Non Possumus
France Fidele
Veritas
Saint-Rémy-en-Mauges,
Viernes 12 de septiembre 2014,
en la Fiesta del Santo Nombre de María
Queridas hermanas,
estimados padres
de familia,
queridos
niños,
queridos
amigos,
Sin
duda ustedes se han enterado del rumor de que dos hermanas de la Congregación
del Santo Nombre de Jesús y del Corazón Inmaculado de María (Brignoles) han
sido expulsadas, supuestamente relevadas de sus votos y calificadas de perjuras
por sus superiores.
Lo que
no dice el rumor, es el profundo por qué de este doloroso desenlace. Advertidas
de suscribir, por lo menos exteriormente, el lento pero seguro proceso de unión
a la Roma oficial que mina su Congregación, o de abandonar su lugar, las dos
hermanas escogieron retirarse para continuar la obra de su instituto: la
educación y la formación de jóvenes cristianas en tiempos de apostasía.
Nuestra
elección fue impulsada por el deseo de fidelidad al espíritu de nuestra
Congregación, espíritu de fe sin compromiso, tal cual nos lo legó el Padre
Calmel. A este respecto, estamos en deuda con nuestros superiores y nuestras
hermanas, que nos transmitieron la savia dominica, el amor de la Iglesia y el
de los niños. Sin embargo, ciertos hechos o declaraciones extrañas y cada vez
más frecuentes, han provocado nuestra perplejidad y nuestra indignación:
silencio discreto sobre las desviaciones romanas; insistencia en subrayar lo
que en Roma parezca conservador (como la “consagración” del Papa a Nuestra
Señora de Fátima, tal sermón ortodoxo en Santa Martha, tal rosario de
parroquia, etc.); actitud favorable a los ralliés de todo género (“sí, por
supuesto, al principio Monseñor Lefebvre los condenó, pero ahora hay que tener
en cuenta la realidad, hay que reconocer que ellos han mantenido el camino, hay
que trabajar con ellos”; “Es una torpeza decir en público que las misas Motu
Proprio deben evitarse absolutamente”; etc); inversión de los valores: “Usted
comprende, el combate de la fe está bien, pero ¿qué hay de la salvación de las
almas?” o: “Para conservar la “paz” entre nosotros, dejemos de discutir las
cuestiones doctrinales”… Y a esto se añade el apoyo incondicional a Monseñor
Fellay, facilitado por la poderosa ley del silencio impuesta en nuestras casas.
Tuvimos la necesidad de la ayuda y las luces de las familias y amigos valientes
para ver claro en esta deriva.
Hemos
vivido cada vez más a contra corriente en medio de Madres y hermanas con las
cuales ya no podíamos entendernos. Lo que se nos dijo, al principio, que era
una simple divergencia de opinión, nos valió ser expulsadas con nuestras
familias con el fin de reflexionar y enmendarnos. Pero enmendarse es renegar.
En el
presente, estamos resueltas a dar vuelta a la página, dejando a Dios
misericordioso el cuidado de sondear los corazones.
¿Qué
haremos? Continuar simplemente nuestra vida religiosa.
Nosotras
no somos nada, no tenemos nada, podemos muy poco, pero Dios parece querer
confiarnos los niños. Nosotros no nos negaremos a este trabajo en la medida de
lo razonable, para “escribir en el corazón y la frente de la infancia, el
Nombre de Jesús”, como lo decía nuestro Padre Fundador, M. Vincens (1800). La
pesada responsabilidad que tenemos en las espaldas, requiere mucha reflexión,
tiempo y prudencia. Por lo pronto estamos instaladas en Saint-Rémy-en-Mauges
para tener algunos meses de soledad en un marco religioso. Obligadas a
renunciar al vocablo del Santo Nombre de Jesús y del Corazón Inmaculado de
María, es en el fervor de un nuevo comienzo impuesto que nos ponemos bajo el
patrocinio del Santo Nombre de María.
Dispuestas
desde hoy a escuchar vuestras solicitudes relativas a la escolaridad de
vuestros hijos, y vuestras ofertas financieras o de colaboración, esperamos
poder evaluar muy pronto dónde y cuándo les propondremos, si Dios quiere, un
comienzo de escuela. Agradecemos a todos aquellos y aquellas que nos han
sostenido generosamente. Sin vuestra ayuda material y sobretodo espiritual, no
hubiéramos podido resistir hasta aquí ni podríamos contemplar cualquier cosa.
Confiamos
nuestro futuro y el vuestro a la Virgen María, a Santo Domingo, a Santa
Catalina de Siena y a todos nuestros Santos protectores, desde el Padre Calmel
hasta nuestros intercesores más escondidos.
Hna,
Marie-Laetitia, t.o.p. y
Hna. Marie de
Jésus, t.o.p.,
Dominicas Enseñantes del Santo Nombre de María.
Publicado por José Luis en 8:26
Etiquetas: Cartas, Francia, Noticias, Resistencia