sábado, 13 de septiembre de 2014

NEO-FSSPX: SACERDOTES SÓLO PARA EL ALTAR, NO PARA EL COMBATE DE LA FE


 
El Padre Simoulin y Monseñor Fellay

En su último artículo
, el Padre Simoulin  nos presenta lo que él considera el verdadero combate de la Fraternidad. Este artículo se basa en el “sueño de Dakar” que tuvo Monseñor Lefebvre en sus tiempos de misionero en ese país.

Ya Monseñor Fellay, en una entrevista a The Angelus en Abril de 2013, respondiendo a la pregunta de cuál es la relación que hay entre el sueño/visión de Monseñor Lefebvre en la catedral de Dakar y las consagraciones de 1988, responde:Yo no creo que la medida de consagrar obispos esté directamente relacionada con la misma obra (de Monseñor Lefebvre). Es solamente una medida de supervivencia. No es esencial para la obra, la cual es para formar y construir sacerdotes de acuerdo al Corazón de Jesús. Es lo más importante.
Pues el Padre Simoulin retoma este mismo tema y nos dice (extracto, la negrita es nuestra):

Es por eso quisiera invitarlos a despertar estos recuerdos, para que no olvidemos que el alma de nuestra actitud en la Iglesia es una posición de fidelidad, de preservación y de construcción, antes de ser una actitud de resistencia. Una no va sin la otra, por supuesto, pero ya es tiempo, me parece, de poner en orden nuestros espíritus con el fin de recobrar un verdadero espíritu apostólico, en esta bella unidad que hacía y hará nuestra fuerza. Y es, evidentemente, hacia el que nos dio la única referencia defendible que debemos volver: Mons. Lefebvre

Ciertamente, está el Monseñor de las batallas, las del concilio, y aquellas a las que será forzado de 1974 a 1988. Pero sobre todo, está el Monseñor olvidado, el que precedió y animó estas batallas, el Monseñor del “sueño de Dakar”, que encierra y nos revela el corazón de Monseñor, ¡el gran Monseñor de la bella Cruzada! ¿Han olvidado al Monseñor del “sueño de Dakar”? ¿Han olvidado la “Cruzada”?...

Luego, en febrero de 1991, [Mons. Lefebvre] dio sus últimas conferencias las que fueron publicadas y difundidas en nuestra “Carta a los veteranos”. ¿Cuáles fueron los temas? Ni la condenación de los errores modernos, ni el combate contra la nueva misa, ni la crítica de Roma, del papa o de no sé quién más, sino sacerdotalmente: “Algunas observaciones litúrgicas” y “Disposiciones para el apostolado”.

Fiel hasta el final a su « sueño de Dakar », él nos dejó como testamento la fidelidad a nuestros compromisos, el culto litúrgico, el culto del altar, y el espíritu apostólico.El sueño de Monseñor no fue partir de un tajo a los herejes, sino transmitir lo que recibió

Todos tenemos esto entre las manos, todos nosotros sabemos el itinerario que debemos seguir para servir a la Iglesia y permanecer fieles a su Tradición. No lo olvidemos y, si es necesario, volvamos a poner en el centro de nuestro corazón lo que animaba al de nuestro fundador, sin agotarnos y dividirnos en las querellas estériles que no tienen fin

Si debemos exigir algo de nuestros sacerdotes,  no es que cada uno de ellos se ejercite en resolver la crisis de la Iglesia, o que sea un experto en la condena de todos los errores de moda, sino que sea  uno de esos "apóstoles de Jesús y de María" que Mons. Lefebvre quería dar a la Iglesia, un apóstol fiel al espíritu de su cruzada,  un experto de la gracia y de la fe, un experto de la liturgia, de la Misa y de la Eucaristía, ¡un conquistador en busca de las almas a convertir y a salvar!


Mons. Di Noia

Ahora comparemos lo que dicen ambos con la Carta que Monseñor Di Noia envió a los sacerdotes de la Fraternidad el año pasado:

Entonces, ¿qué es lo que se le pide a la Fraternidad en la presente situación? No abandonar el celo de su fundador, Monseñor Lefebvre. ¡Lejos de eso! Más bien se les pide renovar la flama de su celo ardiente para formar sacerdotes de Jesucristo. Sin duda, ha llegado el momento de abandonar la retórica dura y contraproducente que ha surgido en los últimos años.

Ese carisma original confiado a Monseñor Lefebvre debe recuperarse, el carisma de la formación de los sacerdotes en la plenitud de la tradición católica en aras de realizar un apostolado con los fieles que fluya de esta formación sacerdotal…
El auténtico carisma de la Fraternidad es la formación de sacerdotes para el servicio del pueblo de Dios, no la usurpación del cargo de juzgar y corregir la teología o la disciplina de otros dentro de la Iglesia. Su atención debe centrarse en la profunda formación filosófica, teológica, pastoral, espiritual y humana de sus candidatos para que puedan predicar la palabra de Cristo y actuar como instrumentos de la gracia de Dios en el mundo, especialmente a través de la celebración solemne del Santo Sacrificio de la Misa.

Conclusión: El P. Simuolin, Mons. Fellay, Monseñor Di Noia y las congregaciones Ecclesia Dei, concuerdan en que, en la actual crisis de la Iglesia, la prioridad es formar Sacerdotes centrados en la liturgia tradicional, o dicho de otro, modo: lo primero y esencial hoy no es la batalla doctrinal, sino la conservación de la liturgia y la recuperación de una espiritualidad no combativa que supuestamente era la de Mons. Lefebvre.


Publicado por Non Possumus 


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Comentario de Cova

Ya Monseñor Fellay, en una entrevista a The Angelus en Abril de 2013, respondiendo a la pregunta de cuál es la relación que hay entre el sueño/visión de Monseñor Lefebvre en la catedral de Dakar y las consagraciones de 1988, responde: Yo no creo que la medida de consagrar obispos esté directamente relacionada con la misma obra (de Monseñor Lefebvre). Es solamente una medida de supervivencia. No es esencial para la obra, la cual es para formar y construir sacerdotes de acuerdo al Corazón de Jesús. Es lo más importante.

            ¿Que la consagración de los obispos por Monseñor Lefebvre no estaba relacionada con la misma obra? (¿Y con qué entonces?) ¿Que solo era una medida de supervivencia? (¿supervivencia de qué? ¿De la misma obra? Entonces, sí, estaba relacionada con la misma obra.

         Cómo son escogidas palabras sibilinas para torcer las cosas y sacarlas de su verdadera significación, para borrar con estas mismas palabras, (aparentemente pías) los hechos y las causas verdaderas que los produjeron.

            Las consagraciones de los obispos por Monseñor Lefebvre y Monseñor de Castro Meyer fueron realizadas porque precisamente era algo esencial para la obra, para su propia supervivencia. Supervivencia de la mismísima Tradición; del depósito sagrado e intocable de la fe que estaba siendo y sigue siendo destruida por el modernismo enquistado en Roma desde el Concilio Vaticano II. Estas palabras engañosas de Monseñor Fellay son una felonía, son para disfrazar la traición con el disfraz de “continuidad” en la lucha por la Tradición, por la defensa del depósito de la fe. Intentan “suavizar” y camuflar el paso de la entrega a los enemigos de Cristo.

            La formación de sacerdotes “de acuerdo al Corazón de Jesús(palabras hipócritas que traicionan con un beso a Cristo, al modo de Judas) consiste ante todo en difundir, predicar y defender el depósito de la fe, sin cambiar un ápice de él, y guardar fielmente los sacramentos instituidos por Jesucristo. Los sacerdotes son sacerdotes porque ofrecen un sacrificio: el sacrificio de la Santa Misa. La renovación incruenta del Sacrificio Redentor de Jesucristo en el altar del Calvario. La santa Misa es, además, un tesoro que guarda,  protege y manifiesta esa misma Doctrina de nuestro Señor. Los ritos modernos desde Paulo VI hasta hoy se alejan de la doctrina de Cristo depositada en la Iglesia por el mismo Señor para su custodia y difusión. Los nuevos ritos fueron amasados en una nueva doctrina, contraria a la fe católica y difundida sutilmente por medio de esos mismos ritos modernistas que dependen de, y expresan, una nueva doctrina, una nueva fe,  una nueva religión: la religión del hombre,  que se pone a sí mismo en el lugar de Dios. Lo más importante para la formación  de los sacerdotes es la Doctrina de salvación que nos reveló nuestro Señor con su Evangelio. Y todos los Sacramentos y ritos que le acompañan no solo son medios de santificación que nos transmiten la gracia, sino también son una expresión y símbolo de la misma doctrina. No solo hacen manifiesta la doctrina con palabras,  acciones y la materia que los conforman, sino que comunican las gracias necesarias de luz, de fe, de fortaleza y perseverancia en el camino hacia la vida eterna. No se pueden separar los Sacramentos de la Doctrina. Los mismos modernistas lo saben, por eso obraron así, pero se guardan muy bien de decirlo. La entrega de la Fraternidad a Roma es la entrega de las ovejas a los lobos.

            “Son los superiores los que forman a los inferiores” – decía Mons. Lefebvre -  advirtiendo sobre el peligro de un arreglo no doctrinal con Roma. La Fraternidad San Pio X entregada a Roma se disolverá adentro de ella y quedará inane. Roma habrá vencido al último bastión de la Tradición.


Pero Dios tendrá la última palabra. De Dios nadie se burla.