domingo, 24 de enero de 2016

Parásito y Huésped – I

Comentarios Eleison
por su Excelencia Richard Williamson
Número CDXLV (445)
23 de enero de 2016

Monseñor Richard Williamson


Sobre lo bueno, la existencia del mal depende.
Así Neo-Iglesia sin verdadera Iglesia tener no se puede.

          El propósito de haber dicho medio año atrás que un sacerdote no está obligado en cada caso a prohibir a un Católico asistir a la Nueva Misa (NOM) no fue obviamente decir que está perfectamente bien asistir al NOM. El rito del NOM es, en sí mismo, el acto central del culto de la falsa religión, centrada en el hombre, del Vaticano II, a cuyo despertar le siguió en 1969. De hecho, la obligación de mantenerse alejado del NOM es proporcional al conocimiento que uno tenga de cuán malo es. Ha contribuido enormemente a que incontables Católicos perdieran su fe casi sin darse cuenta.

          Pero hay dos factores que aún al día de hoy han hecho fácil para los Católicos ser engañados por el NOM. En primer lugar, fue impuesto en la Iglesia de Rito Latino entera por haber Pablo VI hecho todo lo que él podía hacer para hacerlo parecer como impuesto por la fuerza total de su autoridad Papal, la cual en 1969 parecía inmensa. Aún hoy el NOM pasa como el rito “ordinario” mientras que la Misa de todos los tiempos es oficialmente descontada como el rito “extraordinario”, así que aún 47 años más tarde un Católico honesto puede sentirse todavía obligado en obediencia a asistir al NOM. Por supuesto en la realidad no puede haber tal obligación porque ninguna ley de la Iglesia puede obligar a un Católico a poner su fe en peligro, lo cual normalmente él hace asistiendo al NOM, tal es la falsedad de él.

          Y, en segundo lugar, el NOM fue introducido gradualmente en una serie de cambios hábilmente graduados, especialmente en 1962, 1964 y 1967, de manera que la revolución al por mayor de 1969 encontró a los Católicos listos para la novedad. De hecho, aún hoy, el rito del NOM incluye opciones para el celebrante que hacen posible para él celebrar el NOM sea como una ceremonia de pura raza de la nueva religión humanista, sea como una ceremonia parecida a la verdadera Misa en forma tan suficientemente cercana como para engañar a muchos Católicos de que no hay diferencias significativas entre el rito antiguo y el nuevo. Por supuesto, en la realidad, como Monseñor Lefebvre siempre decía, mejor el rito antiguo en un idioma moderno que el rito nuevo en Latín, por la disminución o patente falsificación de la doctrina católica de la Misa en el NOM.

          Más aún, estos dos factores, la imposición oficial de los cambios y el carácter a veces opcional de ellos intrínseco al NOM, son más que suficientes para explicar porqué al día de hoy debe haber multitudes de Católicos que quieren y tienen la intención de ser Católicos y sin embargo asumen que el camino correcto para ser Católicos es asistir al NOM cada Domingo. Y, ¿quién se atreverá a decir que en estas multitudes no hay ninguno que todavía está nutriendo su fe al obedecer lo que para ellos les parece (subjetivamente) ser su deber (objetivo)? Dios es el juez de ellos, pero, ¿por cuántos años la gran mayoría de los seguidores de la Tradición Católica han tenido que asistir al NOM antes de que ellos comprendieran que su fe les obligaba a no hacerlo? Y, si el NOM en todos esos años les hubiera hecho perder la fe, ¿cómo hubieran ellos venido a la Tradición Católica? Dependiendo en cómo un celebrante usa las opciones en el NOM, no todos los elementos que pueden nutrir la fe son necesariamente eliminados de él, especialmente si la Consagración es válida, una posibilidad que nadie que conozca su teología sacramental puede negar.

          Sin embargo, dada la debilidad de la naturaleza humana y entonces el riesgo de estimular a los Católicos a ir con la nueva y fácil religión por la menor palabra dicha a favor de su rito central de culto, ¿porqué decir una palabra a favor de cualquier característica de la Neo-Iglesia? Al menos por dos razones. En segundo lugar para prevenir el potencialmente farisaico desprecio hacia cualquiera de los creyentes fuera del movimien
to Tradicional, y en primer lugar para prevenir lo que está viniendo en ser llamado “ecclesiavacantismo”, a saber la idea que la Neo-Iglesia no tiene nada de católico que quede en ella de ninguna manera. En teoría, la Neo-Iglesia es pura pudrición, pero en la práctica esa pudrición no podría existir sin algo allí todavía no podrido para ser podrido. Cada parásito necesita un huésped. También, si este huésped particular, la verdadera Iglesia, hubiera desaparecido completamente, ¿no es que las puertas del Infierno hubieran prevalecido contra Ella? Imposible (Mt.XVI,18).


          Kyrie eleison.