sábado, 4 de julio de 2015

Papas Conciliares – III

Comentarios Eleison 
por su Excelencia Richard Williamson
Número CDXVI (416)
04 de julio de 2015

Monseñor Richard Williamson


La mente de los oficiales de Iglesia, ¿no funciona más?
Puede ser que Dios no pueda evadir medidas extremas.

Lectores de estos “Comentarios”, “Papas Conciliares I” y “II” de hace cuatro y seis semanas atrás, pueden bien haberse llevado la impresión que los “Comentarios” mantuvieron que el Papa Francisco “puede ser inculpable por su ignorancia de sus blasfemias y herejías”, como un lector lo expresó. Esa es una impresión equivocada. Mientras que el liberalismo universal de hoy en día puede excusar “parcialmente” y “relativamente” la destrucción de la Iglesia Católica por los Papas, ciertamente no la excusa completamente. La prueba de su culpabilidad de ellos, al menos parcial, no es difícil de seguir.

La Iglesia Católica pertenece a Dios. Él la fundó y Él la diseñó para funcionar con seres humanos como Sus instrumentos de Él. Estos oficiales humanos de Su Iglesia, Él nunca va a permitir que la destruyan completamente, pero tampoco va Él a arrebatar el libre albedrío de ellos, esto con el resultado que cada uno de ellos puede grandemente merecer o desmerecer según el modo en el cual él usa o abusa de su oficio. Sin embargo, sobre ese uso o abuso depende la salvación de muchas otras almas además de la propia. ¿Cómo entonces puede uno imaginar que Dios no ofrezca a estos oficiales toda la gracia que necesitan para cumplir con sus deberes oficiales para el bien de las almas? Si, entonces, los Papas Conciliares, Cardenales y Obispos son verdaderamente oficiales designados de la Iglesia, como lo parecen y como pocos que no sean sedevacantistas niegan, se sigue que están recibiendo de Dios gracias suficientes para dirigir bien a la Iglesia. Entonces, si en general la echan por tierra, deben estar rechazando gracias de estado, gracias de su oficio. Y, si están rechazando la gracia de Dios para el cumplimiento de su deber, no pueden ser totalmente inculpables. Puede ser que no sean de culpar por el mundo de papilla alrededor de ellos, pero la gracia de Dios en última instancia dirigiría sus mentes fuera de la papilla, si ellos quisieran. Ellos no quieren porque entonces tendrían que afrontar ese mundo de papilla.

Imaginemos un ejemplo concreto que puede haber pasado muchas veces en la vida real en los 1970. Una pequeña abuela se las arregla para acercarse al Santo Padre. En un mar de lágrimas ella explica que su nieto era un buen chico cuando él entró al seminario (Conciliar), pero que allí él perdió no solamente su vocación sino también su fe y aún su virtud. Si, como es lo más probable, el Papa Conciliar ha confiado en los oficiales alrededor de él para deshacerse de ella, no es inocente, porque pequeñas abuelas pueden ser inconfundiblemente genuinas. Pero estos Papas prefieren su sueño Conciliar porque está en armonía con el mundo.

Y he aquí un ejemplo real de Brasil, probablemente en los 1980. Juan Pablo II tenía una reunión con obispos diocesanos para discutir el apostolado en sus diócesis. En un momento dado un joven obispo se levantó para decir que se saqueaba el rebaño en su diócesis por el ecumenismo que favorecía la invasión de sectas Protestantes provenientes de Estados Unidos, un desastre bien familiar desde hace muchos años ya a través de toda Latinoamérica. El Papa escuchó el testimonio del obispo, pero pocos minutos después ya estaba de vuelta promoviendo exactamente el ecumenismo que el obispo acababa de denunciar. Afrontado a la realidad católica, el Papa prefirió su sueño Conciliar. ¿Cómo puede él haber sido completamente inocente?

Se seguiría que estos Papas no son ni completamente inocentes ni completamente culpables de la devastación actual de la Iglesia. ¿Cuánto son lo uno, cuánto son lo otro? Sólo Dios sabe. Pero si un buen Papa fuera designado (¡ y protegido por Dios!) para tamizar los oficiales de la Iglesia, limpiar a los malos y promover a los buenos, él designaría un tribunal o inquisición – sí, inquisición – para forzar a cada oficial a elegir abiertamente entre Verdad o papilla. ¿Sería una tarea fácil? No, porque los mercaderes de papilla no tienen dificultad en pretender que ellos aman la verdad y pueden fácilmente creérselo, ellos mismos, que no tratan sino con la verdad. Son capaces de acomodar sus mentes para cualquier cosa y para lo opuesto de cualquier cosa. Entonces, ¿qué se puede hacer? Un Castigo para limpiar los establos de Augias.


Kyrie eleison.