Viernes, 22 de mayo de 2015
Carta
de enlace entre los miembros de la FSSPX
(n° 5 – primavera de 2015)
(n° 5 – primavera de 2015)
En
abril de 2013, Mons. Fellay afirmó que la Fraternidad no había
cambiado salvo“cambios
superficiales”:
“ahora
tenemos sacerdotes de edad avanzada”,
“tenemos
más casas en más países”,
en breve, un “desarrollo
normal […]
“teníamos
4 obispos y ahora solamente tenemos 3. Esto es un cambio, pero nada
grave ni esencial[1]”
A
finales de enero de 2014, el P. de Cacqueray deseaba “que
la ruptura” entre Mons. Fellay y los signatarios de la
“Carta a los fieles” “se resuelva” y
confiaba antes de dejar el Distrito:
“«Yo
espero de todo corazón, que dado que yo creo que ya
no es de actualidad para la Fraternidad intentar lo que sea con un
Papa, del cual acabo de hablar un poco, espero que algunos de
estos sacerdotes y fieles considerarán, reconocerán que después
de momentos difíciles, la Fraternidad sigue fiel a la línea
que es la suya y reconociéndolo, por nuestra parte nosotros
tendremos la compresión, la benignidad para reaceptarlos sin
decir nada, entre nosotros, a los sacerdotes que partieron, entre
ellos, por supuesto, yo los conozco, son compañeros de armas,
sacerdotes cuyos valores no han desmerecido en su apostolado durante
todos estos años y que es triste haberlos visto partir, y yo
espero, yo espero, que si todo no fue más que un
equívoco, entre la fraternidad y ellos, que este equívoco sea
verdaderamente resuelto, es lo que espero de todo corazón”[2].
Frente
a estos testimonios, estaríamos tentados de concluir que la
afirmación de 2012 por parte de los 3 obispos en su carta al
Consejo general reconociendo “en la Fraternidad los
síntomas [de una] disminución en la confesión de
la Fe” era falsamente alarmista…
¿Todo
va muy bien?
Sin
embargo, el 23 de septiembre de 2014, luego del encuentro entre el
cardenal Muller y Mons. Fellay, el Vaticano publicó un comunicado
diciendo:
« Se
ha acordado proceder gradualmente y dentro de un tiempo razonable
para superar las dificultades y alcanzar la deseada reconciliación
plena."
Las
entrevistas continuaron entonces en un "marco
amplio y menos formal que el de los precedentes
intercambios[3]", mientras
que en palabras de Mons. Fellay: “las
discusiones manifestaron un desacuerdo profundo sobre casi todos los
puntos abordados[4]”.
En
su 5ª conferencia en Flavigny, el P. Pfluger declaró
explícitamente que dado el fracaso doctrinal con Roma “hay
que intensificar el contacto in membris (fieles, parroquias y clero
conservador)”.
En
2007, el P. de la Motte reunió a sus vicarios (entre ellos el P.
Salenave) para comunicarles una noticia que él estimaba muy buena
pero confidencial… Menzingen había dado su acuerdo para hacer de
Gavrus un priorato piloto en estrecho contacto con la diócesis y su
obispo. El cambio del prior puso fin a la experiencia, pero ahora
estas visitas se multiplican por pedido de Menzingen: Angers,
Montpellier, Châteauroux, debían ser visitadas por el obispo.
En
2015, dos peligrosos apóstoles de la libertad religiosa, el
cardenal Brandmüller y Mons. Schneider visitaron los seminarios de
Zaiztkofen, Flavigny y Winona y enseñaron allí. El primero
compara “la
Fraternidad San Pio X y los viejos católicos que han rechazado la
enseñanza del Vaticano I sobre la infalibilidad y tienen en común
el rechazo de los desarrollos legítimos de la doctrina y de la vida
de la Iglesia[5]”. Para
el segundo, “el
mejor alumno de Benedicto XVI” según
L’Homme Nouveau, “el
ecumenismo es necesario para estar en contacto con nuestros hermanos
separados, para amarlos. Frente al desafío planteado por el nuevo
paganismo, nosotros podemos y debemos colaborar con los no-católicos
serios para defender la verdad divina revelada y la ley natural
creada por Dios[6]”.
“Yo
escucho decir: “Usted
exagera,
hay cada vez más y más buenos obispos que oran, que tienen la fe,
que son edificantes…” Serán santos, siendo que admiten la falsa
libertad religiosa y por lo tanto el Estado laico, el falso
ecumenismo y por lo tanto la admisión de varias vías de salvación,
la reforma litúrgica y por lo tanto la negación práctica del
sacrificio de la Misa, […] ellos
contribuyen oficialmente a la revolución en la Iglesia y a su
destrucción” […]
Esta nueva religión no es la religión católica[7]”.
La
integración será nuestra desintegración…
Las
declaraciones del P. Jorna: “La
integración sería nuestra desintegración […] en
la Iglesia, es la verdad que libera, no la diplomacia[8]” eran
una evidencia para la mayoría de los miembros de la Fraternidad en
2001. Hoy en día, gracias a la acción subversiva de la cabeza, la
tendencia se ha invertido. Nadie ignora que la subversión viene más
frecuentemente de una élite infiel que de una base rebelde.
¿Cuántos
cofrades han leído el libro del P. Lelong titulado “Por la
necesaria reconciliación”? Allí nos enteramos que desde
el año 1992 (P. Aulagnier) y sobre todo desde 1997 (P. Lorans), la
cabeza de la FSSPX trabaja para la adhesión a Roma. Muy rápidamente
el combate ha cedido el lugar al deseo de reconocimiento. Si bien
tenemos algunas palabras a la derecha, la cabeza actúa más
frecuentemente a la izquierda. Y este actuar no queda sin
consecuencia:
“Por
lo tanto es evidentemente natural e históricamente cierto que,
cuando ustedes negocian con Roma y los obispos y reclaman ciertas
concesiones, ustedes están en la obligación de callarse, de
ablandar o de hacer desaparecer su oposición a la reforma
litúrgica, a la declaración Dignitatis humanæ y al
concilio, bajo pena de encontrarse en una situación psicológica
insostenible. Esta es la única y verdadera causa de su
evolución doctrinal: el peso moral de sus interlocutores y su
propio deseo de lograr resultados tangibles en las difíciles
negociaciones donde ustedes están en una posición minoritaria. Tal
situación los obliga a hacer concesiones, por lo menos verbales.
[…] llegando a este punto de su evolución, ustedes estiman
posible y necesario atemperar ciertas oposiciones con el fin de
obtener resultados más importantes. […] las negociaciones y los
acuerdos con Roma y con los obispos diocesanos deben terminar
necesariamente, tarde o temprano, en el abandono de las posiciones
sostenidas desde siempre por la Tradición…[9]”
Pocos
de entre nosotros tuvieron el tiempo de leer la entrevista del
Primer Asistente a una revista de la Fraternidad. El texto,
traducido por France Fidèle fue publicado por La
Porte Latine, pero no permaneció allí más que 24 horas…
Allí leemos:
“En
Tokio, tuve que decir la misa dominical sin zapatos, y en las islas
Fidji, fui recibido con “Cava”, bebida tradicional infecta que
además te destruye el hígado. Estamos tentados de estigmatizar de
“modernista”, “liberal”, “masónico” todo lo que no es
conforme a la rutina de los siglos 19 y 20. Una tradición así de
erróneamente concebida, no es atrayente, no puede convencer,
tampoco podemos edificar la Iglesia según la imagen que tenemos de
los años 50 o según los argumentos puestos en valor en los años
70. […]No a las teorías de conspiración, no al apocalipsis,
sino que esperanza contra toda esperanza. Esto es lo
católico”[10].
Como
todos los liberales y los conciliares, el P. Pfluger ya no comprende
la importancia crucial de la doctrina. Y expresa oficialmente su
desdén implícito por los grandes documentos antiliberales,
antimasónicos y antimodernistas desde 1831 (Mirari vos) hasta
1950 (Humani Generis), sin provocar una reacción eficaz. El
P. Pfluger parece ignorar que predicar a Cristo crucificado “de
manera convincente” es “escándalo para los
judíos y locura para los paganos”. Además, negando el
complot mundialista contra Dios, menosprecia la enseñanza de la
Iglesia sobre la lucha de las dos ciudades y niega una realidad
constatada incluso por los no creyentes –lo que no hace la fe
atrayente… Finalmente, al oponer esperanza y apocalipsis,
manifiesta una ineptitud radical para toda política prudente, pues
la Revelación nos dice: “Y le fue dado a la bestia hacer
la guerra a los santos y vencerlos; y se le dio autoridad sobre toda
tribu, todo pueblo, toda lengua y toda nación…” (Apoc.
13, 7). El P. Pfluger huye de la cruz y no comprende que la
esperanza cristiana no consiste a esperar una nueva cristiandad de
nuestro mundo apóstata, sino a esperar, con gran deseo, el regreso
glorioso del soberano juez.
¿Vanas
reacciones?
En
2014, el P. Gaudray fue a ver a Mons. Fellay para exigirle
explicaciones respecto al P. Pfluger. Una bella sonrisa y bellas
palabras hicieron desvanecerse sus exigencias. El P. Gaudray se
rehusó también a participar en la puesta en escena de Mons.
Schneider en Flavigny. Mons. Fellay le hizo severos e injustos
reproches. Nuestro pobre cofrade escribió entonces un artículo
torturado llamado: “De
la obediencia a los superiores falibles”…
Para satisfacer su conciencia, escribirá a sus fieles: “La
nueva religión instituida por el Vaticano II está fundada sobre
los principios de la Revolución… La iglesia conciliar no cesa de
proclamar su apego a los “valores” de la Revolución… Entre
ellos y nosotros, la oposición es radical, las posiciones
irreconciliables… Dios siempre será misericordioso respecto a los
débiles pero rechaza a los que no quieren la luz. Los
sacerdotes que ya no rezan o que ya no estudian traicionarán
necesariamente[11]”.
Muy
bonito, pero insuficiente para proteger a los fieles y la
Fraternidad. Se ataca al Vaticano II, pero no a su penetración en
la Fraternidad. No se trata, como lo cree el P. Gaudray, de
favorecer “la anarquía y el desprecio de la
autoridad”. Hacer “penitencia para obtener de
Dios buenos superiores”, “permanecer humilde”,
es necesario, pero esto no dispensa del deber sacerdotal de nombrar
al lobo, incluso cuando él se llama Fellay, Pfluger, Simoulin…El
P. Laguérie, durante la sesión en Flavigny (febrero de 2015), ha
dicho al P. Bouchacourt, delante de los priores, que Mons. Fellay
era deshonesto. ¿Por qué no decirlo públicamente?
De
la reacción interna…
En
Flavigny vimos el P. Troadec narrando la visita de Mons. Schneider,
interrumpido por los priores descontentos. Vimos palidecer al P.
Bouchacourt constatando que él no puede controlar su Distrito.
Algunos pensaron haber ganado una batalla con esto… ¡Ilusión!
Esta guerra ya está perdida. El P. de Cacqueray le confió al P.
Rioult, durante la peregrinación de Pentecostés de 2012,
que “Mons.
Fellay [estaba] dispuesto
a pasar sobre más de un cadáver”.
El P. de Cacqueray, que resistía a la Casa General, señaló en
2013 “que
el libro escrito por el P. Pivert no fue prohibido para su difusión
por la Casa general. Es un rumor sin fundamento [---]. La realidad
es que nuestros superiores no me pidieron retirar este libro de su
difusión[12]”. Hoy
en día, esta sutilidad hace sonreír y muestra los límites de esta
resistencia.
El
P. Rousseau, en
octubre de 2013, reaccionó contra las “canonizaciones” de Juan
XXIII y Juan Pablo II escribiendo: “Non
possumus, no podemos. […] Este
papa de Asís va, después de una falsa beatificación, a ser puesto
sobre los altares. Digámoslo claramente: estos
altares no son católicos y
no podemos reconocernos en este simulacro de ceremonia. Es una
caricatura. Hoy,
él ya no es prior… Para el P. Pfluger, su mutación se debió
a « faltas
graves[13]»… El
P. Delagneau prohibió al P. Deren citar a Mons. Lefebvre en un
sermón para no desmarcarse de la predicación de los sacerdotes del
priorato… El P. Beauvais recibió una carta injuriosa de Mons.
Fellay acusándolo de ser indigno de todo puesto de responsabilidad,
lo que justificaría su partida de San Nicolás.
Los
liberales dirigen la Fraternidad y persiguen a los que se oponen a
su voluntad. Las sanciones y las mutaciones operarán la inevitable
depuración en curso. Queridos cofrades, releamos las conferencias
del P. Pfluger a los Hermanos en Flavigny en enero de 2014. En la 7°
podemos leer: “Todas
estas salidas son una purificación para la Fraternidad y deben ser
vistas como una gracia…”.
Perdamos la ilusión, el golpe maestro de Satanás se renueva: la
destrucción del cuerpo social por la obediencia. Y“desgracia
a aquél que no consiente. Gana el derecho a ser pisoteado,
calumniado, privado de todo lo que le permitiría vivir[14]”.
¡A
la supervivencia exterior!
La
carta de un prior dirigida a los tres obispos, a los dos asistentes,
al P. de Cacqueray, a los tres miembros del tribunal del P. Pinaud,
resume muy bien el estado de nuestra Fraternidad:
« En
San Nicolás de Chardonnet el pasado viernes 8 de noviembre [2013],
el P. Nely nos dijo que era necesario restaurar la unidad.
Efectivamente hay trabajo que hacer sobre este punto, y es una
verdadera resurrección de la que habría que hablar, pues se trata
desgraciadamente de la unidad doctrinal y del lazo de caridad, y
tanto en un caso como en el otro podemos constatar su desaparición.
Cómo podríamos tener unidad doctrinal cuando vemos subsistir en la
cúpula una división entre dos principios contradictorios […] Esta
declaración no está muerta pues no fue retirada más que por
motivos extrínsecos, porque nos dividió. Solo el texto fue
retirado, no el pensamiento que la subyace y que todavía vive,
pensamiento que ha sido expresado en otros textos que no han sido
retirados. Es este pensamiento que nos divide y continuará
dividiéndonos hasta que no volvamos atrás. Es además la causa
profunda de la actitud del Padre Rioult, del proceso del Padre
Pinaud, de la salida de muchos cofrades celosos aunque tal vez
excesivos algunas veces. ¿Cuántos de entre nosotros se perderán y
de cuántos sacerdotes deberá usted dar cuentas a Dios? […] En
cuanto al lazo de la caridad, constato que ya no existe. Hemos
entrado en una lógica de guerra, y de guerra civil. […]Fraternidad
sin caridad fraternal ni unidad doctrinal… pronto seremos como un
cuerpo sin alma. […] Tal unidad no puede durar
mucho”.
En
efecto, tal prior abre sistemáticamente el correo de tal religiosa
para verificar lo que escribe… Tal hermano vigila a los sacerdotes
de su priorato para advertir a la Casa general de todo
comportamiento « desviado » de la línea oficial… Un
director de escuela despide a una institutriz por sus faldas
demasiado largas [es decir, modestas], pues molesta a sus
colaboradoras que usan faldas simplemente inmodestas… Etc.
Conclusión
Un
canonista de la FSSPX confesaba recientemente: “El nuevo
código no está allí simplemente para arreglar los problemas de
los sacerdotes, sino también para crear puentes con la Iglesia
oficial”. La Fraternidad ya está regida por el nuevo código
y por las congregaciones romanas. Los principales superiores de la
Fraternidad ya están incorporados en su cabeza incluso antes de
firmar. La FSSPX está mortalmente herida y nosotros no podemos
hacer nada al respecto. Y ¿cuántos cofrades se están destruyendo
interiormente porque se niegan a ver esta realidad que les hace
sufrir?
Solo
un obispo, Mons. Williamson, y un solo miembro del Capítulo, el P.
Faure, denunciaron la subversión en curso. Ningún superior mayor
ha actuado pública y eficazmente contra la corrupción de nuestros
jefes. El P. de Caqueray se decía dispuesto a actuar pero esperaba
un obispo. Pretexto fútil para no hacer nada pues él mismo
dijo: “Mons. De Galarreta está demasiado apegado a su
confort para hacer algo” y él sabía que si Mons.
Tissier veía intelectualmente claro, estaba paralizado: su fin era,
escribió a un cofrade, “ayudar a Mons. Fellay a
reencontrar su honor”.
Si
seguimos sin hacer nada, nuestros ojos no pararán de llorar por no
haber tenido el valor de gritar el lobo. Pues Mons. Fellay no es un
sacerdote débil que se equivoca, sino un lobo feroz que nos engaña.
Relean su carta a Benedicto XVI (17 de junio de 2012) y piensen bien
el sentido de las palabras de esta odiosa frase: “Desgraciadamente,
en el contexto actual de la Fraternidad, la nueva declaración no
pasará”. Demasiados de entre nosotros esperan un acuerdo
futuro para reaccionar, mientras que Mons. Fellay ya nos traicionó
pues ha pactado con el enemigo.
Ciertamente
que no tenemos un deber estricto de dejar la Fraternidad, pero
tenemos el deber de “oponernos
públicamente a los errores y a los fautores de errores, sean
quienes sean[15]”, incluso
y sobre todo si ellos están entre nosotros. ¿Cuántos lo hacen?
Nuestro próximo cambio, que será una puesta en el clóset, ¿será
un motivo claro y suficiente para reaccionar? ¿Continuaremos
obedeciendo a un jefe subversivo que abusa de su poder para llegar a
fines que nosotros reprobamos[16]?
Monseñor
Lefebvre, que tenía respeto a la autoridad, estaba sorprendido que
los monjes de Barroux “no
tomen el partido de irse o de fundar otro monasterio, o de pedir a
Dom Gérard su dimisión… No, nada, obedecen[17]”. Monseñor
Lefebvre, que tenía respeto de la autoridad, quiso visitar los
oficiales superiores encarcelados en la prisión de Tulle por el
golpe de estado de Argelia. Uno de “estos
héroes del cual yo veía su prisión desde el obispado[18]” narra
este hecho: “El
director de la prisión sabía que nosotros [el
Cte. Camelin y el Teniente de buque Guillaume] éramos
cabecillas e ignoraba hasta dónde podíamos llegar. Un día,
durante una convocatoria, él me dijo: “Ustedes, oficiales,
deberían poner el ejemplo de la disciplina en prisión”. ¡En
prisión, dar ejemplo de servidumbre es el colmo![19]”
Imitemos
la conducta del P. Altamira en Colombia. Siguió en su lugar como
prior para instruir a sus fieles de la traición en curso, el día
de su cambio/depuración (pues Mons. Fellay no nos dirá jamás en
la cara las razones por las cuales se deshace de nosotros), él pudo
decir un non possumus y partir con la mayoría de los fieles para
reconstruir. Nosotros no podemos abandonar a los fieles pero tampoco
podemos dejar a nuestros superiores hablar y actuar en nuestro
nombre contra la verdad. Los cofrades que deseen coordinar sus
fuerzas pueden tomar contacto con Mons. Jean Michel
Faure: cjmfaure@gmail.com, felizmente
consagrado el 19 de marzo de 2015 por Monseñor Williamson en la
Santa Cruz.
No
huyamos el combate por temor de compartir la soledad de Cristo en su
agonía:
« El
miedo de ser ridiculizados, de ser molestados en la acción
apostólica, de ser condenados a la inseguridad material. En todas
partes el miedo de la relegación sociológica. Demasiado raros son
aquellos que, a causa del Señor y de su Nombre, se burlan del
aislamiento de hoy en día y de la incertidumbre del mañana”. (P. Calmel,Itinéraires n°
148).
La
Redacción
[1] The
Angelus, el 20 abril 2013 – DICI del 07/06/13.
[2] 12
agosto de 2014, documento audio en La
Porte Latine.
[3] DICI,
n° 302 del 10 octubre 2014.
[4] Mons.
Fellay, Cor
unum de
marzo 2012.
[5] Walter
Brandmüller, Le
chiavi di Benedetto XVI per interpretare il Vaticano II,
Sienne, Cantagalli, 2012.
[6] Mons.
Athanasius Schneider, Entrevista del 30 mayo 2014 con la Latin
Mass Society,
publicada por la Porte
Latine.
[7] Mons.
Lefebvre, Prologo del Itinerario
espiritual, Edition
Tradiffusion, Bulle, 1991.
[8] Declaraciones
del P. de Jorna regogidas por “Il Bolletino delle parrochie
dell’isola” el 15 mayo de 2001, DICI n°9, p. 12-15.
[9] P.
Celier, « L’Eglise
déchirée, Appel aux catholiques Ecclesia Dei »,
Ediciones Gricha, 1994, p. 81 à 86.
[10] http://dergeradeweg.com/2014/12/31/glaubige-eiferer-vs-eifrige-glaubige/ Siete
preguntas al P. Pfluger.
[11] P.
Gaudray, Le
Carillon du Nord,
n°170, Febrero de 2015.
[12] B.O.
de la Fraternidad San Pio– Julio de 2013 – N° 251.
[13] Su
crimen fue tanto más intolerable que él anexó a su texto el
dibujo que mandó hacer Mons. Lefebvre en 1986 donde Nuestro Señor
manda a Juan Pablo II al infierno… El P. Pfluger, respondiendo a
un hermano molesto por esas “canonizaciones”: “No
escandalizarse. Es otro concepto de la santidad respecto al que
nosotros concebimos. Pero siempre ha sido así en la Iglesia, cada
papa ha beatificado a su predecesor” (Flavigny,
enero de 2014)
[14] Mons.
Lefebvre, El
golpe maestro de Satanás,
13-10-1974.
[15] Declaración
doctrinal de los tres obispos, 27 junio 2013.
[16] « A
fuerza de no vivir como se piensa, se termina por pensar como se
vive… »
[17] Conferencia
en Ecône del 8 octubre 1988.
[18] Marcel
Lefebvre,
Clovis, 2002, p. 286.
[19] Memorias
de Pierre Guillaume, Plon, 2006, p. 321.