Comentarios Eleison
por su Excelencia
Richard Williamson
Número CDXVIII (418)
18 de julio de 2015
Blasón Episcopal de Monseñor Richard Williamson |
Dios finalmente rescatará Su Iglesia,
por supuesto,
Pero los Católicos deben gritar hasta
quedar roncos.
El “Comentario” de la semana pasada
fue tan lejos como para sugerir que empezar a comprender la
mentalidad liberal es una ayuda importante para mantener la Fe hoy en
día. Viendo como el liberalismo disuelve la Verdad, uno comprende
como él esta socavando la Fe y destruyendo a la Iglesia. Al mismo
tiempo, viendo como corrompe las mentes, uno comprende cómo los
hombres de Iglesia de hoy están “diabólicamente desorientados”
sin necesariamente estar completamente conscientes de cómo están
destruyendo a la Iglesia. Entonces, uno no necesita ser ni liberal ni
sedevacantista. Así que miremos a otro texto clásico de Monseñor
Lefebvre donde él examina “La Mentalidad Católico-Liberal” en
el Capítulo XVI de Le Destronaron:
“Una enfermedad del espíritu. Más
que una confusión, el catolicismo liberal es una ‘enfermedad del
espíritu’ (Padre A. Roussel en su libro “Liberalismo y
Catolicismo” ): El espíritu no consigue sencillamente descansar en
la verdad. Apenas se atreve a afirmar algo, se le presenta la
contra-afirmación, que también se ve obligado a admitir. El Papa
Pablo VI fue el prototipo de este espíritu dividido, de este ser de
doble faz – incluso se podía leer esto físicamente, en su rostro
– en perpetuo vaivén entre los contradictorios y animado de un
movimiento pendular, que oscilaba regularmente entre la novedad y la
Tradición. Dirán algunos: ¿esquizofrenia intelectual?
“Creo que el Padre Clérissac vio más
en profundidad la naturaleza de esta enfermedad. Es una ‘falta de
integridad del espíritu’, escribe (Humbert Clérissac, o.p. “El
Misterio de la Iglesia” Cap.7), de un espíritu que no tiene
‘suficiente confianza en la verdad. Esta falta de integridad del
espíritu en las épocas del liberalismo, se explica del lado
psicológico por dos rasgos manifiestos: los liberales son receptivos
y febriles. Receptivos porque asumen con demasiada facilidad los
estados de espíritu de sus contemporáneos; febriles porque por
miedo de contrariar esos diversos estados de espíritu, se encuentran
en continua inquietud apologética; parecen sufrir ellos mismos las
dudas que combaten; no tienen suficiente confianza en la verdad;
quieren justificar demasiado, demostrar demasiado, adaptar o incluso
disculpar demasiado’.
“Ponerse en armonía con el mundo.
¡Disculpar demasiado! ¡Qué expresión oportuna! Quieren disculpar
todo el pasado de la Iglesia: las Cruzadas, la Inquisición, etc.; en
cuanto a justificar y demostrar, lo hacen bien tímidamente, sobre
todo si se trata de los derechos de Jesucristo; pero adaptar, por
cierto que lo hacen, ese es su principio. Parten de un principio
práctico y de un hecho que juzgan innegable: que la Iglesia no
podría concebirse en el ambiente concreto en que debe cumplir su
misión divina sin armonizarse con él”.
Desde el tiempo del Padre Clérissac y
de Monseñor Lefebvre, la disolución de las mentes y de los
corazones por el liberalismo ha solamente hecho grandes avances. En
el siglo 21ero hay aún menos trazas que hayan quedado del antaño
marco de verdad objetiva y de moralidad objetiva que las que había
en el siglo 20mo. Esto siendo así, la adaptación de la Iglesia a
sus ambientes deviene más y más mortal para la Fe Católica y para
la moral, las cuales no son nada si no son objetivas. ¡Cuánto hemos
tenido que sufrir recientemente a causa de una mente continuamente
alternando afirmaciones con contra-afirmaciones, continuamente
ansiosa por convencer a ambos dos partidos completamente opuestos el
uno al otro, para reconciliar lo irreconciliable, careciendo no
solamente de confianza en la verdad sino incluso, tal como parece, de
cualquier conocimiento de la verdad, si no fuera que esta mente puede
hacer una tan buena imitación de la verdad! Tal mente se decía ayer
que pertenecía a un “mentiroso”. ¿Y hoy?
Solamente podemos gritar como el
Salmista: Señor, tus propios católicos han devenido una burla para
los no Católicos. Por tu propio honor y gloria, ¡apresúrate a
rescatarnos!
Kyrie eleison.