Volvemos a publicar este interesante trabajo,
con agregados realizados por su propio autor
el Sr. Alejandro Sosa Laprida
el Sr. Alejandro Sosa Laprida
Francisco Iº |
Como católico, verme en conciencia obligado a emitir
críticas hacia el papa me resulta sumamente doloroso. Y la verdad es que sería
muy feliz si la situación de la Iglesia fuese normal y no encontrase por
consiguiente ningún motivo para formularlas. Desafortunadamente, nos hallamos
confrontados al hecho incontestable de que Francisco, en apenas un año de
pontificado, ha realizado incontables gestos atípicos y ha efectuado un
sinnúmero de declaraciones novedosas y por demás preocupantes.
Los hechos en cuestión son tan abundantes que no resulta posible tratarlos todos en el
marco necesariamente restringido de este artículo. A la vez, no es tarea
sencilla limitarse a escoger sólo algunos de ellos, ya que todos son portadores
de una carga simbólica que los vuelve inauditos a la mirada del observador
atento y sintomáticos de una situación eclesial sin precedentes en la historia.
Tras ardua reflexión, he retenido cinco que me parecen ser los mejores
indicadores de la tonalidad general que es posible observar en este nuevo
pontificado.
Esos hechos se agrupan en cinco temas diferentes :
el islam, el judaísmo, la laicidad, el homosexualismo y la masonería. Tras
haberlos expuestos en ese orden, intentado hacer ver en qué medida son
indicadores de una inquietante anomalía en el ejercicio del magisterio y de la
pastoral eclesiales, expondré de manera más sucinta otra serie de dichos y
hechos que permitirán ilustrar aun más, si acaso fuera posible, la heterodoxia
radical que trasuntan los principios y la praxis bergoglianos. Finalmente,
suministraré una serie de enlaces a artículos de prensa en los que el lector
podrá verificar la exactitud de los hechos referidos en el cuerpo del artículo.
1. La cuestión del
islam.
El 10 de julio de 2013 Francisco envió a los musulmanes de todo el mundo un mensaje de felicitaciones por el fin del Ramadán. Debemos precisar que se trata de un gesto que jamás se había producido en la Iglesia Católica antes del Concilio Vaticano II. La razón es muy sencilla, y por cierto manifiesta para cualquier católico que no haya perdido completamente el sensus fidei : los actos de las otras religiones carecen de valor sobrenatural y, objetivamente considerados, no pueden sino alejar a sus adeptos del único camino de salvación : Nuestro Señor Jesucristo.
El 10 de julio de 2013 Francisco envió a los musulmanes de todo el mundo un mensaje de felicitaciones por el fin del Ramadán. Debemos precisar que se trata de un gesto que jamás se había producido en la Iglesia Católica antes del Concilio Vaticano II. La razón es muy sencilla, y por cierto manifiesta para cualquier católico que no haya perdido completamente el sensus fidei : los actos de las otras religiones carecen de valor sobrenatural y, objetivamente considerados, no pueden sino alejar a sus adeptos del único camino de salvación : Nuestro Señor Jesucristo.
¿Cómo no estremecerse de espanto al escuchar a Francisco
decir a los adoradores de « allah » que « estamos llamados a respetar la religión del otro, sus enseñanzas, sus
símbolos y sus valores » ? Es imposible dejar de comprobar la
distancia insalvable que existe entre esta declaración y lo que nos enseñan los
Hechos de los Apóstoles y las epístolas de San Pablo…Que se deba respetar a las
personas que se encuentran en los falsos cultos, eso cae de su peso y nadie lo
discute, pero que se promueva el respeto de falsas creencias que niegan la
Santa Trinidad de las Personas Divinas y la Encarnación del Verbo de Dios es
algo insostenible desde el punto de vista del magisterio eclesiástico y de la
revelación divina.
Sin embargo, es menester reconocer que en este punto no
se puede tildar a Francisco de innovador, ya que no hace más que continuar con
la línea revolucionaria introducida por el Concilio Vaticano II, el cual
pretende, en la declaración Nostra Aetate
acerca de la relación de la Iglesia
con las religiones no cristianas (hinduísmo, budismo, islam y judaísmo) que
« la Iglesia Católica no rechaza
nada de lo que es verdadero y santo (!!!) en esas religiones. Considera con un sincero respeto esas maneras de
obrar y de vivir, esas reglas y esas doctrinas (…) Exhorta a sus hijos para que
(…) a través del diálogo y la colaboración (!!!) con los adeptos de otras religiones (…) reconozcan, preserven y hagan
progresar los valores espirituales, morales y socio-culturales que se
encuentran en ellos. »
Palabras que provocan estupor, ya que es algo
palmariamente absurdo pretender que se deba « colaborar » con gente que trabaja activamente para
instaurar creencias y a menudo costumbres que son contrarias a las del
Evangelio. ¿Cómo no ver en ese « diálogo » tan mentado una profunda
desnaturalización de la única actitud evangélica, que es la de anunciar al
mundo la Buena Nueva de Jesucristo, quien nos ha dicho sin ambages lo que nos
corresponde hacer como discípulos : « Todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra. Id y haced
discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo, y enseñadles a observar todo cuanto os he
mandado. » (Mt. 28, 18-20)
Esta noción de « diálogo » con las demás
religiones carece de todo fundamento bíblico, patrístico y magisterial y de
hecho no es sino una impostura tendiente a desvirtuar el auténtico espíritu
misionero, que consiste en anunciar a los hombres la salvación en Jesucristo, y
de ninguna manera en un utópico « diálogo » entre interlocutores
situados en pie de igualdad, enriqueciédose recíprocamente y pretendiendo
buscar juntos la verdad. Esa pastoral conciliar innovadora fundada en un
« diálogo » incripto en un contexto de « legítimo
pluralismo », de « respeto » hacia las religiones falsas y de « colaboración »
con los infieles no es más que una pérfida celada tendida por el enemigo del
género humano para neutralizar la obra redentora de la Iglesia.
A ese respecto, baste con citar la única situación de
auténtico « diálogo » que nos relatan las escrituras, y lo que es
más, justo al comienzo, a fin de estar definitivamente alertados acerca de su
carácter intrínsecamente viciado: se trata del « diálogo » al cual se
prestó Eva en el jardín del Edén con la serpiente y que habría de desembocar en
la caída del género humano (Gn. 3, 1-6) Se podría dar una lista interminable de
citationes del Nuevo Testamento, de los Santos Padres y del magisterio de la
Iglesia para refutar la patraña según la cual los falsos cultos deben ser
objeto de un « respeto sincero »
hacia sus « maneras de obrar y de vivir,
sus reglas y sus doctrinas » y para probar que, a diferencia de las
personas que los profesan y que naturalmente deben ser objeto de nuestro
respeto, de nuestra caridad y de nuestra misericordia, de ningún modo las
falsas doctrinas religiosas merecen « respeto »,
que en dichas religiones no se encuentra ningún elemento de « santidad » y que los elementos de
verdad que puedan contener están subordinados al servicio del error.
Se debe reconocer que Francisco es perfectamente
coherente en su mensaje con lo que el documento conciliar dice acerca de los
musulmanes, a saber, que « la
Iglesia mira también con estima a los musulmanes, que adoran al único Dios,
viviente y subsistente, misericordioso y todopoderoso, creador del cielo y de
la tierra, que ha hablado a los hombres
y que procuran someterse con toda su alma a los decretos de Dios. »
Ahora bien, cualquiera sea la sinceridad de los mahometanos en la creencia y en
la práctica de su religión, no por ello es menos falso sostener que « adoran al único Dios », « que ha hablado a los hombres » y
que « buscan someterse a los
decretos de Dios », por la sencilla razón de que « allah »
no es el Dios verdadero, que Dios no ha hablado a los hombres a través del
corán y que sus decretos no son los del islam.
Se trata de un lenguaje inédito en la historia de la
Iglesia y que contradice veinte siglos de magisterio y de pastoral eclesiales.
Esa práctica heterodoxa ha conducido a los múltiples encuentros
inter-religiosos de Asís, en donde se ha alentado a los miembros de los
diferentes cultos idolátricos a rezar a sus « divinidades » para
obtener « la paz en el mundo. » Falsa paz, naturalmente, puesto que
se persigue injuriando al único Señor de la Paz y Redentor del género humano,
al igual que a su Iglesia, única Arca de Salvación. Y esta engañosa noción de
« diálogo » ha conducido igualmente a los últimos pontífices a
mezquitas, sinagogas y templos protestantes en los que, por el gesto y la
palabra, han puesto de relieve esos falsos cultos y no han vacilado en denigrar
públicamente a la Iglesia de Dios criticando la actitud
« intolerante » de la que Ella habría dado muestras en el pasado
hacia ellos.
Un ejemplo reciente de esta nueva mentalidad ecuménica
malsana, sincretista y relativista, condenada solemnemente por Pío XI en su
encíclica Mortalium Animos de
1928 : El 19 de enero, con motivo de la Jornada mundial de los migrantes y de los refugiados, Francisco se
dirigió à un centenar de jóvenes refugiados en una sala de la parroquia del Sagrado Corazón, en Roma, diciéndoles
que es necesario compartir la experiencia del sufrimiento, para luego
añadir : « que los que son
cristianos lo hagan con la Biblia y que los que son musulmanes lo hagan con
el Corán (!!!) La fe que vuestros
padres os han inculcado os ayudará siempre a avanzar. »
Esta nueva praxis
conciliar es lisa y llanamente escandalosa, por un doble motivo : por un
lado, mina la fe de los fieles confrontados a esas falsas religiones
valorizadas por sus pastores ; por otro lado, socava las posibilidades de
conversión de los infieles, quienes se ven confortados en sus errores
precisamente por aquelles que deberían ayudarlos a librarse de ellos
anunciándoles la Buena Nueva de la salvación, recibida de Aquel que dijera ser
« el Camino, la Verdad y la
Vida. » (Jn. 14, 6)
II. La cuestión del
judaísmo.
La primera carta oficial de Francisco, enviada el mismo día de su elección, fue dirigida al gran rabino de Roma. Hecho por demás sorprendente. La primera carta de su pontificado ¡enviada a los judíos ! Acaso esta decisión habrá obedecido a un imperativo evangelizador apremiante, a saber, una proclamación inequívoca del Evangelio, destinada a curarlos de su tremenda ceguera espiritual, una solemne invitación a que reconozcan por fin a Jesús de Nazareth como a su Mesías y Salvador…Pues nada de eso. Francisco evoca la « protección del Altísimo », fórmula convencional y vacía de contenido, destinada a ocultar las divergencias teológicas insalvables que separan a la Iglesia de la Sinagoga, para que sus relaciones avancen « en un espíritu de ayuda mutua y al servicio de un mundo cada vez más en armonía con la voluntad de su Creador. »
La primera carta oficial de Francisco, enviada el mismo día de su elección, fue dirigida al gran rabino de Roma. Hecho por demás sorprendente. La primera carta de su pontificado ¡enviada a los judíos ! Acaso esta decisión habrá obedecido a un imperativo evangelizador apremiante, a saber, una proclamación inequívoca del Evangelio, destinada a curarlos de su tremenda ceguera espiritual, una solemne invitación a que reconozcan por fin a Jesús de Nazareth como a su Mesías y Salvador…Pues nada de eso. Francisco evoca la « protección del Altísimo », fórmula convencional y vacía de contenido, destinada a ocultar las divergencias teológicas insalvables que separan a la Iglesia de la Sinagoga, para que sus relaciones avancen « en un espíritu de ayuda mutua y al servicio de un mundo cada vez más en armonía con la voluntad de su Creador. »
Hay dos preguntas que un lector prevenido no puede dejar de
formularse. La
primera es la siguiente : ¿Cómo puede concebirse una « ayuda mutua » con un enemigo que no
tiene sino un objetivo en mente, a saber, la desaparición del cristianismo, y
esto desde hace casi dos mil años ? ¿En qué cabeza puede caber el absurdo
según el cual los judíos desearían « ayudar »
a la Iglesia, fundada según ellos por un impostor, por un falso mesías, el cual
constituye el principal obstáculo al advenimiento del que ellos aguardan, y a
propósito del cual Nuestro Señor les advirtió : « Yo he venido en nombre de mi Padre y
vosotros no me habéis recibido ; otro vendrá en su nombre y vosotros lo
recibiréis. » (Jn., 5, 43) Terrible profecía que San Jerónimo comenta
diciendo que « los judíos, tras
haber despreciado la verdad en persona, aceptarán la mentira aceptando al
Anticristo » (Epist. 151, ad
Algasiam, quest. II) y San Ambrosio que « eso muestra que los judíos, quienes no quisieron creer en Jesucristo,
creerán en el Anticristo. » (In Psalmo
XLIII)
Ahora que el obstáculo político encarnado por la
Cristiandad ha sido suprimido por la oleada revolucionaria asistimos a la supresión
progresiva del obstáculo religioso, a saber, el papado, alcanzado desde hace
más de cincuenta años por el virus de la modernidad revolucionaria. Ese
obstáculo a la manifestación del « hombre
de iniquidad », ese misterioso katejon
del que habla San Pablo (2 Tes. 2,7), que retarda su venida y que no es otro
que el poder espiritual romano, es decir, el papado, según la tradición
exegética. Es tan sólo cuando ese obstáculo haya sido removido que « se revelará el impío. » (2 Tes. 2,
8)
La penetración de las ideas revolucionarias en Roma no es
en absoluto una cuestión de fantasías complotistas ni el resultado de una
imaginación desbocada: quienes trabajaron activamente para realizar el aggiornamento de la Iglesia, esto es,
con miras a su adaptación al mundo moderno, lo que ha sido el objetivo
principal del Concilio Vaticano II, su « línea directora » (Pablo VI, Ecclesiam Suam, 1964, n°52), no tienen empacho en admitirlo. Así el
cardenal Suenens no se anduvo con rodeos : « Vaticano II, es 1789 en la Iglesia » (citado por Mons.
Lefebvre, Ils l’ont découronné,
Clovis, 2009, p. 10), aseveró quien fuera una de las figuras más relevantes del
último concilio y uno de los cuatro moderadores
nombrados por Pablo VI.
El padre Ives Congar (o.p.), nombrado por Juan XXIII en
1960 consultor de la Comisión Teológica Preparatoria y luego,
en 1962, experto oficial en el
concilio, en el cual fuera también miembro de la citada Comisión Teológica, a sido sin duda alguna el teólogo más
influyente de la asamblea conciliar, junto al jesuita Karl Rahner. El famoso
dominico declaró, refiriéndose a la colegialidad episcopal, que en el Concilio
« la Iglesia había efectuado
pacíficamente su Revolución de Octubre » (Vatican II. Le concile au jour le jour, deuxième session, Cerf, p.
115), reconoció que la declaración Dignitatis
Humanae sobre la libertad religiosa dice « materialmente otra cosa que el Syllabus de 1864, incluso
aproximadamente lo contrario » (La
crise dans l’Eglise et Mgr. Lefebvre, Cerf, 1976, p. 51) y admitió que en
ese texto, en el cual había trabajado, « se trataba de mostrar que el tema de la libertad religiosa se hallaba
presente en la Escritura. Pero no lo estaba. » (Eric Vatré, La droite du Père, Guy Trédaniel
Editeur, 1995, p. 118)
Y según el cardenal Ratzinger « el problema del concilio fue el de asimilar los mejores valores de dos
siglos de cultura liberal. Son valores que, aunque surgidos fuera de la
Iglesia, pueden hallar un sitio –purificados y corregidos- en su visión del
mundo y eso es lo que sucedió » (Jesus,
nov. 1984, p. 72), quien tampoco vacila en afirmar, a propósito de la
constitución pastoral Gaudium et Spes
sobre las relaciones de la Iglesia con el mundo moderno, que se puede
considerar ese texto como un « anti-Syllabus,
en la medida en que representa un intento de reconciliación de la Iglesia con
el mundo tal cual se ha vuelto desde 1789. » (Les principes de la théologie catholique, Téqui, 1987, p. 427)
La segunda pregunta que se plantea a propósito de la
carta enviada por Francisco al gran rabino de Roma es la siguiente : ¿Cómo
puede concebirse que una religión falsa (el judaísmo talmúdico, corrupción del
judaísmo vetero-testamentario), estructurada en base al rechazo, a la condena y
al odio de Jesucristo, pueda estar « al
servicio de un mundo cada día más en armonía con la voluntad del Creador » ?
Tamaño absurdo exime de comentarios…Mas se encuentra naturalmente en perfecta
consonancia con la modificación de la plegaria por los judíos del Viernes
Santo, que Juan XXIII se apresuró a
efectuar en marzo de 1959, apenas cuatro meses después de su elección,
suprimiendo los términos « perfidis »
y « perfidiam » aplicados a
los judíos, y que sería luego suprimida definitivamente del nuevo misal
aprobado por Pablo VI en abril de 1969 y promulgado en 1970.
He aquí la nueva plegaria que en él figura : « Oremos por los judíos, a quienes Dios habló
en primer lugar : que progresen en el amor de su Nombre y en la fidelidad
a su Alianza. » Plegaria a propósito de la cual cabría efectuar varias
observaciones : 1. No se menciona la
necesidad de su conversión a Jesucristo. 2.
El término « alianza » insinúa que la « antigua » aún
tendría vigor. 3. Todo
« progreso » en el amor de alguien implica un amor ya presente ;
ahora bien, ¿cómo podrían « progresar » en el amor del Padre si
niegan al Hijo ? 4. ¿Y cómo
podrían « progresar » en la « fidelidad a su alianza » si
se obstinan en rechazar a Jesucristo, sacerdote perfecto y cordero sin tacha,
que ha sellado una Nueva Alianza entre Dios y los hombres al inmolarse en la
Cruz ?
La conclusión cae de su peso : nos encontramos ante
una nueva teología que marca una ruptura de fondo con la que había tenido curso
en la Iglesia desde sus orígenes hasta Vaticano II y que la antigua plegaria
por la conversión de los judíos, eliminada de la liturgia latina, expresaba de
manera luminosa : « Oremos
igualmente por los judíos, que no han querido creer (perfidis judaeis), a fin
de que Dios nuestro Señor quite el velo de sus corazones y que conozcan, ellos
también, a Jesucristo nuestro Señor (…) Dios eterno y todopoderoso, que no
rehúsas tampoco tu misericordia a la infidelidad judía (judaicam perfidiam),
escucha las oraciones que te dirigimos por este pueblo enceguecido ; haz
que conozcan la luz de la verdad, que es Jesucristo, para que sean liberados de
sus tinieblas. »
El contraste con la nueva plegaria es pasmoso, tanto como
lo es con el discurso de Juan Pablo II en la sinagoga de Roma en abril de 1986,
en el cual alaba la « legítima
pluralidad religiosa » y afirma que hay que esforzarse en « suprimir toda forma de prejuicio (…) a fin
de presentar la verdadera cara de los judíos y del judaísmo. »
« Prejuicio » que la antigua plegaria del Viernes Santo expresaba de
manera cabal, lo que explica ciertamente su desaparición de la nueva
liturgia…Pero no se puede negar que esto sea harto problemático, pues según
reza el célebre adagio del siglo V atribuido al papa San Celestino I : lex orandi, lex credendi, la ley de la
oración determina la ley de la creencia, es decir que, modificando el contenido
de la oración, puede modificarse a la vez el contenido de la Fe.
Y lo acontecido en el siglo XVI a raíz de las
innovaciones litúrgicas de Lutero en Alemania y de Cranmer en Inglaterra basta
para demostrarlo. Desgraciadamente, el episodio de la carta enviada por
Francisco al rabino de Roma en el día de su elección no habría de quedar en
eso. En efecto, doce días más tarde Francisco reincidió enviando una segunda
carta al rabino, esta vez con motivo de la pascua judía, dirigiéndole sus
« felicitaciones más fervientes por
la gran fiesta de Pesaj. » Lo que no deja de suscitar una pregunta
insoslayable : desde una perspectiva católica, ¿cuál puede ser la
naturaleza de esas « felicitaciones » con motivo de una celebración
en la que se ultraja a Jesucristo, único y verdadero Cordero Pascual inmolado
en la Cruz en redención de nuestros pecados ?
Porque tales « felicitaciones » no pueden sino
confortar a los judíos en su ceguera espiritual y por tanto mantenerlos
alejados de su Mesías y Salvador, lo cual es cuando menos paradójico viniendo
de parte de un soberano pontífice…El cual prosigue diciendo : « Que el Todopoderoso que liberó a su pueblo
de la esclavitud de Egipto para conducirlo hacia la tierra prometida continúe
liberándolos de todo mal y acompañándolos de su bendición. » Palabras
embarazosas en grado sumo, dado que manifiestamente Dios no los ha liberado aún
de todo mal, puesto que no existe mal mayor que el de ser considerados « enemigos del Evangelio » (Rom. 11,
28) y formar parte de la « Sinagoga
de Satán » (Ap. 3, 9) ¿Cómo
concebir que Dios pueda continuar « acompañándolos de su bendición », cuando ellos continúan
rechazando con obstinación a Aquel que El ha enviado ?
Deseo precisar aquí, para evitar cualquier tipo de
malentendido, que de ningún modo ataco a los judíos de manera personal, ya que
no me caben dudas de que los hay excelentes personas y que profesan sus
creencias con toda buena fe. Al referirme a los judíos entiendo situarme en el
plano de los principios teológicos, el único que es pertinente en esta
cuestión. Y en ese terreno se comprueba una enemistad irreductible entre la
Iglesia, que busca establecer el reino de Jesucristo en la sociedad, y el
judaísmo talmúdico, el cual, habiéndose estructurado en oposición a Jesucristo
y a la Iglesia, busca obstaculizar su misión evangelizadora, en total
coherencia con su teología, que no le permite ver en Jesús de Nazareth más que
a un impostor y a un blasfemador, a un falso mesías que impide la venida del
verdadero, el que ellos aguardan ansiosamente con vistas a restaurar el reino
de Israel y a regir las naciones desde Jerusalén convertida en la capital de su
reino mesiánico mundial.
No se trata pues en absoluto de « racismo » ni
de un pretendido « antisemitismo » conceptualmente absurdo, según la
raída cantinela que no cesan de entonar cuando alguien se atreve a abordar el
tema, al unísono y a voz en cuello, los creadores de opinión mediáticos,
auténtica policía ideológica del sistema mundialista, para desviar la atención
del verdadero problema que plantea el judaísmo talmúdico y sionista, cuya
índole es estrictamente teológica, aunque de él se sigan necesariamente
consecuencias políticas, económicas y culturales.
Hecha esta aclaración, volvamos a la carta de Francisco,
quien concluye diciendo : « Les
pido que recen por mí, y les garantizo mi oración por ustedes, con la confianza
de poder profundizar los lazos de estima y de amistad recíproca. » Nos
es forzoso constatar que aquí llegamos al colmo en el ámbito de lo absurdo. En
efecto, ¿cómo es posible imaginar que la oración de quienes están, según San
Juan, bajo el imperio de Satán, podría ser atendida por Dios ? Y en buena
lógica, si los judíos aceptaran rezar por el papa, cosa inimaginable
considerando que su misión se opone diametralmente a la suya, se verían
obligados a pedir su apostasía del cristianismo y su conversión al judaísmo. Es
decir que Francisco implícitamente les estaría pidiendo nada menos que rezaran
por él para que pudiera rechazar a Cristo, ¡tal como lo hacen ellos! A decir
verdad, si esta cuestión no revistiese una gravedad inaudita, estaríamos ante
un gag desopilante por sus incongruentes y grotescas implicaciones.
Y esto sin mencionar los lazos de « amistad recíproca » que Francisco
evoca al final de su mensaje, ya que la incoherencia de esta expresión no es
menos flagrante que la de la anterior. Expliquémonos : Un amigo es un alter ego, un otro yo, de lo que se
sigue que la verdadera amistad no es viable si los amigos no poseen una
correspondencia de pensamientos, de sentimientos y de objetivos que vuelva
posible la comunión de las almas. Ahora bien, los pensamientos y la acción de
la Iglesia y de la Sinagoga son, como ya lo hemos dicho, diametralmente
opuestos, sus proyectos son incompatibles, la oposición que existe entre ellas
es radical, de suerte que, hasta tanto los judíos no hayan aceptado a Cristo
como a su Mesías y Salvador, le enemistad entre ambas permanecerá irreductible,
por razones teológicas evidentes, del mismo modo que lo son la luz y las
tinieblas, Dios y Satán, Cristo y el Anticristo…
Con este tipo de deseos entramos de plano en el
terreno de la utopía, de la sensiblería humanista, de la negación de la
realidad y, sobretodo, en la falsificación del lenguaje y en la perversión de
los conceptos : nos encontramos de lleno en la esfera de la ilusión, de la
manipulación intelectual y de la mentira. Mentira de la cual sabemos
fehacientemente quien es el padre…
Monseñor Jorge Mario Bergoglio, cuando era arzobispo de
Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina, tenía ya la muy peculiar
costumbre de acudir regularmente a sinagogas para participar en encuentros
ecuménicos, el último de los cuales no remonta más allá del 12 de diciembre de
2012, apenas tres meses antes de su elección pontifical, con motivo de la
celebración de Hanukkah, la fiesta de
las luces, en la cual se enciende cada tarde una vela en un candelabro de nueve
brazos durante ocho días consecutivos, liturgia cuyo significado es, desde un
punto de vista espiritual, la expansión del culto judío. El cardenal Bergoglio
participó activamente en la ceremonia del quinto día, encendiendo la vela
correspondiente.
De más está decir que evento semejante no se había
producido jamás en la historia de la Iglesia. Y que constituye un hecho
altamente perturbador. Aunque no menos inquietante resulta ser el hecho de que
este tipo de gestos escandalosos pasen completamente desapercibidos para la
inmensa mayoría de los católicos, profundamente aletargados, imbuídos hasta la
médula del pensamiento revolucionario que socava la Fe y debilita el sensus fidei de los creyentes,
compenetrados de la ideología
pluralista, humanista, ecuménica, democrática y derecho-humanista que sus
pastores les inculcan sin cesar desde hace más de medio siglo, ideología que es
totalmente extranjera al depósito de la Revelación y que se ha vuelto el leitmotiv de los discursos oficiales de
la jerarquía eclesiástica desde Vaticano II.
Para concluir este apartado, he aquí un pequeño extracto
de lo que Francisco decía a los judíos en otra sinagoga de Buenos Aires, Bnei Tikva Slijot, en septiembre de
2007, durante su participación a la ceremonia de Rosh Hashanah, el año nuevo hebreo : « Hoy, en esta sinagoga, tomamos
nuevamente conciencia de ser pueblo en camino (???) y nos ponemos en presencia de Dios. Hacemos un alto en nuestro camino
para mirar a Dios y dejarnos contemplar por El. » ¿Qué interpretación
podrá atribuirse al « nosotros »
empleado por Francisco ? ¿Qué realidad querrá designar utilizando la
palabra « Dios » ? En
todo caso, habida cuenta del contexto, no podría designar a Dios Padre, pues
sino está claro que los judíos no rechazarían al Hijo. En efecto, Nuestro Señor
les dijo : « Si Dios
fuese vuestro Padre, me amaríais, porque es de Dios que he salido y que vengo
(…) Vosotros tenéis por padre al Demonio, y queréis cumplir los deseos de
vuestro padre (…) El que es de Dios escucha las palabras de Dios. Vosotros no
escucháis porque no sois de Dios. » (Jn. 8, 42-47)
Hecho de lo más sorprendente, durante su extenso discurso
pronunciado en esa sinagoga de la capital argentina, quien en ese entonces no
era « sino » Monseñor Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos
Aires y cardenal primado de la Argentina, no se dignó a pronunciar ni siquiera
una vez el Santo Nombre de Jesús…
III.
Francisco y la laicidad del Estado.
Ante todo, es menester tener presente en qué consiste el llamado principio de laicidad : se trata de la piedra angular del pensamiento iluminista, por el cual Dios es excluído de la esfera pública y el Estado es emancipado de la revelación divina y del magisterio eclesiástico en el ejercicio de sus funciones, quedando así habilitado para actuar de manera totalitaria, al negarse a admitir toda instancia moral superior capaz de esclarecerlo intelectualmente y de orientarlo moralmente en su acción, ya se trate de la ley natural, de la ley divina o de la ley eclesiástica.
El Estado moderno se concibe a sí mismo
como absolutamente desligado de cualquier tipo de trascendencia espiritual o
ética a la cual someterse en aras de establecer y de conservar su
legitimidad. De este modo, el Estado liberal no reconoce otra legitimidad
como no sea la emanada de la llamada voluntad
general y que, por ende, se funda
únicamente en la ley positiva que los hombres se dan a sí mismos. La
separación de la Iglesia y del Estado es el resultado lógico de este
principio, por el cual se exonera a la sociedad políticamente organizada de
rendir a Dios el culto público que le es debido, de respetar la ley divina en
su legislación y de someterse a la enseñanza de la Iglesia en materia de fe y
de moral.
Esta supuesta independencia del poder
temporal respecto al poder espiritual no debe confundirse con la legítima
autonomía de la cual la sociedad civil goza en relación a la autoridad
religiosa en su propio ámbito de acción, esto es, en la búsqueda del bien
común temporal, el cual a su vez se halla ordenado a la del bien común
sobrenatural, a saber, la salvación de las almas. Esta es la doctrina
católica tradicional de la distinción de los poderes espiritual y temporal y
de la subordinación indirecta de éste respecto de aquél.
La laicidad conculca el orden natural
existente entre ambos poderes y erige al Estado en poder absoluto,
transformándolo así en una maquinaria de guerra con vistas a la
descristianización de las instituciones, de las leyes y de la sociedad en su
conjunto. El gran artesano de la pretendida neutralidad religiosa del Estado es la franc-masonería, enemigo
jurado de la civilización cristiana. Dicha neutralidad no es más que una superchería, dado que el poder
temporal es incapaz de prescindir de una instancia espiritual de orden
superior que le brinde los principios morales que reglan su actividad.
El Estado laico ne es neutro sino en apariencia, puesto que recibe sus principios
orientadores en materia espiritual y moral de esa contra-iglesia que es la
franc-masonería : « La
laicidad es la piedra preciosa de la libertad. La piedra nos pertenece a
nosotros, masones. La recibimos en bruto, la tallamos progresivamente y nos
es preciosa porque nos servirá para edificar el templo ideal, el futuro
dichoso del hombre del cual deseamos que ella sea el único señor. »
(La laïcité : 1905-2005,
Edimaf, 2005, p. 117, publicado por el Gran
Oriente de Francia en conmemoración del centenario de la ley de
separación de la Iglesia y del Estado de 1905.)
Habiendo efectuado este recordatorio
básico, sin el cual se pueden perder de vista las implicancias cruciales que
conlleva este asunto, examinemos la posición de Francisco al respecto. En un
discurso dirigido a la clase dirigente brasilera el 27 de julio, durante el
transcurso de las Jornadas Mundiales de
la Juventud, celebradas en Río de Janeiro, Francisco realizó un elogio
entusiasta de la laicidad y del pluralismo religioso, a punto tal de
regocijarse por la función social desempeñada por las « grandes tradiciones religiosas, que
ejercen un papel fecundo de levadura en la vida social y de animación de la
democracia. » Para continuar diciendo que « la laicidad del Estado (…) sin asumir como propia ninguna
posición confesional, es favorable a la cohabitación entre las diversas
religiones. »
Laicismo, pluralismo, ecumenismo,
relativismo religioso, democratismo : el número y la magnitud de los
errores contenidos en esas pocas palabras, condenados formalmente y en
múltiples ocasiones por el magisterio, requeriría una prolongada exposición
que excedería ampliamente los límites de este artículo. Para quienes deseasen
profundizar la doctrina católica en la materia, he aquí los documentos
esenciales : Mirari vos (Gregorio
XVI, 1832), Quanta cura, con el Syllabus (Pío IX, 1864) ; Immortale Dei y Libertas (León XIII, 1885 y 1888) ; Vehementer nos y Notre
charge apostolique (San Pío X, 1906 y 1910) ; Ubi arcano y Quas primas
(Pío XI, 1922 y 1925) ; Ci riesce
(Pío XII, 1953).
Leamos, a guisa de ejemplo, un
pasaje de la encíclica Quas Primas,
por la cual Pío XI instituyó la solemnidad de Cristo Rey : « La
celebración de esta fiesta, que se renovará cada año, enseñará también a las
naciones que el deber de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo no sólo
obliga a los particulares, sino también a los magistrados y gobernantes. A
éstos les traerá a la memoria el pensamiento del juicio final, cuando Cristo,
no tanto por haber sido arrojado de la gobernación del Estado cuanto también
aun por sólo haber sido ignorado o menospreciado, vengará terriblemente todas
estas injurias; pues su regia dignidad exige que la sociedad entera se ajuste
a los mandamientos divinos y a los principios cristianos, ora al establecer
las leyes, ora al administrar justicia, ora finalmente al formar las almas de
los jóvenes en la sana doctrina y en la rectitud de costumbres. »
La lectura de estos textos del magisterio permite comprender que el
Estado laico, supuestamente neutro,
no confesional, incompetente en materia religiosa y
otras falacias por el estilo, no es más que una aberración filosófica, moral
y jurídica moderna, una monstruosidad política, una mentira ideológica que
pisotea la ley divina y el orden natural. La distinción –sin separación- de
los poderes temporal y espiritual es algo muy diferente de la pretendida independencia del temporal respecto
del espiritual en relación con Dios, la Iglesia, la ley divina y la ley
natural : eso tiene nombre, y se llama la apostasía de las naciones.
Esta apostasía es el fruto maduro del Iluminismo, de la franc-masonería, de
la Revolución Francesa y de todas las sectas infernales que de ella proceden
(liberalismo, socialismo, comunismo, anarquismo, etc.)
Esos son los enemigos despiadados de Dios y de su Iglesia, quienes
alcanzaron su diabólico objetivo de destruir enteramente la sociedad
cristiana y de erigir en su lugar la ciudad del hombre sin Dios, creatura
insensata embriagada por la falaz autonomía de la cual ella pretende gozar
respecto a Dios : en ello
reside el rasgo esencial de lo que se ha dado en llamar la modernidad,
a pesar de sus rostros variados y multiformes, cuyo desenlace, a término, no
puede ser otro que el del reino del Anticristo.
Esta figura escatológica del hombre impío conducirá ineluctablemente la
sociedad moderna, secularizada y apóstata, al paroxismo de su revuelta contra
todo lo que se encuentra por encima de su propia voluntad autónoma y soberana, de la cual nos ofrece ya las aciagas primicias :
pensemos, por no citar sino un puñado de ejemplos representativos, en esas
aberraciones inimaginables que son el matrimonio
homosexual, la adopción homo-parental,
el derecho al aborto, la
legalización de la industria
pornográfica, la escuela sin Dios
pero con teoría de género y educación sexual obligatorias para corromper
la infancia y mancillar la inocencia de las almas inocentes…
Personificación aterradora de la creatura que entiende hacer de su
libertad, considerada como absoluta, la única fuente de la ley y de la moral,
creatura imbuída de su vacuidad ontológica y enceguecida por su arrogancia
irrisoria que pretende asombrosamente ocupar el lugar de Dios. Reitero que es
en esta pretensión insensata de la creatura de prescindir de su Creador que
radica la característica definitoria de la modernidad, es ella la que constituye la raíz del mal moderno,
desvarío metafísico que se manifiesta con una actitud de repliegue del
individuo sobre su propia subjetividad, acompañada por el rechazo categórico
de un orden objetivo del cual debería reconocer por partida doble la anterioridad
cronológica y la superioridad ontológica, y al cual está llamado a someterse
libremente para realizar plenamente su humanidad.
Esta actitud moderna se declina en múltiples facetas : nominalismo,
voluntarismo, subjetivismo, individualismo, humanismo, racionalismo,
naturalismo, protestantismo, liberalismo, relativismo, utopismo, socialismo,
feminismo, homosexualismo, de las cuales la raíz es siempre la misma, a
saber, el sujeto autónomo
pretendiendo emanciparse del orden
objetivo de las cosas y cuyo desenlace trágico e inevitable es el proyecto
descabellado de proponerse crear una civilización que, tras haber expulsado a
Dios de la sociedad, se funde exclusivamente en el libre arbitrio soberano
del hombre, convertido en fuente de toda legitimidad.
Y hoy más que nunca se vuelve indispensable proclamarlo a los cuatro
vientos : el principio de
laicidad constituye su más acabada encarnación y es su figura emblemática
: « El día en que comeréis (del
fruto prohibido) vuestros ojos se abrirán y seréis como dioses que conocen el
bien y el mal » (Gn. 3,5), sugirió la Serpiente a Eva, quien, dando
muestras de una gran apertura mental y de una sincera adhesión al pluralismo
religioso, se adentró con madurez y confianza en un diálogo mutuamente
enriquecedor con su respetable interlocutor…El desenlace es bien conocido y
ciertamente fatal para la humanidad : Adán y Eva terminaron comiendo, se
encontraron desnudos, fueron castigados por Dios y expulsados del Paraíso.
Las viejas naciones europeas que conformaban la Cristiandad comieron
también del fruto, llamado esta vez Derechos
Humanos, Democracia y Laicidad. Y ahora se encuentran
desnudas. En cuanto al castigo, ineluctable, terminará llegando, tarde o
temprano : « Vi surgir
del mar una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas, y sobre sus
cuernos diez diademas, y sobre sus cabezas nombres de blasfemia (…) Le fue
dado hacer la guerra a los santos y vencerlos. Y le fue concedida autoridad
sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. » (Ap. 13, 1/7)
Pero el Anticristo, « el
hombre impío, el hijo de perdición » (2 Tes. 2, 3) no llegará
solo : será precedido por un falso profeta, parodia diabólica del papel
precursor que otrora ejerciera San Juan Bautista disponiendo los corazones
para la llegada inminente del Mesías : « Vi otra bestia que subía de la tierra y tenía dos cuernos semejantes
a los de un cordero, pero hablaba como un dragón. » (Ap. 13,11) Las
dos bestias, la del mar y la de la tierra, el Anticristo y el Falso Profeta,
son indisociables, al igual que lo son el poder temporal y el poder
espiritual en la sociedad.
En régimen de cristiandad, los dos poderes cooperaban a efectos de hacer
respetar la ley divina en la sociedad. Pero, en el caso que nos ocupa, los
dos poderes han cambiado de signo y se hallan dedicados al servicio de Satán,
la segunda bestia –el poder religioso prevaricador-, abriendo el camino a la
primera e induciendo a los hombres a que se le sometan : « E hizo que la tierra y todos sus
habitantes adorasen a la primera bestia. » (Ap.13, 12) La primera
bestia representa el poder temporal apóstata, el del régimen democrático
laico y secularizado, enemigo de Dios, poder mundano que un día será
ostentado por una persona concreta, el Anticristo. La segunda bestia, por su
parte, representa el poder religioso corrompido, a la cabeza del cual se
hallará también un día una persona concreta, el falso profeta o Anticristo
religioso.
¿Qué tan lejos se encontrará la época que verá desplegarse ante su mirada
atónita el cumplimiento de estas profecías ? No es fácil tener certezas
de orden práctico en este terreno ni por tanto dar una respuesta categórica.
En cambio, no resulta aventurado sostener que cuando el nuevo papa alaba
apasionadamente la laicidad del Estado, siguiendo en esto el ejemplo de sus
predecesores recientes en el pontificado y conformándose al magisterio
post-conciliar, la necesidad de escrutar las profecías que acabamos de
exponer cobra una urgencia manifiesta.
IV. La ideología
homosexualista.
Con motivo de una conferencia de prensa dada el 29 de julio de 2013 en el vuelo entre Río de Janeiro y Roma, de regreso de las JMJ, Francisco pronunció la frase siguiente : « Si una persona es gay y busca al Señor con buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar ? » Frase extremadamente ambigüa y perturbadora, ya que el término gay no designa genéricamente a los homosexuales, sino especialmente a aquellos que reivindican públicamente la « cultura » y el estilo de vida de la impureza contra-natura. ¿Porqué haber utilizado una palabra generadora de confusión, totalmente extranjera al vocabulario católico y tomada justamente de la jerga del lobby « gay », avalando de este modo indirectamente su lenguaje subversivo y manipulador ? ¿Porqué no haberse apresurado a añadir, para evitar malentendidos, que si bien no se juzga moralmente a la persona que padece esta tendencia, el pasaje al acto, en cambio, constituye un comportamiento gravemente desordenado en el plano moral ?
Sorprendentemente, no lo hizo, y naturalmente, al día siguiente, la
abrumadora mayoría de la prensa mundial intituló el artículo dedicado a la
atípica conferencia de prensa pontifical retomando textualmente la pregunta
formulada por Francisco. ¿Podrá hablarse de impericia de parte de alguien que
domina a la perfección el arte de la comunicación mediática ? Resulta
difícil creerlo…Y aun cuando así fuera, el contexto exigía eliminar todo
riesgo de ambigüedad efectuando inmediatamente las precisiones del caso. Mas las precisiones jamás
llegaron. Ni durante la conferencia de prensa ni después. Ni de su boca, ni
de la del servicio de prensa del Vaticano. Mientras tanto, la prensa mundial
se regodeaba impúdicamente con la consternante salida bergogliana…
En la extensa entrevista concedida por Francisco a las revistas
culturales jesuitas los días 19, 23 y 29 de agosto y publicada en l’Osservatore Romano del 21 de
septiembre, habría podido suponerse que Francisco no dejaría pasar la
oportunidad para dar muestras de claridad acerca de esta espinosa cuestión,
cortando por lo sano las polémicas que sus desafortunadas declaraciones
habían suscitado y disipando drásticamente la confusión y la inquietud
generalizada que habían provocado.
Veamos si aprovechó la ocasión para hacerlo : « En Buenos Aires recibí cartas de personas
homosexuales heridas socialmente porque se sienten desde siempre condenados
por la Iglesia. Pero eso no es lo que la Iglesia quiere. Durante el vuelo de
regreso desde Río de Janeiro dije que si una persona homosexual tiene buena
voluntad y está buscando a Dios, yo no soy quien para juzgar. Al decir eso,
dije lo que indica el Catecismo
[de la Iglesia Católica]. La religión tiene
derecho a expresar su opinión al servicio de las personas, pero Dios nos ha
creado libres : la injerencia espiritual en la vida de la gente no es
posible. Un día alguien me preguntó de manera provocante si yo aprobaba la
homosexualidad. Yo le respondí con otra pregunta : ‘‘Dime : Dios,
cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la
rechaza condenándola ?’’ Siempre hay que considerar a la persona.
Entramos aquí en el misterio del hombre. En la vida cotidiana, Dios acompaña
a la gente y nosotros debemos acompañarla tomando en cuenta su condición. Hay
que acompañar con misericordia. Cuando esto sucede, el Espíritu Santo inspira
al sacerdote para que diga la palabra más adecuada. »
Habría mucho para decir
respecto a estas declaraciones. Mucho, para utilizar un eufemismo, excepto que destaquen por su
claridad…En aras de la concisión, sólo haré algunas observaciones
someras :
1. Contrariamente a lo que
afirma, sus dichos brillan por su ausencia en el Catecismo. En éste se encuentra claramente expuesta la doctrina
de la Iglesia (§ 2357 a 2359), precisamente la que Francisco no expresó en la
entrevista, durante la cual cultivó la ambigüeded, usó un lenguaje demagógico
y añadió aun más confusión.
2. Resulta inconcebible
escucharlo decir que « la religión
tiene derecho a expresar su opinión al servicio de las personas. »
Perdón : ¿La religión ? ¿Cual ? ¿O acaso se tratará de las religiones en general, es decir,
de « las grandes tradiciones
religiosas que ejercen un papel fecundo de levadura en
la vida social y de animación de la democracia. » (cf. III) ?
Lenguaje sorprendente en la boca de quien se encuentra sentado en el
trono de San Pedro…¿Porqué no decir simplemente « la
Iglesia » ? Y sobretodo, corresponde proclamar sin ambages que la
Iglesia no expresa de ninguna manera « su opinión », Ella
instruye a las naciones, en conformidad con el mandato que recibiera de
su Divino Maestro : « Id y
enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del
Hijo y del Espíritu Santo, enseñandoles a observar todo cuanto os he
mandado. » (Mt. 28, 19-20)
3. Y a renglón seguido añadió : « pero Dios nos ha creado libres : la injerencia espiritual en la vida
de la gente no es posible. » Ambigüedad sibilina, característica detestable de
parte de quien a recibido la misión de « enseñar a las naciones », pero rasgo clásico ya en labios de
Francisco…Porque si el hombre puede, en virtud de su libre arbitrio, negarse
a obedecer a la Iglesia, no es en cambio moralmente libre de
hacerlo : la Iglesia ha recibido de Jesucristo el poder de obligar las
conciencias de sus fieles (Mt. 18, 15-19).
Pretender que « la injerencia
espiritual en la vida de la gente no es posible » equivale a
divinizar la conciencia individual y a hacer de ella un absoluto :
estamos ante el principio fundamental de la religión humanista y masónica de
1789 : « Nadie debe ser
inquietado por sus opiniones, incluso religiosas. » (Declaración de los derechos del hombre y
del ciudadano, artículo X) Esta libertad de conciencia falaz y
revolucionaria fue condenada por el magisterio de la Iglesia : Gregorio
XVI afirmó que pretender
« garantizar a cada uno la
libertad de conciencia » no solo es absurdo sino además « un delirio. » (Mirari Vos, 1832)
4. Finalmente, el hecho de responder a una pregunta -¿aprueba la homosexualidad ?- con
otra pregunta, que es, para colmo, de un hermetismo poco común, es indigno de
aquel a quien fue confiada la tarea de enseñar a la universalidad de los
fieles. Respuesta en la que se halla nuevamente esta ambigüedad
exasperante que lo caracteriza, aquí al no distinguir entre la condenación
del pecado y la del pecador, y dando a entender que el hecho de « aprobar la existencia » (¡sic!)
del pecador volvería inútil la reprobación que su acto pecaminoso exige. Sin embargo Nuestro Señor nos enseñó a hablar de otro modo: « Que vuestro lenguaje sea sí, sí; no, no;
todo el resto proviene del Maligno. » (Mt. 5, 37)
Pero retornemos a nuestra conferencia de prensa aérea,
tras la celebración de las JMJ de
Río de Janeiro. Francisco agregó que
esas personas « no deben ser
discriminadas, sino integradas en la sociedad. » Perdón, pero ¿ a
qué personas hace alusión ? ¿A aquellas que sin pudor alguno se
proclaman « gay » o a las que, padeciendo sin culpa de su parte la
mortificante inclinación contra-natura se esfuerzan meritoriamente por vivir
decentemente ? Una ambigüedad suplementaria que naturalmente permanecerá
sin aclaración vaticana, pero cuya interpretación « progresista »
abandonada a los « medios de información masiva » será la que se
impondrá masivamente en el imaginario colectivo.
Pero a decir verdad, hay algo peor que la recurrente
ambigüedad bergogliana presente en esta afirmación y que se manifiesta en esa
disyuntiva irresuelta que he señalado. Me refiero a que sus palabras no sólo
cultivan la ambigüedad, elemento suficiente para cuestionarlas, sino que son
pura y simplemente falsas. Ellas se inscriben en el marco de la ideología
igualitarista de la lucha « contra las discriminaciones » que
promueven los partidarios del feminismo y del homosexualismo, genuina
maquinaria de combate al servicio de la legitimación de cuanta aberración el
partido del « progreso » se esmera en pergeñar, principalmente el
infame « matrimonio » homosexual.
¿En dónde reside la falsedad ? En el hecho de que,
inclusive en el segundo caso de la disyuntiva, es perfectamente legítimo y
razonable efectuar ciertas discriminaciones que, atendiendo al bien común
social, marginalizan a esas personas en determinados contextos. Y eso es, por
ejemplo, lo que la Iglesia siempre ha hecho en lo tocante al sacerdocio, a la
vida religiosa y a la educación de los niños. Ni que decir tiene que dichas
discriminaciones son más legítimas aun cuando se trata de gente que, además
de padecer esa tendencia desordenada, lleva una vida homosexual activa,
aunque fuese de manera discreta, y, a
fortiori, si hay que vérselas con quienes exhiben pública y
desvergonzadamente sus malas costumbres, reivindicando orgullosamente sus
fantásticos derechos : me refiero a los « gay », para emplear
el atípico vocabulario bergogliano, ciertamente inusitado en el lenguaje de
un sucesor de San Pedro.
Los individuos pertenecientes a esta última categoría, la
de los ideólogos de la causa homosexualista, por ejemplo, los organizadores
de las Gay Pride y los militantes
de asociaciones subversivas del estilo de Act-Up,
tienen tanto menos derecho a ser « integrados
a la sociedad » cuanto que justamente deberían ser excluídos de ella
sin contemplaciones, los acólitos de la secta LGBT poseen tanto menos el derecho a verse exentos de « toda forma de discriminación »
cuanto que deberían precisamente verse privados de libertad y apartados sin
miramientos de la vida social por atentado contra el pudor y corrupción de la
juventud.
Retomando el hilo de la conferencia pontifical en pleno
vuelo, asistimos pasmados a la prosecución del extraño discurso de Francisco
ante un auditorio cautivado por su desarmante espontaneidad y por el tenor
altamente mediático de sus palabras : « El problema no es el de tener esta tendencia, sino de hacer lobbying,
eso es lo grave, porque todos los lobbies son malos. »
Desafortunadamente, esta aseveración es perfectamente gratuita y no resiste
el menor análisis : que el hecho de poseer esa tendencia constituya un
grave problema de orden psicológico y moral para la persona afectada, así
como también un serio motivo de inquietud para su entorno, es algo
indiscutible. Y pretender que la homosexualidad no sea algo problemático,
sino solamente el hacer « lobbying », es una falacia notoria que
contribuye a trivializar la homosexualidad y a volverla aceptable.
Por último, es menester afirmar que, contrariamente a lo
que sostiene Francisco, ningún lobby es intrínsecamente perverso.
Efectivamente, dado que un lobby es « un colectivo que realiza acciones dirigidas a influir ante la
administración pública para promover decisiones favorables a los intereses de
ese sector concreto de la sociedad » (Wikipedia), un lobby será bueno en la medida en que combata por
causas justas y será malo cuando lo haga por causas inicuas. Para dar un
ejemplo, las acciones conducidas por los grupos feministas en favor del
aborto son reprobables, mientras que las realizadas por los grupos pro-vida
en su lucha contra la legalización de dicho crímen son encomiables.
Todas estas declaraciones de Francisco se ven
particularmente agravadas por el contexto internacional en el que se
producen, a saber, en medio de una violenta batalla cultural entre
partidarios y opositores del « matrimonio » homosexual, el cual se
extiende como reguero de pólvora a escala planetaria. Resulta difícil
atribuirlas solamente a eventuales imprecisiones de lenguaje, así como
tampoco parece posible negar la complicidad objetiva de sus palabras con los
propósitos manifiestos del lobby « gay » : la normalización de
la homosexualidad y la legitimación de sus insostenibles reivindicaciones
sociales.
Esas declaraciones han sembrado confusión entre los católicos
y han favorecido objetivamente a los enemigos de Dios, quienes combaten
encarnizadamente para que se acepten los supuestos « derechos » de
los homosexuales en el interior de la Iglesia y en la sociedad civil. Prueba
irrefutable de ello es que la más influyente publicación de la comunidad LGBT de los Estados Unidos, The Advocate, eligió a Francisco como
la « Persona del año 2013 »,
deshaciéndose en alabanzas hacia él por su actitud de apertura y de
tolerancia hacia los homosexuales.
He aquí, a modo de ilustración, tres casos que permiten
tomar conciencia de la gravedad del contexto en el cual se sitúan esas
desafortunadas declaraciones. Ellas se produjeron apenas dos meses después de
que el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, celebrara en Génova las exequias
de Don Gallo, famoso sacerdote comunista y anarquista, adepto al aborto e
incondicional de la causa homosexual, durante las cuales hizo un panegírico
suyo y autorizó que dos transexuales hicieran la apología de la ideología LGBT en la lectura de la
« plegaria universal », durante la cual agradecieron al clérigo
apóstata por haberlos ayudado a « sentirse
creaturas trans-gender (sic) deseadas
y amadas por Dios », y a los que distribuyó luego la comunión,
profanando así las santas especies eucarísticas, escandalizando gravemente a
los fieles y sembrando la confusión en las almas.
Más
inquietante todavía: no hubo ninguna reacción oficial del Vaticano reprobando
los hechos. Corresponde destacar que Don Gallo ejercía su
« ministerio pastoral » con total impunidad, sin jamás haber sido
importunado ni sancionado por la
jerarquía eclesiástica. Y cabe añadir que los funerales fueron oficiales,
celebrados con gran pompa, nada menos que por la figura más destacada del
episcopado italiano, con homilía ditirámbica incluída.
Otro hecho sintomático, seleccionado entre muchos
otros : la Universidad Pontifical
San Francisco Javier de Bogotá, en Colombia, fundada y dirigida por
jesuitas, desde hace doce años organiza anualmente un « Ciclo Académico Rosa », que
fomenta desembozadamente el estilo de vida « gay ». En 2013, por
primera vez, iba a tener lugar en los locales de la universidad, del 28 al 30
de agosto. Eso provocó una importante reacción de laicos escandalizados
quienes, gracias a un accionar digno de un auténtico « lobby »
católico, forzaron la universidad a buscar otro sitio para organizar su
inmundo coloquio de degenerados. Huelga decir que no se registró sanción
alguna hacia los organizadores del infame evento de parte de las autoridades
universitarias. Algo que va de suyo, en la era del culto al
« diálogo » con el error y en tiempos de exaltación del
« pluralismo » ideológico…Y esta impunidad dura desde hace ya doce
largos años. Ninguna sanción tampoco por el lado de la Conferencia Episcopal Colombiana. Ni falta hace precisar el
silencio absoluto del Vaticano.
Cabe destacar la reacción del director de la universidad,
el Padre Joaquín Emilio Sánchez : ella fue inmediata y sumamente
edificante. En efecto, en un áspero comunicado de prensa dirigido a la
« comunidad educativa », hizo constar su indignación ante la
« violación de la legítima
autonomía universitaria », declaró que « ninguna discriminación sería tolerada » y advirtió
amenazante a sus
adversarios : « Actualmente
efectuamos las gestiones necesarias ante las instancias competentes para que
una situación tan irregular y dolorosa como la que vivimos con motivo del
‘‘Ciclo Rosa’’ no se repita nunca más. »
Por su lado, el Padre Carlos Novoa, antiguo rector de la
universidad, profesor titular de teología moral y titular de un doctorado en
« ética sexual », promotor desvergonzado del aborto, sostuvo que la
medida « testimonia de un retorno
de la Inquisición en un sector de la Iglesia católica y es la resultante de
grupos obscurantistas y fanáticos. » Su pública posición contraria a
la enseñanza del magisterio eclesial no le ha acarreado ninguna sanción de
parte de la jerarquía de su país y menos aun de las autoridades de la citada
universidad « pontificia ». Este edificante sacerdote continúa ejerciendo afanosamente su
« ministerio pastoral » y dispensando con ahínco su
« enseñanza universitaria » a estudiantes que, imaginando recibir
una instrucción católica, son objeto de una perversión sistemática de sus
inteligencias.
Tercer y último ejemplo : el de la Universidad Católica de Córdoba, en
Argentina, que también está dirigida por jesuitas. En una entrevista
publicada el 12 de agosto de 2013 a quien es su rector desde 2005, el Padre
Rafael Velasco, gran especialista en « Derechos Humanos », en medio de una letanía de sentencias
heterodoxas, nos hizo el honor de participarnos su profunda visión
teológica : « Si la
Iglesia quere ser un signo del hecho que Dios está cerca de todos, lo que
debe hacer, antes que nada, es no excluir a nadie. Debe encarar reformas muy
importantes : los divorciados tienen que ser admitidos a la comunión,
los homosexuales, cuando viven de manera estable con sus compañeros, también
deberían poder comulgar. Decimos que la mujer es importante, pero la excluímos
del ministerio sacerdotal. Esos son signos que serían más
comprensibles. »
Estos tres casos que he citado, tomados de un interminable
listado de situaciones similares, ilustran acabadamente el progreso contínuo,
consentido y alentado, de la ideología homosexualista y de la « teoría
de género » en el interior de la Iglesia. Y es justamente en ese
contexto alarmante de avance permanente e incontenible de las ideas LGBT, tanto en la sociedad civil como en el seno
del clero, que se inscriben esas palabras inauditas de Francisco en una
conferencia de prensa internacional en pleno vuelo, a modo de broche de oro
de las archimediáticas JMJ de Río de Janeiro : « ¿Quién soy yo para juzgar a una persona
« gay » ? » Francamente, debo admitir que esto se asemeja
a un mal sueño, a una pesadilla indescriptible de la cual desearía
despertarme cuanto antes…
V.
Francisco y la masonería.
En 1999 el cardenal Bergoglio fue elegido miembro honorario del Rotary Club de la ciudad de Buenos Aires. En 2005, recibió el premio anual que el Rotary atribuye al « hombre del año », el Laurel de Plata. Esta entidad, fundada en 1905 en la ciudad de Chicago, USA, por el masón Paul Harris, es una asociación cuyos vínculos con la francmasonería son de público conocimiento : es un semillero de masones y el marco en el que se desarrollan sus iniciativas « caritativas ». Un porcentaje importante de rotarios pertenecen a las logias, a punto tal que el Rotary, junto al Lion’s Club, son considerados como los atrios del templo masónico.
He aquí lo que decía el obispo de Palencia, España, en una
declaración oficial : « El
Rotary profesa un laicismo absoluto, una indiferencia religiosa universal y
trata de moralizar las personas y la sociedad por medio de una doctrina
radicalmente naturalista, racionalista e incluso atea. » (Boletín eclesiástico del obispado de
Palencia, n° 77, 1/9/1928, p. 391) Esta condenación fue confirmada por
una declaración solemne del arzobispo de Toledo, el cardenal Segura y Sáenz,
primado de España, el 23 de enero de 1929. Dos semanas más tarde, la Sacra Congregación Consistorial
prohibió la participación de los sacerdotes en reuniones rotarias, en calidad
tanto de miembros y como de
invitados : es el célebre « non
expedire » del 4 de febrero de 1929. Esta prohibición sería
reiterada por un decreto del Santo
Oficio del 20 de diciembre de 1950.
El día de la elección pontifical del cardenal Bergoglio,
el 13 de marzo de 2013, el Gran Maestre
de la francmasonería argentina, Angel Jorge Clavero, rindió tributo al nuevo
pontífice saludándolo calurosamente. La logia masónica judía B’nai B’rith hizo otro
tanto : « Estamos
convencidos que el nuevo papa Francisco seguirá obrando con determinación
para reforzar los lazos y el diálogo entre la iglesia católica y el judaísmo
y continuará la lucha contra todas las formas de antisemitismo »,
declaró la logia francesa, mientras que la argentina aseveró que reconocen en
Francisco a « un amigo de los
judíos, a un hombre dedicado al diálogo y comprometido en el encuentro
fraterno » y aseguran estar convencidos de que durante su
pontificado « conservará el mismo
compromiso y podrá poner en práctica sus convicciones en el camino del
diálogo inter-religioso. »
El director de asuntos inter-religiosos de la B’nai B’rith, David Michaels, asistió
a la ceremonia de investidura del nuevo papa, el 19 de marzo y al día
siguiente participó a la audiencia dada por Francisco a los líderes de las
diferentes religiones en la sala Sala
Clementina. Se habían dado cita dieciséis personalidades judías en representación
de ocho organizaciones internacionales judías, entre quienes se hallaba el
rabino David Rosen, director del Comité
Judeo-Americano (American Jewish
Committee), quien declaró, en una entrevista concedida a la agencia Zenit, que desde el Concilio Vaticano
II « la enseñanza de la Iglesia y
su enfoque de los judíos, del judaísmo y de Israel han tenido una
transformación revolucionaria. »
Al día siguiente de su elección, el Gran Oriente de Italia emitió un comunicado en el cual el Gran Maestre Gustavo Raffi decía que
« con el Papa Francisco ya
nunca nada será como antes. Esta elección ha sido una apuesta
indiscutible de la fraternidad por una Iglesia de diálogo, no contaminada por
la lógica ni las tentaciones del poder temporal (…) Nuestra esperanza es que
el pontificado de Francisco marque el regreso de la Iglesia-Palabra en lugar
de la Iglesia-Institución, y que él promueva el diálogo con el mundo
contemporáneo (…) siguiendo los principios de Vaticano II (…) Tiene la
gran oportunidad de mostrar al mundo el rostro de una Iglesia que debe
recuperar el anuncio de una nueva humanidad, no el peso de una
institución que defiende sus privilegios. »
El 16 de marzo, en un nuevo artículo del Gran Oriente de Italia, esta vez
anónimo, el lector se entera de que existen tres miradas diferentes en los
miembros del GOI : la de los
que son escépticos en cuanto al progresismo de Francisco, la de los que
prefieren guardar un cauto silencio y juzgarlo luego por sus actos y,
finalmente, la de los que exhiben la convicción de que será un papa « innovador y progresista, basándose en el
hecho de que algunos Hermanos aseguran haber contribuído indirectamente, en
el interior del Cónclave, por intermedio de amigos fraternos, a la elección
de un hombre capaz de regenerar la Iglesia Católica y la sociedad humana
en su conjunto. »
Ese punto de vista se ve reforzado por el hecho de que el
cardenal Bergoglio, durante el cónclave de 2005, había sido apadrinado por el
cardenal Carlo Maria Martini, fallecido el 31 de agosto de 2012, desaparición
saludada por el GOI en un
comunicado fechado el 12 de septiembre en los siguientes términos :
« Ahora que las celebraciones
retóricas y las condolencias pomposas han dejado lugar al silencio y al
duelo, el Gran Oriente de Italia saluda con afecto al Hermano Carlo Maria
Martini, quien ha partido hacia el Oriente Eterno. »
Y el 28 de julio de 2013, con ocasión del deceso del
cardenal Ersilio Tonini, masón reconocido, el Gran Maestre Gustavo Raffi le rindió tributo asegurando que llora
« al amigo, al hombre del
diálogo con los masones, al maestro del Evangelio social. Hoy la humanidad es
más pobre, como lo es igualmente la Iglesia Católica. » Pero a
renglón seguido se apresura a añadir que, a despecho de esa gran pérdida,
« la Iglesia del Papa Francisco es
una Iglesia que promete ser respetuosa de la alteridad y compartir la idea
que el Estado laico favorece la paz y la coexistencia de las diferentes
religiones (!!!) »
El límpido homenaje tributado a Francisco por el Gran Maestre del Gran Oriente de Italia es un testimonio por demás inquietante con
relación a su pontificado. Como prueba de ello, y limitándonos a tan sólo uno
de los abundantes textos pontificales referidos a la masonería, he aquí lo
que decía León XIII en su encíclica Humanum
Genus, del 20 de abril de 1884 : « En nuestra época, los autores del mal parecieran haberse coaligado en
un inmenso esfuerzo, bajo el impulso y con la ayuda de una sociedad
diseminada por un gran número de lugares y fuertemente organizada, la
sociedad de los francmasones. Estos, sin disimular ya sus intenciones,
rivalizan de audacia entre ellos contra la augusta majestad de Dios,
maquinando abiertamente y en público la ruina de la Santa Iglesia, con la
finalidad de lograr despojar, si lo pudiesen, las naciones cristianas de los
beneficios que ellas han recibido de Jesucristo, nuestro Salvador. »
Habría muchas otras declaraciones y gestos de Francisco
que se podrían calificar cuando menos de perturbadores y que se prestarían a
un prolongado desarrollo, del que me abstendré aquí en aras de la brevedad, y
de los cuales he seleccionado tan sólo algunos a modo de ejemplo, tomados de
una extensa lista que por cierto no deja de acrecentarse día tras día a una
velocidad vertiginosa…
1. La noche de
su elección, Francisco se presentó como el « Obispo de Roma », sin
pronunciar la palabra «Papa ». Ese proceder, reiterado luego en varias
ocasiones, fue confirmado por la nueva edición del Anuario Pontificio publicado en mayo. Calificándose a sí mismo
exclusivamente con el título de Obispo de Roma, y ya no de Papa, Soberano
Pontífice o Vicario de Cristo, Francisco realiza un gesto inédito en la
historia de la Iglesia, claramente revolucionario, que menoscaba de manera
brutal la autoridad de la Sede Romana.
2. Con ocasión
de las JMJ celebradas en julio 2013
en Río de Janeiro, Francisco declaró, durante una entrevista de prensa
concedida a la televisión brasilera, que « si un niño recibe su educación de los católicos, protestantes,
ortodoxos o judíos, eso no me interesa. » Lo que le interesa es
« que lo eduquen y que le den de
comer. » Tales palabras no requieren comentario. A condición,
evidentemente, de no haber perdido la Fe.
3. El 16 de
marzo de 2013, al final de la audiencia otorgada a los periodistas del mundo
entero en la sala Pablo VI del
Vaticano, Francisco les dió una bendición totalmente atípica, una « bendición silenciosa, respetando la
conciencia de cada uno. » No se dignó a hacer el signo de la Cruz
sobre la multitud de periodistas ni a pronunciar el santo nombre de las Tres
Personas Divinas. Lo que nos enseñó Jesús se sitúa en las antípodas de esa
falsa noción de respeto : « Todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra. Id pues y
enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto os he mandado. »
(Mt. 28, 18-20) Nuestro Divino Maestro nos ha dicho
también : « A todo el
que me confesare delante de los hombres, yo también lo confesaré delante de
mi Padre, que está en los Cielos ; pero a todo el que me negare delante
de los hombres, yo lo negaré también delante de mi Padre, que está en los
Cielos. » (Mt. 10, 32-33)
Hablemos claramente : el « respeto de la conciencia » alegado por Francisco para
dispensarse de ejercer su suprema autoridad apostólica carece de todo
fundamento escriturístico, patrístico o magisterial. Se trata de una noción
cuyo orígen se halla en los « filósofos » del Iluminismo y que
forma parte integrante de la enseñanza impartida en las logias masónicas. En
la encíclica Mirari Vos (1832)
Gregorio XVI afirma que de la « fuente
envenenada del indiferentismo deriva esa máxima falsa y absurda, o mejor
dicho ese delirio, según el cual se debe garantizar a cada uno la
libertad de conciencia, error de lo más contagioso (…) que ciertos hombres,
por un exceso de impudicia, no vacilan en presentar como ventajoso para la
religión. »
4. Durante esa
misma audiencia dijo que deseaba « una Iglesia pobre para los pobres. » Es un deseo novador y
completamente extranjero a la enseñanza y a la práctica bimilenaria de la
Iglesia. « María, tomando una
libra de ungüento de nardo legítimo de gran valor, ungió los pies de Jesús y
los enjugó con sus cabellos, y la casa se llenó del olor del ungüento. Uno de
sus discípulos, Judas Iscariote, el que habría de entregarlo,
dijo - ¿Porqué este ungüento no se vendió por trescientos denarios y se
dió a los pobres ? » (Jn. 12, 3-5)
5. El 11 de
septiembre Francisco recibió en audiencia privada al religioso peruano
Gustavo Gutiérrez, sacerdote modernista, izquierdista y subversivo, quien
diera orígen al nombre de « teología de la liberación » gracias a
su libro homónimo publicado en 1971. Este « teólogo », cómplice de
los movimientos marxistas y tercermundistas latinoamericanos comprometidos en
la lucha armada revolucionaria, considera que la salvación cristiana pasa por
la emancipación de las servidumbres terrenas : « La creación de una sociedad justa y
fraterna es la salvación de los seres humanos, si por salvación entendemos el
paso de lo menos humano a lo más humano. No se puede ser cristiano hoy sin un
compromiso de liberación », es decir, sin recurrir a una praxis histórica marxista ordenada a
la emancipación revolucionaria de las masas
« oprimidas » socialmente, en el seno de una « iglesia
popular » que, gracias a su « conciencia de clase », toma
partido por la lucha de los pobres contra la clase poseedora y contra la
jerarquía eclesiástica. Es interesante señalar que la semana anterior L’Osservatore Romano le había
consagrado un largo artículo con motivo de la publicación de un libro que
había co-escrito con Monseñor Gerhard Müller, actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe,
intitulado De parte de los pobres,
teología de la liberación, teología de la Iglesia.
6. El día de su
elección, antes de impartir la bendición apostólica a los fieles congregados
en la plaza San Pedro, Francisco pidió a la muchedumbre que ella rezara
primero por él para que Dios lo bendijese. El simbolismo del gesto es
claro : la bendición ya no procede de lo alto, a través del papa que
recibió su investidura de derecho divino, y que él hace descender luego
directamente sobre los fieles : nos encontramos ante un gesto que evoca
los principios democráticos revolucionarios, según los cuales el poder emana
del pueblo, única fuente de legitimidad para el ejercicio de la autoridad.
7. Con ocasión
de su homilía en la Casa Santa Marta,
en el Vaticano, el 22 de mayo de 2013, Francisco dijo que el Señor salvó
« a todos los hombres »
por la Sangre de Cristo, y que de este modo se convierten en « hijos de Dios, no sólo los católicos,
todos, los ateos también. » GregorioXVI, en la encíclica citada
anteriormente, censuraba « el
indiferentismo, esa funesta opinión difundida por la depravación de los
malvados según la cual es posible obtener la salvación por cualquier
profesión de fe, con tal de que las costumbres sean conformes a la justicia y
a la probidad. »
8. Francisco
organizó una jornada de oración y de ayuno por la paz en Siria, lo que es en
sí mismo algo laudable. Desgraciadamente, este evento fue convocado siguiendo
el espíritu del falso ecumenismo conciliar de Nostra Aetate y de Asís,
puesto que extiende la invitación « a
todos los cristianos de otras confesiones, a los hombres y mujeres de cada
religión, así como a los hermanos y hermanas no creyentes. » Esto se
opone diametralmente tanto a la doctrina como a la práctica constante de la
Iglesia hasta Vaticano II. He aquí lo que decía Pío XI al
respecto : « (…) invitan
a todos los hombres indistintamente, a los infieles de todo género como a los
fieles de Cristo (…) Tales empresas no pueden ser aprobadas por los católicos
de ninguna manera, ya que se basan sobra la teoría errónea según la
cual todas las religiones son todas más o menos buenas, en el sentido de que
todas, aunque de maneras diferentes, manifiestan y significan el sentimiento
natural e innato que nos conduce a Dios
y nos lleva a reconocer con respeto su poder. La verdad es que los
partidarios de esa teoría se extravían en pleno error, pero además,
pervirtiendo la noción de la verdadera religión, la repudian (…) La
conclusión es clara : solidarizarse con los partidarios y los
propagadores de tales doctrinas es alejarse completamente de la religión
divinamente revelada. » (Mortalium
Animos, 1928) Francisco prosigue diciendo que « la cultura del diólogo es el único camino para la paz. »
Ahora bien, esto supone una concepción errónea de la paz,
fundada en una visión naturalista de la vida y en el relativismo
religioso : estamos ante una utopía humanista y un desconocimiento
caracterizado de la naturaleza humana real, caída y redimida por la Sangre de
Cristo, redención que se comunica a los hombres a través de su Cuerpo
Místico, la Iglesia, fuera de la cual la humanidad, individual y socialmente
considerada, permanece cautiva del pecado y sometida al imperio de Satán. En
tales condiciones, hablar de « diálogo » como del « único camino para la paz »
resulta un embuste grotesco y repulsivo.
Sepan disculpar la extensa citación que me veo forzado a
realizar para probar lo que digo : « El día en que Estados y gobiernos estimen ser un deber sagrado
el atenerse a las enseñanzas y a las prescripciones de Jesucristo en sus
relaciones interiores y exteriores, sólo así llegarán a gozar de una
paz provechosa, mantendrán relaciones de confianza recíproca y resolverán
pacíficamente los conflictos que pudiesen surgir (…) Síguese entonces que no
podrá existir ninguna paz verdadera, a saber, la tan deseada paz de
Cristo, hasta tanto los hombres no sigan en la vida pública y privada con fidelidad
las enseñanzas, los preceptos y los ejemplos de Cristo. Una vez así
constituida ordenadamente la sociedad, pueda por fin la Iglesia, desempeñando
su divina misión, hacer valer todos y cada uno de los derechos de Dios lo
mismo sobre los individuos como sobre las sociedades. En esto consiste la
breve fórmula : el reino de Cristo (…) De todo lo cual resulta claro que
no hay paz de Cristo sin el reino de Cristo. » (Ubi Arcano, Pío XI, 1922) Y también : « Si los hombres reconociesen la autoridad
real de Cristo en su vida privada y en su vida pública, inmensos beneficios
–una justa libertad, el orden y la tranquilidad- se propagarían
infaliblemente sobre toda la sociedad. » (Quas Primas, Pío XI, 1925).
9. Con ocasión
de la ceremonia del lavatorio del Jueves
Santo, celebrada en un centro de detención de menores de Roma, entre las
personas que representaban a los doce apóstoles había mujeres y musulmanes,
lo que infringe gravemente la tradición litúrgica, la que ha recurrido
siempre a hombres bautizados, ya que las mujeres no son admitidas al
sacerdocio cristiano ni los infieles a las ceremonias litúrgicas. A menos que
se pretenda utilizar el culto divino como una oportunidad para promover el
feminismo y buscar transformar la santa liturgia en un espacio consagrado al
relativismo y al indiferentismo religioso. A menos que se procure convertir
la Santa Misa en una vulgar representación de humanitarismo miserabilista y
demagógico, a través de una indigna operación de comunicación destinada al
sistema mediático planetario, siempre ávido del menor gesto
« humanista » y « progresista » de Francisco…
La Santa Cena del
Señor no fue pues celebrada en la basílica de San Pedro, ni en la
catedral de San Juan de Letrán, en presencia del clero y de los fieles romanos y de los peregrinos
procedentes del mundo entero para asistir a las festividades de la Semana
Santa, sino nada menos que en una cárcel, lugar por completo
inconveniente para una acción litúrgica, en presencia de una mayoría de no
católicos, en una ceremonia confidencial, inaccesible para los fieles…Y como
por casualidad, ese gesto insólito de ruptura de la tradición litúrgica tuvo
lugar el día en que la Iglesia celebraba solemnemente la institución de la
Santa Eucaristía y del Sacerdocio por Nuestro Señor Jesucristo…
Visitar a los prisioneros es ciertamente una acción muy
laudable, puesto que es una obra de misericordia. En cambio, servirse de ella
como pretexto para rebajar el culto divino celebrando la Missa in Cena Domini en una cárcel, sin clero ni feligreses, sin
predicación sobre la institución de la Eucaristía y del sacerdocio cristiano
por Nuestro Señor, invitando a participar a infieles en la ceremonia, dista
mucho de ser una acción laudable : se trata, lisa y llanamente, de un
sacrilegio. Fieles, casi no había. Fotos e imágenes para la televisión,
sí. Y dieron la vuelta al mundo. Parece ser que la operación fue todo un
éxito.
10. El 28 de
agosto Francisco recibió en la basílica de San Pedro un grupo de 500 jóvenes
peregrinos de la diócesis de Piacenza. Hacia el final, les
pidió : « recen por mí,
porque este trabajo es insalubre, no hace bien. » La misión de
pastor universal de las almas, de vicario de Nuestro Señor Jesucristo en la
tierra para « apacentar a sus
ovejas » (Jn. 21,17) y para « confirmar a sus hermanos en la Fe » (Lc. 22, 32) no
constituye para él más que un trabajo, y para colmo, insalubre…Jamás se había
escuchado a un papa expresarse en esos términos, en los que vulgaridad y
ridículo concurren a una desacralización notoria del ministerio petrino.
11. Así como la
primera misiva oficial de Francisco no había tenido por destinatarios a
católicos, sino a los judíos de Roma, así también su primer viaje oficial
tuvo por beneficiarios a gente de otra religión, escogiendo un desplazamiento
altamente simbólico y extremadamente mediático, con visos de manifiesto
ideológico. En efecto, el 8 de julio acudió a Lampedusa, en memoria de los inmigrantes clandestinos musulmanes
que se ahogaron tratando de alcanzar esa isla italiana desde Africa en el
transcurso de los últimos quince años. Y eso en el mismo momento en que
Europa, enteramente descristianizada, observa como el islam se vuelve de
manera irresistible la religión preponderante, especialmente gracias a la
inmigración masiva de musulmanes procedentes de Africa.
12. En el
reportage concedido a las revistas culturales jesuitas, efectuado por el
Padre Antonio Spadaro s.j., director de La
Civiltà Cattolica, en el mes de agosto y publicado en L’Osservatore Romano del 21 de
septiembre, Francisco expresó un punto de vista totalmente novador en lo que
concierne la naturaleza de la virtud teologal de la Fe, aseverando que la
duda y la incertidumbre deberían formar parte de ella, so pena de caer en la
« arrogancia », de
encontrar a un Dios que sería « a
nuestra medida », de tener sobre El una visión « estática y no evolutiva », de
tender de un modo exagerado hacia la « seguridad doctrinal »…¿Puede pretenderse honestamente que no
se trataría, como de costumbre, sino de una enésima citación malintencionada,
de carácter tendencioso y sacando sus palabras del contexto ?
He aquí las declaraciones incriminadas : « Por supuesto, en ese buscar y encontrar a
Dios en todas las cosas, queda siempre una zona de incertidumbre. Debe
existir. Si alguien dice que encontró a Dios con una certeza total
y que no deja ningún margen de
incertidumbre, significa que algo no funciona (…) El riesgo de buscar y de
hallar a Dios en todo es entonces la voluntad de explicitar demasiado ;
de decir con certeza humana y arrogancia : ‘‘Dios está aquí’’.
Así sólo encontraremos un Dios a nuestra medida (…) Quien hoy día no aspira
sino a soluciones disciplinares, quien tiende de manera exagerada a la
‘‘seguridad’’ doctrinal, quien busca obstinadamente recuperar el pasado
perdido, tiene una visión estática y no evolutiva. De este modo, la Fe
se vuelve una ideología como cualquier otra. »
Francisco reiteró la misma idea en su Mensaje para la jornada de las comunicaciones sociales,
presentado el 23 de enero, en el cual sostiene que « dialogar significa estar convencido que el
otro tiene algo bueno para decirnos, hacerle un lugar a su punto de vista, a
sus proposiciones. Dialogar no significa renunciar a sus propias ideas y
tradiciones, pero sí a la pretensión de que sean únicas y absolutas. »
Se observará la contradictio in
terminis flagrante de la última frase, y forzoso es comprobar que con
tales principios se firma, ni más ni menos, la sentencia de muerte de la Fe,
para naufragar en los abismos del subjetivismo y del relativismo modernistas
más explícitos.
13. En su
Exhortación Apostólica Evangelii
Gaudium (§ 247 à 249), publicada el 24 de noviembre, Francisco afirma que
la Antigua Alianza « no ha sido
nunca revocada », que no debe considerarse al judaísmo talmúdico
actual, estructurado en oposición a Cristo y a la misión evangelizadora de la
Iglesia, como a « una religión
extranjera » ni decir que los judíos estén llamados a « convertirse al verdadero Dios »,
puesto que juntos creemos « en el
único Dios que actúa en la historia » y « acogemos con ellos la común Palabra revelada. » Pero
desafortunadamente para Francisco, el cristiano verdadero bien sabe que sus
enseñanzas son falsas y que ellas no pueden provenir sino del padre de la
mentira, ya que aprendió que « quien
niega al Hijo tampoco tiene al Padre ; quien confiesa al Hijo, confiesa
también al Padre. » (1 Jn. 2,22) y además que « todo espíritu que confiesa a Jesucristo
venido en carne es de Dios ; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no
es de Dios. » (1 Jn. 4, 2-3)
Francisco prosigue luego sus afirmaciones insensatas, en
ruptura total con el magisterio y la tradición unánime de la Iglesia durante
veinte siglos, diciendo que « Dios
sigue obrando en el pueblo de la primera Alianza y hace nacer tesoros de
sabiduría que brotan de su encuentro con la Palabra divina. Por eso, la
Iglesia también se enriquece cuando acoge los valores del judaísmo (…) Existe
una rica complementariedad que nos permite leer juntos los textos de la
Biblia hebraica y ayudarnos recíprocamente para profundizar las riquezas de
la Palabra. »
Perdón, pero la Palabra de Dios es idéntica al Verbo de
Dios, a la segunda Persona de la Santísima Trinidad, que « se hizo carne y habitó entre nosotros »
(Jn. 1, 14) y de la cual se dice igualmente que « vino
a los suyos, pero los suyos no lo recibieron » (Jn. 1, 11) :
los « suyos » son los
judíos, quienes, en su gran mayoría, rechazaron a Jesucristo, el Verbo
encarnado, la Palabra de Dios hecha carne. Atreverse a sostener, contra la
enseñanza explícita de la Sagrada Escritura, que « acogemos con ellos la común Palabra revelada » y que « tesoros de sabiduría nacen de su
encuentro con la Palabra divina » supone o bien una ignorancia
supina, o bien una mala fe diabólica. En cualquier caso, estamos ante un
serio problema, si se me permite el eufemismo…
Y confieso que no puedo dejar de interrogarme :
¿llegará acaso el momento en que se prohíba a los fieles rezar por la
conversión de los judíos, por considerarlo como un acto de
« intolerancia religiosa », « discriminatorio » y « antisemita » ?
¿Veremos el día en el que se nos impondrá coactivamente la nueva teología
conciliar a efectos de dejarnos así « enriquecer con los valores del judaísmo (habla del actual, falso,
talmúdico y anti-cristiano)? ¿Seremos a término obligados a adoptar la
exégesis judía para « leer juntos
los textos bíblicos » y « profundizar
las riquezas » contenidas en las Escrituras ?¿Hasta dónde nos
conducirá la locura desatada por Nostra
Aetate ?
No hace falta ser profeta para predecir que si la lógica
interna de ese documento revolucionario se desplegara hasta sus últimas
consecuencias (y, a vista humana, resulta difícil vislumbrar otro
desenlace…), se llegaría ineluctablemente a la apostasía generalizada y los
fieles, debidamente aclimatados desde hace décadas por lobos despiadados
disfrazados de ovejas a esa mutación radical de la Fe que es la impostura del
ecumenismo « judeo-cristiano », se encontrarían preparados para
acoger al « mesías » que espera la Sinagoga, y que no es otro que
el Anticristo, como nos lo advierte claramente Nuestro Señor profetizando
ante los judíos incrédulos de su época : « Yo he venido en nombre de mi Padre y vosotros ne me habéis
recibido ; otro vendrá en su propio nombre y vosotros lo recibiréis. »
(Jn. 5, 43) En estas proféticas palabras de Nuestro Señor se halla la clave
interpretativa de los tiempos históricos en los que nos es dado vivir, junto
a 2 Tesalonicenses 2 y Apocalipsis 13.
14. En una
entrevista mantenida con el periodista ateo Eugenio Scalfari el 24 de
septiembre en el Vaticano, publicada por el cotidiano izquierdista La Repubblica el 1 de octubre,
Francisco realizó unas declaraciones pasmosas. Cabe precisar que esta
entrevista fue publicada en el sitio oficial de la Santa Sede, lo que le
confería un rango magisterial. Fue retirada al cabo de un mes y medio, a
causa de las incesantes polémicas y de las numerosas protestas que había
suscitado en ámbitos católicos conservadores. Pero la entrevista permanece
considerada « confiable en líneas
generales », asegura el Padre Federico Lombardi, el encargado de la
sala de prensa de la Santa Sede. Además, el artículo fue íntegramente
publicado por el cotidiano del Vaticano, L’Osservatore
Romano, incluso en su versión semanal italiana del 8 de octubre. Sin esas
polémicas y protestas, la entrevista aún se hallaría en el sitio oficial del
Vaticano, entre los documentos oficiales del nuevo pontificado…
Tras haber expuesto el contexto, leamos algunos
pasajes : « Los males
más graves que afligen al mundo hoy son el desempleo de los jóvenes y la
soledad en la que son abandonados los ancianos. » Frente a semejante
sentencia, resulta imposible no interrogarse : ¿Más graves incluso que
la legalización de la pornografía y del aborto, del divorcio y de la
contracepción, del « matrimonio » homosexual y de la adopción
« homoparental » ? ¿Más graves todavía que la apostasía de las
naciones antaño católicas, que la escuela sin Dios, que la
« cultura » de masa hedonista y que la ignorancia religiosa casi
absoluta de la juventud ?
A renglón seguido, al periodista que se imagina que
Francisco podría intentar convertirlo, éste le responde tranquilizándolo en
términos inverosímiles : « El
proselitismo es soberanamente absurdo, no tiene ningún sentido. Hay que
conocerse, escucharse mutuamente y aumentar el conocimiento del mundo que nos
rodea (…) Creo que ya he dicho al comienzo que nuestro objetivo no es el
proselitismo sino la escucha de las necesidades, de los deseos, de las
ilusiones perdidas, de la desesperación y de la esperanza. Tenemos que
devolverle la esperanza a los jóvenes, ayudar a los viejos, mirar al futuro,
propagar el amor. » Afirmaciones de este tenor podrían ser
rubricadas sin vacilar por un masón, un « libre-pensador » o un
filósofo « humanista »…
No es por nada que
Scalfari ha podido decir acerca de las declaraciones de Francisco que
« nunca antes la cátedra de San
Pedro había dado muestras de una apertura tan grande hacia la cultura moderna
y laica, de una visión tan profunda en lo referido a la conciencia y a su
autonomía. » He aquí otra sentencia bergogliana : « Todo ser humano posee su propia visión del
bien y del mal. Nuestra tarea reside en incitarlo a seguir el camino que
el considere bueno (…) No dudo en repetirlo : cada uno tiene su
propia concepción del bien y del mal, y cada uno debe escoger seguir el bien
y combatir el mal según su propia idea. » Esto no es sino puro naturalismo, relativismo moral e indiferentismo
religioso. ¡Y pensar que nosotros creíamos, sin dudas algo
ingenuamente, que la principal tarea de los clérigos consistía en anunciar a los
hombres la salvación en Jesucristo!
Pero retomemos la seriedad : salta a la vista de todo
creyente medianamente instruído que la doctrina católica se sitúa en las
antípodas de esas palabras inauditas y escandalosas en boca de quien ocupa la
sede de San Pedro…Acá tenemos dos de las proposiciones solemnemente
reprobadas por Pío IX en su Syllabus
de 1864 : « Las leyes de
la moral no requieren la sanción divina y no es en absoluto necesario que las
leyes humanas se conformen con el derecho natural o reciban de Dios el poder
de obligar. » (n° 56) « La
ciencia de las cuestiones filosóficas y morales, así como las leyes civiles,
pueden ser sustraídas a la autoridad divina y eclesiástica. » (n°
57)
Pasemos a continuación a la última salida de
Francisco : « Yo creo en
Dios. No en un Dios católico, porque no existe un Dios católico,
existe Dios (…) Por mi parte, observo que Dios es luz que ilumina las
tinieblas, incluso si no las disipa, y que una chispa de esta luz divina se
encuentra dentro de cada uno de nosotros (…) (Pero) la trascendencia
permanece, porque esta luz, toda la luz que se encuentra en todos, trasciende
el universo y las especies que lo habitan durante esta fase. »
Francisco hace suya la posición teológica de su amigo y mentor, el cardenal
jesuita Carlo Maria Martini, al que en dos oportunidades cita elogiosamente
en su conversación con Scalfari, consignada en su último libro, editado en
2008, Conversaciones nocturnas en
Jerusalém. Sobre el riesgo de la Fe, en el cual este eclesiástico
progresista y francmasón, reconocido como tal por el Gran Oriente de Italia, afirmaba que « no se puede convertir a Dios en católico. Dios está más allá de los
límites y de las definiciones que establecemos. »
Los dichos consternantes de Francisco eximen de mayor comentario :
ellos corresponden más a una gnosis naturalista y panteísta a la Teilhard de
Chardin (¡Otro jesuita más! San Ignacio de Loyola debe estar que se revuelve
en su tumba…) que a lo que nos enseñan la revelación divina y el magisterio
de la Iglesia sobre la naturaleza de Dios, la creación y el orden
sobrenatural.
15. Durante una
homilía pronunciada el viernes 20 de diciembre en la capilla de la Casa Santa Marta, en el Vaticano,
Francisco dió a entender que la Santísima Virgen María experimentó sentimientos
de rebeldía al pie de la Cruz, que fue tomada de improviso por la Pasión de
su divino Hijo, que creyó que las promesas formuladas por el ángel Gabriel el
día de la Anunciación no eran sino mentiras y que por ende había sido
engañada. Cito sus palabras : « Ella estaba silenciosa, pero en su corazón, ¡cuántas cosas le decía
al Señor! ¡Tú, aquel día, me dijiste que sería grande ; me dijiste que
le darías el trono de David, su padre, que reinaría para siempre y ahora lo
veo aquí! ¡La Virgen era humana! Y tal vez tenía ganas de decir :
¡Mentiras! ¡Me han engañado! »
Estas palabras son
sencillamente escandalosas. La tradición nunca ha atribuido a María
sentimientos de revuelta ante el sufrimiento. Su disposición permanente en
toda circunstancia fue la que tuvo el día de la
Anunciación : « He aquí
la servidora del Señor, que me sea hecho según tu palabra. » (Lc. 1,
38) La Iglesia venera a María como Reina
de los Mártires, lo que no habría sido posible si no hubiese consentido a
realizar el infinito sacrificio que Dios le pedía : hacer entrega de la
vida de su divino Hijo con miras a la salvación de la humanidad caída, y del
cual ella era plenamente conciente desde la profecía que le hiciera Simeón el
día de la Presentación del Niño Jesús en el Templo : « Y a tí una espada te atravesará el alma
para que se descubran los pensamientos de muchos corazones. » (Lc.
2, 35)
Como lo explica San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la
Iglesia, en su obra Las glorias de
María : « Cuanto más
amaba a Jesús, tanto más su sufrimiento se acrecentaba, al considerar que
debía perderlo por una muerte tan cruel. Cuanto más se acercaba el tiempo de
la Pasión de su Hijo, tanto más desgarraba su corazón de madre la espada de dolor predicha por Simeón. »
(Segunda parte, Primer Dolor) Y
también : « (…) María,
quien por amor de nosotros consintió en verlo inmolado a la justicia divina
por la barbarie de los hombres. Los espantosos tormentos que María padeció,
tormentos que le significaron más de mil muertes (…) Contemplemos unos
instantes la amargura de esta pena, que hizo de la divina Madre la Reina de
los mártires, dado que su martirio sobrepasa el de todos los mártires (…)
Como la Pasión de Jesús comenzó a su nacimiento, según San Bernardo, así
María, semejante en todo a su divino Hijo, sufrió el martirio durante toda su
vida. » (Segunda parte,
Discurso XI)
Ningún signo de rebeldía ni de ignorancia en María, sino
una completa sumisión a la voluntad divina y una total conciencia en su acto
libre y voluntario de consentimiento en la inmolación de su divino Hijo por
la salvación de los hombres. Así como Eva fue íntimamente asociada a la falta
de Adán, así también María, la nueva Eva, fue asociada estrechamente al
sacrificio redentor de Jesús, el nuevo Adán, sobre el altar de la Cruz. Esa es
la doctrina tradicional de la Santa Iglesia de Dios, en conformidad con la
revelación divina, en las antípodas de los dichos impíos y blasfematorios
proferidos por quien ocupa la cátedra de San Pedro.
16. Francisco
recibió a José Mujica, presidente del Uruguay, el sábado 1 de junio con
motivo de una larga audiencia privada. Luego de ella declaró a la prensa
sentirse « muy feliz de haber
podido discutir con un hombre sabio. » Este hombre
« sabio » fue miembro de los Tupamaros,
una de las principales organizaciones terroristas latino-americanas durante
los años 60’/70’, cuya actividad criminal comenzó mucho antes del golpe de
estado militar de 1973. Pasó 15 años en la cárcel, condenado por asesinato,
secuestro y actos de terrorismo. Fue liberado en 1985, « amnistiado »
por el gobierno de Julio Sanguinetti. Mujica se negó a asistir a la ceremonia
de inauguración del nuevo pontificado, en razón de su ateísmo militante. Cabe
precisar que su gobierno aprobó la ley autorizando el aborto en octubre de
2010, la del « matrimonio » homosexual y de la adopción
« homo-parental » en abril de 2013 y la de la legalización del
cultivo, la venta y el consumo de marihuana en diciembre de 2013. Que un
hombre de Iglesia pueda recibir en audiencia pública a semejante individuo, dejarse
fotografiar a su lado sonriente y dándole un abrazo, para luego hacer de él
un elogio encendido a la prensa es algo que supera lo imaginable. Sobretodo
considerando que ese « hombre de Iglesia » es ni más ni menos que
quien a los ojos del mundo pasa por ser el sucesor de San Pedro…
17. Como
consecuencia de todos esos gestos políticamente muy correctos y
mediáticamente irresistibles, Francisco fue elegido « Hombre del año » por la edición
italiana de la revista Vanity Fair.
Otro tanto hizo la revista estadounidense Time
tres días después, dedicándole la tapa con el título « El Papa del pueblo ». Vanity Fair interroga a varias
celebridades sobre el nuevo papa, todas fascinadas por su humildad y su
carisma. Así, por ejemplo, el famoso cantor sodomita « Sir » Elton John declara que
« Francisco es un milagro de
humildad en una época dominada por la vanidad. Espero que sabrá hacer llegar
su mensaje hasta las personas más marginadas en la sociedad, pienso por
ejemplo en los homosexuales. Esta papa parece querer llevar a la Iglesia a
los antiguos valores de Cristo, pero conduciéndola a la vez al siglo XXI. »
Otra « celebridad » de fama mundial, el modista
pederasta alemán Karl Lagerfeld, dijo por su parte que a él « le gusta el nuevo papa, tiene un no sé qué
de divino, con un gran sentido del humor », pero añade seguidamente
que él no necesita « a la Iglesia »
y que no cree « ni en el pecado ni
en el infierno ». Tiempo después, en diciembre, la revista Time lo eligió también « Hombre del año 2013 », haciéndolo
suceder en el preciado historial al
militante pro-aborto y pro-« matrimonio gay » Barack Obama.
En el mismo mes de diciembre, la célebre revista de la
comunidad homosexual estadounidense, The
Advocate, le otorgó igualmente el premio de « Persona del año 2013 », explicando a sus lectores que las
declaraciones de Francisco son « las
más alentadoras que un pontífice haya pronunciado jamás con respecto a los
gays y a las lesbianas » y que, gracias a él, « los católicos LGBT tienen ahora fundadas
esperanzas de que el tiempo propicio al cambio haya llegado ».
A Francisco fue dedicada también la tapa de la famosísima
revista pop estadounidense Rolling
Stone del mes de febrero, bajo el título Pope Francis : The times they are a-changin’ (Papa Francisco : Los tiempos están
cambiando), que retoma el nombre de la legendaria canción contestataria
de Bob Dylan de los años 60’ para aplicarlo a su acción durante su primer año
de pontificado. Time, Vanity Fair, The
Advocate, Rolling Stone : estamos hablando de cuatro de las
publicaciones emblemáticas de la cultura subversiva, libertaria y decadente
que prevalence en el mundo occidental desde el final de la segunda guerra
mundial. Las cuatro hacen de Francisco su « héroe » del
« progreso », su ícono del « cambio », ven en él la
encarnación de la apertura mental hacia la « modernidad » y las
cuatro se deshacen en alabanzas ditirámbicas hacia su persona.
De nada sirve negar la realidad, por difícil que sea
mirarla de frente : esto es algo que no tiene precedentes en la historia
de la Iglesia y que no puede sino turbar profundamente el alma de los fieles.
En estos tiempos diabólicos en los que la confusión reina soberanamente en la
inmensa mayoría de las almas, no debe perderse de vista que, en lo que atañe
a nuestras relaciones con el mundo, el cual se halla « enteramente bajo el imperio del Maligno »
(1 Jn. 5, 19), Nuestro Divino Maestro nos advirtió explícitamente :
« Si el mundo os odia, sabed que
me odió a mí antes que a vosotros. Si fuéseis del mundo, el mundo amaría
lo que le pertenece; pero como no sois del mundo, porque Yo os saqué del
mundo, el mundo os odia. » (Jn. 15, 18-19)
Estoy
descorazonado por verme en conciencia obligado a escribir esto. Entristecido
en grado sumo. Anonadado, a decir verdad. ¡Cómo desearía que las cosas fuesen
diferentes! Poder confiar y dejarme guiar. Me horroriza la oposición a la
autoridad, la disputa, el conflicto: es una actitud ajena a mi naturaleza. Cada día
imploro al Señor tenga a bien abreviar esta situación tan penosa, humanamente
insoportable. A la espera de que El se digne a intervenir, me resulta
imposible guardar silencio. A pesar de que querría poder hacerlo. Más de lo
que podría imaginarse. Pero sencillamente no puedo : me sentiría
avergonzado de mí mismo. La hora es grave. La confusión reina. El mal es
profundo. Callar es volverse
cómplice. Lo que está en juego es vital: se trata, ni más ni menos,
de lograr conservar la Fe. Y de seguir profesándola públicamente. En el interior de la Iglesia como fuera de
ella. Ser testigos de la Verdad frente a
nuestros contemporáneos, presas del error y de la mentira vueltos sistema. Institucionalizados. Hay que dar
testimonio, « a tiempo y a
destiempo », nos exhorta San Pablo (2 Tim. 4,2). Como saben, testigo, en griego, se dice mártir. Esa es nuestra situación. En
sentido literal, quizás aun no en nuestros países, pero en el figurado muy a
menudo, y en todas partes. Los saludo fraternalmente en el Señor. Quiera El
alumbrar nuestro camino terrestre con su claridad divina y guiar nuestros
pasos hacia la gloria de su Reino venidero.
Maranatha : « ¡Ven, Señor Jesús ! » (Ap. 22,20)
Terminado el dos de febrero de 2014,
en la solemnidad de la Presentación del Niño Jesús en el Templo y de la Purificación de la Santísima Virgen María. |