Comentario Eleison
Por Monseñor Richard Williamson
Número CDXXXVII (437)
28 de noviembre de 2015
Monseñor Richard Williamson |
Los milagros eucarísticos están donde
Dios Mismo verdaderamente se esconde.
Los hechos son obstinados – siempre y cuando sean hechos. Si
lectores dudan que el milagro eucarístico de 1996 en Buenos Aires es un hecho,
que ellos emprendan su propia investigación: empiecen, por ejemplo, con
http://youtu.be/3gPAbD43fTI .
Pero si su investigación de ese caso los deja sin
convencerse, que ellos entonces busquen el caso paralelo de Sokólka en Polonia
donde todo un centro de peregrinación ha surgido alrededor de un milagro
eucarístico en el 2008: vean, por ejemplo, jloughnan.tripod.com/sokolka.htm. Y
un poco más de investigación en Internet descubriría seguramente reportes de
más de tales milagros Novus Ordo, y al menos algunos de ellos parecerían
auténticos.
Pero, ¿cómo es eso posible? Los Católicos Tradicionales
absorben con su leche materna que el nuevo rito de la Misa (NOM) es una
abominación a los ojos de Dios, y que ha ayudado a Católicos sin número a
perder la Fe. Pues el NOM, tanto como el Vaticano II que él siguió, es ambiguo,
favorece la herejía y ha conducido a innumerables almas afuera de la Iglesia,
para las cuales la asistencia regular al rito Protestantizado las ha convertido
prácticamente en Protestantes. La mayoría de los Católicos Tradicionales deben
estar familiarizados con los serios problemas doctrinales de este nuevo rito,
diseñado para disminuir las doctrinas católicas esenciales de la Presencia
Real, del Sacrificio propiciatorio y del sacerdocio sacrificante, entre otras.
Entonces, ¿cómo puede Dios realizar milagros eucarísticos con este rito, tal
como el que ha hecho de Sokólka un centro nacional de peregrinación para toda
Polonia?
Doctrinalmente, el NOM es ambiguo, en equilibrio suspendido
entre la religión de Dios y la religión Conciliar del hombre. Ahora bien, en
cuestiones de fe, la ambigüedad es mortal por estar normalmente dise ñada para
socavar la Fe, como hace frecuentemente el NOM. Pero como la ambigüedad está
precisamente abierta a dos interpretaciones, así el NOM no excluye
absolutamente a la antigua religión. Por un sacerdote devoto, sus ambigüedades
pueden todas ser giradas a la dirección antigua. Eso no hace al NOM aceptable
como tal, porque su ambigüedad intrínsica aún favorece a la nueva dirección,
pero sí significa, por ejemplo, que la Consagración puede todavía ser válida,
como Monseñor Lefebvre nunca lo negó. Más aún, si los milagros eucarísticos son
genuinos, claramente no todas las Consagraciones de obispos Novus Ordo ni
Ordenaciones de sacerdotes Novus Ordo son inválidas tampoco. Breve, el NOM como
tal es malo como un todo, malo en partes, pero no malo en todas sus partes.
Ahora bien, imaginemos con el mayor de los respetos, cómo
Dios Todopoderoso se posiciona hacia el nuevo rito de la Misa. Por un lado,
Dios ama a Su Iglesia como a la niña de Sus ojos y la preservará hasta el fin
del mundo (Mt. XVI,18). Por otro lado, Él ha elegido confiar su gobierno a
hombres de Iglesia humanos y falibles, a los cuales Él guiará, pero a cuyo
libre albedrío otorga evidentemente un grado notable de libre juego para
gobernarla bien o mal, empezando con la traición a Su propio Hijo. Ahora, en
tiempos modernos, la Revolución, sea judía, masónica, comunista o globalista,
encuentra su principal adversario en Su Iglesia y ha convencido especialmente a
los líderes de la Iglesia para hacer colapsar a la Iglesia. Su éxito más
terrible fue el Vaticano II y su NOM, los cuales fueron seguramente mucho más
por la culpa de los pastores que de las ovejas. “La fortaleza está traicionada
aún por aquellos que debían defenderla”, dijo San Juan Fisher en un momento
paralelo de la Reforma. Entonces, ¿cómo cuidará Dios a Sus ovejas, muchas de
las cuales – no todas – son relativamente inocentes de la traición Conciliar?
Después del Vaticano II, algunos sacerdotes y laicos
tuvieron la gracia de ver inmediatamente qué era como traición, y en unos pocos
años el movimiento Tradicional estaba en camino. A otras ovejas Dios les
concedió la gracia de verlo más tarde. Pero, ¿no podemos todos admitir que hay
muchos buenos Católicos que confiaron en sus obispos, como buenos Católicos
normalmente deben hacerlo? Y, ¿no es que estos obispos insistieron en la
mentira de que el NOM no era diferente de la verdadera Misa? Lo que especificó
al Vaticano II y a la NOM fue precisamente la oficialización de la herejía
modernista dentro de la Iglesia. Entonces, ¿no es que tiene sentido que en
castigo por su mundanidad moderna estas ovejas ampliamente perderían el
verdadero rito de la Misa, mientras que en recompensa por su deseo todavía de
la Misa ellas no perderían una Misa válida? Sin embargo, el futuro de la Iglesia
depende de las almas que comprenden en su fondo la Revolución, y repudian
absolutamente todas las ambigüedades del Vaticano II y del NOM.
Kyrie eleison.