sábado, 28 de junio de 2014

CARDENAL PIE I


Comentario Eleison 
por su Excelencia Monseñor Richard Williamson
Número 363,  28 de junio de 2014

El Cardenal Pie


     El Cardenal Pie (1815–1880) fue un gran hombre de Iglesia de la Francia del siglo 19, uno de los grandes defensores de la Fe contra ese liberalismo que estaba devorando al mundo desde la Revolución Francesa (1789) en adelante. El Papa San Pío X mantenía sus obras en la cabecera de su cama y los leía constantemente. Sin duda, el profundo asimiento que el Cardenal tenía de las ideas claves que conducen el mundo moderno, jugó un papel primordial en permitir que San Pío X obtuviera una remisión temporaria de 50 años, digamos desde 1907 hasta 1958, para la desahuciada Iglesia Católica.

     ¿Desahuciada? ¡Pero la Iglesia Católica no puede ser desahuciada! Cierto, por la protección de Dios durará hasta el fin del mundo (Mt.XXVIII, 20), pero al mismo tiempo sabemos por la palabra de Dios que para ese entonces la Fe escasamente será encontrada en la tierra (Lc.XVIII, 8) y que se le habrá dado a las fuerzas del mal el vencer a los Santos (Apoc.XIII, 7). Estas son dos citas importantes para tener presente en el 2014 porque todo alrededor nuestro hoy en día nos dice que los seguidores de Cristo deben estar preparados para una aparente derrota tras la otra, por ejemplo la caída de la Fraternidad San Pío X. Aquí está lo que el Cardenal Pie escribió sobre esta cuestión, ¡hace cómo 150 años!

     “Luchemos, esperanzados contra toda esperanza, es lo que deseo decirles a todos los Cristianos pusilánimes, esclavos de la popularidad, adoradores del éxito y turbados por el menor avance del mal. Dado como ellos se sienten, por favor Dios que se les exima de las agonías del juicio final del mundo. ¿Es ese juicio cercano o está aún en la lontananza? Nadie lo sabe y no me aventuraré a anticipar una adivinanza. Pero una cosa es cierta, a saber, que lo más cercano que estemos al fin del mundo, lo más y más será que hombres malvados y engañosos ganarán ventaja. La Fe apenas se encontrará en la tierra, lo cual significa que habrá casi completamente desaparecido de las instituciones terrenales. Los propios creyentes apenas se atreverán a profesar su creencia en público o en la sociedad.
     La división, separación y el divorcio de los Estados con respecto a Dios que para San Pablo era una señal profetizando el final, avanzará día a día. La Iglesia, aún permaneciendo siempre como una sociedad visible, estará más y más reducida a las dimensiones del individuo y del hogar. Cuando Ella principió dijo que Ella estaba encerrada y requirió siempre más espacio para respirar, pero a medida que Ella se aproxima a su fin en la tierra, así Ella tendrá que pelear una acción de retaguardia cada centímetro del camino, estando rodeada y cercada por todos los lados. Cuanto más Ella se desplegó en épocas previas, mayor será el esfuerzo que se haga ahora para cercenarla en tamaño. Finalmente, la Iglesia sufrirá lo que parece una verdadera derrota y a la Bestia le será dado el hacer la guerra a los Santos y vencerlos. La insolencia del mal estará en su máximo”.

     Estas son palabras proféticas que día a día se vuelven más verídicas, para nada agradables de admitir, pero ancladas en la Escritura. Un sabio Anglicano (el Obispo Butler) dijo en el siglo 18, “Las cosas son lo que son. Sus consecuencias serán lo que serán. ¿Por qué entonces buscaríamos engañarnos a nosotros mismos?” Noten especialmente como el Cardenal prevé la imposibilidad de defender la Fe a una escala mayor que no sea simplemente la del hogar. No todos concuerdan en que hemos ya llegado a ese punto en el 2014. Yo quisiera desear que estén en lo correcto, pero todavía debo ser persuadido que con gente desintegrada uno puede hacer una sociedad integrada. Contrasta con nosotros, ciudadanos democráticos de hoy en día, el centurión romano en el Evangelio que comprendió la cadena de mando y reconoció como del todo natural la autoridad de Nuestro Señor (Mt.VIII,5–18) – ¡Cómo lo alabó Nuestro Señor!

     Paciencia. Vean la próxima semana como el Cardenal mismo reaccionó a lo que él preveía. ¡No creía por nada en la derrota!



         Kyrie eleison.