sábado, 1 de febrero de 2014

ANSIEDAD SEDEVACANTISTA II

Número CCCXLII (342) 1 de Febrero de 2014


Monseñor Richard Williamson

1 O bien uno acepta a los Papas Conciliares en todo (como los liberales - ¡Dios no lo permita!) o bien uno los rechaza en todo (como los sedevacantistas). Aceptarlos parcialmente sí y parcialmente no, es escoger y elegir lo que uno aceptará tal como lo hizo Lutero y como lo hacen todos los herejes (del griego “electores”). Eso es cierto si uno escoge y elige de acuerdo a su propia elección personal, pero no es cierto si, como Monseñor Lefebvre, uno juzga de acuerdo con la Tradición Católica, la cual se encuentra en el tesoro de 2000 años de documentos magisteriales de la Iglesia. En ese caso, uno está juzgando de acuerdo con 260 Papas contra unos meros seis, pero eso no prueba la invalidez de estos seis.

2 Pero los Papas Conciliares han envenenado la Fe, y han puesto en peligro la salvación eterna de millones sobre millones de católicos. Eso es contrario a la indefectibilidad de la Iglesia. En la crisis Arriana del siglo 4to, el Papa Liberio puso en peligro la Fe al condenar a San Atanasio y respaldar a los obispos Arrianos del Este. Por un cierto tiempo la indefectibilidad de la Iglesia no estuvo más asegurada por intermedio del Papa sino de su aparente adversario. Sin embargo ello no significó que Liberio no fuera Papa ni que Atanasio fuera Papa. Del mismo modo, la indefectibilidad de la Iglesia hoy en día pasa a través de los seguidores fieles de la línea tomada por Monseñor Lefebvre, lo cual no necesariamente significa que Pablo VI no era Papa.

3 Lo que los obispos del mundo enseñan, en unión con el Papa, es el Magisterio Ordinario Universal de la Iglesia, el cual es infalible. Ahora bien, durante los últimos 50 años los obispos del mundo en unión con los Papas Conciliares han enseñado el disparate Conciliar. Por consiguiente estos Papas no pueden haber sido verdaderos Papas. Si el Magisterio Ordinario de la Iglesia fuera a apartarse de la Tradición y oponerse a ésta, no sería ya más “Ordinario” sino, más bien, de lo más extraordinario, porque la doctrina de la Iglesia no admite novedades, siendo el “Universal” tanto en el tiempo como en el espacio. Ahora bien, la doctrina Conciliar sale de lejos afuera de la Tradición (por ejemplo la libertad religiosa y el ecumenismo). Por consiguiente la doctrina propia del Concilio no cae bajo el Magisterio Ordinario Universal y ella no puede servir para probar que los Papas Conciliares no eran Papas.

4 El Modernismo es “la síntesis de todas las herejías” (San Pío X). Los Papas Conciliares han sido todos modernistas “públicos y manifiestos”, es decir herejes de una naturaleza tal que San Roberto Belarmino declaró que no podían ser miembros de la Iglesia, menos aún su cabeza. Vean el “Comentario” de la semana pasada. Las cosas eran mucho más claras, o sea “públicas y manifiestas”, en los días de San Belarmino, que lo son hoy en día en medio de la reinante confusión de mentes y corazones. La herejía objetiva de los Papas Conciliares (es decir lo que dicen y hacen) es pública y manifiesta pero no lo es su herejía subjetiva o formal (es decir su intención consciente y resuelta de negar lo que ellos reconocen como siendo el inmutable dogma católico). Y probar su herejía formal solamente puede ser hecho por una confrontación con la autoridad doctrinal de la Iglesia, por ejemplo la Inquisición o Santo Oficio, llámese como se quiera (“Con cualquier nombre, una rosa olería igualmente dulce”, dice Shakespeare). Pero el Papa es él mismo la autoridad doctrinal más alta de la Iglesia, por encima y por detrás de la Congregación para la Doctrina de la Fe. ¿Cómo entonces puede él probarse a sí mismo y acusarse de pertenecer a tal clase de hereje que lo vuelve incapaz de ser jefe de la Iglesia?

5 ¡Pero en ese caso la Iglesia está en un barullo sin salida! De nuevo, vean el “Comentario” de la semana pasada. Las mentes humanas están hoy en día tan universalmente embarulladas que solamente Dios puede desenmarañar tal barullo. En todo caso esta objeción puede más bien tener el mérito de probar que solo El debe intervenir (¡y pronto!) más que tratar de probar que los embarullados Papas no son Papas. Paciencia. Dios nos está poniendo a todos a prueba y El tiene perfectamente todo el derecho de hacerlo.

Kyrie eleison.