domingo, 29 de noviembre de 2015

Novus Ordo Missae – II

Comentario Eleison
Por Monseñor Richard Williamson
Número CDXXXVII (437)
28 de noviembre de 2015


Monseñor Richard Williamson


Los milagros eucarísticos están donde
Dios Mismo verdaderamente se esconde.

          Los hechos son obstinados – siempre y cuando sean hechos. Si lectores dudan que el milagro eucarístico de 1996 en Buenos Aires es un hecho, que ellos emprendan su propia investigación: empiecen, por ejemplo, con http://youtu.be/3gPAbD43fTI . 

         Pero si su investigación de ese caso los deja sin convencerse, que ellos entonces busquen el caso paralelo de Sokólka en Polonia donde todo un centro de peregrinación ha surgido alrededor de un milagro eucarístico en el 2008: vean, por ejemplo, jloughnan.tripod.com/sokolka.htm. Y un poco más de investigación en Internet descubriría seguramente reportes de más de tales milagros Novus Ordo, y al menos algunos de ellos parecerían auténticos.

         Pero, ¿cómo es eso posible? Los Católicos Tradicionales absorben con su leche materna que el nuevo rito de la Misa (NOM) es una abominación a los ojos de Dios, y que ha ayudado a Católicos sin número a perder la Fe. Pues el NOM, tanto como el Vaticano II que él siguió, es ambiguo, favorece la herejía y ha conducido a innumerables almas afuera de la Iglesia, para las cuales la asistencia regular al rito Protestantizado las ha convertido prácticamente en Protestantes. La mayoría de los Católicos Tradicionales deben estar familiarizados con los serios problemas doctrinales de este nuevo rito, diseñado para disminuir las doctrinas católicas esenciales de la Presencia Real, del Sacrificio propiciatorio y del sacerdocio sacrificante, entre otras. Entonces, ¿cómo puede Dios realizar milagros eucarísticos con este rito, tal como el que ha hecho de Sokólka un centro nacional de peregrinación para toda Polonia?

         Doctrinalmente, el NOM es ambiguo, en equilibrio suspendido entre la religión de Dios y la religión Conciliar del hombre. Ahora bien, en cuestiones de fe, la ambigüedad es mortal por estar normalmente dise ñada para socavar la Fe, como hace frecuentemente el NOM. Pero como la ambigüedad está precisamente abierta a dos interpretaciones, así el NOM no excluye absolutamente a la antigua religión. Por un sacerdote devoto, sus ambigüedades pueden todas ser giradas a la dirección antigua. Eso no hace al NOM aceptable como tal, porque su ambigüedad intrínsica aún favorece a la nueva dirección, pero sí significa, por ejemplo, que la Consagración puede todavía ser válida, como Monseñor Lefebvre nunca lo negó. Más aún, si los milagros eucarísticos son genuinos, claramente no todas las Consagraciones de obispos Novus Ordo ni Ordenaciones de sacerdotes Novus Ordo son inválidas tampoco. Breve, el NOM como tal es malo como un todo, malo en partes, pero no malo en todas sus partes.

          Ahora bien, imaginemos con el mayor de los respetos, cómo Dios Todopoderoso se posiciona hacia el nuevo rito de la Misa. Por un lado, Dios ama a Su Iglesia como a la niña de Sus ojos y la preservará hasta el fin del mundo (Mt. XVI,18). Por otro lado, Él ha elegido confiar su gobierno a hombres de Iglesia humanos y falibles, a los cuales Él guiará, pero a cuyo libre albedrío otorga evidentemente un grado notable de libre juego para gobernarla bien o mal, empezando con la traición a Su propio Hijo. Ahora, en tiempos modernos, la Revolución, sea judía, masónica, comunista o globalista, encuentra su principal adversario en Su Iglesia y ha convencido especialmente a los líderes de la Iglesia para hacer colapsar a la Iglesia. Su éxito más terrible fue el Vaticano II y su NOM, los cuales fueron seguramente mucho más por la culpa de los pastores que de las ovejas. “La fortaleza está traicionada aún por aquellos que debían defenderla”, dijo San Juan Fisher en un momento paralelo de la Reforma. Entonces, ¿cómo cuidará Dios a Sus ovejas, muchas de las cuales – no todas – son relativamente inocentes de la traición Conciliar?

          Después del Vaticano II, algunos sacerdotes y laicos tuvieron la gracia de ver inmediatamente qué era como traición, y en unos pocos años el movimiento Tradicional estaba en camino. A otras ovejas Dios les concedió la gracia de verlo más tarde. Pero, ¿no podemos todos admitir que hay muchos buenos Católicos que confiaron en sus obispos, como buenos Católicos normalmente deben hacerlo? Y, ¿no es que estos obispos insistieron en la mentira de que el NOM no era diferente de la verdadera Misa? Lo que especificó al Vaticano II y a la NOM fue precisamente la oficialización de la herejía modernista dentro de la Iglesia. Entonces, ¿no es que tiene sentido que en castigo por su mundanidad moderna estas ovejas ampliamente perderían el verdadero rito de la Misa, mientras que en recompensa por su deseo todavía de la Misa ellas no perderían una Misa válida? Sin embargo, el futuro de la Iglesia depende de las almas que comprenden en su fondo la Revolución, y repudian absolutamente todas las ambigüedades del Vaticano II y del NOM.


         Kyrie eleison.