Por Monseñor Richard Williamson
Número 361, 14 de Junio de 2014
Como un
número de ustedes sabrán, el Padre Fernando Altamira es un joven sacerdote
argentino de la Fraternidad San Pío X, trabajando en Bogotá, la ciudad capital
de Colombia en Sudamérica, quien hace varios meses tomó posición clara y
pública contra la traición a la Fe y a la Fraternidad de Monseñor Lefebvre por
parte de Monseñor Fellay y su equipo en Menzingen, Suiza. Yéndose del Priorato
de la Fraternidad para fundar una parroquia alternativa cercana, el Padre
Altamira fue seguido por la gran parte de sus previos parroquianos. Como pude
observar a mediados de Abril, él es un sacerdote pío, inteligente y muy
trabajador, muy popular entre la gente. Por sola recompensa, él está siendo
“excluido” de la FSPX.
El
Padre Altamira escribió a Monseñor Fellay para protestar porque su “exclusión”
era inválida. Envió copia de su bien argumentada protesta a un sacerdote
veterano de la FSPX que entiende demasiado bien como el mundo moderno opera
para así ser engañado por Monseñor Fellay. Aquí están los sabios comentarios de
ese sacerdote:
“Es
obvio que existe un problema en la Fraternidad San Pío X. Los liberales tomaron
el control y ellos quieren ser integrados en la estructura de la Roma
modernista. Y, como ha dicho el Padre Pfluger, ellos quieren expulsar a todos
los antiliberales que se oponen a esta Operación Suicidio. Una evidencia más
del Reconocimiento progresivo de la FSPX por parte de Roma son las iglesias que
algunos obispos de Francia ofrecen a Monseñor Fellay: Misa de Requiem del Padre
Lagneau, Misa de Aniversario Sacerdotal del Padre Marziac, la Basílica de
Lourdes en varias oportunidades, las Confirmaciones en Córcega, y así
siguiendo.
“El
secretismo es el modus operandi digno de un político liberal que quiere llevar
a sus electores hacia una meta diametralmente opuesta a la cual se había
comprometido para asegurar su elección. Por una serie de ambigüedades
hábilmente escalonadas para progresar poco a poco, el político lleva a la gran
mayoría de sus seguidores a aceptar la conclusión contraria de lo que estaban
convencidos al principio. Es puro y simple engaño maquiavélico, mentira e
hipocresía. Para el Superior General, el fin justifica los medios y para
conseguir tal fin, él no duda en tomar repetidamente posiciones que Monseñor
Lefebvre había condenado muchas veces. ¿Qué diría Monseñor Lefebvre de él y de
sus dos Asistentes? Que son unos idiotas, infantiles, ingenuos y desobedientes,
que llevan a la Fraternidad a cometer suicidio y que están traicionando el
combate por la Fe. Y que van a entregar a los modernistas en Roma los frutos de
tantos sacrificios y de tanta generosidad ofrecidos por los fieles.
“Los
modernistas en Roma nunca han cambiado sus exigencias que aceptemos el Concilio
Vaticano II y la legitimidad de la Nueva Misa. En 1975 el Director y los
profesores de Ecône aconsejaban a Monseñor Lefebvre que aceptemos el Concilio
para salvar la Misa, y terminaron por rebelarse y abandonar el Seminario en
Agosto de 1977. Hoy los tres cabecillas en Menzingen van hasta a aceptar la
legitimidad de la misa de Lutero. Como dicen los tres, la reticencia de la
Fraternidad para proseguir nos hace muy fastidiosos para nuestros “nuevos
amigos en Roma”, mientras que esperar a la conversión de la Roma modernista es
irrealista, en opinión de ellos. Es cierto y seguro que sólo un escobazo de
Dios podrá limpiar esta situación que es totalmente diferente de la situación
de la Iglesia que imperaba en la Reforma de San Pío V. Como el Capitán del
Titanic, Monseñor Fellay y su cuartel general llevarán la Operación Suicidio de
la Fraternidad a una conclusión exitosa. Ciegos guías de ciegos. Pero
cualquiera que no sea ciego, debe resistir a este suicidio y guardar la Fe”.
¡Si solamente la Fraternidad tuviera más sacerdotes tan
clarividentes y valientes como el Padre Altamira y el Padre Faure!
Kyrie eleison.
¡Cuando los liberales destruyen, cuánto necesitamos de
Sacerdotes claros en mente y valientes en palabras y actos!