Seminario de Ecône, Suiza |
V
A todos los que se interrogan
sobre nuestra obra, sobre el seminario de Ecône, sobre nuestra actitud en la
persecución que soportamos por parte de los obispos, y ahora de Roma, les
pedimos responder a estas cuestiones tan sencillas para unos fieles de la Iglesia
Católica: ¿Por qué la Iglesia? ¿Por qué el sacerdocio, el Santo Sacrificio de
la Misa, los Sacramentos?
Si su respuesta es conforme a la
doctrina de la Iglesia tal como siempre ha sido enseñada, tendrán la respuesta
al porqué de Ecône.
Ésta es la primera respuesta
esencial y fundamental.
Un segundo problema se nos ocurre
de inmediato: ¿cómo es concebible que la jerarquía actual pueda contradecir
esta doctrina?
La primera respuesta es dada por
nuestra Fe católica, la segunda es dada por la historia religiosa de los últimos siglos que
han sufrido la influencia del protestantismo.
El
protestantismo, por sus teorías liberales, suscitó en todos los campos una
revolución total contra la cristiandad, concebida según los principios de la
sana filosofía y de la Fe católica.
Las
teorías resumidas en las tres palabras: "Libertad, Igualdad,
Fraternidad", concebidas contra la autoridad de Dios y contra toda
autoridad, han traído la ruina de la sociedad civil católica, la ruina de la
economía organizada, y poco a poco, la laicización de los Estados con todas las
consecuencias inmorales, enemigas de la ley de Dios y de la Iglesia.
Ahora
bien, estos mitos sanguinarios del liberalismo han seducido siempre a unos
católicos sentimentales y cuya fe era poco ilustrada. Las filosofías liberales,
las organizaciones revolucionarias han tenido también un fuerte poder de
atracción sobre los medios intelectuales y populares descristianizados.
Esta
atmósfera liberal ejerció también una creciente influencia en la Iglesia por
medio de las universidades, los falsos teólogos, los organismos católicos, y se
difundió en los seminarios, el clero y los obispos y hasta en los medios
eclesiásticos romanos. Que se piense simplemente en el "Sillón",
luego en Emmanuel Mounier, en Maritain y, finalmente, en Teilhard de Chardin.
Paulo VI con Jacques Maritain |
El
liberalismo persigue con encarnizamiento un maridaje imposible entre la Verdad
y el Error, la Virtud y el Vicio, la Luz y las Tinieblas, entre la Iglesia Católica
y el mundo con todos sus desenfrenos. Los Papas lo comprendieron bien hasta
Juan XXIII y si uno u otro cedieron a veces a las presiones de los liberales
como León XIII y Pío XI, lo lamentaron enseguida y sus sucesores procuraron
reparar los errores cometidos.
Ahora
bien, es evidente que el Concilio Vaticano II permitió a las ideas liberales
tener derecho de ciudadanía en la Iglesia. Las ideas de libertad, de primacía
de la conciencia, de fraternización con el error por el ecumenismo, la libertad
religiosa, la laicización de los Estados, pueden encontrar apoyo en la
orientación general del Concilio.
Léase
el diario del Concilio de Fesquet y se comprenderá por qué los francmasones,
los protestantes y hasta los comunistas aplaudieron las orientaciones de este
Concilio.
La
aplicación del Concilio es, por otro lado, una prueba evidente de esta
influencia liberal —el ecumenismo es el leitmotiv de las reformas.
Ahora
bien, lo propio de los liberales es afirmar la tesis y obrar según la hipótesis
sin acordarse más de los principios afirmados, de dónde esa doble faz ortodoxa
y heterodoxa. Así en la práctica, los liberales no tienen enemigos a la
izquierda, pero luchan encarnizadamente contra los defensores de la ortodoxia,
contra los que obran en conformidad con los principios católicos.
Y
esto nos explica por qué Ecóne y todos los verdaderos católicos son
duramente perseguidos por la Roma ocupada por los liberales.
—Puesto que nombramos a Roma, ¿cómo conciliar la
difusión y la ejecución de los errores liberales por Roma y la infalibilidad
de la Iglesia y del Papa?
Esto
será un tema de tesis para los futuros doctores en
teología. Se necesitaría sí hallar una solución y ya algunos han tratado de darla,
pero yo diría de buena gana que eso nos importa poco cuando se trata de juzgar
hechos o escritos. La malicia de los actos o de las afirmaciones contrarias a
la Fe no se juzgan con relación a la infalibilidad. Cuando alguien escribe que
"la libertad religiosa pide que los grupos religiosos no sean impedidos de
manifestar libremente la eficacia singular de su doctrina para organizar la
sociedad y vivificar toda la actividad humana", me veo obligado a concluir
que esta persona profesa el indiferentismo religioso condenado por la doctrina
y el magisterio de la Iglesia. Ahora bien, esto es un ejemplo y de los menores
de lo que profesa el Vaticano II.
Se podrían citar página enteras de textos imbuidos de los errores
liberales.
—Ante esta difusión de los errores liberales por
los organismos oficiales de la Santa Sede y, lo que está en la lógica del liberalismo
incluso católico, ante la persecución violenta contra los fieles ortodoxos
¿qué hacer?
Mantener la Fe católica y las instituciones divinas o tradicionales
para la conservación y la propagación de la Fe católica y de la vida divina en
las almas: familias católicas, escuelas católicas, parroquias católicas,
seminarios católicos, facultades católicas, esperando que Roma sea liberada de
los liberales que la ocupan.
Vivir de la Fe sobrenatural en la oración, en el
Santo Sacrificio de la Misa, los Sacramentos, la oración constante, una
confianza indefectible en Nuestro
Señor y la
Virgen María.
Predicar la Fe, es decir, a Nuestro Señor Jesucristo,
en todas las ocasiones, especialmente por ejercicios espirituales.
— ¿Que hará el Seminario de Ecône y su
Fraternidad?
Ellos continuarán y continúan, porque la Iglesia liberal y
modernista que ocupa la verdadera Iglesia amordazada no tiene ningún derecho a
ser obedecida, más aún, se debe desobedecerla al no ser sus órdenes y sus
orientaciones las de la Iglesia Católica. Ellos destruyen a la Iglesia. No
podemos colaborar en la destrucción de la Iglesia, no queremos volvernos
protestantes.
— ¿Qué harán más tarde los
sacerdotes de, Ecône?
Multiplicarán los seminarios para
la conservación y la multiplicación del sacerdocio católico, porque éste es
el fin principal de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.
Luego, se harán misioneros en los
prioratos, donde agrupados de a tres o cuatro, rezarán juntos, irradiarán
sobre una región para predicar a Nuestro Señor Jesucristo y llevar los
Sacramentos, especialmente el Santo Sacrificio de la Misa.
Sostendrán espiritualmente las
escuelas verdaderamente católicas.
En el priorato, una casa de
ejercicios espirituales les permitirá, santificar a los fieles de toda edad y
de toda categoría. Las religiosas y los hermanos los ayudarán en este apostolado.
De esta manera, reconstruirán la
cristiandad, establecida sobre una Fe viva y actuante.
Éste es un programa entusiasmante
para todo sacerdote digno de ese nombre: recrear la cristiandad en torno y por
medio del altar del Sacrificio. De este modo se resuelven todos los problemas
familiares, sociales y políticos.
Para la gloria de Dios, de Nuestro
Señor Je sucristo y del Espíritu Santo, para el honor de la Iglesia Católica,
para el honor del Sucesor de Pedro, para la salvación de Las almas, suplicamos
a los sacerdotes que tienen conciencia de la gravedad de la crisis que padece
la Iglesia, se unan a nosotros para salvar el sacerdocio católico, la Fe
católica y para la salvación de las almas.
Mantener la Fe y las instituciones
que durante dos mil años han santificado a la Iglesia y a las almas no puede
ser en ningún caso una causa para romper la comunión con la Iglesia, al
contrario, éste es el criterio de la unión con la Iglesia y con el Sucesor de
Pedro. Es, por otra parte, este mismo criterio el que juzga de la legitimidad
de la sucesión sobre la sede de Pedro y las sedes episcopales.
En la
fiesta de San Vicente de Paul, 19 de julio de 1975