domingo, 5 de julio de 2015
Por ello, venerables hermanos, no es de maravillar que los modernistas ataquen con extremada malevolencia y rencor a los varones católicos que luchan valerosamente por la Iglesia. No hay ningún género de injuria con que no los hieran; y a cada paso les acusan de ignorancia y de terquedad. Cuando temen la erudición y fuerza de sus adversarios, procuran quitarles la eficacia oponiéndoles la conjuración del silencio. Manera de proceder contra los católicos tanto más odiosa cuanto que, al propio tiempo,levantan sin ninguna moderación, con perpetuas alabanzas, a todos cuantos con ellos consienten; los libros de éstos, llenos por todas partes de novedades, recíbenlos con gran admiración y aplauso; cuanto con mayor audacia destruye uno lo antiguo, rehúsa la tradición y el magisterio eclesiástico, tanto más sabio lo van pregonando. (San Pio X, Pascendi)
Desde
tiempos del último Papa Santo, los liberales y modernistas han
emprendido un despiadado ataque contra los integristas,
los verdaderos católicos. Por ejemplo, el ultramodernista P.
Brugerette (1863-1943) en su libro El Sacerdote francés y
la sociedad contemporánea, se expresa así de los integristas:
Espíritus gruñones, [injustos] intérpretes, sin autoridad y sin mandato, de las enseñanzas de la Iglesia, […] raza farisaica de buscadores de herejía. Unos combaten a plena luz, de manera bastante frecuente, por la maledicencia y la calumnia, a los católicos a los cuales ponen la etiqueta de liberales.
Pero
ya desde agosto de 1911, la revista de los jesuitas polacos de
Austria-Hungría denunciaba:
…un grupo de celadores que toman como un deber husmear por todas partes, con una rara falta de consideración, el peligro del modernismo y de lanzar, bajo la cubierta de la ortodoxia, sospechas contra los sabios y contra las organizaciones católicas como favorecedoras del modernismo.
Dos
años más tarde, el 6 de septiembre de 1913, la revista de los
jesuitas italianos, laCivilitá cattolica, atacó los
“católicos llamados integrales” acusándolos de difamar a los
católicos alemanes, y el 20 de septiembre reincidió al declarar:
…”altamente peligrosa es la actitud de algunos que, por nuevas denominaciones, se dejan ir a las odiosas exageraciones y confusiones” y que “parecen querer tomarse como los representantes de la Santa Sede”.
El
P. Rutten, dominico Belga pronunció un sermón en la iglesia de San
Agustín en París el 26 de enero de 1913, dijo:
En cuanto a los hurgadores de textos, en cuanto a los descubridores de herejías, en cuanto a los inquisidores sin mandato, en cuanto a los bulldogs de la ortodoxia, quiero pedirles, hermanos, no les hagan el honor de responderles, sino envíenlos educadamente de paseo”.
En
Francia, fue la revista de los jesuitas Études que,
en su n° 5 de enero de 1914, dio la señal de la gran ofensiva
anti-integrista titulada: Críticas negativas y tareas
necesarias” que atacaba abiertamente “un puñado de
publicistas sin mandatoreprochándoles sus ataques
apasionados y sus denuncias:
Estos publicistas a quienes carecen tanto de competencia como de gusto y mesura, ¿tienen el monopolio de la ortodoxia? ¿Piensan que la verdad necesita ser defendida por sus ejecuciones sumarias, y para permanecer fieles, embalsamarla en un ataúd del cual tienen la custodia?
El
dúo Mignon-Birot denunciaba un “poder
irresponsable, anónimo y oculto” que
utiliza “la
prensa y la delación”,
que obran “la
división realizada por la maledicencia, por la calumnia, por un
olvido total de las reglas elementales de la caridad cristiana
respecto a los católicos meritorios así como respecto a la
autoridad episcopal”. Y
agregaban (con toda la caridad cristiana, por supuesto): Es
de notoriedad pública que la mayoría de estos condotieros de la
pluma, bajo la autoridad de Mons. Benigni [i],
eran gente poco recomendable […] se
trata de laicos
desequilibrados, sacerdotes que tuvieron dificultades con sus
superiores, o religiosos agitados que servían a pasiones mezquinas
de partido…
¿No
son estos ataques escandalosamente similares a estos más recientes?
-Vea
por ejemplo la caricatura de la Tradición que se hace llamar la
“Resistencia”: se trata de un espíritu no católico, cuasi
sectario, lo que nosotros no queremos, un movimiento que permanece
replegado en sí mismo, con gente que piensan que ellos son los
únicos buenos, los únicos justos sobre la tierra: esto no es
católico. Mons.
Fellay, entrevista a Présent.
-La
“Resistencia” hace todo lo que puede para instrumentalizar a
Monseñor Lefebvre en favor de sus ideas. Sin embargo, este último
era demasiado católico, demasiado partidario de la Iglesia
universal para entrar en el juego de este sectarismo. P.
Pfluger, entrevista a Der Gerade Weg.
-Estas
personas practican más bien, con gran celo, una religión que no
comprenden. Se imaginan que hay pecado allí donde frecuentemente no
lo hay (esto se encuentra entre los moralistas, los jansenistas). P.
Pfluger, ibídem.
-Monseñor
Williamson es un “provocador
de primera clase”,
que “siempre
tiene ideas extrañas”,
“exagera”,
es “una
granada de mano”,
“uranio”,
“no
estudia documentos”,
con “la
enfermedad de Parkinson”,
“no
es un estudioso”,
etc. (ver aquí -ojo,
son tres páginas) En este mismo artículo, Monseñor Fellay afirma
que Tenemos
un llamado para los extremistas, a los cuales ni siquiera queremos.
-Los
padres de Avrillé no son fieles a estos principios, pues ellos
denigran la autoridad del sucesor de Mons. Lefebvre y meten la
sospecha sobre los actos de su gobierno, para crear una dialéctica
entre los miembros de la Fraternidad y sus superiores, oponiendo
incluso a los sacerdotes entre ellos. […] No es la Casa
General la que está traicionando este combate de la fe, son los que
se hacen llamar “resistentes” los que la debilitan por sus
maniobras subversivas. P.
Bouchacourt, Comunicado sobre los Dominicos de Avrillé.
Hoy
como ayer, los modernistas y liberales trabajan del mismo modo.
Nihil
novum sub sole.
Las
citas de los modernistas fueron tomadas de la obra de Christian
Lagrave La Táctica modernista, de San Pio X a Pio XI,
infiltración y contraataque. Publicada en Le Sel de la
Terre n° 89, pág. 36 y sigs.
[i] Mons.
Umberto Benigni, fudador de Sodalitium Pianum o La Sapinière,
que
contaba con todo el apoyo de San Pio X.
Publicado
por Non
Possumus