. No sabremos el día ni la hora, pero sí que “está cerca, a las puertas”. Y, mientras tanto –“velad y orad para que no entréis en tentación”- y también: “el que perseverare hasta fin, ese se salvará”-
Porque será tan fuerte la presión y la seducción del maligno y del mundo en
aquél tiempo que – “si fuera posible –
aún los escogidos serían engañados.” “Mirad
que os lo he dicho antes”. No sea que nos pase a nosotros lo que sucedió en
su primera venida, a los que no le reconocieron por no haber hecho caso de las
Profecías. “No despreciéis las profecías”,
nos advierte San Pablo. Y estos tiempos se parecen mucho a aquellos.
Debe renunciar porque 4º)
Monseñor Fellay habla de las
profecías marianas, de las últimas apariciones de María nuestra Madre, de una
manera muy particular, escogiendo lo que le gusta de ellas y desechando lo que no
le gusta, no le conviene o, simplemente, no quiere ver. Por ejemplo
refiriéndose a Fátima ha puntualizado como una esperanza dada por María de que
finalmente: “Mi Corazón Inmaculado
triunfará”. Esto le gusta. Esto lo acepta. Pero cuando nuestra Señora se
refiere al pedido de que “El Papa junto a los obispos del mundo debe consagrar
a Rusia a mi Inmaculado Corazón”, de aquí, de éste hecho - tal como lo pide Ella - partirá la restauración Católica y habrá un tiempo de paz. Pero aquí ,
Monseñor Fellay, hace a un lado este pedido poniendo objeciones: -“las apariciones
de la Virgen no son materia de Fe”; “Pueden creerse o no”, “Si el Papa y los
obispos del mundo hicieran la Consagración del mundo como la pidió María, eso
tardaría mucho tiempo en concretarse en el efecto prometido, ¿De dónde saca esto? “Rusia se
convertirá y habrá un tiempo de paz en el mundo”. Esta interpretación
caprichosa De Mons. Fellay del pedido de la Virgen da a entender que: o que nuestra
Señora se equivocó, o no sabía lo que decía, o lo dijo pero tal vez no se
cumpliría, al menos tan pronto como piensa Monseñor que debiera ocurrir - por su espíritu sobrenatural - suponemos. O, tal
vez, algún ángel le susurró al oído que lo mejor es no hacer ésta consagración
por los efectos benéficos que promete Nuestra Señora que le seguirían. La
Cruzada última de Rosarios que se presento al entonces Papa (o tal vez aún
actual Papa también) Benedicto XVI, no se usó con esta intención de la consagración que pidió
la Santísima Virgen en Fátima pero trajo la “liberación” de la Misa, "como un milagro" según Fellay. Pero que sigue
prohibida en todas partes por todos los obispos. Especialmente en Argentina.
Entonces para Mons. Fellay hay
anuncios de María que pueden recortarse “a
gusto” aunque hayan sido aprobadas por la Iglesia de entonces. Nombra a La
Salette pero ¿Cree en La Salette? ¿O lo cree y luego lo olvida, como el ejemplo que dice
el Apóstol Santiago sobre el hombre que escucha la palabra de Dios, como si mirara
su rostro en un espejo, se va y luego, al punto, se olvida de cómo era?
Porque, dice ahora Mons. Fellay, que
en lo principal en que hay que insistir para convertir a Roma es en la Misa. Ya no
es más la Fe, ya no es más la Doctrina en que se asienta la Fe. Para agradar a
Dios dice San Pablo hacen falta primeramente al menos dos cosas: “creer en Dios y saber que Él es remunerador de los que le buscan”.
Y también dice la Escritura en otra parte: “Es
imposible agradar a Dios, sin Fe”. Porque uno puede oír Misa sin Fe, y ¿de
qué le valdría esto? Es más, uno puede ir a Misa todos los domingos y luego,
durante la semana, vivir como si Dios no existiera, por decir así.
Monseñor Lefebvre desde la Fundación de la FSSPX insistió ante todo en la fe. Por supuesto también en la Misa y en los Santos Sacramentos, pero, ¿de qué sirve todo esto si no se cree en su realidad sobrenatural, si no se tiene fe? Primero la Fe. Y a esta conclusión firme llegó Mons. Lefebvre hasta poco antes de morir. Fue su testamento. Primero la fe. Primero la Doctrina. Pero Mons. Fellay quiere hacer algo “mejor”. Quiere "cambiar" la intención primera con la que se fundó la FSSPX. No le vaya a pasar a Mons. Fellay lo que pasó a Fray Elías con San Francisco de Asís, cuando le sugería a éste hacer algunos retoques a la Regla Franciscana. Terminó Fray Elías lastimosamente en Alemania apoyando a un antipapa y bajo un emperador cismático. (Véase el artículo siguiente)
Monseñor Fellay debe, sencillamente, renunciar.
Al menos nos quedaría un mejor
recuerdo de él.
Alberto M. Borromeo