Comentarios Eleison
Por su Excelencia Richard Williamson
Número CDXXXIV (434)
07 de noviembre de 2015
Monseñor Richard Williamson |
Un Dios disminuido, vaciado y recortado,
No atrae. Sea Cristo de nuevo entronizado.
Recién he releído El Concilio del Papa Juan por Michael
Davies, escrito en 1977, pero que necesita apenas ser actualizado casi 40 años
más tarde. Tal vez Michael Davis fue demasiado amable hacia el Concilio, pero
hay en su libro muchas verdades fundamentales así que puede ser cálidamente recomendado
para cualquiera comenzando a estudiar el Concilio. Especialmente interesante es
el Apéndice VI consistente en una crítica de 1936 por el Profesor Louis
Salleron al entonces recientemente aparecido libro del filósofo francés Jacques
Maritain (1882–1973), Humanismo Integral.
Este libro tanto interesó a un sacerdote italiano, Juan Bautista Montini, que
lo tradujo al italiano. Más tarde éste devino Papa Pablo VI, el arquitecto
principal del Vaticano II. Así Salleron destapa las raíces del Concilio 26 años
antes de que éste comenzara.
Humanismo Integral presenta la visión de Maritain sobre un nuevo
futuro para una Cristiandad remodelada. Se supone que la civilización burguesa
está condenada. Pero en lugar de seguir con la condenación por la Iglesia del
humanismo, centrado en el hombre, que hizo surgir a la Revolución Francesa
(1789) que hizo surgir a esa burguesía, Maritain propone que esa Revolución
necesita ser reconocida como parte de un proceso histórico inevitable con el
cual la Cristiandad puede y debe ponerse de acuerdo. Por este medio, si bien el
curso de la historia moderna no puede ser todo parado, sin embargo por Cristo
ese humanismo se puede hacer verdaderamente y totalmente humano, deviniendo así
“humanismo integral”. La Cristiandad así reconstruida sobre fundamentos
modernos traerá a Cristo al hombre moderno y al hombre moderno a Cristo,
admirable intención ésta de Maritain y de Pablo VI.
Pero “el camino al Infierno está
pavimentado con buenas intenciones”, dice el sabio antiguo proverbio. Salleron
admira muchas cosas en el libro de Maritain, quien fue un filósofo hábil en
Tomismo y sabía bien, dice Salleron, como presentar cualquier idea de una
manera tal que no contradiga la doctrina católica. Pero Salleron rechaza
firmemente la lectura que hace Maritain de la historia moderna, y la llama
“Marxista”. Carlos Marx (1818–1883) supuso igualmente que la civilización
burguesa está podrida, pero su conclusión de él era que esta civilización debía
ser completamente demolida por una Revolución continua que realizara el sueño
de la sociedad sin clases, lo cual en la realidad acabó como la pesadilla del
Comunismo. Así que Maritain rechazó la conclusión de Marx pero aceptó su
análisis de la historia, para de esa manera modelar una nueva Cristiandad de compromiso
que funcionaría para el hombre moderno: ni modernidad sobre fundamentos
modernos (Marx – y Wagner), ni Cristo sobre fundamentos de Cristo (Pío X – ver
especialmente su Carta sobre el Sillon – y Monseñor Lefebvre), si no Cristo
sobre fundamentos modernos. El resultado es ese Neocristianismo a ser hallado
en el conjunto de los documentos del Vaticano II, a saber Cristo es la plena
realización del hombre – no que el hombre está ordenado a Cristo y a Dios, sino
que Dios y Cristo están ordenados al hombre.
¡Ay! Soluciones de compromiso no
funcionan con Nuestro Señor. Él dice, “Diréis solamente: Sí, sí; No, no. Todo
lo que excede a esto, viene del Maligno” (Mt. V, 37). Y, “Quien no está
conmigo, está contra Mí” (Mt. XII, 30). Una religión del verdadero Dios
centrada en el hombre es una contradicción de términos. Salleron señala que no
hay nada inevitable en la marcha de la historia moderna tal como Marx y
Maritain lo imaginaron. Si el hombre moderno va al Diablo, es por su propia
libre elección. Lo que los liberales como Maritain y Pablo VI y Mons. Fellay no
pueden asir, es la realidad de la maldad. No asen que el hombre moderno
simplemente no quiere a Cristo, y Dios no lo forzará a hacerlo. Los liberales
disminuyen a Dios con tal de hacerlo a Él más atractivo para el hombre moderno,
pero la mayoría de los hombres modernos vuelven la cara, por indiferencia o
disgusto. El Vaticano II ha sido un fracaso colosal, y el “humanismo integral”
no ha sido otro que un ejemplo más de la desintegración de este humanismo que
no se centra en Dios.
Política, economía, los bancos,
finanzas, las artes, medicina, ley, agricultura, la sociedad moderna entera
debe reponerse bajo el Reinado Social de Cristo Rey. Esa fue la solución de
Monseñor Lefebvre. Esa es la única solución.
Kyrie eleison.