miércoles, 11 de noviembre de 2015

Vaticano II Desarraigado

Comentarios Eleison
Por su Excelencia Richard Williamson
Número CDXXXIV (434)
07 de noviembre de 2015

Monseñor Richard Williamson

Un Dios disminuido, vaciado y recortado,
No atrae. Sea Cristo de nuevo entronizado.

Recién he releído El Concilio del Papa Juan por Michael Davies, escrito en 1977, pero que necesita apenas ser actualizado casi 40 años más tarde. Tal vez Michael Davis fue demasiado amable hacia el Concilio, pero hay en su libro muchas verdades fundamentales así que puede ser cálidamente recomendado para cualquiera comenzando a estudiar el Concilio. Especialmente interesante es el Apéndice VI consistente en una crítica de 1936 por el Profesor Louis Salleron al entonces recientemente aparecido libro del filósofo francés Jacques Maritain (1882–1973), Humanismo Integral. Este libro tanto interesó a un sacerdote italiano, Juan Bautista Montini, que lo tradujo al italiano. Más tarde éste devino Papa Pablo VI, el arquitecto principal del Vaticano II. Así Salleron destapa las raíces del Concilio 26 años antes de que éste comenzara.

Humanismo Integral presenta la visión de Maritain sobre un nuevo futuro para una Cristiandad remodelada. Se supone que la civilización burguesa está condenada. Pero en lugar de seguir con la condenación por la Iglesia del humanismo, centrado en el hombre, que hizo surgir a la Revolución Francesa (1789) que hizo surgir a esa burguesía, Maritain propone que esa Revolución necesita ser reconocida como parte de un proceso histórico inevitable con el cual la Cristiandad puede y debe ponerse de acuerdo. Por este medio, si bien el curso de la historia moderna no puede ser todo parado, sin embargo por Cristo ese humanismo se puede hacer verdaderamente y totalmente humano, deviniendo así “humanismo integral”. La Cristiandad así reconstruida sobre fundamentos modernos traerá a Cristo al hombre moderno y al hombre moderno a Cristo, admirable intención ésta de Maritain y de Pablo VI.

Pero “el camino al Infierno está pavimentado con buenas intenciones”, dice el sabio antiguo proverbio. Salleron admira muchas cosas en el libro de Maritain, quien fue un filósofo hábil en Tomismo y sabía bien, dice Salleron, como presentar cualquier idea de una manera tal que no contradiga la doctrina católica. Pero Salleron rechaza firmemente la lectura que hace Maritain de la historia moderna, y la llama “Marxista”. Carlos Marx (1818–1883) supuso igualmente que la civilización burguesa está podrida, pero su conclusión de él era que esta civilización debía ser completamente demolida por una Revolución continua que realizara el sueño de la sociedad sin clases, lo cual en la realidad acabó como la pesadilla del Comunismo. Así que Maritain rechazó la conclusión de Marx pero aceptó su análisis de la historia, para de esa manera modelar una nueva Cristiandad de compromiso que funcionaría para el hombre moderno: ni modernidad sobre fundamentos modernos (Marx – y Wagner), ni Cristo sobre fundamentos de Cristo (Pío X – ver especialmente su Carta sobre el Sillon – y Monseñor Lefebvre), si no Cristo sobre fundamentos modernos. El resultado es ese Neocristianismo a ser hallado en el conjunto de los documentos del Vaticano II, a saber Cristo es la plena realización del hombre – no que el hombre está ordenado a Cristo y a Dios, sino que Dios y Cristo están ordenados al hombre.

¡Ay! Soluciones de compromiso no funcionan con Nuestro Señor. Él dice, “Diréis solamente: Sí, sí; No, no. Todo lo que excede a esto, viene del Maligno” (Mt. V, 37). Y, “Quien no está conmigo, está contra Mí” (Mt. XII, 30). Una religión del verdadero Dios centrada en el hombre es una contradicción de términos. Salleron señala que no hay nada inevitable en la marcha de la historia moderna tal como Marx y Maritain lo imaginaron. Si el hombre moderno va al Diablo, es por su propia libre elección. Lo que los liberales como Maritain y Pablo VI y Mons. Fellay no pueden asir, es la realidad de la maldad. No asen que el hombre moderno simplemente no quiere a Cristo, y Dios no lo forzará a hacerlo. Los liberales disminuyen a Dios con tal de hacerlo a Él más atractivo para el hombre moderno, pero la mayoría de los hombres modernos vuelven la cara, por indiferencia o disgusto. El Vaticano II ha sido un fracaso colosal, y el “humanismo integral” no ha sido otro que un ejemplo más de la desintegración de este humanismo que no se centra en Dios.

Política, economía, los bancos, finanzas, las artes, medicina, ley, agricultura, la sociedad moderna entera debe reponerse bajo el Reinado Social de Cristo Rey. Esa fue la solución de Monseñor Lefebvre. Esa es la única solución.


Kyrie eleison.