Comentarios
Eleison
por su Excelencia Richard Williamson
Número
CDXVI (416)
04 de julio
de 2015
Monseñor Richard Williamson |
La mente de
los oficiales de Iglesia, ¿no funciona más?
Puede ser
que Dios no pueda evadir medidas extremas.
Lectores de
estos “Comentarios”, “Papas Conciliares I” y “II” de hace
cuatro y seis semanas atrás, pueden bien haberse llevado la
impresión que los “Comentarios” mantuvieron que el Papa
Francisco “puede ser inculpable por su ignorancia de sus blasfemias
y herejías”, como un lector lo expresó. Esa es una impresión
equivocada. Mientras que el liberalismo universal de hoy en día
puede excusar “parcialmente” y “relativamente” la destrucción
de la Iglesia Católica por los Papas, ciertamente no la excusa
completamente. La prueba de su culpabilidad de ellos, al menos
parcial, no es difícil de seguir.
La Iglesia
Católica pertenece a Dios. Él la fundó y Él la diseñó para
funcionar con seres humanos como Sus instrumentos de Él. Estos
oficiales humanos de Su Iglesia, Él nunca va a permitir que la
destruyan completamente, pero tampoco va Él a arrebatar el libre
albedrío de ellos, esto con el resultado que cada uno de ellos puede
grandemente merecer o desmerecer según el modo en el cual él usa o
abusa de su oficio. Sin embargo, sobre ese uso o abuso depende la
salvación de muchas otras almas además de la propia. ¿Cómo
entonces puede uno imaginar que Dios no ofrezca a estos oficiales
toda la gracia que necesitan para cumplir con sus deberes oficiales
para el bien de las almas? Si, entonces, los Papas Conciliares,
Cardenales y Obispos son verdaderamente oficiales designados de la
Iglesia, como lo parecen y como pocos que no sean sedevacantistas
niegan, se sigue que están recibiendo de Dios gracias suficientes
para dirigir bien a la Iglesia. Entonces, si en general la echan por
tierra, deben estar rechazando gracias de estado, gracias de su
oficio. Y, si están rechazando la gracia de Dios para el
cumplimiento de su deber, no pueden ser totalmente inculpables. Puede
ser que no sean de culpar por el mundo de papilla alrededor de ellos,
pero la gracia de Dios en última instancia dirigiría sus mentes
fuera de la papilla, si ellos quisieran. Ellos no quieren porque
entonces tendrían que afrontar ese mundo de papilla.
Imaginemos
un ejemplo concreto que puede haber pasado muchas veces en la vida
real en los 1970. Una pequeña abuela se las arregla para acercarse
al Santo Padre. En un mar de lágrimas ella explica que su nieto era
un buen chico cuando él entró al seminario (Conciliar), pero que
allí él perdió no solamente su vocación sino también su fe y aún
su virtud. Si, como es lo más probable, el Papa Conciliar ha
confiado en los oficiales alrededor de él para deshacerse de ella,
no es inocente, porque pequeñas abuelas pueden ser
inconfundiblemente genuinas. Pero estos Papas prefieren su sueño
Conciliar porque está en armonía con el mundo.
Y he aquí
un ejemplo real de Brasil, probablemente en los 1980. Juan Pablo II
tenía una reunión con obispos diocesanos para discutir el
apostolado en sus diócesis. En un momento dado un joven obispo se
levantó para decir que se saqueaba el rebaño en su diócesis por el
ecumenismo que favorecía la invasión de sectas Protestantes
provenientes de Estados Unidos, un desastre bien familiar desde hace
muchos años ya a través de toda Latinoamérica. El Papa escuchó el
testimonio del obispo, pero pocos minutos después ya estaba de vuelta
promoviendo exactamente el ecumenismo que el obispo acababa de
denunciar. Afrontado a la realidad católica, el Papa prefirió su
sueño Conciliar. ¿Cómo puede él haber sido completamente
inocente?
Se seguiría
que estos Papas no son ni completamente inocentes ni completamente
culpables de la devastación actual de la Iglesia. ¿Cuánto son lo
uno, cuánto son lo otro? Sólo Dios sabe. Pero si un buen Papa fuera
designado (¡ y protegido por Dios!) para tamizar los oficiales de la
Iglesia, limpiar a los malos y promover a los buenos, él designaría
un tribunal o inquisición – sí, inquisición – para forzar a
cada oficial a elegir abiertamente entre Verdad o papilla. ¿Sería
una tarea fácil? No, porque los mercaderes de papilla no tienen
dificultad en pretender que ellos aman la verdad y pueden fácilmente
creérselo, ellos mismos, que no tratan sino con la verdad. Son
capaces de acomodar sus mentes para cualquier cosa y para lo opuesto
de cualquier cosa. Entonces, ¿qué se puede hacer? Un Castigo para
limpiar los establos de Augias.
Kyrie
eleison.