Comentarios Eleison
por su Excelencia Richard Williamson
Número CDLVIII (458)
23 de abril de 2016
Tenemos un tercer Obispo de la Resistencia ahora,
Cómo y por qué, una Declaración menciona.
El 19 de Marzo, hace poco más de
un mes, Dom Tomás de Aquino fue pacíficamente consagrado obispo para beneficio
de las almas que desean en todo el mundo mantener la verdadera fe católica. Así
como cuando Monseñor Faure fue consagrado justo un año antes, la ceremonia fue
bellamente organizada por los monjes del Monasterio de la Santa Cruz en las
montañas detrás de Río de Janeiro, en la Catedral-almacén de acero del
Monasterio, hermosamente decorada para la ocasión como el año pasado. El tiempo
estuvo seco y cálido sin ser demasiado cálido. San José hizo que todo se
desarrollara sin problemas. Le debemos un gran agradecimiento.
Asistió un poco más de gente que
el año pasado, aunque la mayoría eran de lugares cercanos dentro de Brasil. No
hubo periodistas presentes y el evento fue apenas mencionado incluso en las
fuentes de noticias católicas Tradicionales. ¿Hubo una conspiración de
silencio? ¿Se corrió la voz de no prestarle atención? No importa. Lo que sí
importa es lo que Dios parece estar sugiriendo, a saber, que la supervivencia
de la fe no requiere en este momento de publicidad o de darse a conocer, sino
que quizá convendría deslizarse hacia las sombras, desde las cuales la Iglesia
puede bajar suavemente a las catacumbas a la espera de su resurrección luego de
que la tormenta en el mundo, la cual promete ser humanamente terrible, se haya
llevado a cabo.
En cualquier caso tenemos ahora
otro obispo, firmemente en la línea de Monseñor Lefebvre, y en el lado Oeste
del Atlántico. Tal como Monseñor Faure, él conoció bien a Monseñor y fue un
confidente suyo. Monseñor Tomás de Aquino nunca trabajó con Monseñor Lefebvre
directamente dentro de la FSPX, pero debido a que él no era miembro de la
Fraternidad, Monseñor pudo haberse sentido más libre para compartir sus
pensamientos e ideas con él. Ciertamente él le dio al joven monje consejos
invaluables en más de una ocasión, los cuales Monseñor Tomás nunca ha olvidado.
Los Católicos creyentes no están equivocados – ha habido pocas excepciones a la
reacción abrumadoramente positiva por el regalo de Dios de otro verdadero
pastor de almas.
Al momento de la consagración,
los dos obispos consagrantes hicieron una Declaración que no ha tenido todavía
mucha publicidad. Ésta expone en profundidad el fundamento de la consagración,
mostrando cómo este evento, aparentemente extraño, no es realmente extraño en
absoluto, sino muy natural dadas las circunstancias. He aquí la primera parte
de la Declaración. La segunda parte tendrá que seguir en el “Comentario
Eleison” de la semana próxima.
Nuestro Señor Jesucristo,
habiéndonos advertido que en su segunda venida la fe habrá casi desaparecido de
la faz de la tierra (Luc. XVIII, 8); se deduce que a partir del triunfo de su
Iglesia en la Edad Media, ella sólo podía conocer un gran declive hasta el fin
del mundo. Tres agitaciones en particular han marcado este declive: la del
protestantismo que rechazó a la Iglesia en el siglo XVI; la del liberalismo que
ha rechazado a Jesucristo en el siglo XVIII; y la del comunismo que ha
rechazado a Dios completamente en el siglo XX. Sin embargo, lo peor de todo fue
cuando esta Revolución por etapas logró finalmente penetrar en el interior de
la Iglesia gracias al Concilio Vaticano II (1962–1965). Queriendo acercar la
Iglesia al mundo moderno que tanto se había alejado de ella, el Papa Paulo VI
supo hacer adoptar por los Padres del Concilio “los valores de dos siglos de
cultura liberal” (Cardenal Ratzinger).
Lo que los Padres adoptaron fue
el triple ideal de Revolución Francesa, en particular: la libertad, la igualdad
y la fraternidad Revolucionarias bajo la forma respectivamente de la libertad
religiosa, que realzando la dignidad humana, implica la elevación del hombre
por encima de Dios; de la colegialidad, que promoviendo la democracia nivela y
subvierte toda autoridad en la Iglesia; y del ecumenismo, que al alabar a las
falsas religiones, implica la negación de la divinidad de Nuestro Señor
Jesucristo. Y en el medio siglo transcurrido desde el fin del Vaticano II, las
consecuencias mortales para la Iglesia de esta adopción de los “valores”
Revolucionarios se han hecho cada vez más evidentes, culminando en los
gravísimos escándalos casi cotidianos que manchan el pontificado del Papa
reinante.
Kyrie eleison.