domingo, 8 de febrero de 2015

IGLESIA CATÓLICA E IGLESIA CONCILIAR: TRIGO Y CIZAÑA

Domingo, 8 de febrero de 2015


         “La Iglesia que ha sido conmigo falsa e inmisericorde NO ES LA MISMA que la Iglesia en la cual permanezco. Yo permanezco en el ideal evangélico, en comunión por tanto con todos los que hoy día abrazan de hecho el Evangelio. También me ha hecho grandes bienes la Iglesia; sí, la Compañía de Jesús.


          La Iglesia que se equivocó conmigo (aun humanamente hablando) es la burocracia impersonal de los malos pastores; la Iglesia a la cual sigo amando y perteneciendo es la Iglesia personal y viviente de los que aún tienen fe, y viven su fe en la caridad. Las dos están unidas (siempre lo han estado, trigo y cizaña) pero son opuestas en sí mismas; mas no podemos separarlas nosotros, pues según Nuestro Señor, las separarán los “Segadores”, en el tiempo de la “Siega”, que opino no está ya muy lejos.


            El comunismo puede ser el instrumento de esa separación.

            El mismo caso de Cristo con la Sinagoga. Cristo no se salió de la Sinagoga (la Sinagoga lo arrojó) porque ella era la depositaria no practicante de la Fe y de la Ley verdadera. Luchó dentro de ella hasta la muerte contra los abusadores de la Ley –los fariseos-. Si Cristo por despecho se hubiese hecho saduceo, herodiano o gentil, les hubiese dado un placer fantástico a sus encarnizados enemigos.


            Creo que yo les daría una alegría a algunos malos jesuitas, (los hay buenos, quiero decir, hay gente buena no poca, incluso dentro de los jesuitas) si ahora agarro y me vuelvo protestante, como el difunto Padre Anzoátegui, escandalizado por su conducta y resentido por los daños que me han infligido. Esa es justamente mi más grave tentación –y el mayor daño que me han infligido-. Pero yo conozco que es TENTACIÓN.


             Hay que “sufrir tentación” en esta vida (…) no solamente por la Iglesia sino también por parte de la Iglesia.

         Pero esta es una respuesta escrita en “protestante”; es también una respuesta “prepotenta”, y un si es no es sublime. ¡Compararse con Jesucristo! Sin embargo, el Evangelio, San Pablo y Tomás de Kempis, nos imponen la obligación de compararnos constantemente con Jesucristo; y en eso consiste el ser cristiano. ¡Tremenda obligación! No me extraña que tantos la hayan abnegado hoy día, continuando llamándose y creyéndose cristianos, pero sin compararse con Jesucristo, poco o nada”.


R.P. Leonardo Castellani“Ideal comunista o ideal cristiano” en “Las ideas de mi tío el cura”, Editorial Excalibur, 1984.